Nota #5: Halestorm - I'M Not An Angel
I'll tear you down
I'll make you bleed eternally
Can't help myself
From hurting you when it's hurting me
I don't have wings
To fly with me won't be easy
'Cause I'm not an angel
I'm not an angel
Las chicas quedaron en ir al centro comercial para pasar tiempo juntas, su amistad aumentó de manera rápida confiando mucho la una en la otra y se sentían muy a gusto pasando tiempo juntas. Era cómo un pequeño templo de paz, y eso le hacía bien a Fernanda, siendo que a ella le costaba confiar en otras personas, sin embargo, Astrid logró que la bajista se abriera con ella.
A los ojos de la bajista, la gótica era una chica muy sexy, notando que siempre vestía de alguna manera sensual, llámese con corsé, con falda o vestidos, medias y zapatos de tacón o plataforma, algo que a los ojos de la músico era muy sensual, de hecho, le costó mucho creer que la gótica de verdad estuviera pasando tanto tiempo con ella, era increíble que una muchacha tan guapa cómo lo era la dibujante se fijará en su persona, más siendo muy inestable y con el problema que no le había contado aún de su enfermedad, lo haría en su debido tiempo. Le aterraba que pudiera ahuyentarla.
Por su lado Astrid le gustaba pasar tiempo con Fernanda, le ayudó a olvidar todos los problemas que tenía con "K", y en general en su vida, ya sea con sus papás o la escuela, pero sobre todo los de ese chico que no la dejaba en paz y que a la vez ella no podía soltar.
Siempre se preguntó el porqué de ello, siendo que la trataba muy mal y sólo la veía como un juguete sexual.
Estaban comprando unas cosas que quería Astrid de ropa, unas medias, blusas nuevas y faldas, trajo a Fernanda de arriba para abajo por todo el centro comercial, algo que no le molestó a la bajista a pesar de ella no ser fan de las compras, reduciendo su guarda ropa a playeras de bandas, jeans, bermudas la ocasional falda y algunas medias, pero de ahí en fuera ella era muy simple al vestirse y más a comparación de la gótica, la cual tenía en su pensamiento veinticuatro por siete, en ella todo se veía bien y siempre se lo había dicho.
—Ahora ¿A dónde quieres ir Astrid? —preguntó la bajista quien traía cargando las compras de la jovencita.
—Pensaba que fuéramos un rato a mi casa a comer, pedimos pizza o alitas, lo que tú quieras —respondió la gótica volteando a ver a la castaña.
Ella sabía que Fer tomaba medicamento, y que estar en la calle tanto tiempo podría ser peligroso, no le molestaba su padecimiento, pero no quería arriesgarla de ninguna manera, de hecho, gracias a los contactos que tenía por sus papás había conseguido una botella de clozapina para estar preparada por cualquier cosa que le diera un brote a la castaña, buscaba siempre cuidarla, a ella le gustaba mucho aquella muchacha ruda, pero le dolía que aún tenía algo con "K", no una relación, pero seguía metida ahí, quería hacer las cosas bien, pero no sabía cómo.
—Si quieres comemos en tu casa, nos echamos un cigarro y de ahí me voy a mi casa —comentó Fernanda con una amplia sonrisa.
La gótica sonrío al escuchar el plan y era algo que siempre le había gustado a Fer, aquella aperlada mueca con dientes perfectos que tenía la gótica, la volvía loca, era hermosa.
—¿Hoy no irás con Beyond? —preguntó Astrid.
—No, ellos iban a ir a un antro y yo no tenía muchas ganas de salir para ser sincera.
—Entiendo, entonces ¿Qué harás en tu casa? —Astrid estaba pidiendo el servicio de taxi para su hogar.
—Pensaba estar mensajeando contigo un rato, claro si quieres.
La gótica se ponía un poco triste e intentó ocultarlo aprovechando que Fernanda estaba tomando un poco de refresco, ella quisiera que incluso se quedará con ella, pero, hoy iba a ver a "K", ya que había postergado lo más que pudo lo que le había dicho hace un martes de verse y hacer la mercancía por la cual ya habían pagado muchas personas.
Se sintió vacía y con ganas de llorar la gótica, más al ver como los ojos de la castaña la veían como si fuera la mujer más hermosa de todas, aquellos orbes chocolate que pareciese que le rendían culto, nunca en toda su vida la habían visto de esa manera, su corazón se encogío.
Fernanda estornudo sacando a Astrid de su monologo interno, le preocupaba que se enfermara; ella por lo general nunca cargaba con que taparse algo que la gótica ya le había reprendido varias veces, pero entendía también que la músico no le afectaba el frio.
—¿Te estas enfermando Fer?
—¡No todo bien! Sólo creo que fue alguna alergia, me dio comezón en la nariz —sonrió de manera amplía la bajista.
—Entiendo, por favor cuídate mucho mi niña —dijo la dibujante.
Siempre que usaba ese apodo con Lancaster, ella se derretía, ni su exnovio Justin se había preocupado tanto por ella.
—¿Entonces como ves de mensajearnos? —le preguntó con una gran ilusión en sus ojos.
Astrid se mordía el labio y suspiró.
—No podré, voy a ver a un amigo a las diez.
La castaña frunció el ceño y sintió como su corazón se aceleró, eso la incomodo un poco, pero lo intentó poner de lado, no quería ser una persona celosa, Astrid tenía todo derecho de salir con un amigo, pero eso no evitaba que se sintiera mal.
—¡Oh genial! —trato de mostrar una sonrisa, —¿Qué harán?
En ese momento llegó el UBER que las llevaría a casa de la dibujante y Fernanda le abrió la puerta para después ella subirse y comenzaran el viaje.
La castaña veía hacia afuera de la ventana y notó Astrid que estaba intranquila, se tronaba mucho los dedos, eso lo hacía solo si tenía que tocar el bajo o si le ganaban los nervios y por obviedad ahorita era por lo segundo, y ella era la razón de ello.
—¿Quieres pizza o alitas? —preguntó Astrid.
Fernanda la volteó a ver y le enseñó su celular de que ya había pedido la pizza para la casa de la dibujante la cual llegaría casi al mismo tiempo que ellas.
—Es una pizzería que me enseñó Michael hace unos meses, es muy buena —señaló la bajista.
La voz de Fernanda estaba apagada, se notó la tristeza en su semblante al saber que Astrid no iba a poder estar hablando con ella o pasando tiempo de calidad esa noche.
Por obviedad para la gótica no pasó desapercibido esto y le dolía no poder estar con ella, más porque sentía que la estaba engañando, a pesar de no ser nada en esos momentos, pero le mentía, lo que menos quería era lastimarla.
Llegaron a casa de la chica y pagó Fernanda, a la par de que veían que llegaba la motocicleta de la pizza, la cual de igual manera ella costeó, no dejaba que Astrid usará su dinero estando con ella.
La gótica la ayudó con la comida mientras abriendo la puerta e ingresaron, dejando las compras de la gótica en la sala y llevando la comida al comedor, dejándola sobre la mesa mientras Astrid iba por un refresco a su refrigerador y Fer sacó los vasos.
Se sentaron la una enfrente de la otra y Fernanda abrío la caja de la pizza dejando que Astrid tomará la primera rebanada mientras ella servía el refresco.
—¿Entonces que harán tu amigo y tú? ¿Irán a un antro? —retomó la pregunta la bajista.
La gótica había deseado que ella olvidará el tema, pero no fue así, se pasó su bocado y tomó un poco de soda.
—Sólo estaremos en su casa y veremos películas o jugaremos videojuegos.
—¡Se escucha genial eso! Es triste que casi no me gusten los juegos de video, sino podríamos jugar juntas, perdón —dijo de manera apenada Fernanda con una sonrisa de lado.
La gótica notó la tristeza en la voz de aquella chica, la bajista se había abierto mucho a ver películas y series de anime con ella a pesar de nunca haber sido fan de ello, buscaba siempre ponerla de prioridad.
—Intentaré regresar temprano bueno, en lo que cabe, si te alcanzo despierta platicamos un rato ¿Cómo ves?
—¡Genial! Pero tú no te preocupes diviértete con él, yo creo que haré un poco de tarea —comentó Fernanda.
Continuaron comiendo y hablando de trivialidades hasta las ocho y media de la noche, donde Astrid acompañada por Fer subieron a su cuarto donde la gótica guardó sus compras y después se empezó a cambiar a la par de que la bajista estaba viendo su celular cómo sus amigos ya habían posteado fotos de ellos en el antro, sonrió al verlos felices.
La gótica tomó un vestido largo negro con poco escote y se desvistió enfrente de Fer, haciendo que esta se sonrojara, volteando su mirada para otro lado.
Era una prenda que usaba para funerales, había decidido despedir esto con algo de este estilo, ya jamás volvería a caer con él, sería sólo de su hermosa bajista, esperando que si se diera algo entre ellas.
Ni se molestó en ponerse ropa interior sexy sólo un brasier negro con pantis del mismo color cubiertas por unas pantimedias, no quería vestirse para él, no se lo merecía y no le importaba como se vería en la grabación.
—Te ves muy bien —dijo sonriendo la bajista, mientras se levantó tomando su mochila.
—Gracias Fer, perdón...—dijo sin saber el por qué la gótica.
—No te preocupes, sirve que me adelanto con la escuela. Tu termina yo cierro la puerta.
Sin darle oportunidad a responder la músico salió del cuarto de Astrid y después de la casa, prendiendo un cigarro, iba a caminar hacia su casa.
De su lado izquierdo alcanzó a ver una figura blanca, sabía que era, pero estaba demasiado triste para lidiar con ella.
«Te lo dije, jamás serás suficiente para ella»
Empezó la voz en su mente, lo cual no le dio al principio mucha importancia, sabía que aún no le tocaban las medicinas, al fin traía su frasco en su mochila, no había por qué preocuparse.
Astrid salía unos minutos después, estaba intranquila por la manera en que se había ido Fer, no quería que estuviera triste, pero no sabía cómo zafarse de esta, sólo quería que todo se terminara.
Iba en un Uber a casa de "K", no tenía salida de esto, y sabía que, si se enteraba Fernanda, ya no había posibilidad de nada con ella.
Después de unos cuantos minutos, unos treinta llegó a unos departamentos que conocía muy bien, para acercarse a la entrada y tocó el timbre.
Después de unos segundos le contestaron.
—¿Quién es? —esa maldita voz le erizó la piel.
—Soy Astrid.
Se escuchó un pitido para que abriera la puerta la gótica y entró, arrastrando sus pies hacia la segunda planta donde había una puerta abierta esperándola.
Y en el marco de esta un chico de gafas de pasta con ojos negros penetrantes y un buen cuerpo, Astrid jamás podría negar que era muy guapo y que de cierta manera le seguía atrayendo, pero a la vez lo aborrecía, por la manera en que siempre la trató siendo novios.
—Tardaste demasiado —era lo único que dijo el chico.
—Tengo vida, lo sabes, estaba con una amiga —alzó los hombros la gótica.
—No te pregunte, sólo entra y apúrate, tenemos que terminar esto.
La puerta se cerró de atrás de la gótica quien sintió como una lagrima amenazaba con salírsele.
Fernanda llegó a su casa después de cierto tiempo, siguió viendo la mujer por el rabillo de su ojo, lo cual ya la tenía intranquila, debía tomarse su medicina ya.
Al abrir su mochila estando en la puerta de su casa, buscó su frasco y lo encontró, pero con lo que no contaba era que estaba vacío.
—¡Maldición! —se estaba poniendo de malas, cómo pudo ser tan tonta.
Buscó de manera rápida las llaves de su casa, pero no las encontró, se había descuidado y se acordó que las había dejado en el carro de Michael.
Empezó a tocar la puerta esperando a que su papá le abriera, lo cual no pasó, veía sus mensajes y notó que tenía uno de él.
"No llegaré hoy"
Era todo lo que decía y su corazón se hundió.
«¿Ves que a nadie le importas?»
Era la voz de su mente la cual le estaba causando estragos, un ataque de ansiedad se avecinaba, sintió como su pecho iba de arriba para abajo por la angustia que sentía, no sabía que podría hacer.
«Estas sola como morí, nadie te ayudará»
La voz era más agresiva, y seguía sin encontrar las llaves de su casa, a la par de que sus movimientos se comenzaron a ser más torpes, dejando caer su mochila al no poderla sostener y vaciando parte de su contenido en el suelo.
Tomó su celular y le mandaba un mensaje a Astrid, era en la primera persona que se le vino a la mente.
"Astrid, ayuda, no tengo mi medicina y no encuentro mis llaves"
Ya no pensaba bien, le comentó de sus pastillas en el mensaje sin recordar que aún no le decía nada.
No obtenía respuesta alguna.
Las luces en el lugar la incomodaron, estaba en el cuarto de "K", donde yacía ya en la cama sólo en su ropa íntima, y con un tipo muy frustrado enfrente de ella.
—¡Te dije que te quería sexy para esto Astrid!
—No es lo que tú quieras así que no me jodas imbécil.
Esto molestó al chico, el cual la ignoró y sólo se abalanzó sobre ella, con la cámara ya grabando y besó el cuello de la gótica, quien sólo volteaba de lado su rostro, a pesar de todo él siempre supo donde tocar y besar para prenderla, algo que la frustró en esos momentos, no quería sentir nada, sólo buscaba que esto acabará de manera rápida.
El chico la tomó de su brazo y la jaló hacia el suelo poniéndola de rodillas enfrente de él.
—Ya sabes que hacer, usa esa boca para lo único que sirve.
Esto hizo enojar mucho a Astrid, pero sólo se enfocó en lo pedido, sintió cierto asco al hacerlo y más teniendo en su mente la sonrisa de Fernanda, su corazón se hizo chiquito.
Jamás se dio cuenta de que su celular sonando cada diez minutos.
Fernanda estaba en posición fetal debajo de la banca que se encontraba en el porche de su casa, se intentó cobijar con sus brazos, buscó calmarse a pesar de que le estaba resultando difícil.
Nadie le había respondido, ni sus amigos ni su papá ni Astrid, estaba sola.
«Nunca valdrás nada para nadie, recuérdalo eres una basura, por eso preferí morirme»
—No eres real, no lo eres —era un pequeño mantra que estaba diciendo una y otra vez para intentar disipar la voz en su cabeza, tenía frio, sus lágrimas adornaron su rostro, se sintió rota.
«Te lo dije maldita, ella jamás te amará, ella es demasiado buena para ti, ahora está disfrutando de otra persona que vale más la pena que tú»
Esas palabras la destrozaron, haciendo que le saliera más lágrimas de sus orbes.
—Quiero desaparecer, no quiero sufrir más.
Tomó su celular y mandó un último mensaje a Astrid en audio.
—Astrid, ayuda, no hay casa, y mamá grita —dijo de manera poco coherente.
No podía hilar correctamente las cosas, su mente se estaba apagando.
«Sola, por siempre sola»
Todo había acabado en la grabación estaba acostada en la misma cama, con "K" roncando del otro lado, pudo dormir a lo mucho, dos horas, viendo que en el despertador de la mesa de noche eran las cinco y media de la mañana.
Se levantó y se puso sus flats, para salir de la casa, se vistió después de lo que había pasado, tenía pensado marcarle a Fer a las ocho para invitarla a desayunar ella, quería hacer algo por aquella chica, que fue su faro en todo lo que aconteció esa noche.
Se iría a bañar para quitarse el aroma a sexo, no quería Fer la viera así.
Sacó su móvil y vio que tenía muchos mensajes sin leer, de voz y escritos, todos de Fer.
Los leyó y los empezó a escuchar, quedándose paralizada, la había necesitado y no estuvo ahí.
Corrió hacia la avenida cómo pudo buscando que hubiera un taxi disponible, para poder llegar lo más rápido posible con Fernanda, esperó que estuviera bien, su corazón se apachurro.
Tomó el taxi y le pidió que fuera lo más rápido posible, su angustia se apoderaba de ella, las lágrimas amenazaron por salir, se notó su frustración
«Soy una zorra, ella me necesitaba y yo estaba con él, no valgo la pena»
Después de lo que pareció una eternidad llegó a la casa de Fernanda y le aventó al taxista el dinero, sin importarle el cambio.
Aceleró su paso a la casa de Fer desde la acera y lo primero que vio fueron los pies de la chica saliendo de la banca.
Al verla debajo de ella su corazón se rompió, tenía sus manos en la cabeza y parecía que decía algo, alcanzo a escuchar lo que decía.
—No soy nada, no soy suficiente, ella jamás me amará.
Lo repetía una y otra vez mientras vio que lagrimas caían de su rostro, para que después sacará de su bolsa el frasco de los medicamentos de Fernanda y por fortuna había tenido una botella de agua.
Pusó a Fernanda en sus piernas y le alzó la cabeza para darle la pastilla y posteriormente el agua a lo cual tomó la bajista.
No puso ninguna resistencia, reconoció ese roce, era el de la persona que más quería en el mundo, la gótica que la volvía loca.
Apenas y abriendo los ojos, Fer le sonrió.
—Viniste Astrid sabía que jamás me dejarías...eres un ángel —sin más se acurrucó en las piernas de la gótica y sin importarle donde estaban se quedó dormida, de manera tranquila.
Una lagrima cayó por el rostro de la gótica, se sentía como una mierda y le dolió ver que Fernanda había sufrido durante toda la noche por el simple hecho de que ella estuvo con otro en vez de estarla cuidando, pero eso jamás volvería a pasar.
—Nunca te dejaré de nuevo Fer, perdón.
Vio cómo el sol salió por el horizonte, esperando a que esa fuera una nueva señal de que todo iba a estar bien ahora.
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