07 | Secretos
Tenerlo entre sus brazos y haber podido besar sus labios lo llena de gozo, pero en su corazón persiste ese pinchazo de miedo. ¿Por qué? No lo sabe; no lo comprende realmente, pero siente que no es capaz de protegerlo. Aun teniéndolo abrazado y viéndolo dormir tranquilamente, tiene miedo a que se lo quiten de nuevo y le hagan daño.
Besa delicadamente su frente y cierra los ojos, orando dentro de sus pensamientos.
Dios, tú que eres omnipotente, por favor, te imploro poseer la fortaleza para seguir adelante; para poder proteger a todos los indefensos y tener la sabiduría para encontrar siempre la respuesta. Te imploro para que el mal de este reino termine y pueda florecer una nueva esperanza, un nuevo inicio para la vida y tranquilidad de todos... Te imploro la felicidad y plenitud a la persona que yo amo, para que nunca más sufra y posea una vida sin miedo.
Cuando abre los ojos, ve al menor todavía dormir profundamente. Levanta su diestra y acaricia su cabello, recordando como le dio un baño antes de dormir. Sonríe, porque por fin podrá servirle al menor como alguna vez en el pasado Jung Kook le sirvió a él.
Y baja la caricia a su mejilla, pensando que hizo un buen trabajo lavando su cabello y la mugre de su cuerpo; a la vez que lo acariciaba y le susurraba lo hermoso que era.
—¿En serio piensa eso de mí, príncipe? —preguntó Jung Kook, con un rubor creciente en sus mejillas y aun permaneciendo dentro de la tina.
—Sí, no hay razón para mentir —Sonrió con vergüenza, pasando el jabón por el brazo del menor—. Siempre lo he pensado. Eres hermoso.
Jung Kook en ese momento ya no dijo algo más, se mantuvo en silencio y con la mirada en sus manos, mientras el príncipe lo terminaba de bañar.
Yoon Gi libera una pequeña risa al recordar lo tímido que estaba el menor en el momento del baño, pareciéndole tierna y pura su actitud. Entonces, recuerda que el pequeño Jung Kook tuvo su cumpleaños fuera del reino, por lo que no pudo felicitarlo ni mucho menos darle el regalo que aun guarda.
Y sin pensarlo mucho, sale de la cama lentamente, mientras siente como su corazón se dispara con emoción. Con pasos lentos y suaves se acerca a su armario y busca entre la oscuridad la caja de madera. Cuando la encuentra, saca el collar de su camisa y con la llave que cuelga, abre la caja. Toma el libro y deja a la vista un par de anillos que estaban debajo de él.
Yoon Gi los mira por un segundo y recuerda que son de sus difuntos padres, se los entregó el clero hace dos años.
—Príncipe Min, con la llegada de su decimosexto año de vida, me honra entregarle estos anillos que serán el sello de su amor con su futura pareja; que, a su vez, fueron de sus padres y serán en un futuro de su primogénito. Así que, asegúrese de encontrar a la persona correcta con quien los usará —Fue lo que le dijo la líder Lee en el momento que se los entregó.
Se detiene un segundo para dejar el libro y la caja de madera dentro del guardarropa y después toma los anillos. Camina hacia su ventanal y abre la cortina para dejar entrar la luz de la luna. Mira lo preciosos que son ambos a la luz; brillantes, plateados y con un zafiro tan hermoso, semejante al color del cielo soleado.
Recuerda que sus padres portaban los anillos con orgullo para mostrar su unión de amor; lo cual le causaba emoción la idea de algún día tenerlos y portarlos con ese mismo sentimiento. Y ahora, que por fin son suyos y es consciente de ello, siente un vacío en el pecho, porque esta no era la forma en la que los quería conseguir; quería que sus mismos padres se los entregaran cuando encontrara el amor.
Se muerde ligeramente el labio inferior y después mira hacia su cama, donde Jung Kook todavía duerme profundamente. De nuevo mira los anillos y sonríe; quizá su deseo no se cumplió por completo, pero ha encontrado a una persona que ama completamente y está seguro de que es la persona correcta para portar esos anillos junto a él.
Y aunque su compromiso en un inicio fue para salvarles la vida, Yoon Gi desea fervientemente que Jung Kook lo llegue a amar como él lo hace y así construir su matrimonio sin ninguna mentira.
Entonces, tienen la idea de cortejarlo correctamente hasta que la luna de sangre esté sobre de ellos; para que así Dios sea testigo de su amor y los bendiga en esa unión.
Sonríe de nuevo mientras mira las argollas, pero un pequeño gimoteo lo distrae. Mira hacia Jung Kook, quien se remueve entre las sábanas y poco a poco va abriendo los ojos.
—¿Príncipe? —pregunta Jung Kook, tallándose los ojos.
