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Capítulo 19

La situación se complicó para Liceo, a mentido tanto que debe tener mucho cuidado de no contradecirse. Cuanto más mentiras, la farsa se hace más fácil de descubrir.

Por otro lado los De Luca se enfrenta a sus propios dilemas, ya que Llantén fue expulsado como castigo, él ya no pertenece a la familia y debe preparar su equipaje para dejar la mansión inmediatamente. Mientras el rubio guarda su ropa en silencio, recibe la visita de Ayla.

—No creí que tomaran una decisión así —murmura luego de dar unos pasos dentro de la habitación—. Yo-

—Todo esto es tu culpa, si no te hubieras enfermado... ¡Sólo era un poco de agua! —exclama, drenando su rabia. Pero la muchacha responde con una fuerte golpe en su mejilla, lanzándolo dentro de la piscina interior.

—¿Mi culpa? Debe ser una maldita broma —responde con los dientes apretados—. Yo venía para despedirme pero tal vez tus padres hicieron bien en castigarte. Idiota.

Ayla lo deja solo, un gran nudo se forma en su garganta luego de esa breve charla y corre rápidamente a su habitación. No puede controlar lo que su cuerpo siente en ese momento, al principio se sentía muy extraña al querer estar junto a Llantén, esperaba con ansias su próximo encuentro pero ahora un fuerte dolor en su pecho se hace presente. Apenas puede respirar y sus ojos amenazan con derramar lágrimas. 

—Es un idiota —murmura entre dientes mientras cubre su rostro con las manos. 

—¡Señorita, es hora que pasemos tiempo juntos! Oh, estás triste. —Mako entra a la habitación con muchos ánimos, pero deja de sonreír al verla tan desganada. 

—N-No, yo... —Él se sienta junto a ella en la cama y limpia sus lágrimas con los pulgares.

¿Qué mierda tiene ese rubio que todas lo aman?, se pregunta en sus pensamientos mientras envuelve a la chica en un abrazo. El calor de su cuerpo lo hace cerrar los ojos, se concentra en el aroma y comienza a acariciarle la piel con sus labios.

—Con Llantén fuera de la familia vamos a tener mucho más tiempo juntos —comenta al acariciar su cabello.

—¿N-No estás triste?

Mako la mira y comienza a sentir un sutil aroma a sangre, entonces toma la mano de Ayla para ver sus nudillos rojos y lastimados. 

—¿Cómo pasó? —le pregunta mientras lame las heridas para sanarlas. Ella mantiene la mirada agachada por un momento hasta que le confiesa haber golpeado a Llantén—. No es raro que él culpe a los demás, come tanto hasta que el estómago le duela y culpa al cocinero de hacer tanta comida por ejemplo. Siempre fue así —murmura el teñido soltando la rabia y frustración que tenía enterradas en su persona por años.

—Oh...

—Espero que aprenda o va a sufrir mucho.

—Entiendo —susurra ella bajando la mirada.

—Hey, iba a subirte el ánimo pero me deprimiste —la regaña mientras le pellizca las mejillas hasta dejarlas muy rojas. Ayla baja un poco el cuello de su camiseta para ofrecerle sutilmente su cuello, pero él arquea una ceja para luego acomodarle su ropa.

—Pensé que te gustaba la sangre.

—Si me gusta, pero beberla directo del cuerpo es como... tomar un refresco caliente —murmura cerca de su oído—. Eso es bueno para ti señorita, pero si te gusta lo haré —agrega para luego morder suavemente la oreja de la morocha.

Ella cierra los ojos, preparándose para sentir el dolor, pero Mako no llega a hacerle daño. En cambio se aleja y Ayla descubre que no están solos. 

—Oh, perdón por interrumpir —dice Gala al estar sosteniendo la puerta—. Azrael me dijo que estabas aquí.

—Está bien. —Mako se acerca a la chica emplumada, disculpándose por recibirla de esa manera—. Llantén están en su cuarto y seguro quieres-

—No creo que sea buena idea que lo veas —interrumpe Ayla, por lo que recibe la mirada fúrica de Gala.

—Pienso que debería despedirme mientras tenga tiempo.

—Ve si quieres, te usará como saco de boxeo. Simplemente decepcionante —murmura al desviar la mirada. Un incómodo silencio se adueña de la habitación en ese momento hasta que la castaña rompe en llanto.

—Ya, ya —murmura Mako cuando la abraza.

—Es que... es tan difícil.

—Lo sé —responde el teñido y luego se separa—. Vamos a tomar tu té favorito, ¿si? —ella asiente mientras limpia sus lágrimas, entonces Mako sale de la habitación, dejando a ambas a solas.

—También es difícil para mí —comenta la morocha, haciendo que Gala la mire con el ceño fruncido.

—Me lo imagino, después de todo fui la primera para Llantén —responde al acomodar su cabello.

—No me refiero a eso y tampoco me interesa. —Ayla deja sin palabras a la joven emplumada—. Creí conocer a una persona pero resultó ser completamente diferente.

—Ah, era eso...

—Ayla, ¿quieres acompañarnos también? —Mako regresa en ese momento mientras Liceo está detrás de él con la bandeja—. Vamos a la sala pero no quiero peleas.

—No estoy de ánimos —responde la chica emplumada mientras lo sigue, además toma la mano de Mako para mantenerlo cerca.

—Si, lo sé. Es un día triste para todos —murmura mientras caminan hacia la sala.

El lugar se sumerge en un incómodo silencio mientras Gala toma la taza de té con elegancia, al contrario de Ayla. Pero ese no es un problema porque Mako se ofrece a ayudarla con gusto, además aprovecha para estar muy cerca de ella.

Él se sienta a su lado y la toma las manos mientras le indica cómo debe sostener la taza de té.

—Si la sostienes con las palmas puedes quemarte, debes hacerlo con los dedos —le dice al oído al mismo tiempo que sus manos están unidas.

Ayla intenta beber, pero se quema, haciendo que el líquido caliente deje su lengua y labios ardiendo. Gala suelta una risa, claramente burlándose de de la morocha y él la detiene antes de que le arroje el té en el rostro.

—Con cuidado. —Mako le pide que lo haga de nuevo y que por favor no lastime a su invitada—. Es gracioso, si Azrael estuviera aquí te diría el ángulo y temperatura correcta para tomar té.

Cuando Mako deja de hablar el silencio vuelve nuevamente, además nota las miradas de odio que ambas se lanzan. Gala es la más provocadora.

—Entonces, ¿podría ir a ver a Llantén? —pregunta al tener un brillo en los ojos.

—Tal vez ya se marchó —contesta él en un tono desganado. Entonces los ojos de la castaña se llenan de lágrimas en silencio—. Oh, no llores...

—Si, tienes razón —ella toma un profundo respiro para luego limpiar las manchas de maquillaje de sus mejillas—. Debo superar esto. ¡Tengo una idea! Un fiesta de gala.

—¿Una fiesta? —repite Mako.

¿Ahora? ¿En este preciso momento? ¿Con este ambiente tenso?, se pregunta Ayla al arquear una ceja.

—Si. Mako, obviamente estás invitado y también tu... encantadora novia —sonríe hacia el teñido y luego se despide, diciendo que tiene mucho que hacer para la fiesta de esta noche.

Mako y Ayla intercambian miradas cuando se quedan a solas, entonces él sube y baja los hombros. Suelta una risa mientras se arroja al sillón, dejando de lado los modales y acerca a la chica sobre su pecho.

—No te preocupes, Azrael y Cruz también irán. Ya que volvimos a estar solo, voy a mimarte.

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