Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo XXV: Príncipes del mundo (II/IV)

Cuando Ryu estuvo seguro que Amaya no lo veía hizo una mueca de dolor. Varias heridas atravesaban su espalda y sus brazos, no lo matarían, pero dolían y de seguro también restringirían sus movimientos.

Avanzó con la cimitarra en alto. Antes de llegar a las escaleras se encontró a un grupo de centinelas resguardándolas. En lo que enarboló la espada e hizo el rápido y amplio movimiento para asestar su ataque, el dolor lo traspasó. Apretó los dientes, debía terminar rápido aquello si quería llegar al castillo de pie y no arrastrándose por el dolor de sus muchas heridas.

Los vampiros frente a él pronto inclinaron sus cuerpos, sus caras se retorcieron en un vano intento por ganar aire en lo que Ryu desplegó en ellos su onda expansiva. No quiso matarlos, después de todo, ellos eran su misma sangre, miembros de su especie.

Avanzó dejándolos atrás, resollando por volver a respirar.

A pesar de que las antiguas escaleras de piedra cubiertas de suave musgo húmedo eran resbalosas, él las subió en segundos ignorando el dolor de su espalda. En un parpadear se encontró con el enorme frontón de hierro del castillo. Al elevar sus ojos vio en el adarve del alto muro a varios vampiros que lo transitaban patrullando.

En lo más elevado del baluarte, su mirada se cruzó con los ojos azul grisáceo y serenos de Vlad. Llevaba el oscuro y espeso cabello suelto, sus hebras brillantes se movían agitadas por el viento frío. La estampa pálida y a la vez oscura era magnífica, los escasos rayos de la luna parecían iluminarlo solo a él.

El antiguo señor de Valaquia no dijo nada, después de que sus miradas se cruzaron se retiró al interior del bastión.

Ryu permaneció mirando el espacio vacío que dejó su figura un breve instante hasta que, desde el adarve, decenas de vampiros comenzaron a atacarle arrojándole explosivos y flechas cuya punta de plata y estrancio, si lograban acertarle en su corazón, le ocasionarían graves problemas.

Retrocedió y se resguardó con su espalda pegada del grueso tronco de un árbol.

Tenía que entrar al castillo.

Se deslizó sobre la tierra húmeda y pantanosa hasta llegar a la cara norte de la elevada muralla de piedra. Desde allí podía verse abajo la carretera sinuosa y el río donde, según la leyenda romántica que envolvía a "el conde Drácula", siglos atrás se lanzara la primera y única esposa de Vlad. Por supuesto, esto del suicidio de una amada esposa, Ryu sabía que era solo leyenda.

A ese afluente del río desembocaban las aguas del castillo, por el desagüe Ryu, Karan y Amaya habían planeado que uno de ellos entraría al fortín.

Desde donde estaba, con su agudo oído escuchaba en la lejanía del bosque los gritos del enfrentamiento. Esperaba que los cazadores pudieran vencer y pronto llegaran hasta el castillo, de esa forma, luego de que él entrara por la alcantarilla, les abriría la gruesa reja de hierro, si no, tendrían que hacerlo ellos con los explosivos que portaban entre su armamento.

Esperó unos minutos más hasta que en la distancia percibió el cambio. Muchos pasos se acercaban, esperaba que fueran los cazadores los vencedores.

Se acercó a la reja de la alcantarilla que cubría la circunferencia del desagüe desde la porción inferior de la muralla hasta que se enterraba en el suelo negro del bosque. Ryu tiró de ella, con extrema facilidad quitó el entramado de la rejilla de hierro y lo apartó a un lado, sobre la cama de hojas caídas de los árboles. Introdujo su cuerpo por el espacio cilíndrico y se arrastró adentro, sobre el charco del agua de la lluvia que el desagüe dirigía fuera del castillo.

Avanzó unos metros y pronto se encontró frente a otra reja que daba al interior del patio de armas. Ryu tomó la rejilla y apartó el entramado de hierro. Como una oscura serpiente se deslizó fuera del desagüe hasta el suelo de piedra del interior del castillo. El aire denso y opresivo lo alertó.

Vampiros antiguos.

Con una rodilla apoyada en el suelo mojado y el otro pie asentado, el príncipe de ojos violeta levantó la larga cimitarra de acero damasquino y bloqueó el ataque. Se paró todavía sosteniendo fuertemente su espada que hacía retroceder a la hoja de plata labrada del sable que quería descender sobre su cabeza.

Zahyr, delante de él dio un forzado paso atrás y bajó su arma. Ambos se contemplaron en la nocturna oscuridad del castillo con la lluvia mojando sus facciones. El albino miró de arriba abajo su cuerpo sucio de tierra fangosa y dejó escapar una risa cargada de sarcasmo.

—¿Hasta cuándo te arrastrarás?

Ryu también sonrió y lo contempló con los ojos entrecerrados.

—Yo no me arrastró, yo caigo y me levantó, siempre más fuerte que antes.

Movió la espada y le asestó un corte en el brazo a su oponente de cabello plateado antes de que este pudiera girar y evitarlo.

Zahyr rugió en la noche apenas iluminada por los faroles en las columnas de piedra antigua, sus ojos rojizos refulgieron con un resplandor diabólico. Avanzó arremetiendo, sus movimientos eran rápidos y contundentes, cada vez que alzaba la empuñadura enjoyada de su delgado sable era para intentar descargarla en el pecho o la cabeza de Ryu, él le tiraba a matar.

Ryu retrocedió. Por el rabillo del ojo miró hacia atrás, intentaba desplazarse de tal manera que el otro no pudiera acorralarlo contra la pared de piedra. La furia de Zahyr se sentía cada vez que las espadas chocaban, una ira transmitida a través del metal y que hacía temblar su brazo. El albino estaba furioso y ese enojo, el príncipe de ojos violetas adivinaba que tenía siglos de antigüedad. Pensó en sacar ventaja de él.

—¿No puedes aceptarlo, Zahyr? ¿Nunca lo olvidarás? —Ryu hablaba y su tono burlón, que le restaba importancia a los motivos del otro, lo hacía enojar más.

—¡Jamás!

— Vlad y yo lo único que hicimos fue hacerte entrar en razón ¡Estabas acabando con la población mundial! Al ritmo que llevabas no iba a quedar ni un humano en pie.

Zahyr bajó la cabeza, su risa fría como cuchillas de hielo traspasó los oídos de Ryu.

—Siempre pensando en los malditos humanos. ¡¿Cuándo entenderás que no son más que comida?! ¡Solo son ganado!

El albino giró con asombrosa destreza la espada en su mano antes de arremeter con más fuerza y arrojo que antes. El choque entre ambos metales hizo brotar chispas que por un momento incendiaron la oscuridad e hicieron que los ojos de Zahyr brillaran cual llamaradas.

Ryu se movió más rápido, esquivando los ataques. Zahyr continuó con su discurso.

—¿Crees que te reconocerán como un igual? Tarde o temprano, esos que defiendes te darán la espalda, te perseguirán como el monstruo que eres, porque no lo dudes ni por un momento Ryu, tú eres un monstruo.

El de ojos amatistas se olvidó de sus heridas, apretó los dientes e intensificó su ataque. Sus movimientos aumentaron en velocidad y poder, tanto que la sonrisa que Zahyr parecía llevar tatuada en el rostro comenzó a vacilar.

Ryu empezó a no darle oportunidad. En su mente llevaba grabadas las burlas y las torturas a las que lo sometió Zahyr durante su cautiverio. No podía olvidar el rostro de Phidias antes de que el albino lo decapitara en esa playa.

Ryu quería venganza, deseaba verlo sangrando. Conocía su herida y le echó sal.

—¿Dónde está Vlad? —El príncipe de ojos amatistas sonrió seductor, intensificando la burla en sus palabras preguntó— ¿Lo tienes escondido? ¿Acaso sientes miedo de que se una a mí, de que te lo quite de nuevo?

