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Nota #18: Blutengel-I will Follow

I love the way you make me feel
When you kiss me in the night
You know my soul belongs to you
And please keep it when you die

Astrid se levantaba el veinticuatro de diciembre muy emocionada, iba a pasar la navidad con sus padres y con Fernanda, ya que el papá de la bajista iba a ver a sus suegros y sus padres, mientras que su novia había preferido quedarse en Boston, no tenía muchas ganas de viajar en esas épocas aparte sería la primera fiesta decembrina juntas, esto por obviedad la había puesto más feliz que nada, aunque la tenía un poco preocupada el hecho de que varios de sus parientes iban a venir para celebrar el día, no sabía cómo serían con Fer, ya que muchos de ellos, como sus progenitores eran chapados a la antigua y una relación de chica con chica les iba a causar revuelo, no es como si le importará, sino que lo último que quería era hacer sentir a la bajista mal.

Se metía a bañar como todas las mañanas dejando ya afuera su ropa que usaría durante el día para cambiarse después, aún iba a ir con Fernanda al centro comercial a recoger unas cosas para los regalos que iban a dar en esa fecha.

Al salir se ponía algo muy casual, unos jeans y convers de bota negros y una playera de Anime, era de las pocas veces que Fernanda la vería así y más que nada porque usaría un vestido que no había dejado que la músico viera, quería deleitarla de cierta manera.

Su celular sonaba en esos momentos indicándole el arribo de un mensaje.

"Ya llegué amor"

Era Fernanda quien ya la estaba esperando afuera de su casa preparada para ir a los mandados del día. La gótica tomaba su bolsa y bajaba las escaleras despidiéndose rápidamente de sus padres.

—Vengo en un rato mamá y papá, iré con Fer a comprar lo que nos falta—

— Con cuidado hija, las vemos para la cena— respondía su progenitora mientras que Astrid salía de la casa.

Fernanda ya la estaba esperando afuera de la casa, checando su Instagram.

Astrid rodeaba su cuello mientras que Fernanda hacía lo mismo, pero con la cintura pegándole a ella.

— Buenos días belleza— sonreía la bajista dándole un pequeño beso en sus labios ocasionando una gran sonrisa en el rostro de su amada.

—Buenos días princesita, ¿Cómo dormiste?

—Me hiciste falta. —Rozaba sus labios con los de Astrid haciéndola suspirar.

—Tú también a mí, — susurraba la gótica —Estuve dando vueltas en mi cama como dos horas, porque no sentía tus brazos. — Se sonrojaba un poco sin quitarle la mirada de encima.

—Eres la persona más hermosa del mundo ¿Lo sabes? — le preguntaba Fernanda.

Esto hacía que bajará la mirada la chica peli-azul —¿De verdad lo crees?

—No solo lo creo, lo sé, eres la mujer más perfecta del universo, tengo mucha suerte que te hayas fijado en mi. — Le sonría Fernanda mientras juntaba su frente con la de ella.

Astrid amaba esta nueva Fernanda, era sumamente cariñosa con ella, muy amable, comprensible, era muy raro que hiciera algún berrinche o que se sintiera insegura de las cosas, mostraba mucha madures después del episodio donde casi muere, como si hubiera tenido una epifanía o algo por el estilo y trataba a la gótica como si fuera una rosa, como una princesa, mostrando mucho amor hacía ella, no tenía celos como antes, solo ponía limites cuando interactuaba con sus fans de "Onlyfans", aunque ninguno había sido irrespetuoso con ella y eran muy cordiales con la bajista.

— La suertuda soy yo amor, créeme, eres una persona maravillosa, eres hermosa, eres sumamente talentosa, me tratas super bien... ¿Qué más puedo pedir?

— Lo que tú quieres y sabes que te lo daré.

Le daba un pequeño beso en sus labios.

— Ámame por toda la vida...es lo único que quiero.

—Te amaré durante todas mis vidas en el universo, —le contestaba Fernanda muy segura, —Te buscaré incluso en la siguiente vida, para poder seguir a tu lado, nuestra historia será para siempre.

Esa respuesta hacía que a Astrid se le quisiera salir el corazón del pecho, latía sumamente rápido, estaba muy enamorada de Fernanda, para ella no había nadie más en esta existencia que tuviera su corazón, solo aquella músico.

