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Capítulo 2

A Ayla le quedó más que claro su función allí luego de la breve charla con Llantén, pero creyó que sólo sería un hombre, no cuatro hermanos. Además el rubio no piensa soltarla y empieza a apretarla demasiado fuerte.

—Siempre es lo mismo con él —comenta un castaño.

—Suelta a la chica, está quedando sin aire —ordena el de rizos. Este luce mucho más serio que los demás, además unas orejas oscuras sobre salen de su cabello, las cuales hacen juego con una cola que se menea detrás de él.

Nunca había visto un humano bestia de cerca, pensó Ayla cuando Llantén se separó de mala gana.

—Ahora es mi turno de jugar con ella —dice uno al acercarse. Éste posee las orejas puntiagudas de un lobo, las cuales se achatan cuando Llantén lo sostiene del brazo—. Suéltame si no quieres que te rompa la mano.

—Chicos, hay que ser ordenados. Todos sabemos que Azrael debe comenzar por ser el mayor —los separa el muchacho con cabello teñido de un tono azul y morado en las puntas, en él resalta una piel extremadamente pálida.

—Pero yo-

Llantén es interrumpido y le recuerdan que él es menor que el tal Azrael por unos segundos de diferencia. Ayla simplemente los observa discutir desde el sillón hasta que siente una presencia a su lado que la hace saltar para alejarse.

—Hueles muy bien —le dice el de las orejas de lobo, ella no responde y acerca sus manos para tomarle las orejas. Quiere comprobar por sí misma si son reales y al sentirlas nota que si lo son, además siente calor en ellas—. ¿Qué haces? ¿Te gusto? —pregunta él al sonreír de lado.

—¡Cruz!

—No le hice nada, todavía —gruñe el nombrado. De repente un tintineo hace eco en la casa y ese dulce sonido hace que cualquier discusión acabe.

—Hora de comer —Cruz la toma de la muñeca para guiarla hacia el comedor, corriendo delante de sus hermanos para poder tomar los lugares que estén cerca de las mejores comidas. Sin embargo el mayor toma a Ayla para sentarla a su lado en la mesa.

Una vez en sus asientos los sirvientes colocan las comidas en sus platos, cada una es diferente, cosa que llama la atención de la chica. Llantén comen un plato gourmet de pescado, mientras que Cruz devora un gran filete de carne.

En eso es dejado un gran plato ante ella con un poco de cada comida, por lo que su boca comienza a salivar debido al exquisito aroma y no pierde tiempo en dar los primeros bocados, los vegetales están frescos y deliciosos, la carne jugosa y caliente. Es lo mejor que ha probado en toda su vida.

—La pobrecita tenía mucho hambre —comenta el rubio para luego reír.

—Mejora tus modales —la regaña Azrael y golpea su mano porque estaba usando el cubierto equivocado.

—Pero él... —responde y señala a Cruz, quién prácticamente estaba comiendo sobre la mesa, sin un plato y sin cubierto alguno.

—Es por sus instintos. Tú no los tienes y sabes comportarte, ¿verdad? —Ayla asiente y toma el cubierto que él está usando para comer. Azrael la observa tomar ahora pequeños bocados y llevarlos a su boca, la expresión de la muchacha al saborear el alimento es extrañamente satisfactoria para él.

Ayla come y come, realmente estaba hambrienta, pues no había probando bocado desde hace dos días y tampoco pudo comer el pollo asado que encontró en la basura. De repente siente algo enrollarse por su pierna y casi gritó al creer que se trataba de una serpiente, pero sólo era la cola de Azrael. La misma comenzó a acariciarla y a levantar su falda hasta adentrarse bajo su ropa interior.

—Sigue comiendo —le ordena él luego de beber un poco de vino. Actúa como si nada mientras Ayla siente sus piernas temblar, intentar cerrarlas es inútil y aprieta los cubiertos con fuerza al sentir las caricias en aquel punto tan sensible.

Unos minutos después, en los cuales intentaba disimular y comer, siente como la cola se retira haciendo que suelta un suspiro de alivio. Pero este dura relativamente poco, ya que Azrael la levanta para lanzarla sobre la mesa y la inmoviliza sujetando su cuello. Él hace un gran escandalo, arrojando la comida, platos y vasos al suelo. Sin embargo los demás presentes no dicen nada al respecto mientras el mayor baja su cierre y se une a Ayla en ese mismo instante.

