Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo XXVII: La rebelión de los cazadores

La situación que se vivía era inédita. Guerras y luchas entre bandos políticamente opuestos siempre habían existido, pero jamás entre especies. Todos los gobiernos del mundo nunca antes colaboraron, sin importar las diferencias políticas, para encarar juntos un objetivo común y en ese momento, por primera vez en la historia, lo hacían.

Las naciones, sin importar su credo, su orientación política, su condición socio geográfica o económica permanecían unidas para confrontar al más formidable enemigo que nunca antes tuvo el mundo: los vampiros.

Y En esa unión una más sorprendente ocurría, la de cazadores con algunos de los seres que debían enfrentar.

Ahora Ryu otorgaría su máximo voto de confianza a la organización a la que pertenecían los cazadores. Les entregaría a Vlad para que fueron ellos los encargados de custodiarle por toda la eternidad.

Por supuesto que el príncipe de ojos violeta hubiera preferido ser el encargado del prisionero, pero era obvio que si lo hacía el recelo surgiría tanto en los cazadores como en el resto de los humanos y la frágil alianza recién formada correría el riesgo de quebrarse. Vlad era entonces la garantía de la unión.

Con el prisionero esposado y el collar de reprogramación sináptica en su cuello, Karan lo llevó a La Orden.

Los cazadores que en ese momento estaban en la sede se congregaron en el vestíbulo para ver al poderoso príncipe vampiro derrotado.

Vlad avanzó, su caminar era elegante y sus ojos fríos no se fijaban en nada, ni en nadie. Los cazadores a su alrededor murmuraban y lo miraban con desprecio, algunos incluso llegaron a gritarle improperios y a burlarse en voz alta, pero él se mantenía impertérrito, haciendo caso omiso de los comentarios que buscaban humillarle.

No existía en el mundo una cárcel que pudiera albergar a los vampiros disidentes, todavía algo así no ce creaba. Karan llevó al prisionero a los calabozos de la organización y lo dejó allí mientras un sitio más apropiado se construía para la nueva sociedad que recién se fundaba. Le prometió a Ryu que lo mantendría con vida, sin embargo, antes de esa, el cazador ya había hecho una promesa totalmente opuesta, una que involucraba la muerte de todos los príncipes y líderes vampiros.

Subió al despacho que antes perteneció al general Fabio y que a su muerte pasó a ser la oficina del nuevo líder de la organización: su padre, el coronel Vladimir. Karan tocó la puerta y esperó afuera hasta que él lo hizo entrar.

El coronel lo miró fijamente, sentado detrás del escritorio con sus ojos grises, peligrosos como afiladas cuchillas, tenía el mentón apoyado en sus manos entrelazadas. Sus labios, que eran una delgada línea rígida se separaron para hablar:

—¡¿Qué hace Vlad Tepes en los calabozos de mi organización?!

Karan se sorprendió, aún de pie devolvió la pregunta con el sarcasmo impregnando cada palabra.

—¿Tú organización, padre? ¡Creí que éramos una organización sin fines de lucro apoyada por varios gobiernos, no pensé que eras el dueño! En ese caso supongo que seré tu heredero.

El coronel se levantó.

—¡Te di una orden! ¡Vlad Tepes no debería estar aquí, ni Ryu Hara continuar respirando en este mundo! ¡¿Por qué no has cumplido?!

—Antes de responder su pregunta, coronel, quiero hacerle una. En verdad es la pregunta que todos mis compañeros y yo deseamos realizar.

Karan avanzó y bajo la mirada iracunda del coronel encendió el altavoz en su escritorio.

—¿Qué es el suero de la inmortalidad y con qué fin se sintetiza en la división médica?

El coronel abrió sus ojos con sorpresa, no esperaba esa pregunta. Apagó el parlante.

—¡¿De dónde has sacado eso?! ¡No estamos hablando de lo que se hace o deja de hacer en la división médica si no de por qué los vampiros siguen vivos!

—¡Por favor, responda coronel!

El coronel Vladimir notó que su hijo dejó de tutearlo, le hablaba marcando distancia entre los dos y le interpelaba por algo que se suponía era un secreto, además no había cumplido su orden de eliminar a todos los vampiros ¿Qué estaba pasando? ¿Acaso Karan pensaba sublevarse?

En ese instante la puerta de roble se abrió, por ella entró Amaya vestida con su uniforme de cazadora y traía esposada a la doctora Auberbach. A ella le seguían el resto de los cazadores élite, cada uno de los cuales traía esposado a uno de los miembros del concejo de la organización.

El coronel veía a los recién llegados con desconcierto, era evidente que no se esperaba lo que sucedía.

Uno de los cazadores de segundo grado le entregó varias carpetas al líder rubio, las cuales colocó sobre el escritorio del jefe de La Orden.

El tono de voz de Karan demostraba seguridad y aunque hablaba con firmeza lo hacía con cortesía.

—Por favor coronel, disculpe si este no es el modo más apropiado, pero nosotros, los cazadores nos haremos cargo de juzgarlos debido a que no queda ni un solo miembro del concejo que sea digno de nuestra confianza.

El coronel en cambio parecía fuera de sí. Su rostro estaba rojo por la ira y sus ojos lanzaban llamaradas de frío fuego.

—¡¿Te has vuelto loco?! ¡Esto es una insolencia!

Karan hizo caso omiso a las palabras de su padre y continuó como si no lo hubiese interrumpido.

—Esas carpetas contienen los archivos extraídos de su ordenador y del ordenador de la doctora Auberbach y el doctor Branson, donde se explica la fabricación de un producto biológico llamado "Suero de la inmortalidad" cuya finalidad es otorgar inmunidad contra el envejecimiento a quien se le administre.

El despacho del coronel estaba atiborrado de personas. Cada cazador apresaba a uno de los miembros del concejo cuyos rostros lucían desconcertados.

Desde mucho antes del ataque a la ONU, Karan estuvo recaudando información que le permitiera demostrar el fraude que era su organización y cómo sus jefes pretendían acreditarse la inmortalidad de los vampiros y venderla entre los ricos y los poderosos. Sus compañeros de armas tan solo habían esperado que el momento de desenmascarar al concejo llegara.

El coronel dio un vistazo a los rostros jóvenes que lo rodeaban y lo miraban con rabia, de improviso empezó a reír con odio.

—¡Esto es absurdo, Karan! ¡No has dejado de ser un niño inocente e ingenuo! ¡Una organización secreta sin fines de lucro! ¿Cómo crees que se pueden financiar esos trajes sofisticados que cada uno de los más de mil cazadores en el mundo usan? ¿Sus armas, su entrenamiento, sus mejoras genéticas? La lucha para acabar con los vampiros siempre ha existido, pero solo hace unos veinte años avanzó gracias a la ciencia, a que pudimos hacer de ustedes quienes son. ¡Por supuesto que tenemos que dar algo a cambio!

Karan apretó los puños. Sintió náuseas. Tal vez si era ingenuo, quizás continuaba siendo un niño, pero ellos mismos, sus jefes y sus maestros eran los culpables. Casi desde que aprendió a hablar le inculcaron que la organización a la que pertenecía se regía por férreos principios de honestidad, de valentía y entrega. ¿Cómo pretendía su padre que aceptara de pronto que todo en lo que creía era una mentira? Él tenía fe en esa mentira y la convertiría en una verdad.

—¿Lo acepta entonces coronel? —Su voz estaba impregnada de rabia contenida.

—¡Claro que lo acepto! —le contestó con voz arrogante— y lo volvería a hacer una y mil veces si de eso dependiera deshacernos de todos esos asquerosos seres.

El maestro Otto, quien era el entrenador de la élite, habló con timidez.

—No todos teníamos conocimiento de ese suero. Yo particularmente desconocía que estuviesen sintetizando algo como eso en la división médica.