Zahyr gritó de furia, saltó adelante y el otro tuvo que moverse a un lado para evitar ser atravesado por su cimitarra.

Contrario a lo que esperaba el platinado después de su furioso ataque, Ryu no se amilanó, sino que se echó a reír. Ver el rostro de Zahyr lleno de odio le causaba gran deleite.

—¡Por eso me odias, no soportas que tú adorado príncipe, en ese entonces me escogiera a mí!

—¡Cállate maldito infeliz!

Pero Ryu se reía más fuerte, estaba disfrutando su enojo.

Giró varias veces más. Zhayr era hábil con la espada, pero Ryu demostraba ser superior. Su diestro manejo de la filosa arma acompañado de las burlas, descontrolaban al albino.

—¡Quien sabe, tal vez si Vlad tuviera que elegir, me escoja de nuevo!

Carcajeándose, retrocedió un paso para evadir el torpe y desordenado ataque. Ryu giró y lo acorraló por detrás. Su pecho se pegó a la espalda de Zahyr, la delgada cimitarra se posó en el cuello de nieve del platinado. El albino por fin estaba vencido

La filosa hoja de plata y estrancio apoyada en el blanco cuello de Zahyr hizo un pequeño corte, la sangre brotó como cuentas de rubí. Ryu se relamió los labios, deseoso de deslizarla y rasgar aún más la piel del vampiro. Poder cobrar su venganza era lo que más ansiaba, por fin tenía en sus manos a quien le traicionó.

El albino no se movía, sabía que un paso en falso sería fatal. Sus párpados descendieron, las pestañas temblaron, los iris rojizos posaron la mirada en la brillante hoja que amenazaba su vida.

—¡Mátame! ¡¿Qué esperas?! —siseo Zahyr con odio.

—¡Oh, no me lo pidas con tanta vehemencia que tal vez te complazca!

Desde lo alto del adarve una esbelta figura descendió con elegancia. Había saltado, pero a pesar de eso, su descenso fue tan ligero que pareció que en lugar de saltar volaba y ese era su majestuoso aterrizaje.

Vlad se posó justo en frente de los dos.

Sus ojos grises primero miraron sin expresión alguna los otros rojizos, luego se deslizaron a la espada, recorrieron el fino hilo carmesí que brotaba del corte en el cuello y finalmente enfocaron los iris violeta.

Ryu sostuvo aquella mirada inescrutable hasta que un temblor sacudió los muros de piedra del castillo.

Zahyr aprovechó la breve distracción y se zafó del agarre de Ryu. Su codo se hundió en el estómago de su captor, de una patada lo envío unos cuantos metros hacia atrás.

El castillo volvió a estremecerse debido a las explosiones de los artefactos que tanto cazadores como vampiros se arrojaban desde ambos lados de la muralla.

Vlad se movió hasta pararse frente a la puerta donde sus soldados vampiros lo acompañaron a esperar la inminente entrada de los cazadores.

Ryu se recuperó rápidamente del ataque de Zahyr y lo persiguió para continuar con su pelea, él no lo dejaría ir tan fácil.

Cuando el albino sintió que lo seguía, se volteó y le atacó con una estocada del sable enjoyado. Lanzó una fugaz mirada a dónde Vlad aguardaba la entrada de los cazadores; Zahyr estaba inquieto, indeciso de si enfrentar a Ryu o acompañar a Vlad, sin embargo, el de ojos violeta no lo dejó elegir.

Avanzó hacia adelante y con rápidos movimientos ejecutó varios ataques que tomaron a Zahyr desprevenido, algunos de los cuales terminaron con cortes en sus brazos y torso.

—¡No te dejaré ir, Zahyr! —le dijo Ryu invitándolo con la mano a atacarle— ¡Esto termina hoy!

Zhayr le echó una última mirada al vampiro de espesa cabellera oscura, luego se giró y con una sonrisa se adentró en su lucha con Ryu. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro