Capítulo 20
Como la inoportuna visita de su mejor amiga interrumpió el momento tan íntimo que tenía con Ayla, Mako decide crear una mejor atmósfera romántica. Por lo que se levanta y se inclina levemente hacia la muchacha con su mano extendida.
—¿Me haría el honor de dar un paseo en el jardín conmigo?
—¿Un paseo? —acepta al tomar la mano del teñido. Entonces es llevada a la entrada del laberinto, el cual había visto cuando llegó a la casa pero no tuvo la oportunidad de visitarlo.
—¿Recuerdas que te prometí visitar este lugar? —comenta él mientras aún sostiene su mano. Ambos caminan hasta los dos grandes pinos en el inicio del laberinto, entonces la suelta lentamente—. Para divertirnos juguemos a algo, ¿si?
—¿Hum? —ella arquear una ceja, notablemente curiosa.
—Bueno, es simple. Si llegas a la salida del laberinto antes de que te atrape podrás conocer a los cocineros —le explica dándole una sonrisa, porque sabe muy bien que nada haría más feliz a Ayla que conoce a las personas que se encargan de hacer esos manjares.
—¿Y qué ganas tú? —pregunta curiosa, pero ya sabe la respuesta al ver la sonrisa de lado en su rostro.
—Lo verás si dejas atraparte —murmura al acercarse a su oído—. De cualquier forma terminas ganando, ¿no?
—Pero eres más veloz que yo.
—Oh, es cierto. Te daré ventaja de... mmm, una hora —indica al tomar su celular y colocar el cronómetro—. Listo, suerte señorita.
Ayla sale disparada hacia el laberinto, dejando sorprendido a Mako, cosa que lo hace replantearse el tiempo de ventaja. Sin embargo no piensa romper con su palabra.
Por su parte, la morocha corre por los pasadizos cubiertos de hojas secas de los arbustos. Le sorprende el detalle de que todo esté perfectamente podado, pareciendo tupidas paredes de árboles. Ella se detiene al no encontrar salida, por lo que se apresura a regresar para recuperar tiempo. Sabe perfectamente que Mako la alcanzará en cuestión de segundos, sin mencionar que conoce el laberinto, por lo que debe encontrar la salida en una hora.
Este lugar parece inmenso, piensa luego de correr durante unos minutos. Ella se detiene un instante para recuperar aire y mira a su alrededor mientras su corazón retumba en sus oídos. Al reanudar su carrera, ella da varias vueltas, encontrando más pasadizos sin salida y caminos que ni siquiera sabe a dónde la llevan.
En un momento se detiene al ver que la tierra bajo sus pies es reemplazada por baldosas grises, un camino de piedra que la lleva hasta una gran fuente, con peces dorados incluidos.
—Este debe ser el centro del laberinto —dice mientras acelera, sólo para terminar chocando contra alguien con tanta fuerza que termina cayendo sentada. Por un momento piensa que se trata de Mako, pero al levantar la mirada ve patrones negros y una cola larga.
—Cuidado —murmura al voltear, entonces frunce el ceño y envuelve rápidamente a Ayla—. ¿Tratas de escapar? —cuestiona al acercarla a su rostro, su cola la envuelve, apretando un poco por cada segundo que pase sin responder.
—S-Sólo estaba... jugando con Mako —susurra apenas, no tiene casi aliento.
—¿De verdad? —El hombre la suelta, aunque continúa con esa actitud amenazante—. Sé de dónde vienes y sólo te lo advertiré una vez, si tratas de hacer daño a mi familia no dudaré en destrozarte.
Ayla da un paso atrás, muchas veces había recibido amenazas y reconoce que el hombre no está bromeando. Lentamente da pasos a un lado para luego continuar su camino, poniendo la mayor distancia entre ella y el señor De Luca.
