El bosque.
Hacía un hermoso día. Caminaba tranquila por el bosque, el viento acariciaba mi cara. El sol piromano incendiaba las copas de los árboles. Un ruiseñor cantaba en alguna rama baja. Trozos de gasa flotaban en el mar del cielo.
Los aleteos de un ave me despertaron de mi ensueño y él estaba ahí, al final del camino. Su rostro, iluminado por la suave luz del sol, era un remolino de emociones que cruzaban por sus ojos.
Su mirada comunicaba algo indescifrable, las sombras y el grito del viento, todo a nuestro alrededor se caía en pedazos. Y, ahí, en medio de ese hermoso desastre, estábamos nosotros: dos pequeños milagros que se amaban.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro