Capítulo 16
El silencio parece ser infinito, el llanto de Gala es mudo mientras que la respiración de Llantén comienza a agitarse poco a poco. La mirada fija de sus hermanos lo ponen nervioso, pero aun así consigue sonreírles.
—Vamos chicos, ella lastimó a Ayla y ahora imagina cosas.
—Todos la oímos, explícate aquí y ahora —le ordena Azrael en un tono severo.
—Yo... le creo —dice Ayla, convirtiéndose en el centro de atención. Ella debe reconocer que la diferencia de experiencia entre Llantén y sus hermanos es abismal, la versión de Gala se vuelve más creíble a medida que reflexiona.
Un rugido la saca de sus pensamientos y ve a Cruz correr hacia la castaña, él la sujeta del cuello de su ropa mientras Gala intenta liberarse del agarre. La joven se paraliza cuando él comienza a olfatear su ropa.
—¡Cruz! —exclama el rubio, quien es ignorado pues su hermano menor está ocupado dando profundas respiraciones en el cuello de la muchacha emplumada.
—Huele a ti —sentencia, provocando que Azrael gruña por lo bajo.
—¡¿Todo este tiempo la estabas utilizando?! —exclama Mako. Él sólo dejó salir una pizca de su enfado, lo suficiente como para hacer retroceder a Llantén—. Yo también creo en Gala. Porque eres capaz de hacerlo, señor perfección.
—Az, es una locura... Huele a mí porque estuve con ella haciendo los arreglos para la fiesta, ¿Az?
El rizado no contesta, ignora a Llantén y hace caso omiso a todas las veces que éste lo llama. En su lugar se ocupa de Ayla, tomándola en sus brazos para que no haga ningún esfuerzo al caminar. Cruz sigue al mayor, pero nota que Mako no se a movido de su lugar.
—¿Vienes?
—No, me quedaré con Gala un rato —responde mientras da unos pasos hacia ella. Se cruza con Llantén en medio del camino pero también lo ignora—. No te preocupes, te acompañaré a tu habitación —le dice a la castaña, es lo menos que puede hacer al llamarse su mejor amigo.
El camino de regreso a la mansión es bastante incómodo para Ayla, ya que han dejado a Mako y no le permitieron a Llantén subir al auto. De quien más siente una peligrosa furia contenida es de Azrael, teme que pierda los estribos en cualquier momento y que lastime a los que lo rodean, incluyéndola.
Gracias a todo lo que Cruz le había explicado ella puede entender que la situación es grave, pero no tiene idea de cómo actuará la familia al respecto.
—Nunca pensé que Llantén haría algo así —murmura Cruz, quien se acerca a Ayla y comienza a frotar su rostro por ella—. Mierda... Aún puedo sentir el olor de Gala en mi nariz —dice al tener su rostro escondido en el cuello de la chica.
—¿Qué va a pasar con Llantén? —pregunta Ayla mientras intenta alejar al castaño sin mucho éxito.
—Azrael se encargará —responde al recostarse en el regazo de ella. No pudo resistir descansar su cabeza en esos muslos suaves y tibios.
El rizado por su parte permanece mirando por la ventana, pensativo, mientras intenta calmar su mente. Sus ojos miran por un momento a sus acompañantes y decide acercarse. Él se sienta junto a Ayla y apoya su cabeza por el pequeño hombro.
Ella queda paralizada, además comienza a entrar en pánico cuando él le toma de la mano, pero es sólo para guiarla a su cabeza y que peine su cabello. Lo que más necesita ahora es distraerse y las tímidas caricias de Ayla resultan ser muy relajantes hasta el punto de comenzar a ronronear.
Al llegar a la casa Azrael llevó a Ayla a su habitación ya que era su turno se pasar tiempo con ella. Al entrar rápidamente se deshizo de su traje y trató de quitarle la ropa a ella mientras la besaba sin cuidado. En un mal movimiento hizo que Ayla suelte un quejido y se separó para ver que había arañado su vientre. Unas pequeña gotas de sangre comenzaron a salir de la herida, es muy superficial, pero debido a esta Azrael se detiene y sólo se arroja en la cama.
—Lo siento —susurra.
—E-Estoy bien —responde para luego ser atrapada en los brazos del rizado.
Azrael la abraza y lame un par de veces la mejilla de la chica, provocando que ella haga una mueca por lo áspera que es. Aunque agradece que dejara de lado la actitud que tenía hace unos minutos para ser más delicado y atento con ella. Inevitablemente esto le recuerda a Llantén, recuerda sus palabras diciéndole que ella debe sentirse bien. También se pregunta si el rubio le dijo exactamente esas mismas palabras a Gala, es obvio pensar que sí, después de todo ella fue la primera para él. Pero, por todo lo que dijo Llantén en ese momento, está claro que sólo practicaba.
