Capítulo 24
Al momento de regresar en sí, Cruz abre sus ojos para encontrarse con la muchacha acurrucada en su pecho. Ella se ve muy tranquila durmiendo, con algunos mechones oscuros en su rostro, sin embargo él inmediatamente recuerda lo que sucedió y se aparta un poco.
—¿L-Lo hicimos...? —se pregunta, aunque su ropa está en su lugar y su cierre cerrado—. ¿Lo soñé? E-Es posible —murmura confundido, después de todo no sería el primer sueño que tendría con ella. Con cuidado sacude los hombros de la morocha, consiguiendo que despierte suavemente.
—¿Hum? —ella frota sus ojos al despertar, le da una sonrisa y luego avanza para unir sus labios.
—Ayla, ¿qué pasó?
—¿Ahora a todos ustedes se les borra la memoria? —susurra por lo bajo para sí misma, entonces abraza al castaño—. Sólo tomamos una siesta... después de unirnos.
—Si pasó —dice al agachar sus orejas, avergonzado por no haber sabido manejar la situación.
—¿Qué tienes?
—No fue cómo... pensé que sería. ¡No digo que fue malo! —añadió rápidamente para no hacerla sentir mal—. Digo... quería hacerlo bien, preparar la habitación y eso —murmura por lo bajo para luego esconder su rostro en el cuello de la morocha.
—Entiendo, podemos hacerlo bien la próxima —propone al acariciarle la cabeza, peinando los cabellos de su nuca.
Cruz asiente en silencio al cerrar los ojos para concentrarse en esos toques. El lugar se sumerge en un tranquilo sonido donde sólo escuchan a las aves y el viento mecer las ramas de los árboles. Sin embargo el rugido del motor de un auto aproximándose no pasa desapercibido ante los sensibles oídos del castaño. Como es de costumbre uno de los sirvientes reciben los recados, pero esta vez él escucha una conversación muy interesante.
—Es una entrega especial para la familia De Luca, ya hicimos los arreglos que nos pidieron —dijo la voz de una mujer entrada en años.
—Gracias, llevaremos el paquete directamente a nuestros amos —respondió el sirviente para luego regresar a la casa. Cruz aparta suavemente a Ayla para ponerse de pie y corre para interceptar al sirviente.
—¡Espera! —exclama y atraviesa unos arbustos para terminar frente al hombre.
—¿Joven Cruz?
—Escuché lo que pasó, yo recibiré el paquete —habla en un tono serio para luego tomar dicho paquete, el cual fue entregado por el sirviente.
—Está bien, que tenga un buen día —el hombre se retira luego de cumplir con su trabajo. Cruz, por su parte, mira el paquete no muy grande y recuerda a Ayla. En un instante vuelve con ella, encontrándola aún sentada bajo el sauce en su espera.
Él le enseña el paquete para luego sentarse a su lado para desenvolverlo con cuidado. Encuentran una caja más pequeña y ambos se miran por un momento hasta que ella pregunta qué es. Cruz abre la caja aterciopelada descubriendo así cuatro anillos de compromiso con el nombre de sus hermanos y el de Ayla.
—Éste es el mío y el tuyo —él toma sus anillos, notando que el de la muchacha es triple con diamantes reales, también no pasó desapercibido la ausencia de un quinto anillo de compromiso—. Dijeron que hicieron arreglos ahora que Llantén ya no pertenece a la familia.
Cruz le coloca el anillo a Ayla con cuidado y ella imita su acción.
—¿Te gusta? —le pregunta al ver su mirada—. No sé nada de joyas pero el anillo se ve bonito en tu mano.
—Me gusta, ah, ¡tu dedo! —dice asustada al ver que el anillo de Cruz lo estaba poniendo morado. Él le da una sonrisa para tranquilizarla mientras desliza la alianza para quitársela.
—Es un poco incómodo —comenta nervioso, para él es una pena porque deberá esperar más tiempo mientras hacen una nueva alianza. Sin embargo Ayla toma el anillo para luego acercarse al castaño y bajar un poco el cuello de su ropa. Frente a ella se encuentra el collar que Cruz siempre usa, uno de cuero negro aunque cómodo.
Él se mantiene muy quiero, por alguna razón la cercanía de la muchacha lo pone muy nervioso, mucho más que antes. En un momento escucha un sonido metálico junto a un pequeño beso que ella dejó en su cuello.
—Ya está —dice al separarse un poco. Cruz baja la mirada aunque no puede ver el collar entonces lo toca para encontrar la alianza allí—. De esta forma es más cómodo llevarla, ¿no? —agrega al ver la cola del castaño moverse de un lado al otro detrás de él.
—¡Si, así está bien!
Esa misma noche los hermanos De Luca cenan tranquilamente, por un momento todo parecía normal, aunque Cruz está más sonriente que de costumbre. Ese detalle no pasa por alto a los ojos de Azrael.
Mientras el castaño devora un pollo asado, Azrael aclara su garganta para llamar la atención de los demás. Ayla no está presente ya que prefirió cenar en su habitación y el rizado cree que es lo mejor para todos.
—¿Cómo está Ayla? No pude verla en todo el día —pregunta curioso sin saber que acaba de iniciar una discusión.
—¡Ya lo recordé! —exclama Cruz al golpear la mesa con los puños—. Mako dejó dolorosas mordidas en todo su cuerpo, los médicos debieron vendarlas.
Al oír esto Azrael soltó un gruñido que puso nervioso al teñido.
—Mako... tienes 5 segundos para explicarte —habla mientras sus ojos claros están sobre su tembloroso hermano.
—¡No la lastimé, Cruz está exagerando! —da una pausa para tragar saliva—. Son mordidas de amor, ¿okey?
—No lo son si luego deben ser vendadas —le reclama.
—Como si no hubieras hecho lo mismo hermano, la señorita tenía marcas de rasguños luego de pasar tiempo contigo —señala Mako al cruzarse de brazos—. Lo reconozco, me dejé llevar. Pero eres el menos indicado para hablar de autocontrol.
—Tienes razón, pero no quiero que se vuelva a repetir —Azrael bebe un poco de vino para luego pasar a interrogar a Cruz—. ¿Qué hiciste hoy?
—Nada nuevo, estuve en la biblioteca esta mañana y pasé tiempo con Ayla en el jardín —comenta el castaño con la boca llena, un momento después una sonrisa de lado aparece en su rostro.
—Aún no haz hecho nada con ella —comenta Mako en un tono aburrido—. Parece que depende de Az y de mí hacer que la familia tenga descendencia.
—No molestes a Cruz.
—Déjalo Az, disfruto mucho de mi tiempo con Ayla haciendo otras cosas —dice el castaño mientras juega con su collar.
—Hablando de descendencia... Ayla ya debe estar embarazada —murmura el mayor, sin embargo Mako niega diciéndole que los médicos la revisaron y no lo está—. Que extraño.
En ese momento el brillo del metal llama la atención de Mako, por lo que mira a su hermano, el brillo proviene de una pieza que antes no estaba en su collar.
—¿Qué es eso? ¿Quisiste decorarlo? —nuevamente usa un tono de burla, sin embargo, al ver la pieza más de cerca su expresión cambia—. Eso es-
—Ya terminé de comer, voy a ver si Ayla necesita algo y luego iré a dormir —dice antes de retirarse de la mesa, dejando a sus hermanos con cientos de preguntas.
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