Ella suelta un grito de dolor mezclado con sorpresa al sentir la invasión, no puede alejarse ya que su cuello está siendo presionado, entonces lleva sus manos al agarre para intentar liberarse. Pero recibe un par de embestidas que le quitan el aliento completamente, sus ojos comienzan a lagrimar y mira a su alrededor en busca de algo que pueda usar, un cuchillo. Aunque queda paralizada al ver que los demás siguen allí, simplemente observando.

Las embestidas se vuelven más descontroladas y Azrael termina abrazándola cuando llega a su límite. Clava, sin llegar a lastimarla, sus uñas en las caderas de Ayla y jadea contra su cuello mientras recupera el aliento.

—Lo siento... Mis modales en la mesa fueron terribles —habla un momento después. El rizado se separa de la muchacha y acomoda su ropa, luego deja el comedor y un silencio incómodo en el lugar.

—Por lo menos fue rápido —comenta Cruz, quien vuelve a comer, esta vez, su tercer filete.

—¿Estás bien? —Llantén toma a Ayla en sus brazos sin importarle que esté sucia por la comida. Por su parte ella sólo se preocupa de cubrir su rostro con las manos, no quiere mirar a ninguno.

—Seguro que si, a no ser... ¿Eras virgen? —pregunta el teñido. Su curiosidad lo lleva a levantar un poco la falda de Ayla. Sus dedos se manchan de rojo luego de acariciar la cara interna del muslo—. Que suerte, las chicas de su edad no suelen serlo. 

—Ya no tengo hambre —dice el rubio al ponerse de pie. Apoya a Ayla contra su pecho y salen del comedor—. Nadie esperaba que Azrael haga eso en medio del almuerzo, seguro lo provocaste de algún modo.

—N-No. Fue el puto karma —susurra para sí misma mientras aprieta los puños.

—Él, Mako y Cruz tienen los sentidos más desarrollados. Huelen, escuchan y sienten cosas que las personas normales no —continúa explicando Llantén—. Azrael suele ser muy tranquilo, en serio.

—¿Hum? —Ayla deja de sentir los brazos del muchacho para luego tener un pequeño escalofrío debido al frío mármol de una bañera.

—Voy a lavarte, te sentirás mejor luego de un baño de agua tibia —comenta al abrir el grifo, luego se acerca a ella para comenzar a quitarle la ropa. Se deshace primero de la blusa, haciendo que levante los brazos para quitarla por completo.

Ayla se siente en un transe al oír el tarareo melodioso de Llantén, por lo que no pone resistencia mientras es despojada de toda su vestimenta. El agua con espuma oculta su desnudez, pero sabe que eso no detendrá al rubio si se decide a hacer lo mismo que su hermano mayor. Sin embargo él se ve más preocupado por quitarle toda la suciedad de sus brazos y cabello. Siendo realmente cuidadoso al momento de limpiar su intimidad.

—P-Puedo sola —lo detuvo sosteniendo su muñeca con ambas manos antes de que vuelva a tocarla.

—Pero yo quiero hacerlo —insiste al tomar las muñecas de ella con su otra mano, entonces continúa con la limpieza. Adentra dos dedos lentamente, sintiendo la calidez y suavidad del interior de Ayla—. Yo seré cuidadoso —le susurra en su oído. Ella mantiene los ojos cerrados y el ceño levemente fruncido, una expresión que encanta al rubio. Inmediatamente después entra en la bañera también, haciendo que un poco del agua rebose por el borde.

—No, me duele. —Ayla lo detiene tomándolo de los hombros.

Llantén le sonríe para tranquilizarla y luego se sumerge, quedando en la perfecta posición. Ella lo siente besando la fuente del dolor y trata de cerrar las piernas por reflejo, sin embargo él no se lo permite al sostenerla de los muslos. No puede alejarlo o salir de la bañera, entonces suelta un suspiro cuando las caricias se sienten más que el dolor. El calor comienza a extenderse desde allí hacia todo su cuerpo, haciendo que su corazón se acelere.

Ayla se encuentra a sí misma mordiendo su labio inferior mientras sus manos están aferradas a los anchos hombros del rubio. Pero luego analiza la situación y mira hacia abajo horrorizada, Llantén ha pasado varios minutos bajo el agua, muchos más de los que una persona podría soportar.

Entre la poca espuma que queda alcanza a ver la cabeza del rubio, entonces la levanta rápidamente. En eso se lleva un susto de muerte cuando él la abraza y la atrae a su pecho.

—Eso te gusto, ¿verdad?

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