02 | Desde la ventana
Tres años han transcurrido desde aquel entonces, Jae Hyun ya tiene dieciocho años y pronto será el décimo sexto cumpleaños de su pequeño. Emocionado por aquello y listo con su regalo, porque no es menos que un nuevo libro para su colección; "Pétalos", relata la historia de dos príncipes que están destinados a estar juntos y enamorarse. Una historia de amor, que le encantaría al menor.
Mira por última vez el libro de entre sus manos, feliz y agradecido con el señor Lee, su profesor de literatura y creador de aquel libro.
—Es para tu enamorado, ¿cierto? —preguntó Lee, guardando sus anteojos en una pequeña tela.
Jae Hyun no pudo evitar sonrojarse, mientras que sus labios formaban una suave sonrisa.
—Sí, pronto será su cumpleaños.
El señor Lee miró al príncipe, recordándole por un instante a cuando él era joven y se enamoró perdidamente de su esposo.
Aquel muchacho frente a él realmente tenía un puro amor hacia esa persona; el pequeño Do Young, como el príncipe lo llamaba. Y, si era sincero, desde el momento que conoció al príncipe y a Do Young -hacía casi dos años-, pudo ver esa hermosa conexión que tenían. Que para aquel entonces se preguntaba si iban a terminar juntos -cosa, que tal vez ya tenía una respuesta-.
Jae Hyun suspira una vez más, guardando el libro dentro de una caja de madera que tiene en su guarda-ropa, la cual cierra con una llave que cuelga con una cadena de plata de su cuello. Que, cuando está cerrada, Jae Hyun pasa sus dedos por el relieve de ésta, recordando a su madre y la hermosa sonrisa que tenía. Porque solo le queda eso: una caja y recuerdos por parte de ella.
Suspira de nuevo y guarda la llave dentro de su ropa, dándose media vuelta cuando escucha que llaman a su puerta.
—Adelante.
—Hola, príncipe —Una voz tímida suena cuando la puerta se abre.
—¿Do Young? —Camina hasta la puerta, encontrándose con Do Young y su mirada preocupada— Pasa, hablemos adentro.
Do Young asiente y pasa con la mirada baja. Jae Hyun, por otro lado, se asoma a ver por el pasillo, ya que siente que algo anda mal, pero no lo piensa más. Cierra su puerta y camina hacia su ventanal, donde se encuentra el menor.
—¿Qué pasa, Do Young? ¿Por qué esa mirada?
Do Young se muerde el labio y levanta su rostro para conectar su mirada con la de su príncipe. Siente miedo y un nudo en su pecho que no le permite hablar.
—El rey ordenó hablar con mi madre —Su voz tiembla y una lágrima escurre por su rostro—. Tengo miedo, mi príncipe.
A Jae Hyun se le seca la garganta y se congela su sangre. Qué el rey ordene hablar contigo era algo muy malo, esas ocasiones en donde alguien hablaba con el rey, solo era porque habían cometido traición al reino; provocando -prácticamente- su muerte.
Pero Joo Hyun definitivamente no ha cometido traición y si Dong Hae piensa en cometer otro de sus actos corruptos, primero Jae Hyun lo mataría.
—Tranquilo, Doie —Toma su rostro entre sus manos, limpiando sus lágrimas—. Te prometo que todo estará bien.
—Pero-...
Un sollozo lastimero lo interrumpe, provocando que Jae Hyun lo cubra con sus brazos junto a él. Do Young se aferra a las bonitas ropas del príncipe, llorando en su hombro mientras siente la calidez del cuerpo de Jae Hyun contra el suyo.
Y por más que quiera, no puede tranquilizarse, la idea de que su madre esté junto a aquel bastardo en una misma habitación hace que sienta tanto temor, que solo puede refugiarse en los brazos de Jae Hyun, como un cobarde.
Jae Hyun siente como tiembla el menor contra su cuerpo, por lo que lo abraza con más fuerza y le regala un suave beso en su cabellera, mientras deja caricias a lo largo de su espalda. Y evita llorar junto al menor, porque, aunque tenga miedo, él pensará alguna forma de remediar esto si lo amerita.
Pero pronto lo sacan de sus pensamientos. Alguien toca la puerta de la habitación, llamando al príncipe Jung.
—Adelante —dice fuerte Jae Hyun, rompiendo el abrazo con el menor para ponerlo atrás de él.
En seguida pasa Se Hun, el consejero del rey, quien mira por un instante a Do Young, para después ignorarlo.
—El rey ordena hablar con usted, príncipe Jung.
—Gracias. En un momento voy —responde Jae Hyun.
—Lo espero afuera. Por favor, dese prisa —dice por último el consejero antes de irse.
Cuando quedan solos en la habitación, Jae Hyun suelta un suspiro, volteando a ver a Do Young.
—Por favor, espérame aquí mientras yo hablo con Dong Hae. Arreglaré cualquier cosa que le haya hecho a tu madre.
A Do Young le brillan los ojos y toma la mano del mayor.
—Te acompaño, no puedo dejar que vayas solo, mi príncipe.
—No pu-...
—Por favor —Lo interrumpe, haciendo el agarre de sus manos un poco más fuerte.
Jae Hyun quiere negarse de nuevo, pero no puede. Entonces, se traga el nudo de su garganta y maldice a sus adentros. Toma con fuerza el agarre de Do Young y hace que ambos caminen hacia la puerta, que -cuando la abre- ahí lo está esperando Se Hun. No hay palabra alguna entremedio, simplemente Se Hun los guía por el pasillo para ir a donde está el rey.
Do Young intenta mantener sus sollozos lo más bajo posibles, pero sigue temblando por el temor y la incertidumbre. Jae Hyun trata de que no le afecte el estado de Do Young e intenta mantenerse lo más tranquilo y fuerte posible; sin embargo, su respiración lo traiciona y va más rápida, al igual que su corazón. Su mente también juega en su contra y le muestra un sin fin de escenarios de qué podría pasar, causándole una mayor inquietud.
Pronto el ambiente se vuelve pesado cuando se detienen en una puerta grande y oscura, de madera pesada. Y es el consejero el que da los toques para avisar que han llegado.
—Adelante —La voz del rey se escucha desde adentro.
Se Hun la abre y primero entra él.
—El príncipe Jung está aquí —Lo anuncia, captando enseguida la atención de Dong Hae, quien asiente.
—Bien, que pase y te retiras, Se Hun.
El consejero se hace a un lado, dándole el paso al príncipe y acompañante. Pero antes de entrar, Jae Hyun toma una gran bocanada de aire, para después soltarla. Do Young ahora se aferra a su brazo, mientras caminan juntos adentro de la gran habitación. Se Hun mira por última vez la espalda del príncipe, para después salir y cerrar la puerta.
La habitación es oscura y fría, solo alumbrada por una chimenea a un costado de la puerta. Pero ahora, como en pocas ocasiones, las cortinas de seda negra están abiertas, dejando la luz de la noche entrar por la ventana.
Dong Hae no ha notado la presencia de Do Young, por estar viendo como las primeras gotas de lluvia chocan con el vidrio, pero por el reflejo del mismo, ve a ambos jóvenes detrás de él. Voltea a verlos con una sonrisa en sus labios, aunque Jae Hyun sabe que esa sonrisa viene antes de un gran dolor.
—¡Oh, pequeño Do Youngie! No te esperaba, pero es bueno verte —Saborea su nombre entre sus labios, viendo fijamente al menor de cabellos negros.
Do Young se intimida con la mirada del rey, por lo que se esconde un poco atrás la espalda de su príncipe.
—¿Dónde está Joo Hyun? —Dice Jae Hyun con voz clara y fuerte, captando enseguida la atención del rey.
Do Young, cuando escucha el nombre de su madre, su mirada nerviosa examina toda la habitación, pero se da cuenta que ella no se encuentra ahí.
—Ahora mismo está recogiendo sus pocas pertenencias. Hoy mismo se va.
—¡¿Por qué?! —Jae Hyun eleva la voz, viendo con enojo a Dong Hae.
—Es algo que ya tenía pensado desde que cumpliste los 18 años, Jae Hyun. Ya eres lo suficientemente mayor como para que alguien cuide de ti —Su expresión facial se vuele soberbia y su sonrisa se apaga al apretar los dientes—. Además, Joo Hyun ya está vieja y enferma, lo que menos quiero es que gente como ella esté en el castillo.
Do Young solloza con fuerza al escuchar a Dong Hae, sintiendo un gran odio por ese hombre frente a él, al expresarse así de su madre.
—¡No puedes hacer eso! —Vocifera Jae Hyun, sintiendo como sus ojos se empañan.
—¡Claro que puedo! Yo soy el rey; yo mando aquí y los demás están obligados a seguir mis órdenes.
Y antes de que alguien más pueda decir algo, un relámpago cae y hace eco en la habitación. Do Young se asusta por lo sensible que está y se aferra con vigor a la espalda de Jae Hyun, intentado buscar protección.
Dong Hae mira esa acción del menor, olvidándose por un momento que estaba ahí.
—Tú no tienes nada de qué preocuparte, Do Youngie —La voz de Dong Hae sale más baja, como si intentara tranquilizar al menor; aunque Do Young ni siquiera lo mira—, tú puedes quedarte aquí porque eres de mucha ayuda. Pero, si lo deseas, te puedes ir con tu madre.
A Jae Hyun se le hace un nudo en la garganta al notar la mirada que le lanza Dong Hae a Do Young, pareciéndole totalmente enfermo. Y antes de que Do Young pueda responderle al rey, Jae Hyun deshace el agarre del menor y voltea hacia él. Toma sus mejillas y con todo el dolor de su corazón le susurra:
—Vete con tu madre —Do Young niega enseguida con la cabeza y más lágrimas brotan de sus ojos—. Es una orden de tu príncipe.
Su voz sale tan dura, que Do Young siente un frío recorrer su espalda. Y, como si fuera eterno ese momento, se miran fijamente a los ojos, esperando que no sea la última vez que se vean. Dong Hae aprieta los puños y voltea de nuevo hacia la ventana.
—Entonces se va —La voz de Dong Hae suena áspera y con un claro deje de enojo, afirmando la orden de Jae Hyun—. Bien, seguro tu madre ya está en la puerta trasera de los establos para irse. ¡Se Hun! —Llama a su consejero, quien enseguida abre la puerta— Lleva a Do Young junto a su madre.
Se Hun asiente, esperando que el príncipe suelte a Do Young para hacer su trabajo. Mientras Dong Hae da por terminado esa breve discusión, concentrándose completamente en la fuerte lluvia que cae.
Jae Hyun toma valor con un suspiro y separa sus manos del rostro del menor para tomar su mano y guiarlo hacia la puerta, ignorando con todo el dolor de su corazón como Do Young llora desconsoladamente. Se Hun se hace a un lado, permitiéndole el paso a Do Young y al príncipe, pero Jae Hyun suelta la mano de Do Young cuando éste está a fuera y sin decir algo, cierra la puerta.
Ignora los llamados del menor y se limpia las lágrimas de sus mejillas con rudeza. Voltea hacia Dong Hae y su cuerpo se tensa, esperando ya no escuchar los llamados de Do Young.
—Eres un maldito bastardo —escupe entre dientes Jae Hyun—, sabes que ellos no tienen nada y aun así los echas como si fueran peor que mierda.
—Oh, pequeño Jae Hyun —responde de manera burlesca, con una sonrisa, aún sin voltearlo a ver—, estoy consciente de ese hecho y créeme que no soy un ser desalmado; les di una pequeña choza casi a las afueras del pueblo. A lo que creo que tú también deberías estar agradecido de que Do Youngie y su madre tengan un techo gracias a mi bondad, ¿no?
Dong Hae lo mira a través del reflejo de la ventana, justo en el momento que un relámpago ilumina la habitación con su luz. Jae Hyun tiembla de la rabia, pero decide no contestar y sale hecho furia de la habitación, azotando la puerta a su paso.
Su respiración se acelera al igual que sus pasos, comienza a correr por los pasillos para llegar a las escaleras, solo pesando que aún tenga tiempo de despedir a Do Young y a Joo Hyun.
Pronto llega a la puerta de la cocina y sale al patio que da a los establos de los caballos, mojándose completamente gracias a la lluvia. Su corazón por un momento se detiene cuando no nota a Do Young por ningún lado, pero a lo lejos ve una carreta a punto de bajar la colina hacia el pueblo.
—¡Espere! —grita con todas sus fuerzas a aquel hombre que está dirigiendo la vieja carreta.
Do Young mira a la dirección de aquel grito, y por un momento, siente un pequeño alivio de verlo, pensado que tendrían su despedida. El hombre voltea hacia la voz del príncipe, sorprendiéndose de verlo correr hacia su dirección con una clara preocupación plasmada en su rostro. Pero no detiene al caballo, tiene órdenes específicas.
—¡Por favor deténgase! —Do Young le ruega al notar que no para el movimiento de la carreta, pero el hombre no hace caso.
Jae Hyun sigue corriendo, pero sus pasos se vuelven pesados cuando la tierra se hace lodo abajo de él y esto provoca que caiga de rodillas. Llora por la frustración y desespero de poder llegar a Do Young; sin embargo, sus piernas ya no tienen más fuerza para seguir.
—¡Do Young! —llama al menor.
Do Young intenta saltar de la carreta al escuchar a su príncipe, pero Joo Hyun le toma la muñeca y con miedo niega con la cabeza. Pensando que, si su hijo se queda en aquel castillo, podría correr un grave peligro.
—No lo hagas —pide la mujer, con su rostro pálido y adornado de muchas lágrimas.
Do Young siente su corazón romperse y piensa en protestar, pero al final, al ver el rostro de su madre, le hace caso. Y como si su alma se hubiera ido de su cuerpo, se sienta a un lado de ella y observa como a lo lejos aún Jae Hyun trata de arrastrarse entre el lodo y grita por él. Pero lo único que puede hacer él es llorar y abrazar con fuerza a su madre.
Pronto la carreta está demasiado lejos como para que Jae Hyun siga intentado alcanzarla y se da por vencido. Grita con dolor hasta desgarrarse la garganta y golpea el fango con el puño, pensando que esta puede ser la última vez que vea a Do Young.
Y todo esto sucediendo a los pies del rey, quien aún se encuentra en aquella habitación en lo alto del castillo, viéndolo todo con una sonrisa desde la ventana.
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Se encuentra más pálido y delgado de lo usual. Su semblante es frío y su mirada ya no tiene brillo. Las personas en el castillo ya casi no escuchan su voz y el poco tiempo libre que tiene solo se encuentra encerrado en su habitación.
La servidumbre del castillo murmura entre la oscuridad de los pasillos que esa tristeza tal vez lo lleve a un horrible final, como alguna vez sucedió con el antiguo rey. Y temen mucho que ese fuera el desenlace del príncipe Jung, porque entonces, ese reino ya no tendría salvación a manos de Dong Hae, quien poco a poco estaba provocando la muerte del pueblo, y quizá en un futuro cercano, una guerra.
Jae Hyun siente que ha muerto en vida, solo con su cuerpo manejándose de manera inconsciente; duerme pocas horas, solo pensando si estará bien Do Young y su madre; ya no llora como en las primeras noches, porque ahora se siente vacío; quiere morir y que ese dolor termine, pero al mismo tiempo el odio que siente por Dong Hae es más gran y quisiera vengarse por el dolor que le está causando. Quiere acabarlo con una daga o con sus propias manos, por eso, en el único momento que puede tener control absoluto de su cuerpo es cuando sale y pelea en el combate de cuerpo a cuerpo. En ese momento mira rojo y pelea con violencia, volviéndose en el mejor caballero que haya entrenado el jefe de guardia; aunque, en realidad lo que estaba forjando era a un monstro sin miedo a matar.
Aunque todo esto con el fin de una promesa que se hizo a sí mismo: volver a estar junto a Do Young y que nadie pueda lastimarlo.
—Bien hecho, príncipe. Es todo por hoy.
Jae Hyun asiente y se levanta del fango para después limpiarse la sangre que escurre por su frente. Camina hacia el castillo, no importándole cómo habrá quedado el tipo con el que peleó, solo es otro criado fiel al rey.
Sus pasos son lentos y pesados, al igual que su respiración. Pronto está cerca de los establos de los caballos para entrar al castillo, justo como lo está haciendo el sol atrás de las montañas. Pero alguien lo llama desde un establo. Detiene su andar y frunce el ceño; lo busca con la mirada y observa a ese alguien tratando de esconderse tras la puerta de madera.
—Príncipe, por aquí.
De nuevo lo llama esa persona. Jae Hyun duda por un momento, pero logra reconocer que es John Suh, el chico que se encarga de los caballos. Mira a los alrededores antes de acercarse, asegurándose que nadie lo viera. Camina hacia la puerta de madera y le da la espalda, viendo hacia la ventana de aquella habitación donde siempre se encuentra el rey.
—¿Qué sucede, Suh?
—Le traigo un mensaje de la señora Kim —Jae Hyun se sorprende y su corazón se siente pesado, pero antes de dar respuesta, solo asiente—. Necesita hablar con usted de manera urgente. A más tardar esta misma noche.
—Pero-...
—No se preocupe, yo lo llevaré.
Jae Hyun mira sobre su hombro y ve al chico regalarle una mirada sincera. Y como agradecimiento solo asiente y comienza su andar, pero detiene sus pasos en la entrada del castillo al sentir sus piernas temblar. Se cubre sus ojos con su mano derecha, escondiendo las lágrimas que se asoman. De pronto siente un gran miedo invadir su pecho; no quiere que nada malo les pase.
Pero antes de que pueda pensar más, corta sus pensamientos y limpia sus lágrimas en un rápido movimiento; agradece que nadie esté a su alrededor. Suspira y así como el sol, él de nuevo se esconde en su habitación.
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Mira al horizonte oscuro por su ventana y piensa que en algunos minutos más volverá a ver a Do Young, después de tres meses. Entonces, no lo piensa más y guarda la daga que tiene entre sus manos adentro de su pantalón. Toma la capa negra que descansa en su cama y sale de su habitación de la manera más ágil y silenciosa posible. Se escabulle entre los pasillos oscuros, una gran ventaja de conocer por completo su castillo es que sabe por dónde ir sin la necesidad de una vela.
Y cuando está en el pasillo para poder llegar a la cocina, escucha los pasos del alguien acercarse. Rápidamente se pone en cuclillas a un lado de un mueble grande de madera, pronto la pequeña luminosidad de una vela se presenta al igual que el sonido de pasos acercándose.
—Maldito bastardo, espero que ya pronto te mueras.
Es Se Hun, Jae Hyun reconoce enseguida esa voz. El consejero del rey dice más cosas entre dientes, pero pronto se va y de nuevo Jae Hyun se queda en penumbras. Y no le toma importancia a sus palabras, ya que siempre está hablando solo.
Y antes de seguir su camino, mira por ambos lados del pasillo, esperando no encontrarse con alguien más, pero afortunadamente está solo. Traga saliva cuando de nuevo se yergue y camina lo más rápido posible hacia la puerta de la cocina. Entra en ella y pasa de largo para llegar a la puerta trasera que da a los establos.
Suspira cuando siente el aire frio chocar con su cuerpo, despeinando su cabello, el cual avisa que pronto llegará el invierno. Se pone su capa e intenta que su rostro también se cubra con la capucha. Mira por todas partes, buscando a John, pero no lo encuentra a simple vista, quizá ya se arrepintió.
Pero antes de tan siquiera pensar en cómo hará para llegar hasta Do Young, escucha como una piedra cae cerca de sus pies. Frunce el ceño y de nuevo busca con la mirada a quien sea que le haya lanzado aquello, a la vez que su mano va directo donde descansa su daga; sin embargo, puede ver a lo lejos a John escondido atrás de un pozo.
Aunque, antes de ir hacía él, mira de nuevo a su alrededor para saber que no haya alguien que lo esté viendo. Al no ver a alguien, decide ir hacia John, aprovechando por completo que no hay luz alguna en esa parte del castillo, más que el brillo de la luna.
Pronto llega junto a John, quien le sonríe.
—Su majestad, tendremos que ir en carreta y usted tendrá que esconderse con esta manta entre la paja para que, cuando salgamos del castillo, el guardia no lo noten.
Su voz es baja, pero incluso así Jae Hyun escucha perfectamente.
—Bien, ya hay que irnos —responde Jae Hyun.
John asiente y en cuclillas ambos caminan hacia la carreta; Jae Hyun lo sigue de cerca y ambos se suben deprisa, cada uno tomando su posición. Pronto emprenden camino, sin palabras de por medio, pero con el eco de las pisadas del caballo haciendo ruido.