— Te amo tanto...— Musitaba Astrid jalándola hacia ella para besarla tiernamente hundiendo sus labios sin mayor preámbulo a lo que Fernanda respondía feliz de la vida.

—Si seguimos esto amor, acabaré llevándote a mi casa y follandote hasta que implores que ya no quieres más.

— Por más tentador que suena eso, tenemos que ir por los regalos de mis padres y el de tu papá, así que pide el Uber para podernos ir. —Le decía aun con sus labios pegados a los de ella.

Fernanda sacaba su celular y con una mano lo iba pidiendo, sin querer soltar a su amada, mientras la pegaba a su pecho y ella la tenía abrazada como si fuera un pequeño koala.

El servicio de taxi llegaba a los cuantos minutos, subiéndose las chicas al mismo, entrelazando sus manos durante todo el viaje.

Al llegar al centro comercial Fernanda ayudaba a bajar a Astrid y entraban al mismo sin dejarse de agarrar de la mano.

— ¿Vamos por el regalo de tu mamá primero no? — Preguntaba Fernanda.

— Si amor,

Con ello se dirigían a la tienda JC Pennys donde habían dejado encargado un conjunto de unos aretes con un collar de plata, de ahí se movían hacia lo que era una tienda de deportes donde habían comprado una Jersey de los Red Sox de Boston para el papá de Fernanda y una de del equipo de americano de los Patriotas para el de Astrid.

Salían de la misma con las bolsas siendo cargadas por Fernanda, para dirigirse a la tienda de libros donde compraban un libro para Emily, de ahí a Hot Topic donde les compraban playeras a los chicos de la banda, posteriormente a recoger un pedido en una tienda estilo anime para una colección de mangas de "Full Metal Alchemist" para Amanda.

—Tu regalo ya debe estar llegando a mi casa. — Le decía Fernanda a la gótica.

—Te dije que no me dieras nada... — Le contestaba Astrid viéndola de reojo.

— ¡Mira cuanto me importa! —Enseñándole la lengua a su amada sonriendo.

— Bueno el tuyo ya lo tengo desde hace días.

—¿Con que derecho te atreves a reprocharme algo que tú también hiciste?

— Te dejaré ganar esta vez ¿Entendido? — decía Astrid mientras la jalaba para besarla.

— Perfecto, le gane a mi novia una discusión, jajaja, podré pedir un deseo.

— Qué chistosita me saliste Lancaster.

—Perdón Amor desayune payaso.

Las chicas al haber terminado sus compras se dirigían al Burger King donde pedían unas hamburguesas para comer algo, ya que ninguna había desayunado.

Se sentaban a disfrutar sus alimentos hablando de cosas sin mucha importancia, teniendo un gran tiempo juntas, se sentían muy unidas.

Al dar las dos de la tarde, después de haber caminado más tiempo por el centro comercial y comprado unas cosas, las chicas se dirigían a la salida pidiendo nuevamente un Uber.

Fernanda pasaba a dejar a Astrid a su casa para de ahí irse a la suya y cambiarse para la cena.

— Entonces llego a las siete ¿ok amor? — le afirmaba Fernanda a su novia.

— ¡Si amor! Me avisas cuando vengas para acá—se despedía de ella con un beso en sus labios — Y me avisas cuando llegues también.

Con ello se iba el taxi con Fernanda mientras Astrid entraba dejando los regalos en el árbol de navidad de sus padres, a la par de que la musico se había llevado los otros.

Al estar en casa le ayudaba a su madre un rato a preparar las cosas, la cena y poner parte de la mesa para cuando llegarán las visitas.

—¿Cómo presentarás a Fernanda? — cuestionaba su mamá con cierto miedo en su voz.

—¿Pues como crees que lo haré? Cómo lo qué es, mi novia...— decía Astrid

—Sobre eso...va a venir...Henry con tu primo.

Los colores se le drenaban a Astrid.

— Pero ¿Por qué?

El enojo era muy evidente en al gótica.

— Sabes que él es amigo de la familia de tu primo Tyler y creo que se divorció hace unos meses...— La voz de la madre de Astrid era un tanto expectante.

