Resurrección.
Con impaciencia veía el viejo reloj colgado en la pared que él hacía mucho había traído de sus largos viajes. Movía sus pies brincando de uno a otro y en su pecho su corazón se aceleraba. Algunas lágrimas se acumulaban en sus pequeños ojos llenos de esperanza y alegría.
Venían a su mente los recuerdos del viejo mundo que tanto dolor le había causado a su madre, pero confiaba en que ese mundo ya no regresaría.
Tocaron a la puerta. Su madre corrió entre risas y dulces lágrimas que corrían por sus mejillas sonrojadas. Se escucho el abrirse de la puerta y después una gran risa, la risa de su madre junto al sonido más dulce que aún recordaba. Era verdad, él había vuelto.
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