Bajan la colina y enseguida llegan a las puertas de la barrera de piedra que separan al castillo del pueblo. Un guardia que cuida la entrada solo le hace un movimiento de cabeza a John para después abrir la reja; aunque, cuando pasa la carreta junto a él, mira con extrañeza, ya que John siempre que se va, aquella carreta está vacía, pero ahora está llena de paja.
—¡Ey, Suh! —John enseguida detiene el movimiento y por un momento siente como se le congela la sangre— ¿A dónde crees que vas con eso? No piensas robarlo, ¿o sí?
Jae Hyun siente como su corazón y su respiración se desembocan. Pero antes de pensar en tomar su daga, John responde:
—Nada de eso, Woo. Solo llevaré esto al establo que están construyendo a las afueras del pueblo porque mañana llegan los ovinos —Su voz sale tan relajada, que Jung Woo no duda de que esté diciendo la verdad.
—Está bien. Ten un buen viaje.
John le sonríe antes de seguir con su camino. Pero Jung Woo lo mira desde lejos, pareciéndole que vio algo entre la paja, pero desiste cuando pierde de vista a la carreta por la oscuridad.
—No dijiste una mentira, ¿cierto? —Pregunta Jae Hyun, cuando cree que ya están lo suficientemente lejos de aquel guardia.
—No, no mentí, realmente tengo que llevar esto al nuevo establo. Por eso hicimos esté plan la señora Kim y yo, para que usted pudiera hablar con ella.
Jae Hyun asiente y de nuevo mantiene el silencio. El camino es largo e incómodo por todas las piedras que hacen saltar a la carreta, pero incluso con todo esto, Jae Hyun siente un agradable sentimiento adentro de su pecho, pensando que de nuevo podría tener a Do Young entre sus brazos. Aunque sea por unos minutos.
—Hemos llegado.
Jae Hyun sale de sus pensamientos al escuchar la voz de John y sentir que ya no están en movimiento; de su salto sale de entre la paja y la carreta. Y enseguida nota la pequeña y desgastada choza, sintiendo al instante la emoción de ir y tocar aquella puerta, pero John lo detiene con su voz.
—Por favor, permítame que yo lo haga —Jae Hyun no quiere permitírselo, pero se hace a un lado y deja que John se pongo frente a la madera desgastada que funge como puerta.
Jae Hyun se queda desde atrás mirando, aun con la capucha colocada sobre su cabeza. John da dos golpes fuertes y después otros dos de manera un poco más delicada, tal vez una señal entre ellos para que no cualquiera entre.
Y casi de manera inmediata, una tenue luz de vela se asoma de entre las pequeñas aberturas de la madera.
—¿John? —Esa es la voz de Do Young.
—Sí, Doie, soy yo.
Y así como Do Young escuchó la voz de John, rápidamente quita aquella madera y empuja débilmente a aquel cuidador de caballos.
—Pensé que-... —Su refunfuño se corta al ver a la persona detrás de Suh, quedándose paralizado— ¿M-mi príncipe?
Su cara se deforma en una mueca de llanto, al mismo tiempo que corre y se tira a los brazos del mayor, quien lo recibe entre lágrimas. El abrazo es tan fuerte que Jae Hyun lo levanta del suelo y lo aprieta contra su pecho, teniendo el miedo de que se lo arrebaten de nuevo.
—Dime que no es un sueño —Murmura contra el oído del menor—. Dime que realmente te tengo entre mis brazos.
Do Young lo mira entre sus lágrimas y lo único que se le ocurre para que su príncipe sepa que no es un sueño, es que le dé un beso para curar aquel dolor que sienten ambos en el corazón. Entonces, toma la cara del mayor entre sus manos y junta sus labios en un simple y tierno toque. Jae Hyun baja al menor y también toma el rostro de Do Young para no romper el beso.
Aquel beso no es como lo demás; los demás siempre habían sido en las mejillas; en la nariz; en la frente; en las manos; pero nunca en los labios. Ahora, esto se siente más íntimo que otras veces, sintiendo a la par un sentimiento que es mutuo: el amor.
espero les esté gustando, realmente me estoy esforzando mucho para escribirla <3
y sé que tiene mucho drama e, inclusive, será un poco grotesca, pero ese es el punto de la historia; quiero que sufran jijijiji.
pero no se preocupen, no todo es tan malo, habrá más besos e incluso una bo-... ok, mucho spoiler.
gracias por leer, besos en el uyuyuy. aquí jor.
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