— ¿Cómo puede seguir hablando con el después de lo que me hizo?

— Fue tonto de su parte ve, ahorita ya podrían estar hasta casados los dos...es un buen chico.

— No madre no lo es y a mí que más me da si esta soltero, yo no quiero tener nada con él, desperdicio su oportunidad. — Sentía ese pequeño vuelco en su estómago al recordarlo.

— Lo se hija, pero puede que si le des una oportu...

— Clávate eso en tu mente madre, estoy con Fernanda, amo a esa chica, así que no pienses que por ver a ese imbécil me iré con él, no pienso dejar a mi novia por ese mal parido.

—Modera tu vocabulario conmigo jovencita, solo busco lo mejor para ti y creo que si le das la oportunidad a él, podría ser bueno para todos.

—Pensé que aceptabas mi sexualidad...se a lo que vas con esto, pero no discutiré, ¡Fernanda es mi pareja y nada en este mundo me hará dejarla!

Con ello salía de la cocina con dirección a su cuarto, sintiéndose enojada y abrumada con lo que estaba pasando, si bien ya no sentía nada por Henry, no podía dejar de lado que él había sido el primero en todo para ella, estaba sumamente segura de sus sentimientos por Fernanda, pero eso no evitaba que tenía heridas abiertas ante estos acontecimientos.

Astrid se volvía a meter a bañar para relajarse, tomándose ahora si un poco más de tiempo de lo habitual, quería verse perfecta para la primera navidad de las dos.

Al salir se envolvía con su toalla para irse a su closet y sacar del mismo lo que tenía pensado usar, una falda plisada roja con verde oscuro, con una blusa de manga larga con cuello de tortuga de la misma tonalidad, unas mallas negras y unas botas que le llegaban hasta el muslo.

Al terminarse de cambiarse tomaba su celular y no sabía que decirle a Fernanda.

"Amor ¿Cómo vas?"

Mandaba el mensaje expectante ante la respuesta de Fernanda.

"Ya me terminé de cambiar, estoy recogiendo unas cosas de la casa, en media hora voy para allá. ¿Todo bien?"

Al ver el mensaje, la gótica sabía que era momento de decirle.

"Va a venir Henry..."

Enviaba el mensaje con un poco de miedo.

"¿Debería saber quién es el?"

Astrid se daba un golpe mental, nunca le había dicho como se llamaba su primer ex.

"Es mi ex, el primero...el que te platique"

Se sentaba expectante ante la respuesta.

"¿Me debo de preocupar por algo?"

Contestaba Fernanda, Astrid sentía la agresividad en esas cuantas palabras.

"No claro que no, sabes que solo te amo a ti."

Astrid se sentía un poco intranquila.

"Entonces no veo ningún problema."

La tranquilidad regresaba a la dibujante.

"Por eso te amo...gracias, solo recuerda lo que te pedí de tu vestimenta amor, es muy importante...te adoro"

Una sonrisa se plasmaba en el rostro de la peli azul

"Se que tu familia le cuesta trabajo aceptar lo nuestro, pero créeme, ni por más que nos quieran separar me iré, siempre estaré a tu lado, ya voy para allá"

Ese mensaje venía con un emoji de corazón al final, haciendo que Astrid se sintiera muy aliviada ante lo maduro que estaba tomando esto Fernanda.

La peli azul comenzaba a terminarse de prepararse maquillándose ligeramente, con colores claros, un delineado negro, con sombra rosa, con sus labios de una tonalidad rojo carmesí.

En ese momento escuchaba que sonaba el timbre de la puerta y bajaba rápidamente para ver de quien se trataba, observando la llegada de sus abuelos, quienes la volteaban a ver hacia la dirección de su nieta.

—Astrid, nuestra niñita... ¡cómo has crecido! — Decía su abuela

La gótica bajaba corriendo las escaleras y abrazaba a su abuela quien le besaba la frente, para posteriormente abrazar a su abuelo quien también le besaba la frente.

— Abuelitos... ¡Los he extrañado mucho!

— Nosotros a ti hija y estamos deseosos de conocer a esa muchachita que hace a nuestra nena sonreír — comentaba su abuelo feliz.

De la familia de Astrid, los abuelos maternos, el señor y la señora Fitzgerald eran las personas más relajadas de todo el mundo, habiendo ellos sido punks en su tiempo de jóvenes.

— Claro que, si la conocerán hoy, Fernanda es una super chica, la amaran se los garantizo e hice lo que me pidieron.

En ese momento se escuchaba de nuevo el timbre, entrando los abuelos de la parte paterna, personas con los que jamás se había llevado bien Astrid desde la primera vez que se pintó el cabello.

— ¿Aún con esos cabellos Astrid? — Cuestionaba antes de saludar el patriarca de la línea Lowlett.

— Buenas noches y feliz navidad a ustedes también señores Lowlett. — Decía Astrid, desde hace años no le llamaba abuelo, simplemente no lo toleraba.

— ¡Astrid Lowllet! No seas grosera con tus abuelos. — Decía severamente el señor Lowellet, quien era una persona un tanto baja un poco rellena, con cara de muy poco amigos y un bigote recortado.

—Ni te molestes hijo, solo por qué tú tienes un buen corazón. Si hubiera sido yo, ella ya se hubiera ido de la casa, a sus veintiún años y no ha logrado nada de su vida— Decía la abuela paterna.

Astrid bajaba su mirada, necesitaba ya a Fernanda ahí sabía que iba a ser difícil, sin embargo, también entendía que con ella a su lado nada la iba a lastimar.

Sus abuelos maternos apretaban su mano, no querían causar un problema, al menos no aún, de lo contrario ya hubieran encarado a los otros miembros de la familia.

Todos los presentes se dirigían a la sala, sentándose en los sillones de la aparente acogedora sala, sin embargo, el ambiente era muy pesado con uno que otro comentario fuera de lugar por parte de sus abuelos paternos, siendo secundado por su madre y padre, mientras que los señores Fitzgerald la defendían a capa y espada.

— Menos mal que no está tatuada aún, o con algo peor que perforaciones, de lo contrario ningún hombre bueno la quisiera, digo esa ropa qué trae es de lo más decente que le he visto—Mencionaba la señora Lowllet.

— No necesita un hombre para sentirse bien, ella tiene lo que necesita. —Mencionaba la señora Fitzgerald y como si hubiera sido una invocación sonaba la puerta nuevamente, levantándose Astrid abrirla, viendo al amor de su vida parada ahí terminándose un cigarro.

— Hola hermosa. —Decía Fernanda apagando el cigarro para tomar su rostro en las manos para besarla tiernamente, a lo cual la gótica le respondía tiernamente, mientras veía lo que traía puesto suspirando, eso era lo que le había ocultado para esa noche —Te ves demasiado comestible con esa faldita amor.

Esto se ganaba un sonrojo por parte de la gótica.

—Te extrañe. — Decía Astrid haciendo un puchero viéndola de pies a cabeza, había cumplido con lo que le pidió.

Traía una playera sin mangas de la banda "Whitechapel", con la leyenda que decía "Fuck what you think" y el logo de la agrupación, mostrando todos sus tatuajes, con un short cortito con medias lisas con unas botas estilo Dr. Martin ambas prendas negras; su cabello amarrado en cola de caballo, dejando ver sus expansiones completamente y algo que le había pedido que se volviera a poner su perforación del septum, como le había dolido a Fernanda hacérsela otra vez, por fortuna Michael le había ayudado y traía su argolla plateada junto con las piezas de las expansiones recién pulidas.

No sabía Astrid el por qué, pero siempre que veía a Fernanda de esta manera, ocasionaba que se mojara un poco, se veía tan sexy a sus ojos, le daba ese sentimiento de protección, se veía tan ruda, al nivel de pensar que de un golpe te bajaba de tu nube, la ponía al cien.

— Por cierto, ¿Por qué no me dejaste venirme con el vestido que me compre? — cuestionaba Fernanda —¡Quería dar una buena impresión!

—Ahorita verás el por qué amor.

— Por cierto, toma, —volteaba su mochila y le daba una caja envuelta en papel navideño —Espero que te guste. No es mucho, pero...sé que te servirá el próximo semestre.

