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Capítulo 3

Con la llegada de la noche una nueva discusión empieza, ya que todos deben decidir con quien debe pasar la noche. Nadie está de acuerdo y Ayla presencia todo desde el gran sillón de la sala. Ella abraza sus piernas, las cuales tiemblan un poco y trata de ignorar el leve ardor en su interior.

—¿Por qué no dejamos que ella decida con quien quedarse? —propone el teñido, haciendo que ella levante las cejas y asienta con la cabeza.

—Pero debe elegir entre Mako y yo, ustedes ya pasaron mucho tiempo con ella —propone Cruz al señalar a sus hermanos mayores.

—¡No es cierto! —se defiende Llantén.

—¿Con quién vas a dormir? —le pregunta Mako, haciendo que Ayla sea el centro de atención ahora—. Cruz ronca y seguro tiene pulgas.

—¡No le mientas! Además ella ama mis orejas, podrás acariciarlas toda la noche si me eliges.

—Yo... Quiero dormir sola —responde en un tono bajo, traga saliva al ver que los hermanos cambian de expresión a una más aterradora.

—Me parece bien —dice Llantén sonriendo.

—Pero-

—Bien, yo le muestro su cuarto. —Mako le ordena seguirlo y le da un pequeño tour por la casa mientras la lleva a su habitación.

Ayla camina con cuidado, a cada paso siente un ligero dolor, sin mencionar que estaba muy asustada por haber visto de nuevo a Azrael. Aunque esta vez él ni siquiera volteó a verla.

En eso su vista va a las paredes del pasillo, las cuales están adornadas con un bello tapizado y además hay cuadros de pinturas familiares. Mako se detiene al notar que no lo estaba siguiendo, por lo que se acerca a la chica para comentarle acerca del cuadro que estaba mirando.

—Ese es el árbol genealógico de la familia, las personas que no pertenecen a la línea de sangre eran como tú —habla haciendo que ella lo mire por un momento—. Ahí están mis padres, mi madre llegó a la casa cuando tenía tu edad y le dio cuatro herederos a la familia.

Ambos reanudan la caminaba, ahora Mako le enseña retratos de ellos cuando eran niños, él es rubio al igual que Llantén pero prefiere teñirse el cabello. Ayla ahora está confundida porque todos, a excepción de Llantén, se ven diferentes en los retratos, la diferencia más obvia son las orejas y cola de animal así como las rayas que Azrael presenta en su rostro. Mako la atrapa observándolo fijamente, por lo que suelta una risa.

—Los cambios empezaron a los diez años, cuando ya sabíamos que queríamos ser —le explica y luego se detienen frente a una puerta blanca—. El mejor cuarto para ti —dice al abrir la puerta.

Ayla continua maravillándose por los lujos de la mansión, el cuarto en sí es mucho más grande que su casa de chapa. La cama se ve muy cómoda y hay un estructura que sostienen las cortinas que la rodean.

—Tienes baño y la mejor vista al jardín —habla al enseñarle los grandes ventanales. Afuera está oscuro y los arbustos son iluminados por luces desde abajo—. Ese es el laberinto, tal vez podamos jugar mañana.

—S-Si. —Ayla cierra la puerta luego de que Mako se despidiera y le deseara las buenas noches. Una vez sola se apoya por la puerta y acomoda su cabello. Sus piernas tiemblan nuevamente, su instinto le ordena huir inmediatamente, pero el cansancio hace que camine hacia la cama y se arroje sobre el suave colchón. Suelta un profundo suspiro al sentir la textura de las sabanas acariciándole la piel.

En poco tiempo se sumerge en un profundo sueño debido a la extrema comodidad. No puede evitarlo, en su antigua casa la cama eran unos cartones y tenía una sucia manta para cubrirse del frío.

A las tres de la madrugada aproximadamente, despierta al escuchar un aullido distante. El sonido la asustó debido a que tiene el sueño muy ligero. Mientras mira a su alrededor se da cuenta que la habitación a oscuras se ve aterradora, hay esquinas muy oscuras que no la dejan ver lo que pueda esconderse allí. Además comenzó a escuchar una respiración pesada.