Los demás entrenadores y maestros de los cazadores alzaron su voz para negar que estuviesen involucrados en el asunto. Karan los hizo callar. Se volteo hacia ellos y sonrió con sarcasmo.

—Dígame maestro, ¿también desconocía que la mayoría de nosotros fuimos secuestrados de nuestras familias por el simple hecho que éramos genéticamente compatibles con las mejoras que ustedes pensaban implementar? —La voz de Karan se quebró por la rabia, tuvo que hacer una pausa para continuar.

—Desarrollaron todo un sistema que les permitió infiltrarse en los hospitales y conocer qué bebés eran aptos para aceptar sus modificaciones y luego un accidente... huérfanos. ¡Todos somos huérfanos gracias a ustedes!

El maestro Otto balbuceó y finalmente agachó la cabeza, no encontró argumentos que justificaran su proceder.

La doctora Auberbach se zafó del agarre de Amaya, alzó la voz para hablar.

—¡Deberían estar agradecidos de lo que hemos hecho en ustedes! Gracias a nosotros son seres únicos en el mundo, dotados de fuerza, resistencia y capacidad regenerativa envidiable. Son prácticamente inmunes a la mayoría de las enfermedades. Envejecerán lentamente y ¿aun así nos juzgan? Ustedes fueren elegidos para formar una élite única en el mundo. ¡Imaginen lo que será la humanidad gracias a los conocimientos que ha obtenido gracias a nosotros y a ustedes mis queridos niños!

Amaya frunció el ceño. Las palabras de la doctora la llenaban de asco. ¿En verdad esa mujer pensaba que lo que había hecho con ellos era algo loable? La cazadora la sujetó de nuevo con fuerza.

—¡Cállese, doctora, usted es la que menos derecho tiene para hablar!

—Coronel —intervino Karan—, por favor firme su dimisión. A partir de este momento usted y todos los miembros del concejo quedan relevados de sus cargos.

El coronel volvió a reír.

—¡¿Y quién tomará el mando de esta institución?! ¿Tú, que no eres más que un pobre niño ingenuo? ¿O ella —preguntó señalando a Amaya—que es más vampiro que humano y que tarde o temprano dejará salir el monstruo que realmente es?

En ese momento, entre los cazadores que llenaban el recinto, se hizo un espacio. El rostro del coronel se contorsionó de espanto y enojo cuando vio al recién llegado.

Era Ryu.

—¡Todos nos haremos cargo! —exclamó Karan en voz alta volteando a ver al vampiro que caminaba al centro de la sala.

—¡¡¡Estás loco!!! —vociferó el coronel— ¡Debes estar bajo su influjo hipnótico, todos lo están! ¡No puedes entregarle la institución a este ser despreciable, a los monstruos que hemos jurado destruir! ¡¿Les darás el mundo en bandeja de plata?!

Ryu avanzó hasta quedar de frente al coronel.

—Este monstruo ha sangrado y casi muere defendiendo el mundo en el cual creo. ¡Pienso que me he ganado el derecho de estar aquí!

El rostro del coronel se deformó, parecía estar a punto de sufrir un infarto.

—¡Eres un traidor, Karan! ¡¿Cómo pude criar un traidor?! ¿Acaso no te das cuenta? ¡Cuando menos lo imagines, él y sus vampiros gobernarán a toda criatura viva! Es culpa de ella, de esa asquerosa híbrido, ella te ha convencido de hacer esto.

El coronel sacó de su chaqueta un arma y sin que nadie lo pudiera evitar, jaló el gatillo.

La bala avanzó en el aire e impactó directo en el pecho de Amaya atravesándolo. El arma que él accionó estaba cargada con balas que podían penetrar el resistente tejido del que estaba hecho el uniforme de la cazadora.

Amaya se miró el agujero en su pecho sin poder creer del todo lo que sucedía. La vista se le nubló y cayó en los brazos de Ryu.

De inmediato, Karan le quitó el arma al coronel.

—¡Padre, ¿qué has hecho?!

—¡Protejo mi institución! ¡Y si tengo que matarte también a ti para conseguirlo, lo haré con gusto!