Astrid tomaba el regalo, viendo extrañada a Fernanda para que entrarán y fueran primero a la cocina donde colocaba sobre la mesa el gran paquete que le había dado su novia.

Al abrirlo quedaba boquiabierta, era un set sumamente caro de pinturas en de acrílico, pinceles, acuarelas, diversos lápices para dibujar, colores pastel, gomas profesionales, zaca puntas y regla, el estuche era una caja de caoba barnizada con la marca "Prismcolor" escrita en letras doradas y debajo de ella tenía el nombre de Astrid Lowllet grabado y escrito en letras cursivas.

Los ojos se le inundaban de lágrimas a la gótica, era lo que necesitaba comprar, pero se había abstenido en hacerlo por lo que ella había comprado para Fernanda, estaba pensando sacar otro set antes del fin de año para costearlo, pero la bajista se había adelantado a ello.

—Me ayudo Emily a elegirlo, como yo no sabía nada de eso, le pedí ayuda y lo pedimos hace unas dos semanas, llego hoy a casa de ella por eso me tarde un poco en venir

Astrid no tenía palabras solamente la jalaba hacia ella y la besaba tiernamente en los labios.

—Gracias por siempre apoyarme en mis cosas amor...eres una persona maravillosa.

Fernanda contenta contestaba las demostraciones de afecto sonriendo al ver que había acertado en el regalo y haciendo su noche maravillosa al ver la felicidad de su novia.

—Jamás quiero que dejes de hacer arte...quiero verte triunfar en ello.

Eso le llenaba el corazón de amor a la gótica, nadie la apoyaba como tal con la escuela, pero Fernanda siempre ponía los sueños y las necesidades de su novia antes de cualquier cosa, era la pareja perfecta.

— Te amo Lancaster, eres un ángel— decía separándose de ella abrazando sus cosas nuevas contra su pecho –Deja subo esto y entramos a la sala, prepárate, será...pesada la noche.

— No te preocupes, estoy aquí para apoyarte...— Le daba una sonrisa de confianza mientras la gótica salía de la cocina para subir a su cuarto a dejar su regalo, para regresar corriendo por su amada y tomarla de la mano.

La dirigía de la mano hacía la sala, donde entraban dejando a todos callados, los Fitzgerald veían a Fernanda y quedaban maravillados por lo hermosa que se veía, era sumamente preciosa la chica y se veía tan imponente.

Por su parte los Lowllet quedaban horrorizados al ver los tatuajes, su vestimenta, sus expansiones y perforaciones, era como si su peor pesadilla se hiciera realidad, una vaga cerca de su nieta.

— Abuelos — decía volteando a ver los maternos, —señor y señora Lowellet, Les presento a Fernanda, —la madre de Astrid la veía suplicándole. –Mi novia.

— Buenas noches a todos. — Decía tímidamente Fernanda saludando.

Los maternos aplaudían de la felicidad levantándose y sin mayor preámbulo ambos abrazaban a Fernanda quien se quedaba un poco extrañada.

— Las fotos no te hacen justicia Fernandita, ¡eres más hermosa de lo que Astrid nos contó y mostro con sus fotos! — Decía la señora Fitzgerald.

—Estoy de acuerdo con mi esposa, eres divina, una princesa hecha y derecha— mencionaba el patriarca Fitzgerald haciendo que se sonrojara Fernanda.

—¿Me quieren decir que significa esto? — Cuestionaba con un tono severo el señor mayor Lowllet viendo a su nuera e hijo –Como se seguirá la línea de nuestra familia.

Esto hacía que volteara Fernanda sonriendo –No se preocupe cuando nos casemos Astrid y yo pensamos adoptar, llevara nuestros dos apellidos. —Le sonreía ampliamente la bajista haciendo sonrojar a la gótica.

«Quiere casarse».

Los ancianos Lowllet se le quedaban viendo horrorizados y con asco al habérseles dirigido con ese tono tan jovial y sin miedo alguno

Todos se sentaban para armonizar las aguas, Fer estaba en el sillón con Astrid en sus piernas ocasionando una mueca de repulsión en los rostros de la familia conservadora de la chica y una de júbilo en los otros abuelos.

—Dinos Fernanda... — Comenzaban a preguntar, pero sonaba el timbre de nuevo donde Astrid se levantaba para abrir.

La puerta se abría, sus miradas se cruzaban, la clara mirada de la gótica con la oscura mirada de Henry, la chica sentía que se le había ido el suelo de los pies.

El chico era bien parecido, ojos cafés oscuros con un cabello negro lacio corto, sin vello facial y facciones muy finas, dándole una sonrisa que hacía que se le saliera el aíre de los pulmones a la dibujante, sentía una pequeña molestia en su corazón, no era odió, pero tampoco era amor, parecía más melancolía.

— Astrid, hola te ves muy bien. —Saludaba Henry.

— Gracias Henry, pasa. —Dejándolo entrar seguido por su primo al cual le daba un abrazo.|

— ¿Como estas draculina? —La saludaba sonriendo.

— Bien, bien baboso, ¿Tú qué tal?

--No me quejo, la universidad no me deja respirar. —Mencionaba mientras la peli azul cerraba la puerta.

Los tres se movían a la sala de estar siendo que eran ambos recibidos por una ovación.

— ¡Pero hijo Henry que maravilla tenerte aquí! — Decía la anciana Lowllet mientras que el padre de Astrid lo abrazaba fraternalmente.

Fernanda por su lado había captado la atención del primo de Astrid quien en seguida se movía hacia ella y la saludaba.

— Tyler Lowllet, ¿Cuál es su nombre señorita? — Le estiraba la mano la cual Fernanda tomaba cortésmente.

— Fernanda Lancaster. —fingía una sonrisa la bajista.

— Amiga de mi prima supongo. — Sonreía intentando comenzar a coquetear con ella.

Fernanda volteaba a ver a Astrid quien la veía y le daba una tierna sonrisa.

—Pues...novia, mejor dicho. — Contestaba mientras Astrid se sentaba con ella.

— Vaya Astrid ¿Cómo le haces para quedarte siempre con los bien parecidos?

— No lo sé primó, solo sucede.

— Digo primero Henry que es un casanova, pero ahora esta belleza, —volteaba a ver a su amigo. —Sin ofensa hermano, pero sí tuvo una mejora mi prima. — Reía haciendo que Henry solo rodara los ojos, un poco molesto.

— ¡Cállate y siéntate, Tyler! — Imperaba la matriarca Lowllet.

— Claro que si abuela.

Todos estaban sentados en la sala, con alto nivel de tensión, Astrid no dejaba de darle miradas furtivas a su ex algo que notaba Fernanda, no molestándole, pero si haciéndola sentir incomoda, más viendo un ligero rubor tintando su rostro.

— Y dinos Fernanda ¿A qué te dedicas? — Decía el abuelo paterno de Astrid, sacando de su estupor a la gótica.

— Soy músico, toco el bajo, la guitarra, el piano y canto. — Respondía tranquilamente.

Ya había llegado el momento más incómodo de la noche, que bombardearan a su novia con preguntas, tomándole la mano para darle fuerza, pero se la quitaba la bajista, algo que no pasaba desapercibida por Astrid.

— Vaya, ¿no estudias? — Cuestionaba la abuela paterna.

— Si, estudio en la misma escuela que Astrid — Decía de manera cortante

Astrid notaba la irritabilidad en la voz de Fernanda, ¿Se daría cuenta de las miradas que le había dado a su ex? Tenía miedo de que lo mal interpretará.

— ¿Qué piensas hacer después de terminar?

— Aplique para una pasantía en Century Media, quiero dedicarme a mi banda y a la producción de música.

—¿A tocas en una banda? — Esa pregunta venía de Henry.

— Si, toco el bajo—Le sonreía de una manera hipócrita.

— ¿Qué genero? — cuestionaba de nuevo el chico.

— Tocamos deathcore, un género de metal. — Respondía nuevamente sin voltear a verlo.

— Eso no es muy bien pagado.

— Es pagado, pero por eso también estoy en la parte de creación musical. —Lo volteaba a ver y era la primera vez que el la veía completamente, quedando boquiabierta entendiendo que no era una chica con quien quisiera tener problemas, era imponente.

— Pues este Henry estudió relaciones internacionales, tiene su propia empresa, es muy exitoso, no sé si se conocían. — Decía con toda la mala saña el padre de Astrid.

— No tenía el placer conocerlo. — Sonreía cortésmente la bajista.

— Es un chico muy inteligente el buen Henry, cometió errores en el pasado, pero han sido perdonados, ¿Verdad Astrid? — Decía su madre.

Astrid quedaba atónita al ser implicada en esa conversación, aunque de igual manera se estaba sintiendo mal por Fernanda, tenía que hacer algo y rápido.

—No tengo nada que disculpar. —Esto tomaba por sorpresa a Henry quien le regalaba una sonrisa.

Fernanda se comenzaba a sentir mal y bajaba su mirada, ¿Qué hacía ella aquí? Eran la familia perfecta, hija perfecta hermosa, padres exitosos, exnovio que parecía un dios, primo bueno, y abuelos sumamente formales...ella no era nada comparada con eso, su corazón se hacía pequeño, quería llorar, pero no se iba a dejar vencer, tal vez era una señal de que en verdad ella y Astrid no debían a estar juntas.

— El hizo lo que tenía que hacer, ustedes lo solaparon, pero algo salió bien de esto, ¡pude conocer a Fernanda! —Los ojos vidriosos de la bajista la volteaban a ver, el visaje de dolor de la músico no pasaba desapercibido por Astrid ni por sus otros dos abuelos —De verdad Henry te agradezco que hayas sido un completo imbécil y me hayas engañado de esa manera, gracias a ello pude ir a la universidad y conocer al amor de mi vida. —Tomaba la mano de Fernanda y la besaba dándole un apretón

— Claro por qué era super sano tener una chica que vende...— Comenzaba a decir Henry.

—Amigo piensa bien lo que dirás, no quiero que te arrepientas...— Decía Fernanda de manera acida.

Eso silenciaba a Henry, jamás había tenido tanto miedo en su vida, pero ver a la chica tatuada con sus perforaciones y expansiones lo hacían ser precavido.

— ¡Vamos a calmar los ánimos! — Decía la señora Fitzgerald

—Quiero que dejen a mi nieta y su novia en paz en estos momentos — señalaba el esposo de la que hablo antes.

— ¡Estoy harta de verdad! — Se levantaba Astrid —Si estuvimos mi novia y yo aquí era para que pudieran ser parte de mi vida, pero fueron una mierda, no ustedes abuelos Fitzgerald, ¿Invitan a Henry a navidad después de lo que me hizo? ¿Piensan que me iba a volver a enamorar de él solo por que aparecía mágicamente en mi vida? Fernanda es el amor de mi vida y tiene más pantalones puestos que ese imbécil que me engaño quien sabe cuántas veces y aparte casarse cuando íbamos a cumplir años, por mí que se vaya al carajo y se coma su mierda, por algo su esposa lo dejo, por ser un completo imbécil— lagrimas se estaban manifestando en los ojos de Astrid –Conocí a esta chica que es más pequeña que yo pero que me ha enseñado infinidad de cosas, una de ellas, es el amor, ella siguió adelante a pesar de todas las complicaciones que ha tenido y tu Henry que hiciste, ¿pedirle dinero a papá para irte de viaje por que tu esposa te dejo?

Esto hacía enojar demasiado a Henry que no meditaba lo que hacía y se levantaba, haciendo a Astrid cerrar los ojos esperando un golpe como antes pero no contaba con que Fernanda lo encarará.

— Los miembros de mi banda son puros hombres, se defenderme de un hombre, se pelear así que tú decides si quieres tener problemas.

Era entonces que Astrid entendía por qué a pesar de todo, mucha gente le temía a Fernanda en la escuela, ella conocía a la chica amable tímida, buena onda y amorosa, pero esta era otra cara que no había visto de ella, la reina de hielo, la peleadora, la chica que sobrevivía las mierdas del mundo.

Henry se hacía para atrás sentándose.

— Creo que he sobrepasado mi estadía, con permiso, — decía Fernanda —Te veo mañana amor, tenemos el desayuno con los chicos, paso por ti para.

La callaba con un beso Astrid sin importarle nada.

—Tenemos comida en tu casa amor, podemos cenar allá, solo déjame tomar algo del árbol. — Decía la gótica, moviendo todo sin importarle cómo quedará, tomaba un paquete largo detrás de los adornos navideños.

— ¡Una disculpa a todos por esto! — Decía Fernanda –Esperaba más de ustedes, mi madre que en paz descanse me enseñó a tratar a todos por igual sin importar nada, pero mi padre me ha dicho de mandar a la mierda a la gente cuando se pasan con alguien—tomaba la mano de Astrid para sacarla de ahí parándose enfrente de los abuelos Fitzgerald —Fue un gusto conocerlo señor Dash, es una leyenda entre los bajistas, espero pronto aprender de usted.

— ¡Sería un honor verte tocar Fernandita! Cuida a nuestra nieta mucho y claro que te daré clases cuando gustes, creo que es hora de que igual nosotros nos vayamos.

— Si estaba decepcionado de ti antes Elisa, créeme que lo estoy más hoy, darle la espalda a tu hija no tiene perdón. — Con eso se levantaba la madre de la suegra de Fernanda y se iban al pasillo –Las esperamos, cenarán con nosotros, no dejaremos que pasen navidad solas

Astrid abrazaba a sus dos abuelos maternos para posteriormente ir corriendo a su cuarto sacar una pequeña maleta y empacar lo necesario, posteriormente vendría por más cosas en cuanto tuviera donde vivir.

—Tráete dos maletas, te quedarás en mi casa todo el tiempo necesario en lo que podemos rentar un departamento— Decía Fernanda en su puerta, para posteriormente entrar y ayudarla a empacar la mayoría de su ropa, sus zapatos y cosas de la escuela incluyendo sus cosas de arte, computadora y su Alexa.

Al terminar de hacerlo, ambas bajaban con las maletas hechas viendo que sus padres estaban en una acalorada discusión con sus abuelos maternos.

— No la estás viendo, esta tatuada, perforada, ¡esa niña está mal! Se droga, la tuvieron hospitalizada por sobredosis—gritaba el padre de Astrid –¡Su papá es un borracho, su mamá se murió, no es alguien que sea digna de...!

Era silenciado por una cachetada dada por Astrid.

—¡De mi pareja y su familia no vas a estar hablando! No sabes ni una mierda de ella ni de lo que ha sufrido, así que cierra tu maldito hocico de marrano y déjanos en paz, el lunes vendremos por todo lo que me falta.

Con ello salía de la casa junto con sus abuelos y Fernanda.

—Si te vas Astrid no quiero volverte a ver... ¡No sobrevivirás jamás allá sola! — gritaba el señor Lowllet.

— ¡Si lo haré, lo he hecho toda mi vida! Y tengo a Fer a mi lado. —Con ello se dirigían al carro de sus abuelos, quienes ya tenían abierta la cajuela donde echaban todo, junto con el paquete largo que traía Astrid, que se lo daba a Fernanda en esos momentos.

— Ábrelo en el carro.

— Iremos a cenar algún restaurante hijas, ¿Están de acuerdo? — Cuestionaba su abuela.

— ¡Si señora! — Respondía Fernanda sonriendo.

— Nada de señora, llámame, Nancy. — Sonreía la dulce anciana

— Y yo soy Sid, no me gusta que me digan señor. — Sonreía él señor.

— Lo hare Sid y Nancy.

— Ahora abre eso... quiero ver que te compro mi nieta.

Fernanda abría lentamente la envoltura y veía una funda Fender de cuero, con sus iniciales, para posteriormente abrirla y ver el bajo de sus sueños, completamente negro, con el logo de Lorna shore a lo largo del mango, era como si fuera una cruz invertida, con simbología que usaba la banda en sus discos.

Fernanda quedaba boquiabierta —Astrid...no puedo...

La peli azul la callaba poniendo su dedo en su boca como era su costumbre.

—¡Te amo!

Era lo único que decía la gótica besando su mejilla.

—¿Por qué tu jamás me regalaste eso? — decía riendo el señor Sid.

— Porque nos las pasábamos borrachos todo el tiempo y no teníamos dinero— Reía la señora Nancy.

Esto hacia reír a todos los del carro, mientras Fernanda y Astrid se volteaban a ver juntando sus frentes.

Sabían que todo saldría bien. 

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