Mierda, maldijo en sus pensamientos al levantarse de la cama. Debe irse de allí cuanto antes, sin embargo su cuerpo no reacciona debido a que alcanzó a distinguir una sombra moviéndose por la habitación.

Casi suelta un grito cuando la toman de la cintura, pero una mano tapa su boca para callarla.

—Shhh, soy yo —le susurra al oído—. Nadie dijo que no podría dormir contigo —agrega mientras la levanta del suelo. Ella trata de reconocer la voz para identificar de qué hermano se trata, pero sus nervios no la dejan concentrarse, mucho menos cuando siente que su ropa es desgarrada fácilmente por una fuerza descomunal. El camisón termina en trozos sobre la alfombra y ella es lanzada en la cama, donde un cuerpo más grande la acorrala.

—Perdón por hacerte esperar —susurra antes de morder su cuello. Ayla suelta un chillido por el dolor y lleva sus manos a la cabeza de él para alejarlo, no hay orejas de animal, por lo que descarta rápidamente a dos de ellos. Sus palabras no ayudan en nada y comienza a ser despojada de su ropa interior.

—E-Espera.

—No quiero —contesta luego de deshacerse de su propia ropa. Arroja su camiseta y pantalones, siendo los boxers la única tela que separa sus pieles.

Ayla siente algo rodear su boca para callarla y también le sujetan las muñecas sobre su cabeza. Desde su lugar ve a la sombra acercarse y comienza a sentir húmedo besos por todo su pecho, los cuales se concentran en las zonas más sensibles, provocando que su espalda se arque.

—Shhh, me gusta pero no hagas mucho ruido —murmura al detenerse por un momento. Pero inmediatamente continúa, esta vez dejando lamidas que la hacen estremecerse. Él la mantiene sujeta de la cintura, no permite que se aleje mucho y así ella puede sentir necesitado que está.

Cuando ya no puede contenerse, desgarra su ropa interior y frota sus intimidades, sintiendo la extrema humedad de ella, su calor lo hace soltar un gemido ronco y poco a poco se unen. Entre quejidos de dolor, Ayla aprieta con fuerza sus ataduras, mismas que desaparecen un momento después, ya que él la liberó.

—Tranquila, respira —le dice mientras sus manos le acarician las piernas. Una de ellas le sujeta la cintura mientras que la otra la toma del mentón, de repente es sorprendida por unos labios que toman los suyos de forma experta—. Sólo tienes que acostumbrarte a mí —respira al separarse de su boca.

—Ah... —Ayla abre grande los ojos cuando siente las primeras embestidas. Le duele mucho y sólo puede cerrar los ojos, rezando para que él termine pronto.

Sus brazos son llevados hacia el cuello del muchacho para rodearlo, así sus respiraciones se mezclan mientras continúa recibiendo las embestidas lentas y profundas.

—¿Ya? —pregunta al sentir que se detuvo.

—No —contesta con una risa de por medio—. Tenemos toda la noche señorita —agrega al voltearla.

Ella abraza fuertemente la almohada cuando lo siente entrar de nuevo y respira de manera agitada para recuperar aire. Los movimientos son más rápidos esta vez y el dolor se transforma en una sensación extraña pero agradable.

En poco tiempo Ayla se encuentra mordiendo la almohada mientras su cuerpo es cepillado contra la cama, de arriba a bajo. Él suelta un gemido ronco al liberarse, aunque no se separa y continúa moviéndose contra ella.

Las embestidas son muy fuertes, hasta el punto que sus pieles chocan, creando un sonido obsceno que llena toda la habitación junto a la respiración pensada del joven. De nuevo se libera, sujetando fuertemente los muslos de la chica, esta vez mantiene sus caderas unidas mientras recupera el aliento.

—Mierda, ¿e-estaba tan necesitado? —piensa en voz alta y una sonrisa aparece en su rostro al sentir como Ayla se desborda hacia fuera. Ella continúa abrazando la almohada, entonces la cubre, pegando su pecho por esa delgada espalda para dejar un par de besos en su nuca.

Tiembla cuando el aliento cálido chocha contra su oído y al momento que él se desliza fuera. No puede moverse, se siente muy cansada, por lo que simplemente cierra los ojos al sentir que es envuelta por las suaves sábanas de la cama.

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