Yoon Gi enseguida cierra el puño que sostiene los anillos y lo pone tras su espalda.
—¿Te desperté? Lo siento —Sonríe con vergüenza, aunque el menor niega.
—¿Por qué está ahí? —Pregunta con curiosidad— Cada vez el frío es mayor porque pronto llegará la primera nevada, debería estar en la cama o enfermará.
—Tienes razón, lo siento —Y, aunque se sienta reprendido, no puede evitar sostener en sus labios aquella sonrisa boba, recordando el regalo en su armario—. Por favor, cierra los ojos, te tengo una sorpresa.
Jung Kook mira con extrañeza al príncipe, pero, aun así, asiente y con total confianza, cierra los ojos, al mismo tiempo que se sienta sobre la cama.
Yoon Gi mueve rápidamente sus pies hacía su armario, donde toma la caja y guarda los anillos con llave; guarda la caja y toma el libro. Camina hacia su cama y toma asiento, pero antes de girar para estar frente a frente con el menor, enciende la vela que está en la mesita junto a una jarra de agua.
Pronto la habitación se alumbra escasamente con la luz cálida de la vela, pero es suficiente para que Yoon Gi vea la expresión en el rostro de Jung Kook cuando le entregue su regalo. Voltea a verlo y se acomoda mejor en la cama, sosteniendo el libro entre sus manos.
—Puedes abrirlos —pide Yoon Gi. Jung Kook abre los ojos y primero encuentra la mirada cariñosa y emocionada del príncipe, pero enseguida baja la vista y se encuentra entre las manos de Yoon Gi lo que parece ser un libro. Una emoción de pronto lo invade y mira de nuevo los ojos de Yoon Gi—. Feliz cumpleaños.
El príncipe le extiende el libro después de susurrar aquello. Jung Kook lo toma y durante un tiempo observa la cubierta verde adornada con un bonito ramo de flores pintado a mano; lo abre y pasa las hojas, y, por último, lee el título.
—Pétalos —susurra para sí mismo el menor.
—Es la historia de dos príncipes que siempre estuvieron destinados a amarse desde sus vidas pasadas —explica Yoon Gi—. Lo escribió el señor Kim. Espero te guste.
Jung Kook levanta su mirada lagrimosa del libro para ver a su príncipe; deja el libro sobre la almohada y hace un ademán de querer abrazar a Yoon Gi, pero se detiene al recordar su cuerpo lastimado.
—¿Puedo abrazarlo? —Pregunta con timidez el menor.
Yoon Gi no contesta, solo toma al menor entre sus brazos y lo coloca contra su pecho.
Jung Kook enseguida se abraza con delicadeza a los brazos del príncipe y recarga su cabeza sobre su pecho; no pudiendo evitar cerrar los ojos y sentirse protegido entre esos brazos.
Su corazón se hincha en una reconfortante calidez, recordando todas las cosas buenas que ha hecho el príncipe por él y -en su momento- por su madre; recuerda todas las veces que los defendió ante el rey; las veces que recibió regaños por darles más comida; o cuando le enseñó a leer y a escribir, y le prometió que en su cumpleaños número dieciséis le regalaría su primer libro. El cual, ahora tiene.
Inconscientemente se abraza con más fuerza y frota un poco su rostro contra el pecho ajeno, deseando poder regresarle todas las cosas buenas que Yoon Gi le ha dado.
—Algún día —dice Jung Kook, al momento que levanta su rostro para ver directo a los ojos del príncipe—, algún día lo haré tan feliz y le daré todo el amor que usted me ha dado, mi príncipe.
Yoon Gi mira al menor sin aliento, sintiendo como su corazón explota en felicidad por escuchar esas palabras. Lo cual provoca que rompa el abrazo y tome entre sus manos el rostro de Jung Kook, viendo directamente sus labios.
—¿Puedo? —Cuestiona el príncipe.
Jung Kook asiente en respuesta, sintiendo como un fuerte calor invade sus mejillas y su corazón golpea con fuerza su pecho. Yoon Gi sonríe y no espera más, junta sus labios en un movimiento lento. Ambos cierran los ojos y con movimientos torpes e inexpertos mueven los labios.
Yoon Gi aprovecha que aún tiene sus manos en el rostro del menor y comienza a acariciar las mejillas; aunque rompe mínimamente el beso para poder susurrar:
—Te amo tanto.
Y de nuevo junta sus labios en una danza un poco más apasionada, no dándole tiempo a Jung Kook de poder contestarle al mayor; aunque no hubiera sido la gran cosa, solo un par de balbuceos y sintiendo como su corazón se agita con gran fuerza.
Yoon Gi entreabre los ojos y mira fugazmente el sonrojo en el rostro de Jung Kook, provocando que se emocione cada vez más. Y sin pensarlo realmente, sus manos bajan por la espalda del menor, para terminar en la cintura.
Jung Kook siente como lo recorre una corriente por donde el príncipe ha pasado sus manos y se embriaga con la sensación, perdiendo por un momento los sentidos cuando Yoon Gi lo recuesta en la cama; solo es consciente cuando siente un peso sobre él.
El beso se rompe, lo cual provoca que Jung Kook abra los ojos y lo primero que vea sea el rostro de Yoon Gi encima de él, quien parece hechizado con su bonito rostro. Jung Kook desvía la mirada hacia la vela, viendo que ya falta muy poco para que se acabe y de nuevo regresen a la total oscuridad.
—Mírame —pide Yoon Gi.
Su pecho tiembla a causa de su respiración alterada, quizá por el beso, quizá por escuchar ese tono de voz en el príncipe; pero, aun así, se esfuerza por cumplir la solicitud de Yoon Gi. Jung Kook dirige la mirada hacia él, encontrando los ojos intensos y oscuros del príncipe. Pero que todavía lo siguen viendo con cariño.
—¿Qué ves en mis ojos? —pregunta Yoon Gi, su voz suena profunda.
Jung Kook se siente hechizado en ese momento, observando la mirada penetrante de Yoon Gi como si estuviera buscando algo en lo más profundo de su ser. La vela parpadea, recordándoles que el tiempo es efímero y que pronto la penumbra los envolverá de nuevo.
—Veo... un gran amor y anhelo, el cual me atrae de una manera que no puedo explicar —responde Jung Kook, sintiendo la honestidad fluir entre ellos.
Yoon Gi sonríe, una sonrisa sutil pero llena de significado. La conexión entre ambos parece haberse fortalecido con ese momento íntimo.
—Parece que soy un libro abierto para ti, Kookie —dice Yoon Gi.
El príncipe, de nuevo, se acerca para besar aquellos labios que lo tienen cautivado, pero es sorprendido cuando el menor lo toma por las mejillas y reparte suaves caricias; ahora se siente con un poco más de confianza para tocarlo, aunque no es suficiente como para externar una de las tantas preguntas que rondan por su cabeza, provocando que se muerda el labio inferior.
Yoon Gi enseguida nota el gesto y piensa que quizá se está deteniendo para decir algo. Lo conoce perfectamente.
—Dilo, no te lo guardes —pide Yoon Gi.
Jung Kook se sorprende y deja de morderse el labio, para al final preguntar:
—¿En serio nos vamos a casar?
Los ojos del menor brillan con incertidumbre, mientras que Yoon Gi por un segundo retiene el aliento.
—Sí —Suelta Yoon Gi después de un pequeño silencio—. Nos vamos a casar y si logro enamorarte antes de que la luna de sangre llegue, posiblemente podamos tener un hijo. ¿Te imaginas? Sería lo más hermoso que podría pasar en mi vida.
Jung Kook lo imagina; imagina un día soleado en el jardín, mientras él está sentado en una banca, viendo cómo a lo lejos está el príncipe cargando a un lindo bebé. Su hijo; un niño nacido por el amor. ¿Es posible?
Su respiración tiembla, al igual que su corazón.
—¿C-cómo podríamos tener un hijo? Soy un hombre —dice Jung Kook.
Yoon Gi cierra los ojos y ríe un poco al mismo tiempo que niega ligeramente.
—Aún hay muchos secretos del reino que no conoces —responde Yoon Gi, abriendo los ojos.
Se quedan en silencio, solo viéndose directo a los ojos. Jung Kook siente su cuerpo temblar de la punta de los pies hasta la cabeza, no comprendiendo las palabras del príncipe, quien sonríe sutilmente y besa por última vez la frente de menor, antes de decir:
» Es hora de dormir.
La vela muere y de nuevo la oscuridad los abraza y les hace compañía.
.
.
Al haber olvidado cerrar la cortina de su ventanal, provocó que ahora el sol entrara con vehemencia y despertara del dulce sueño al príncipe.
Yoon Gi abre los ojos y mientras se acostumbra a la luz, extiende su mano hacia su derecha, encontrando enseguida un cuerpo cálido. Voltea hacia esa dirección y sonríe, viendo el pacífico rostro de Jung Kook, que, aunque posea golpes que manchan su piel, se sigue viendo hermoso.
Y solo se queda observando cada detalle del contrario, a la vez que recuerda todo lo que pasó durante la noche anterior; los besos, las caricias y las palabras que se dijeron. ¿Acaso esa era otra forma de hacer el amor?
No lo comprende, pero sin duda su corazón se siente acobijado por una dulce sensación de bienestar, que desea pueda perdurar por siempre.
Y sonríe, después de darle un beso en los labios al menor, con la intención de despertarlo. Jung Kook se remueve un poco antes de abrir los ojos y encontrarse con la mirada encantadora del príncipe.
—Buenos días —susurra Yoon Gi.
Jung Kook sonríe en respuesta, solo viendo la mirada del príncipe. Ambos se mantienen en silencio por varios minutos, capturando toda su atención en los ojos del contrario.
El menor explora por completo el rostro de Yoon Gi, no pudiendo evitar sonrojarse al pensar que el príncipe es muy guapo; con sus ojos profundos, sus labios rosados y su piel pálida, además de aquel cabello azabache que ahora cae ligeramente por su frente.
Entonces, inevitablemente piensa en un bebé que se parezca al príncipe; sería hermoso e irreal.
—Quisiera saber cómo le puedo dar un bebé tan hermoso como usted, príncipe —Sus palabras salen sin darse cuenta y suspira.
Con valentía posa su mano sobre la mejilla de Yoon Gi y da pequeñas caricias, aun pensando en un hermoso bebé que todavía no existe.
Yoon Gi se sorprende y siente cómo su corazón tiembla con ternura, al entender que Jung Kook realmente está dispuesto a intentar tener un hijo con él.
—Hace tiempo —Comienza a hablar el príncipe y sonríe en complicidad hacia Jung Kook, capturando enseguida su mirada curiosa—, hubo un hombre casado que tuvo como amante a otro hombre, pues pensaba que así evitaría un hijo bastardo. Pero con el paso de los encuentros, su amante quedó embarazado; lo cual sorprendió a ambos e inmediatamente pidieron ayuda al clero, quienes se llevaron al hombre embarazado a su templo para estudiar el caso que les fue extraño, pero, sobre todo, fascinante. Y encontraron que el hombre poseía un útero y ovarios, los cuales se terminaron de formar gracias a las relaciones sexuales que mantuvo con el otro hombre.
Las pupilas de Yoon Gi se dilatan de la emoción, pues, de igual forma que el clero, le parece fascinante la historia, aunque en ella guarda un oscuro secreto.
» Aquel hombre lo llamaron Doncel, porque, así como aquel hombre, hubo otro caso al mismo tiempo, en un reino lejano que salió a la luz; y otros casos contados años después. Razón por la cual, en el reino, no es mal visto que haya parejas de hombres; aunque, claro, la probabilidad de que un hombre sea Doncel es muy baja, casi nula, pero no imposible.
Jung Kook siente como algo en su estómago se remueve y traga saliva, impresionado por las palabras del príncipe.
—Pero ¿por qué nadie habla sobre los Donceles? —pregunta con genuina duda, pues en todos los años que ha vivido, jamás ha escuchado algo como eso.
Yoon Gi muerde ligeramente la punta de su lengua, debatiéndose internamente si debe decírselo. Pero observa la mirada penetrante del menor, quien está inquieto en espera por una respuesta.
—Te dije que en el reino había muchos secretos ¿no? pues este es uno de ellos —responde Yoon Gi, viendo fijamente al menor—. Hace dos años, cuando regresó el señor Kim al reino, me entregó algo muy, muy importante; que ni siquiera te lo mostré —suspira y mira hacia el techo, para hacer una pequeña pausa—. Me entregó el diario de mi padre.
Jung Kook contiene la respiración por la impresión.
—¿C-cómo? —su voz tiembla con la pregunta.
—El señor Kim fue el mejor amigo de mi difunto padre y sabía lo que pasaría tras su muerte, por lo que tomó la decisión de robarse sus memorias escritas e irse del reino, para un día entregarme el diario —explica con voz queda y regresa a verlo—. Cuando lo leí, comprendí varias cosas que en ese entonces no tenían respuesta y otros secretos que no conocía que me fueron revelados.
Sus ojos se empañan, pero sus labios forman una temblorosa sonrisa.
» Uno de los secretos fue el de los donceles y por qué en el reino, las pocas personas que lo sabían callaron y no dijeron nada. Pues se les ordenó a que se mantuvieran en silencio por lealtad al reino.
—¿Por qué?
Jung Kook siente como su corazón se agita con inquietud y su respiración tiembla igual que su cuerpo. Yoon Gi traga saliva y da una profunda respiración. Mantiene el aire por unos segundos y después lo suelta lentamente.
—Porque aquel hombre que cometió adulterio fue mi abuelo, el difunto rey Min Lee Teuk. Y su hijo bastardo es —Suelta otro poco de aire y por unos segundos guarda silencio antes de soltar el gran secreto: —Min Dae Hyun.
llegué de nuevo, no he abandonado esto jejejej
espero les haya gustado y, por cierto, feliz año. <3
y si tienen teorías de cómo seguirá la historia desde este punto, me gustaría leerlas.
byebye, besos en la cola
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