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Capítulo 11

Las palabras de Llantén hacen eco en su cabeza, incluso después de que la charla terminara. Por más que quiera negarlo en el fondo sabe que tiene razón. El rival del rubio naturalmente era Azrael, sin embargo nadie esperaba que éste tomara a Ayla frente a todos en el almuerzo.

Por su parte, a Cruz le da todo igual, no le importa ser el primero en algo o competir con sus hermanos. Sólo quiere ser él y que lo deje en paz pero ya se hartó de Llantén, por primera vez en su vida está determinado a hacer algo.

—Son las 19 —murmura luego de ver la hora en su móvil. Entonces se levanta para estirarse, se ha saltado las comidas para tener más tiempo de estudio, cosa que sorprendió a sus hermanos quienes estaban esperándolo en la mesa. Al menos su mente está preocupada en Ayla y no en comer, por lo que se siente hambriento en otro sentido.

Tiene una gran ventaja al contar con más tiempo que sus hermanos, por lo que se propone buscar a Ayla rápidamente para poner en práctica lo que acaba de aprender. Al salir de la biblioteca encuentra a uno de los sirvientes limpiando el piso.

—¿Dónde está Mako? —le pregunta, más bien le ordena a responder.

—Soy nuevo y-

—El de cabello largo y de colores, ¿lo viste?

—Si. Está en el salón vacío de allá —indica el muchacho y Cruz rápidamente corre hacia la sala de juegos de su hermano. Al llegar patea las puertas, haciendo que Mako se saque el casco de realidad virtual que tenía puesto.

—Tan bruto como siempre —murmura el mayor negando.

—¿Dónde está Ayla? Es mi turno de pasar tiempo con ella —exige el castaño al señalar a su hermano. Mako suelta una risa corta, pues le hace gracia que Cruz esté tan decidido ahora porque antes se mostraba muy desinteresado luego de recibir la noticia que tendrían al fin a su novia.

—La castigué por golpear a Gala — responde para luego continuar con la partida—. Pero la dejé muy bien preparada para ti hermanito.

Cruz suelta un gruñido hacia el mayor y luego se marcha en busca del cuarto que Mako mencionó.

—Idiota, hace que Llantén tenga razón —dice entre dientes mientras avanza rápidamente por los pasillos y habitaciones de la mansión, él conoce la casa como la palma de su mano y capta el aroma de la chica cuando se acerca más y más a su destino.

Al llegar frente a la puerta coloca la llave en la cerradura y entra al pequeño cuarto. Allí encuentra a Ayla sentada en una esquina, quién, al momento de verlo, se acercó rápidamente a él.

—Ya era hora —susurra ella mientras da unos pasos fuera. Cruz la ve tambalearse, por lo que la sostiene antes de que las fuerzas la abandonen. Al tocarla siente su cuerpo caliente, al principios le agradó ese calor y lo llevó a acariciarle el rostro. Sin embargo reacciono un momento después al ver el semblante de la muchacha.

—Mierda, mierda —dice al alzarla en sus brazos.

Luego de hacer una parada en el baño a pedido de Ayla, Cruz lleva a la muchacha a su habitación, la oye quejarse del hambre y del frío. Él acerca sus labios a la frente de ella y siente de nuevo la temperatura, su pequeño cuerpo está muy caliente.

—Azrael sabe de esto —dice entre dientes mientras toma su celular, por un momento duda y piensa que él mismo puede ayudar a Ayla. La observa unos segundos tiritar en la cama y finalmente decide.

—Señor, su hermano Cruz quiere hablar con usted —le comunica la secretaria.

Azrael bufa y toma la llamada, quedando un poco sordo de su oreja derecha por los gritos de Cruz.

—Cálmate, ¿qué quieres? —pregunta, callando los reclamos del castaño y permitiéndole que ordene sus palabras.

Es Ayla, parece que está enferma y no que hacer.

Voy en seguida. —Azrael corta la llamada al levantarse de su despacho, luego se despide de su secretaria, diciéndole que iría a casa más temprano.

En la mansión, Cruz permanece junto a Ayla en la cama. Le da calor con su cuerpo mientras ella se aferra a su pecho, entonces escucha unos golpes en la puerta, por un momento creyó que era Azrael pero solo se trataba del nuevo sirviente con la comida que pidió para ambos.

—¡Ya era hora! ¿Dónde estabas?

—Me perdí y no sabía donde estaba la habitación —responde en un tono bajo. Él acerca la bandeja con comida y la deja sobre la mesa de luz junto a la cama, observa un momento a Ayla para luego marcharse, pidiéndole perdón nuevamente al castaño.

—Huele muy bien, es sopa Ayla —murmura mientras acerca la bandeja a ella.

—Gracias —contesta y toma la cuchara para probar el plato. La sopa caliente comienza a esparcir un agradable calor en su estómago que se expande por todo su cuerpo a medida que la bebe. Cruz la observa sentado frente a ella y éste hace una mueca al ver lo que lleva puesto.

—¿Son cortinas?

—Mako me dejó sólo con este collar —murmura ella sin mirarlo.

—¡Cruz! —De repente Azrael abre la puerta y se acerca a ambos. Su orejas se doblan un poco al ver el estado de la muchacha, rostro rojo y mirada cansada—. Tiene fiebre, debe ser un resfriado —dice rápidamente y le toca la frente para sentir la temperatura.

—Menos mal —susurra Cruz para sí mismo.

El mayor toma su celular para llamar al médico de la familia, mientras espera a ser atendido interroga al castaño.

—¿Cómo pasó? ¿Qué le hiciste?

—Apenas comenzó mi turno, ya la encontré así —responde Cruz con el ceño fruncido—. Mako me dijo que la castigó, estaba encerrada sin ropa en un cuarto.

—¿Sin ropa? —repite Azrael y huele el cabello de Ayla, reconoce el olor a agua salada por lo que ruge—. Llantén... ¿Estabas mojada cuando Mako vino por ti?

—Si y también me dejó sin comer todo el día —contesta ella luego de dejar el plato vacío.

—Esos idiotas —suelta Azrael con molestia—. Llevaré a Ayla a mi habitación para-

—Yo cuidaré de ella —lo interrumpe Cruz—. Ya sé lo que tiene y llamaste al médico.

—¿Seguro? —cuestiona al arquear una ceja, le resulta muy raro que su hermano acepte la responsabilidad de algo. Usualmente deja que los demás hagan las cosas y él simplemente se relaja.

—Si, es mi turno de pasar tiempo con ella y tú tienes muchas cosas que hacer —reafirma su decisión y Azrael la acepta con la condición de que lo llame de nuevo si algo sucede.

El mayor se marcha y unos minutos después el médico llega a acompañado de dos asistentes. Ya que es su primera revisión, el hombre le realiza un chequeo general a Ayla. Analiza su sangre y cuerpo mientras Cruz espera afuera de la habitación.

—Es el principio de una gripe, tiene poco peso y tiene un poco irritada su zona intima, lo demás está normal —dice el médico al joven y luego le entrega las medicinas junto con una crema. Él recibe la instrucciones y le asegura al hombre que las seguirá al pie de la letra.

Al entrar nuevamente ve a Ayla temblando en la cama, por lo que se apresura a darle la primera dosis del jarabe para la fiebre.

—Ellos me vieron hasta la conciencia —le dice mientras se aferra a las sabanas, ya no está desnuda ni con las cortinas, pero aún así continúa avergonzada por lo que pasó.

—Es el médico de la familia, ve las de todos —comenta Cruz para luego soltar una risa. Ella bebe el jarabe y se acuesta en la cama a pedido de él, le ordena que debe descansar.

Ayla se siente muy extraña ya que enferma o no siempre debía ir a los basureros o cuidar de su madre cuando regresaba alcoholizada a altas horas de la noche. No sabe si está bien simplemente relajarse y estar en la cama hasta sentirse mejor. Aunque no podrá hacer otra cosa porque está al cuidado de Cruz.

—El jarabe es cada doce horas y la crema debería colocártela ya.

—¿Qué crema? —pregunta curiosa.

—Va en el centro de tu flor para que tus pétalos vuelvan a tener su color natural —contesta luego de recordar lo que leyó en los libros. Ayla lo mira con una expresión de confusión, por lo que sonríe y agrega—. Abre tus piernas.

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