Karan lo sabía, en su corazón siempre lo había sabido. Para su padre él no era más que ningún otro cazador de la institución y todos eran iguales a sus ojos: simples armas, algunas más útiles que otras, pero no más que eso, todos prescindibles.

Lágrimas de decepción se deslizaron por el rostro del cazador.

—¡Llévenselos, a todos!

En pocos segundos el despachó se vació.

Ryu sostenía a la cazadora inconsciente en sus brazos.

—¡Pronto, llevémosla abajo, a la división médica! —apremió Karan secándose el rostro.

Ambos salieron cargando a Amaya. Ryu, con la cazadora en sus brazos iba detrás de Karan, quien lo guiaba hasta el sótano donde varios médicos alertados por él a través de su sistema de comunicación interno salieron a recibir a la mujer herida.

—¡Nos haremos cargo! —dijo uno de los doctores— Esperen aquí por favor.

Los dos asintieron entregando a la cazadora.

Al encontrarse solos se miraron a los ojos por un breve instante viendo reflejados en los orbes del otro el mismo sentimiento: preocupación y miedo. Sin embargo, sus miradas no se mantuvieron conectadas por mucho tiempo.

Ambos empezaron a caminar de un lado al otro del corredor tratando de tranquilizarse. En medio de la desesperación evitaban mirarse, pero de los dos, Ryu parecía más inquieto. Después de una hora, no pudo soportar más la tensión del momento y habló.

—¿Por qué todavía no salen? ¿Confías en esta gente? ¡No debí hacerte caso, no debí dejarla aquí, debí llevármela a un sitio de mi entera confianza!

Karan lo miró con el ceño fruncido.

—¿Qué pensabas? ¿Salir corriendo cargando con ella para que se desangrara en el camino? ¡Son médicos! No tienen nada que ver con los experimentos científicos.

Ryu se le acercó amenazador.

—¡Mas te vale! Si algo le pasa...

Karan lo encaró.

—¿Qué me harás vampiro? ¡No olvides en dónde estás!

Los dos se miraron con odio. Casi arrojaban espuma por la boca cuando uno de los médicos se acercó un poco temeroso al ver el aura asesina que ambos emanaban.

—¡Eh! Disculpen.

—¡Sí! —respondieron al mismo tiempo.

El médico los miró dubitativo.

—La cazadora que trajeron, ya está fuera de peligro. Afortunadamente, a pesar de que la bala atravesó el traje no avanzó mucho, solo perforó el pulmón derecho, un poco más y habría atravesado una de las arterias principales, por fortuna la resistencia que aportó el traje lo evitó.

—¿Puedo verla? —de nuevo hablaron los dos al mismo tiempo.

El médico los miró un poco sorprendido.

—A pesar de su alta capacidad regenerativa, aún permanece con soporte vital. Quizás en unas horas puedan entrar.

El doctor sonrió afable y se marchó. Los dos hombres en el pasillo se miraron de nuevo, después de un largo silencio, Karan habló:

—¡Esto no va a funcionar! —dijo sentándose en una de las sillas metálicas y masajeándose las sienes.

Ryu lo miró antes de sentarse a su lado.

—¿Te refieres a nuestra alianza? Pues tendremos que esforzarnos... y evitar matarnos en el proceso.

Karan sonrió con burla.

—¡Ja! ¡No matarte será lo más difícil que haga en toda mi vida!

El vampiro lo miró de soslayo, sonriendo pensó «Me gustaría verte intentándolo, cazadorcito.» 

***Hola ¿qué tal? ¿Qué les ha parecido este viaje por esta noche oscura?

Mientras releía el capítulo para editarlo no pude contener las ganas de shipear a Ryu y a Karan, jajaja, es que tienen química y ese odio que se tienen me encanta. Lo sé, lo sé, estoy muy dañada, creo que escribiré unos fanfics de mi propia novela, jajaja (Secretamente ya he shipeado a Ryu con todos los personajes de la novela, je)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro