Nota #14: Alesana-All night dance parties at the underground palace
Everytime I look at you I can't believe
How Magical you are
The stars belong to you my angel
Run away with me into a world where time
Seems to not exist
The smile on my face will show you
El viernes llegó sin mayor acontecimiento, todas las chicas estaban emocionadas. Incluso Fernanda se sentía un poco animada por el baile, siendo un detonante de que iría con Astrid, aparte de que había quedado maravillada por el vestido que había escogido su novia.
Estaba en su cuarto preparándose para poder ir a recoger a Astrid.
Aún portaba sus shorts con una playera de tirantes, habiéndose salido de bañar no hace más de treinta minutos. Se aplicó crema en la cara, quería verse bonita para su novia, se esforzaba mucho en ello. Se rasuró y perfumó, sabía que después del baile irían a casa de la gótica, pasarían el fin de semana juntas, aparte el domingo tenía una comida familiar con los padres de la dibujante, iba a ser la tercera vez que los viera Fernanda, estaba nerviosa.
La gótica había dejado en claro con sus papás de que la bajista era su novia, a pesar de que ellos eran chapados a la antigua, lo habían aceptado.
La señora Elisa Lowllet era muy parecida a Astrid un poco más bajita, mientras que el señor Kramer Lowllet era un señor bajo pero musculoso con barba, ambos trabajaban en bienes raíces, estando muy poco tiempo en la casa, lo cual les dejaba mucho tiempo a solas a las chicas.
Fernanda continuó acicalándose el cabello primero dejándolo suelto, acto seguido sacó una ropa íntima especial que había comprado para esa noche, solo para que Astrid la pudiera disfrutar.
Un pequeño brasier strapless negro, junto con un liguero del mismo color, con unas medias que irían ajustadas al mismo. Después se levantó para sacar de su closet el que sería su atuendo; un vestido de la misma tonalidad, sin tirantes con una pequeña apertura en la pierna derecha, que al ponérselo se le adhirió a su esbelta figura, resaltando tanto sus senos como su trasero.
Muy pocas personas la habían visto vestida así, no le gustaba que estuvieran viendo su cuerpo de esa manera, sin embargo esto era algo que hacía para su novia, amaba poderla hacer feliz.
Al terminarse de vestir, se acercó a su tocador y comenzó a pintarse, poniéndose un poco de pintura natural, con un delineado negro en sus ojos, un maquillaje simple pero que hacía resaltar sus hermosos ojos.
Sonó su teléfono, viendo que era un mensaje de Astrid que iniciaba con un corazón, lo desbloqueó e ingresó al mensaje.
Vio que le había enviado una foto de ella saliendo del baño, recién duchada, cubriendo su pecho guiñándole el ojo con un mensaje leyendo.
"Esto es lo que hoy cenaras"
La bajista se sonrojó, pero no evitó sentirse excitada por lo que había hecho su novia.
"¡Vas a ser mi muerte mujer! Quiero ya estar contigo..."
Respondió el mensaje Fernanda poniendo un emoticono de una carita sonrojada.
"No lo creo, siempre te hago sentir viva, muero por estar en tus brazos princesita."
Ese último mensaje hizo sonreír a la bajista quien se apresuró a terminar de arreglarse, comenzando a peinarse, usando su rizadora para hacer más prominentes sus caireles.
Tocaron la puerta de su cuarto, sabía que era su padre.
—Adelante —dijo Fernanda.
Su papá entró y sonrió al ver lo hermosa que era su hija
—¡Te ves perfecta Fer! —su voz estaba por quebrarse, al ver lo similar que era a su difunta esposa —. Te pareces mucho a tu madre.
Esto hizo que Fernanda dejará su plancha al lado desconectándola, peleando con las lágrimas que estaban amenazando con arruinar el maquillaje, hasta que escuchó un pequeño gimoteo, volteando a ver a su papá, tenía sus manos en la cara.
—¡Discúlpame, Fernandita! De verdad perdóname, te he fallado a ti...a la memoria de tu mamá. Té deje mucho tiempo sola.
El llanto era aquel de un hombre cansado, de una persona que estaba al borde del colapso.
Fernanda estaba atónita por lo que dijo su padre, él era un hombre de pocas palabras.
La castaña jamás lo había visto llorar, ni siquiera en el funeral de su mamá había dejado caer una lagrima, sin embargo, en esos momentos estaba destrozado, llorando en la cama de su hija, su rostro era un mundo de dolor, de frustración y tristeza.
—Papi...—susurró Fernanda acercándose a él abrazándolo, habían pasado años desde que le decía así —. Haz hecho un gran trabajo, voy bien en la escuela, no me falta nada, a pesar de todo. Tú eres junto con Astrid la persona más importante en mi vida, perdóname a mí por ser siempre la pedante y estúpida niña mimada, no fue tu culpa lo de mamá...no fue culpa de nadie.
—Quisiera que tu madre viera en la hermosa mujer que te has convertido, eres mi más grande orgullo Fernandita. Eres una chica independiente, segura de sí mismo y eres talentosa —La vio a los ojos —¡Estoy orgulloso de llamarme tu padre!
Esto hizo que unas lágrimas salieran de los ojos de Fernanda, su padre jamás había sido tan expresivo, se mantenía mucho alejado de los sentimientos, pero en ese momento estaba sacando lo que parecía que tenía guardado de toda una vida.
—Yo también estoy orgullosa de ser tu hija, eres el hombre más perfecto del mundo, nos sacaste adelante a mamá y a mí, aceptaste...mi orientación sexual...aceptaste a mi novia en nuestra casa.
—¿Como no aceptar a Astrid?, ella le regreso el brillo a mi bebé, regreso su felicidad. Si supieras que siento al verte con ella, sé que, si algún día me pasa algo, ella estará contigo siempre, se han vuelto muy cercanas y si soy sincero me cae mejor que tu ex noviecito, Justin, ese niño nunca estuvo ahí para ti...más de una vez estuve a nada de sacarlo a patadas de la casa —dijo un tanto molesto su padre.
—Lo se papi —le di un beso en la mejilla —, pero ya olvídalo estoy con Astrid y todo está bien, tu jamás me faltaras, no tienes permitido dejarme.
—¿Dejarías que hoy las lleve? —le preguntó con ojos expectantes.
—¡Claro que sí papi! Me haría muy feliz eso —aplaudió Fernanda —, dame unos treinta minutos para que me pueda terminar de arreglar ya que se me corrió un poco mi maquillaje
Le dio una sonrisa genuina a su papá.
—Estaré abajo esperándote Fernandita
Con ello salió del cuarto dejando una paz en el ambiente, esto hizo muy feliz a Fernanda, logró hacer las paces con su padre. Este día pintaba para algo perfecto.
Se arregló el maquillaje, quitándose lo que se había corrido, volviéndose a pintar, pero esta vez poniéndose un poco de sombra azul marino en sus párpados, viéndose incluso más bonita que antes.
Se acercó a su closet de nuevo y sacó una caja nueva de zapatos que había comprado el día del centro comercial, abriéndola, tomando de la misma unos tacones altos, poniéndoselos, esto la hizo un poco más alta.
—¡A ver si Astrid resiste esto! —sonrió de manera picara siendo que su novia jamás la había visto con tacones.
Tomó posteriormente un par de tenis Vans para guardarlos en su mochila, sabía que no iba a aguantar tanto tiempo los tacones, iba a intentarlo por la gótica.
Se dirigió para la planta baja donde ya la esperaba su padre viendo la tele algún partido de béisbol. Al escuchar los tacones de su hija volteó a verla iluminándosele la cara, tenía años sin ver a Fernanda tan arreglada.
—Te ves hermosa hija —musitó su papá y sacó su celular —, regálale una foto a tu padre.
Fernanda sonrió, parándose enfrente de la puerta para que su papá, quien se mostró muy feliz y tomó varias fotos de su amada primogénita.
El señor Lancaster agarró una chamarra, saliendo con dirección al carro, donde Fernanda se sentó en la parte delantera del auto, comenzando el camino hacia la casa de su novia; iba dirigiendo a su papá para que pudieran llegar.
—No vive tan lejos como pensé —señaló el señor.
Fernanda le mandó un mensaje a su novia avisándole que ya había llegado a su casa bajando del carro, a lo cual se abrió la puerta e hizo que a Fernanda se le saliera el corazón del pecho al ver a Astrid.
La chica gótica traía un vestido de una pieza negro con vino aterciopelado una mano arriba de la rodilla sostenido con un corsé que hacía ver que la chica tenía una diminuta cintura, sus piernas eran adornadas por medias de red del mismo color, con unos zapatos de tacón oscuros altos que se amarraban de los tobillos con una pequeña correa de cuero. Su cabello arreglado con una pequeña tiara, entrelazado con una trenza y un prendedor de mariposa negra en la parte trasera. Su rostro era adornada por una ligera capa de maquillaje, sus ojos pintados con sombra negra y un labial color rojo que se los resaltaba mucho.
—Te ves...maravillosa...—susurró Fernanda abrazando a su novia.
Por su parte Astrid había quedado aún más atónita que Fernanda. Ella estaba acostumbrada a verla de jeans, faldas de mezclilla o negras, ropa holgada y cosas así, jamás la había visto con un vestido o con tacones, con solo observar sus piernas acicaladas por esas medias de seda y sus pies cubiertos por esos zapatos, ya estaba excitada imaginando cómo sería tener sus piernas alrededor de su cuello.
—Tú te ves como una preciosa, ¡eres hermosa Fernanda!
—¿De verdad lo crees? —preguntó la bajista.
—Tienes suerte que tu papá nos irá a dejar sino créeme que cancelaba todo y te metía a mi casa a darte la follada de tu vida.
Fernanda desviaba su mirada sonrojada
—Al rato... ¿Podrías hacerlo? — susurró Lancaster – ¡Tengo ganas de ti!
—Créeme que lo hare princesa...pero ahorita quiero disfrutar a mi novia en la pista de baile.
Se tomaron de las manos caminando hacia el carro donde las estaba esperando el padre de Fernanda.
—Buenas noches, señor, ¿Cómo está el día de hoy? —abrazó a su suegro.
—¡Buenas noches, Astrid! Me encuentro muy bien gracias por preguntar y más viendo a mis dos chicas favoritas vestidas tan hermosas, ¿Podría tomar una foto de las dos juntas?
—¡Claro que si papi! Pero me la tiene que mandar —dijo Fernanda mientras abrazó por la espalda a su novia posicionándose para la foto.
Su papá sacó varias fotos, de ellas abrazadas, Astrid dándole un beso en la mejilla a la bajista y viceversa.
Pero la que amaron los tres, la chica gótica y Fernanda, tenían sus frentes pegadas la una a la otra sonriendo mientras se veían a los ojos, era la foto que ambas ponían en su Instagram y Facebook como de Perfil, recibiendo likes y corazones casi al segundo.
Se subieron al carro en la parte trasera, el señor Lancaster arrancó con camino a la universidad.
—Por favor tengan mucho cuidado hoy niñas, no quiero que algo les pase —mencionó el señor entrando al estacionamiento de la universidad —. Me avisan cuando quieren que pase por ustedes para irlas a dejar a la casa de Astrid.
—No queremos incomodarlo señor, nosotros tomaremos un Uber —dijo la gótica.
—¡De ninguna manera dejaré que se vayan solas!
—No te preocupes papi, Michael nos ira a dejar, el quedo en ello —sonrió su hija.
—¿Seguras? —preguntó alzando la ceja el señor
—Si papá no te preocupes.
—Me avisan cuando lleguen a tu casa; por favor, Astrid, porque a Fernandita se le tiende olvidar —señaló a su hija con cierta ironía, a lo cual ella solo dejó salir una risita.
—Si señor, yo seré la responsable de ambas hoy, no se angustie.
—Diviértanse y Astrid, te encargo a nuestra princesa que se divierta hoy.
—¡Claro que sí! Para eso vivo —rio divertida Astrid mientras Fernanda la ayudó a bajar del carro.
Rodeó el automóvil, a través de la ventana abrazó y le dio un beso en la mejilla a su papá.
—Te quiero papito, te veo el lunes, la próxima semana a lo mejor nos quedamos en la casa Astrid y yo.
—Claro que si hija, vamos el martes por despensa, sirve que las invito a cenar ese día.
—¡Si! ¿Podemos ir a California Pizza Chicken? —la bajista le hizo ojitos a su papá
—Claro que sí, a donde sea.
—Gracias papá...por esto, por esforzarte tanto...te extrañaba.
—Te amo pequeña ahora vete que tienes que estar con tu niña, ¡diviértanse!
Se despidieron, para posteriormente Fer ir con su amada novia tomando su mano.
—¿Me explicas amor? —preguntó Astrid un poco confundida.
—Mi papá lloro enfrente de mi hoy pidiéndome disculpas, me rompí un poco con él, quiero que este bien, lo ayudaré.
Le empezó a explicar todo a Astrid mientras caminaron a la entrada donde dieron sus boletos, y se hundieron en el mar de gente que había para empezar a buscar a sus amigos.
—Vaya, así debió haber reventado tu papá.
—¡Si! Jamás lo había visto perder tanto la compostura, me dolió verlo así muñeca.
—Me lo imagino princesita.
Entrelazó sus dedos con los de Fernanda
En eso llegaron con ellas Jennifer, Erick, Robert y Emily.
Los chicos traían trajes muy similares, negros con un chaleco y una corbata con tenis.
Por su parte, Jennifer traía un vestido color blanco, largo de un lado dejando la pierna izquierda descubierta, con un escote ligero, el cual no podía dejar de verlo Erick, con unas sandalias con correa al tobillo color doradas y sus uñas pintadas de rojo, su cabello peinado en una cola de caballo alta y cayendo hacia atrás en rizos.
Por su lado, Emily traía un vestido rojo de manga larga que terminaba en una falda plisada, una mano arriba de la rodilla, portando unos flat rojos, su peinado de manera ondulada.
—¿Por qué ellos si pueden traer tenis y yo tengo que traer tacones? —hizo un puchero Fernanda
—Por qué al menos Erick estará abstemio de cualquier tipo de beso o contacto sexual conmigo durante dos semanas —dijo sonriendo Jennifer
—¿Por qué? —alzó su ceja el guitarrista.
—Te dije qué si preferías eso o traer zapatos y pues creo que hoy no podrás disfrutar nada —dijo Jennifer mientras alzó un poco su falda dejándolo ver los pantis transparentes que traía que ocasionó que Robert, Fernanda y Astrid voltearan a otro lado.
—¡Carajo! iré a cambiarme los tenis.
—Así me gusta precioso.
Le dio un tierno beso en la boca dejándolo ir.
—Robert se siente cómodo así y a mí no me molesta digo, yo no traje tacones —alzo sus hombros Emily sonriendo, apuntando a sus flats haciendo que el guitarrista la abrazará por detrás besando su mejilla.
—¡Por eso te quiero! —sonrieron ambos y se hundió en el abrazo Emily.
—Por cierto, Amanda y Michael no vendrán, la hermana de Michael se iba a quedar sola, sus papás les toco turno nocturno y había invitado a unos amigos, así que se quedaron de niñeros.
—Caramba, creo que si tendremos que tomar Uber amor —dijo Fernanda a Astrid
—¡Naaa como creen! Las voy a dejar yo —se ofreció Robert.
—No queremos importunarte amigo —dijo Astrid.
—Tengo que ir a dejar a Emily a las doce, ¿les parece a esa hora? —Ignorando lo que dijo la gótica.
—Está bien —susurró Astrid.
En eso resgresó Erick con zapatos haciendo que Fernanda dejará salir una risita.
—¡Cállate, Lancaster! Yo no soy al que se le están quedando, viendo todo mundo —señaló a un grupo de chicos que estaban checando la figura de la bajista, algunos con los ojos abiertos, dejando salir pequeños silbidos.
—¿Se les perdió algo? —gruñó Astrid.
Todos la vieron, se sonrojaron de la pena y se retiraron, dejando de observar a Fernanda.
—¿Celosa cariño? —preguntó la bajista.
—¡Mucho! Solo eres mía, de nadie más —dijo la dibujante rodeando a la bajista de la cintura besándole su desnudo cuello, haciéndola vibrar.
—Lo sé —se volteó rodeando sus brazos al cuello de su amada y acercándose a su oído —Estoy tan mojada...quiero que me folles con tus dedos muñeca.
El susurró era apenas audible mientras mordió su lóbulo, para que acto seguido jalará a Astrid, que estaba muy roja, y la besará, dejando a la gótica anonada, no se esperó eso.
Los chicos se fueron a la parte trasera del salón de baile, tomando unas sillas para ponerse todos a platicar entre ellos, no les importaba bailar mucho, no era algo que hicieran.
Hasta que se escuchó una canción lenta muy conocida, a lo cual Jenny agarró la mano de Erick y lo dirigió a la pista, seguido por Emily que tomó la iniciativa en esos momentos con Robert, ambas parejas llegaron al centro donde había dúos ya bailando.
Los chicos posaron sus manos en la cintura de las chicas.
Sin titubear Fernanda hizo lo mismo llevando a Astrid a la pista sujetando sus caderas a lo cual la gótica puso sus manos alrededor de su cuello.
—Gracias por venir conmigo amor —musitó Astrid —. Se oirá tonto, pero...siempre quise algo así...compartir un baile de escuela con alguien y tú lo hiciste por mi...no sabes cuanto te amo Lancaster.
Fernanda sonrió jalándola hacia ella para darle un beso, haciendo que la dibujante se sonrojara acercándose más y más a ella, la bajista la pegó a su cuerpo profundizándolo, sintiendo como la chica gótica estaba frotando un poco sus piernas por lo mojada que estaba, detectando con esto las ganas que tenía Astrid de regresar a casa para estar solas.
—No tienes que agradecer, aunque si quieres hacerlo, me puedes llevar a algún lado ahorita —le guiño el ojo la castaña.
Tomó la mano de su amada, sabiendo lo oscuro que estaba y la hizo tocar su recortado pubis
–Lo hice solo por ti.
Esto hizo sentir más excitada a Astrid.
Con ello se acabó la canción, sin esperar nada la gótica jaló a la bajista fuera del gimnasio donde pasaban por muchas personas, lo cual no les importaba ahora.
Siguieron su camino por la desierta escuela, hasta llegar a un salón donde Astrid metió a Fernanda. Sin previo aviso comenzó a besarla, empujándola hacia atrás, chocando con un escritorio donde la acostó, alzando un poco su vestido.
—¡Vaya liguero! Has sido una chica muy mala amor.
—¿Qué harás al respecto?
—Te voy a follar...hasta que no puedas caminar —susurró Astrid sin dejar de besar el cuello de Fernanda —No podrás caminar por días eso te lo garantizo.
—Eso espero —contestó Fernanda.
Astrid la comenzó a besar dándole pequeños mordiscos sobre su cuello, la volvió loca esa noche.
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