—Hablar de esto es muy incómodo —murmura Azrael—, pero cómo fue tu primera vez con Llantén.
—Eh... Bueno....
—Perdona, es que si nuestros padres hubieran sido más estrictos con él tal vez no hubiera pasado esto —comenta al soltar un corto suspiro—. Llantén siempre obedeció, siempre hacía las cosas bien y tenía más libertad que nosotros.
Ayla guarda silencio mientras lo escucha, siente la voz de Azrael un poco débil. Por lo que se acurruca más junto a él para tratar de consolarlo.
—Él fue muy amable, dejó que tomara el control. Todo se hizo a mi ritmo y me repetía que lo estaba haciendo muy bien —le explica resumidamente. En ese momento Azrael se separa un poco para mirarla a los ojos mientras la toma del mentón.
—Se supone que nosotros debemos guardarnos para la novia, para descubrir juntos lo que nos gusta o disgusta. Aprender uno del otro así como descubrí que verte comer es demasiado para mí —él hace una pausa para frotar su nariz contra la de ella—. Ahora quiero saber todo de ti, ¿por qué tu hambre es insaciable?
—Es que... —Ayla traga saliva al sentir como la cola del rizado se envuelve por su pierna—. Yo muchas veces, casi siempre, tuve que buscar comida en la basura y estando aquí probé manjares. Hasta estoy subiendo de peso.
—Ya veo, te prometo que nunca te faltará alimento —dice él al acariciar su mejilla—. Tus piernas están un poco más rellenas —comenta mientras hace un poco de presión con su cola.
Ayla asiente con la cabeza y hace lo posible por controlar su risa, ya que el pelaje de Azrael le está haciendo cosquillas. De repente queda en silencio cuando él comienza a quitarle la ropa, esta vez con más calma y también deja un par de besos sobre el corte que le había hecho minutos atrás.
—Tenemos algo pendiente —le recuerda al momento de quitarse su camisa. Ayla nota que las rayas que tiene en su cuello continúan por toda la espalda, brazos y parte del torso. Esta es la primera vez que lo ve sin ropa, y como son las cosas está segura que no será la última.
Azrael la cubre con su cuerpo, sosteniéndose con los codos para no aplastarla con su peso. Comienza a besarla de forma lenta, lamiendo de vez en cuando su cuello mientras ella recupera el aliento.
—Esta vez será mucho mejor que la primera, lo prometo —le susurra al oído cuando termina por quitar las últimas prendas—. No me tengas miedo —agrega mientras frota sus intimidades suavemente.
Azrael se acomoda mejor entre las piernas de la chica y lentamente se vuelven uno, deteniéndose cuando ya está en su interior para que ella pueda acostumbrarse. Espera un momento y prueba dando pequeñas embestidas, entonces Ayla lo abraza, clavando las uñas en su ancha espalda.
—A-Aun no —le suplica haciendo que él responda con una tierna sonrisa.
—Está bien —susurra. Aunque no se quedará sin hacer nada, pues comienza a dejar cortos besos a lo largo del cuello de Ayla, marcando un par de veces sus piel con leves mordidas que le arrancan suspiros a su compañera.
Ella no es consciente que cada sonido, su piel o incluso el aroma de su cuerpo lo están estimulando. Hacen que desee tocar y probar cada centímetro de ese pequeño y delicado cuerpo.
Azrael no tiene suficiente solo con seguir besándola, además, al detenerse, se topa con la chica muy sonrojada, incluso su pecho tiene ese tono. Esa imagen definitivamente fue demasiado, así que la sujeta de la cintura con fuerza. Comienza a moverse, sacándoles suspiros entrecortados con cada embestida desesperada. Su propio cuerpo también disfruta del tacto cálido y húmedo que lo rodea, por ello aumenta la velocidad. Todo se vuelve más intenso con el paso del tiempo, hasta el punto de hacer que Ayla luche por contener los gemidos.
Azrael se detiene por un momento y gira el cuerpo de Ayla, dejando que abrace las almohadas mientras se unen de nuevo. Él la cubre mientras da las últimas embestidas, son más fuertes y profundas que las demás y acaba liberándose con un gemido ronco al mismo tiempo que ella.
Permanecen un momento así, oyendo la respiración agitada del otro. Entonces Azrael frota su cabeza contra la de Ayla repetidas veces, despeinándola más de lo que ya estaba, pero no puede escapar al encontrarse atrapada bajo el pesado cuerpo del rizado.
—¿Estás bien?
—S-Si, sólo que mi cabello...
—No tiene nada de malo —comenta mientras continúa frotándose—. Ahora debería llamar al doctor para estar seguros.
—No hace falta —lo detiene y debido al movimiento suelta un jadeo.
—Entiendo, entonces podemos continuar.
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