Tal como lo previó, el vampiro sobreviviente del grupo que pensaba secuestrar a Amaya, escapó. Ryu acudió a la academia de baile de Ricky y no consiguió más que un local vacío en alquiler. ¿Quién estaba detrás de ese secuestro? ¿Qué vampiro se atrevería a enfrentársele? Lo averiguaría y una vez que lo hiciera él mismo pensaba arrancarle la cabeza por dañar a Amaya.

Pero esa noche no quería amargarla con planes de venganza o guerras. Era el segundo sábado de agosto y según la tradición impuesta por Lía, su cumpleaños.

Cuando él le reveló a Amaya que en realidad ese año no pensaba celebrarlo, no supo cómo interpretar su reacción, parecía feliz y al mismo tiempo abatida. De cualquier forma, ella se negó a que no hicieran nada.

En Pries existía un mirador, el cual a la cazadora le gustaba frecuentar. Se encontraba en las adyacencias de la autopista interestatal y fue allí donde Ryu, hacía un año, casi perdía la vida. Pero también fue en ese sitio donde él le confesó que la amaba, de alguna forma ambos resurgieron a otra vida allí. En ese lugar aceptaron sus sentimientos, sus corazones se rompieron en esa explanada y ahora ella esperaba, se llenaran con el más absoluto amor.

Ryu estacionó y ambos salieron del auto. Ella no le contó nada de lo que tenía planeado, todavía quería darle una sorpresa.

La brisa cálida de agosto soplaba meciendo sus cabellos. Los de Ryu, sueltos, se movían en dirección del viento y algunos mechones de ella escapaban de la trenza. El vampiro miró la mesa al aire libre, elegantemente dispuesta. El vino enfriándose; las copas de cristal que esperaban ser llenadas; el chef, discreto, a un lado de la cocina, aguardaba a servir la comida. Amaya se deleitó en la expresión sorprendida del príncipe vampiro cuando contempló lo que ella, con la secreta ayuda de Lía, organizó para él, después de todo no fue tan difícil hacer algo especial.

—¿Y esto? —preguntó Ryu abrazándola por la cintura.

—Dijiste que era el segundo sábado de agosto.

—Gracias, querida. No habrá mejor cumpleaños que este.

La cazadora sonrió y ambos se sentaron a la mesa para degustar la deliciosa comida. Desde donde estaban podía verse abajo la ciudad de Pries iluminada. Miles de luces distantes brillaban dando una extraña sensación de irrealidad, en ese instante el mundo y sus problemas eran ajenos a ellos. Sus ojos reflejaban solo al otro y nada más importaba.

—Y entonces ¿no aprendiste a bailar?

Amaya negó con una suave sonrisa.

—Conozco un buen instructor. —Ryu la miró con la comisura izquierda levantada—. La satisfacción es garantizada.

Amaya apretó los labios y achicó sus ojos.

—¿El instructor es paciente? La alumna es casi un caso perdido.

—¡Hum! —el vampiro se levantó y le extendió la mano para tomar la suya—. Algo podrá hacer, tiene muchos recursos. Seguro con él aprenderá.

Amaya caminó hacia él con sus ojos brillando más que las estrellas.

—Esta alumna es novia de un príncipe, ¿no se pondrá celoso? Tiene el mal hábito de espiar.

—¡Ah! El príncipe seguro estará feliz si el maestro de baile logra complacer a su novia en su empeño de aprender a bailar.

Ryu rodeó con una mano su cintura, la otra la llevó a su mano, mientras sus pies la guiaban siguiendo una música imaginaria.

—Pero, es probable que de vez en cuando husmeé —dijo él sin dejar de bailar—. Ya sabes, se asegurará de que el instructor lo esté haciendo bien.

—¿Y si la alumna no aprende? —El pie de ella se tropezó con el de él y casi los hace caer, Ryu la sostuvo más fuerte de la cintura.

—En ese caso, ambos deberán esforzarse más.

Amaya se pegó a él, se puso de puntillas y le besó en la boca.

—Enséñame —le pidió ella apenas separándose.

El vampiro sonrió ampliamente, sujetó su mano con fuerza y la hizo girar, ella dejó escapar un leve grito, luego él la haló y la atrajo a su cuerpo de nuevo, la inclinó hacia atrás y Amaya rio con fuerza creyendo que se caería, pero Ryu no la soltaría. Cuando la enderezó, ella, en medio de risas, se turbó al ver los ojos amatistas que la miraban con intensidad.

—Muy bien, el instructor ha quedado complacido con la estudiante en su primera lección. —Luego le susurró al oído—. Creo que él se ha enamorado perdidamente. ¡Pobre del príncipe vampiro, le ha surgido competencia!

Ella volvió a reír mientras en la lejanía las luces distantes de la ciudad no dejaban de brillar.

FIN

Bien mis amados, hasta aquí este extra (que mas bien parece otra novela jeje), espero que les haya gustado y no les pareciera muy bobo jajaja. 

Chao, muchas gracias por acompañarme.