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Capítulo 14

Con la llegada de la cena, los hermanos se sientan en la mesa mientras espera el alimento que cada uno pidió. Lo que siempre suele ser un momento tranquilo y familiar, ahora se siente lleno de tensión debido a Llantén y a Mako. Quien no nota esto y devora su plato como siempre es Cruz, cosa que molesta mucho más a los otros dos.

—¿Cómo está Ayla? —pregunta el rubio en un momento, el silencio se interrumpe y Azrael le da una mirada.

—Todavía tiene fiebre, puede que el pico de la enfermedad llegue mañana y luego se recuperará —comenta el rizado para luego continuar comiendo.

—Genial, debes decirme la hora y la dosis para dársela —propone mientras le da una sonrisa, sin embargo esta se borra debido a la mirada fría y severa de Azrael.

—No te preocupes, Cruz cuidará bien de ella. Ustedes están castigados hasta nuevo aviso.

—¡Pero fue sin querer! —protesta Mako al golpear la mesa.

—Az, fue un pequeño error de su parte —dice Llantén mientras juega con el cubierto.

—¿Sólo mío? Tú la tenías dentro de esa agua fría —reprocha el teñido.

—Te la llevaste antes de que pueda cambiar su ropa —contesta haciendo que Cruz suelte una carcajada, ríe porque era obvio que Llantén nunca aceptaría la culpa.

—¿De qué ríes? —le pregunta el de ojos azules.

—De nada —responde mientras limpia su rostro con una servilleta—. Voy con Ayla, ya no quiero hacerla esperar —agrega al mirar a Llantén y le regala una sonrisa de lado antes de salir de comedor.

El rubio, por su parte, hace trizas un pan con sus manos mientras rechina los dientes. Azrael le recuerda a ambos que la culpa es de ellos por descuidar a la novia, Cruz no tiene nada que ver y por lo tanto no tienen porqué odiarlo, aunque Mako parece más tranquilo que el rubio, cosa que llama su atención.

—Nuestro hermanito se ve muy feliz —comenta el teñido para después beber un poco de jugo de manzana—. Yo no me preocuparía tanto Lan porque tal vez dentro de poco sólo seremos tres novios para Ayla.

—¿Qué quieres decir? —cuestiona el rizado.

—Hay un chico que comenzó a trabajar ayer y lo vi con Cruz, estaban lejos pero él tenía al sirviente del brazo mientras le acariciaba el cuello. No necesitas más pruebas Azrael, primero el desinterés de Cruz por Ayla y ahora esto. Nuestro hermano es homosexual.

—Yo pensé que tú lo eras —comenta Llantén al señalar a Mako.

—¡¿Yo?! —exclama indignado.

—Es que te arreglas mucho el cabello y lo tiñes de colores pasteles.

—¡Habló el que tarda dos horas en escoger su ropa! Estos no combinan, este es de la temporada pasada, mi vestuario debe decir "mírenme y adórenme" —imita la voz de Llantén mientras hace poses exageradas. Azrael debe reprimir una risa y luego da una respiración profunda para calmarse.

—Basta, no discutan —dice mientras el rubio hace un puchero—. ¿Cómo es eso que viste a Cruz con el sirviente nuevo? ¿Estás seguro de lo que viste?

—Claro y no miento —afirma Mako y una sonrisa aparece en su rostro—. Es hora de que aceptes la verdad.

—Bisexual y me estaría arriesgando —agrega el mayor.

—¡No! Te traeré pruebas, un vídeo de ambos si es necesario.

—Que mal gusto, pero suerte hermano —Azrael se levanta de la mesa, excusándose de que debe trabajar. Aunque en realidad se tomará un descanso en la biblioteca para serenar su mente. 

Por otro lado, Mako se marcha inmediatamente, maldiciendo al rizado entre dientes. Una vez completamente solo, Llantén hace una llamada, pues se encuentra bastante frustrado en estas primeras horas del día. Esa persona responde, le da los buenos días para luego dejarlo hablar.

—Buenos días también, me preguntaba si podríamos vernos en una hora... Si, mismo lugar entonces. —Él corta la llamada un segundo después de recibir la respuesta—. No pensé que todavía haría esto. Es culpa de Cruz y Mako.