Ella vuelve a detenerse, ya que su garganta arde al respirar rápidamente y cree que tal vez él ha dejado marcas en su cuello o cuerpo. Por ello revisa sus brazos, encontrando tonos rojos debido al fuerte abrazo que recibió. Ayla suspira y roda los ojos, en poco tiempo se volverán en un tono morado y no quiere ni imaginarse cómo reaccionarán los hermanos.
—El juego —murmura y continúa corriendo. Mientras tanto, Mako se encuentra todavía en la entrada, oliendo las flores de su alrededor. Él levanta la mirada al escuchar pasos y cruza miradas con su padre, entonces se pone de pie y limpia su ropa.
—¿La chica está escapando? —cuestiona, a lo que el teñido suelta una risa.
—Oh no, sólo estamos jugando. La señorita estaba muy triste y trato de animarla.
—No deberías confiarte demasiado.
—Tranquilo, ella no ha intentado escapar —responde y su padre sólo guarda silencio para luego dirigirse dentro de la casa—. No ha intentado... escapar —susurra para sí mismo mientras gira hacia el laberinto.
Mako ya no puede esperar más y se lanza a la búsqueda de la morocha, gracias a su velocidad y agudo olfato, sigue el rastro que ella dejó entre esos pasadizos. Cuando la ve a sólo unos metros de distancia, se lanza para atraparla y acaba abrazándola por la espalda a sólo unos pasos de la salida.
Él oye el corazón de Ayla salir rápidamente, su aliento agitado hace que su pecho suba y baje, llevando la sangre a cada rincón. No puede evitar la tentación y hace a un lado el cuello de su ropa para clavar los colmillos en esa suave piel. Sin embargo no llega a romper los capilares, sólo aprieta lo suficiente para dejar una notable marca.
Ayla suelta un suspiro y deja de luchar, mientras siente los besos y leves mordidas del teñido en su nuca. Cuando piensa que pasarán a algo más intenso, allí al aire libre, Mako se detiene al soltar una corta risa.
—Te atrapé —le dice al oído con una voz grabe.
—Aquí no —responde ella al ver a algunos empleados a lo lejos.
—¿En qué estás pensando? ¿Cosas pervertidas? —Mako sonríe al ver que hizo que se sonrojara levemente, al mirar su cuerpo con más atención nota las marcas rojas en sus brazos y reconoce el olor de su padre en ella—. Lamentablemente hice trampa, ya sabes qué significa.
Ayla levanta las cejas por la sorpresa, entonces una sonrisa aparece en su rostro. Él la toma de la mano para caminar hacia la cocina, como ya casi es hora de la cena, todos se encuentran muy atareados.
La presencia del teñido en el lugar hace que los cocineros se detengan y rápidamente formen una fila. Ayla mira a todos con curiosidad, encontrando a un grupo de hombres y mujeres con delantales negros.
—Lo sentimos, la cena aun no-
—Relájense —lo interrumpe—. Ayla sólo quería conocerlos, pueden continuar.
La morocha presencia como preparan la comida deliciosa que tanto adora, además el aire está lleno un agradable aroma. Mientras una parte del grupo se encarga de la comida salada, la otra hace el postre.
Mako se encuentra aburrido, entonces se entretiene jugando con el cabello de la muchacha mientras están sentados junto a una mesada. Él envuelve sus dedos, encontrando muy suaves y sedosas las hebras oscuras.
—Los amo —murmura ella luego de que una de ellos le entregara un aperitivo, haciendo que él la mire rápidamente.
—¿Que? Nunca me dijiste eso a mí —comenta, entre dolido y decepcionado—. A ellos acabas de conocerlos —agrega, haciendo evidente su actuación dramática al abrazarla.
—Joven Mako, la cena ya casi está. Pueden ir al comedor —le dice uno de ellos mientras seca sus manos en el delantal.
—Oh, bien —asiente al tomar la mano de ella para ambos dejar la cocina—. Odio este momento, ya debemos separarnos —comenta al soltarla lentamente. Ayla no puede evitar soltar una corta risa al oírlo. Sabe que está bromeando, pero se aferra a seguir fielmente su papel.
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