Mientras que sus hermanos hacen sus actividades normalmente, Cruz se encarga de darle en desayuno a Ayla y es el nuevo sirviente el cual lo trajo debido a que se lo ordenó.

La chica mira un par de veces a Liceo, come lento para un momento detenerse y mirar a Cruz. Éste le sonríe. Su mente comienza a imaginar como ambos hombres la toman en la cama, recorriendo su cuerpo y saboreando su piel de pies a cabeza en un espiral de lujuria y perversión. Ella pensaba que Cruz era diferente a sus hermanos, sin embargo resultó ser peor que ellos.

—Cuando termines de comer vamos a hablar con este tipo, trabaja para una revista y si terminamos rápido se largara de la misma forma —le dice el castaño mientras acomoda el cabello de la muchacha.

—Oh...

—Parece que todavía tienes fiebre —murmura al ver su rostro rojo. Él acerca sus labios a la frente de ella para sentir la calidez de la piel, haciendo que sonría levemente. Ayla está sin palabras y no hace contacto visual con ninguno por el resto del desayuno, unos minutos de incómodo silencio después, ella aleja la bandeja para que Cruz la deje sobre la mesa de luz. 

—Bueno, vamos a comenzar ya —dice el castaño al subir a la cama. Él tranquilamente se sentó junto a Ayla, la sorprendió cuando sintió sus brazos rodeándola haciendo que sienta su calor—. ¿Qué quieres saber?

—Mmm, es que... no pensé que conseguiría una entrevista. Tengo la mente en blanco —responde Liceo mientras toca la pantalla de su celular repetidas veces.

—Yo quiero saber sobre su tradición, ¿por qué eres tan...? —Ayla llama la atención de ambos, en especial la de Cruz, quien aprieta un poco más el abrazo sin llegar a lastimarla.

—¿Hum? Ya entiendo, lo mencioné antes y es porque desde niños nos enseñaron lo que debíamos querer a la novia. Fue como un entrenamiento antes de que llegaras a la familia —comenta él haciendo que la curiosidad de Liceo despierte.

—Entonces, ¿en qué consistía ese entrenamiento? —pregunta, estando listo para grabarlo todo.

—Teníamos que leer libros aburridos de anatomía y de conducta. Cómo actuar cuando estamos con una chica o cómo satisfacerla, cosas así que estoy estudiando ahora —le explica el castaño, esto provoca que las mejillas de Ayla se vuelvan aún más rojas—. Nunca me interesaron esas cosas pero ahora debo hacerlo por mi novia.

—Entiendo —asiente Liceo mientras asiente repetidas veces.

—¿Eres virgen? —pregunta ella, provocando que el trajeado suelte una corta pero ruidosa carcajada.

—Si —responde Cruz, dejando paralizado al otro hombre—, y mis hermanos también lo eran. Por eso el entrenamiento era muy importante.

—¿Es como la condición de no tener relaciones antes del matrimonio? —cuestiona Liceo.

—Llámalo como quieras, no podíamos tener contacto con chicas de esa forma, pero nunca fue un problema para mí —comenta serio, ya que recuerda que cuando estaba en secundaria lo que más odiaba de las chicas eran sus voces extremadamente chillonas que lastimaban sus sensibles oídos.

—¿Cómo fue la experiencia para tus hermanos?

—Azrael se distraía con los negocios de papá, estaba preparándose para ayudarlo cuando se graduara. Llantén nunca mostró problemas, pero pasaba mucho tiempo con Gala como Mako. Colorín es el más enfermo de nosotros, porque un par de veces fue atrapado intentando hacer cosas con sus compañeras —Cruz suelta una risa al final al recordar esas ocaciones—. Me dio igual, pero Azrael y Llantén se enfurecieron, dijeron que ninguno podía hacer algo así hasta que yo tenga 18 años, aunque ellos ya eran mayores.

—Debió ser difícil controlar su lívido siendo adolescentes, oportunidades no les debió faltar, ¿verdad? Son jóvenes, ricos, lo tienen todo... —Liceo transforma su voz en un susurro inaudible con las últimas palabras, su mano aprieta con fuerza el celular pero logra controlar su cuerpo y calmar su respiración.

—Si, pero la tradición es más importante sino nuestra familia sería igual que las otras.

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