Capitulo V: Infidelidad
Made se miró al espejo para dar los últimos toques a su maquillaje, luego peinó su flequillo hacia la izquierda, después a la derecha, lo desbarató y finalmente lo dejó al frente. Se arregló de nuevo el vestido negro con escote en V y suspiró al ver sus escasas curvas. A veces realmente odiaba su cuerpo, sentía que el vestido no la favorecía, quizás fuese mejor un pantalón, pero ya era tarde para cambiarse de nuevo.
Temprano, en la mañana fue su acto de grado. Después de pasar las mil y una con la tesis, finalmente su tutor, el profesor Black, cambió de actitud, le aceptó las correcciones, pudo presentar su tesis y la aprobó.
Durante el acto de graduación, su tutor, no estuvo presente, lo cual le pareció muy extraño pues él era el coordinador docente de la facultad. De hecho, pensándolo bien, tenía desde la defensa de la tesis, sin verlo. Pero ya eso no importaba, otro asunto invadía su pensamiento.
De verdad esperó que Lía asistiera a su graduación, que todo lo que había pensado de ella después de ver la entrevista con el vampiro, no fuese cierto. Revisó las redes sociales del supuesto vampiro y no encontró nada que lo conectara con su amiga, pensó entonces que todo era producto de su imaginación que había tejido un cuento fantástico en torno a ella. Sin embargo, Lía no apareció la mañana de su acto de grado. Se le presentaron problemas personales, le dijo en un mensaje de WhatsApp y la invitó a salir esa noche.
Su amiga, la posible vampiresa, se había erigido en alguien constante en su vida desde que se conocieron y en poco tiempo se convirtió en su mejor amiga, casi no pasaba un día sin que se vieran. Volvió a hacerse la misma pregunta: ¿Importaba si realmente ella era un vampiro?
Suspiró frente al espejo, tomó su bolso y salió del pequeño departamento rumbo al restaurant donde se vería con ella.
El sitio que Lía escogió para celebrar, era bastante exclusivo y totalmente inaccesible para sus finanzas. Ubicado en un barrio comercial donde todos los restaurantes y tiendas eran elegantes y sumamente costosas. Made se sentó en la mesa reservada y pidió vino blanco mientras la esperaba.
Dorian entró al restaurant y se sentó en una mesa apartada, pero con acceso visual a donde Made aguardaba. Él también pidió vino y comenzó a juguetear con un medallón antiguo que movía sin parar entre sus blancos dedos. Entre giro y giro de la alhaja en sus manos, pensaba. Cerró los ojos y vio a Ryu cuando lo llevaron desangrado a la Fortaleza, volvió a rememorar la locura que se apoderó de Lía al contemplarlo. La alegría que él sintió al creer que estaba muerto y que por fin todo el amor de ella sería suyo, pero no fue así. Ryu sobrevivió y aparte de él, entre los dos se interponía la bartender.
Y ahora se torturaba cual masoquista.
Al ver a Lía entrar, el tiempo le pareció congelarse. Iba vestida con un pantalón rojo entallado desde la breve cintura hasta el delicado tobillo, su pecho estaba cubierto con una sencilla camisa blanca de seda, que al caminar se movía sinuosa sobre su escote voluptuoso. Apenas ella vio a la bartender sonrió y se dirigió a su mesa.
—¡Felicitaciones! —le dijo Lía abrazándola y dándole un beso en la mejilla.
—Gracias, me habría gustado tanto que hubieses estado allí. ¡El acto fue hermoso!
—¡Imagino que sí! Traté de llegar, pero se me hizo imposible, lo importante es que ahora estoy aquí, contigo —dijo ella apretando suavemente la mano de la humana —¿Ya ordenaste?
Made negó con la cabeza.
—Te estaba esperando —dijo con timidez la chica, luego se volteó para llamar al mesonero quien se acercó, presuroso, hasta ellas.
Dorian, desde el fondo del restaurant, estaba sorprendido de que su mujer ni siquiera evaluara el lugar como solía hacerlo para verificar que no existiesen posibles amenazas. Ella mantenía los ojos fijos en la joven y sus manos entrelazadas con las de ella. El vampiro, a través de su agudo oído escuchaba la conversación de las mujeres.
—Me resbalé cuando subí a recibir el título —decía Made entre risas—, ¡casi me caigo!
Lía la miraba con ojos intensos y la sonrisa bailando en los labios rojos.
Las horas pasaron, los platos se vaciaron y las dos mujeres continuaron hablando como si el tiempo no existiera. Dorian veía con rabia y dolor como los dedos de ella acariciaban constantemente las manos de la otra. No comió nada desde que llegó, en cambio se había bebido casi media botella del vino tinto y a diferencia de las generosas caricias que se prodigaban las dos mujeres, él apretaba sus puños con fuerza, sintiendo solo tristeza.
¿Sería que, si mataba a Made, Lía haría lo mismo con él? ¿Por qué ella no lo quería? ¿Por qué, si desde que la conoció no hizo nada más que complacerla, amarla y adorarla? ¿No era suficiente? ¿Acaso merecía eso? No lo entendía, si era que ella ya no lo amaba, ¿Por qué Lía no lo dejaba? Desde que apareció la bartender, el tiempo que la vampiresa le dedicaba era cada vez más escaso, sin embargo, sus encuentros íntimos continuaban siendo tan fogosos como siempre. Él no lo entendía. ¿Sería que Madeleine era solo un desahogo para ella? ¿Una novedad en el tedio de la inmortalidad y en realidad ella continuaba amándolo? Porque si no era así, ¿qué le impedía a Lía abandonarlo? De todas formas, así Made fuera algo casual, él podía notar que era importante para ella y que le robaba el tiempo con ella y eso para Dorian era difícil de tolerar. Deseaba a Lía solo para él, no estaba dispuesto a compartirla.
Cada vez el restaurant se vaciaba más, Made parecía algo pasada de tragos, su risa era floja y al reírse se inclinaba sobre Lía. Dorian clavó las uñas en las palmas de sus manos al ver la cercanía de las dos mujeres, y sintió la sangre tibia escurrir en sus propias palmas.
Entre risas, Made resbaló en el regazo de Lía. Cuando levantó la cabeza, sus ojos se clavaron en los otros violetas.
—¿Sabes? No me importa que seas un vampiro —dijo ella arrastrando las palabras. Lía al escucharla se quedó de piedra.
—¡¿Qué?!
No le contestó porque de improviso, Made se abalanzó sobre ella y la besó. La vampiresa por un momento no supo que hacer, pero luego rodeó la espalda delgada de la muchacha y la atrajo mucho más a su cuerpo. Cuando se separaron, se miraron fijamente y sin decir una sola palabra volvieron a besarse.
La sangre corría en las manos de Dorian, una lágrima avanzó por su pálida mejilla después de verlas marcharse, abrazadas. No tenía que seguirlas para saber a dónde iban o que harían. Sabía que Lía llegaría al amanecer a casa, envuelta en el aroma de ella, después de estar con ella, de besarla y dejarse besar, después de hacerle el amor.
Lía se sentía en un sueño, tenía muchos años sin experimentar algo así, un sentimiento y una felicidad tan fuerte que la hacían volar lejos del mundo y sus problemas. La última vez que el amor burbujeó en su pecho fue cuando conoció a Dorian. La relación con el cazador fue turbulenta y avasallante desde el principio. Sentimientos de odio y deseo mezclados, ganas de doblegar al otro, de consumirlo y consumirse en el fuego del odio mezclado con amor, la lujuria y la culpa entrelazándose, hasta que ninguno de los dos pudo luchar más y al final prevaleció el amor. Dorian se convirtió y de alguna forma la intensidad dio paso a la calma de la cotidianidad.
Ahora volvía a experimentar deseo y pasión, pero de una manera diferente. No era ese sentimiento arrollador que experimentó con él y que trastornó todos sus sentidos, esto era diferente. Sentía dulzura en su pecho y una ternura reposada cada vez que veía los ojos oscuros de Made o contemplaba su sonrisa tímida. Su corazón se derretía en la calidez en la que ella la envolvía.
Abrió su auto y su amiga se sentó en el asiento del copiloto. Al entrar, Made volvió a acercársele, puso una mano en su nuca y atrajo el rostro de la vampiresa al suyo, cuando los labios se juntaron, Lía sintió que se quemaba, el deseo la desbordaba.
Se separaron y Made se tambaleó con una risa floja. Era obvio que estaba muy ebria.
—¡Me gustas! —le dijo con dificultad, arrastrando las palabras, después inclinó la cabeza hacia atrás en el asiento y se quedó dormida.
Lía, con las mejillas encendidas, le miró con ternura. La deseaba mucho, pero no así, quería que Made estuviera consciente, que le repitiera ese beso y esas palabras, con plena lucidez. Si era que se había dado cuenta, que le dijera otra vez que no le importaba que fuese un vampiro cuando estuviera sobria.
Arrancó el auto para llevarla a su casa, mañana sería otro día, lleno de posibilidades.
Dorian, acostado en su cama miraba al techo cuando ella llegó al amanecer.
—¿Dónde estabas? —masculló con voz ronca el vampiro.
Lía dio un respingo mientras se quitaba sus zapatos negros de aguja.
—Con una amiga. Pensé que dormías.
Dorian posó sus ojos miel en ella, siguió sus movimientos mientras se quitaba la ropa y luego cuando se trepó a la cama en ropa interior y avanzó gateando hasta acercar su cuerpo al suyo, tan cerca, que sentía el olor a vino de su aliento, mezclado con el perfume de jazmín y sándalo de su piel. Ella le pasó la lengua tibia por los labios.
—¿Cuál amiga? ¡No sabía que tuvieras amigas!
Lía ignoró el tono de reproche y el comentario.
—¡Adoro tu sabor!
Dorian la aplastó contra su cuerpo y le dio un profundo y largo beso, Lía gimió contra su boca cuando él la volteó dejándola abajo.
—Te vi hoy, en el restaurante.
—¿Hum? —preguntó ella sin dejar de mordisquear sus labios y abriendo su pantalón para sentirlo ya excitado y caliente.
Lía también estaba excitada después de los besos con Made y no haber querido hacer nada más con ella. Pensó que al llegar tomaría una ducha tibia y se satisfacería a sí misma, pero Dorian continuaba despierto. El deseo terminó de encenderse en ella.
—Lía, ¿me amas?
—¡Lo hago! —le respondió ella acariciando la piel de su pecho desnudo.
—¿Lo harás por siempre?
Ella se separó de él para mirarlo a los ojos.
—¿Siempre? No puedo predecir el futuro. Acaso ¿tú me amarás en cincuenta años como me amas ahora? Somos vampiros, ¿podemos permanecer con alguien para siempre?
—¡Yo te amaré eternamente! —le dijo él con fervor en sus ojos.
Ella se rio.
—Dorian, mi amor ¡Eres un vampiro recién nacido! ¿Sabes lo que significa la eternidad?
Él se presionó más contra ella y la besó con hambre, al separarse le dijo:
—Sé lo que es la eternidad y estaremos juntos en ella, no te compartiré con nadie. ¡Solo quiero que me ames como yo lo hago!
Lía sintió los labios de él en su cuello, desesperados. No podía entender sus ansías posesivas. ¿Qué más daba si lo amaba ahora o lo amaba en cincuenta años? Lo más probable es que fuera él quien se aburriera de ella. No comprendía sus celos, ella lo quería y también quería a Madeleine, ¿Por qué él no podía tolerarlo? Llegado el momento ¿Madeleine también le exigiría lo mismo? ¿Exclusividad? ¿Qué pasaría cuando el amor se acabara? Para ella estaba claro, no existe el amor eterno para alguien que puede vivir para siempre.
Ella lo tomó de las muñecas y los volteó de nuevo para quedar a horcajadas. Pasó su lengua ansiosa por el cuello frío y luego se hundió en él. Dorian gruñó cuando sintió su interior cálido.
—¿Cómo harás para no compartirme, Dorian? —dijo ella entre jadeos mientras lo cabalgaba.
El vampiro acarició su talle estrecho y sus sitios carnosos sintiendo cómo se movía sobre él, cómo lo dominaba. Después de unos minutos se sentó sosteniéndola de la cintura y luego la apoyó nuevamente en la cama para él posicionarse sobre ella. Le levantó las piernas y la penetró con furia, deseaba poseerla, someterla.
—¡Eres solo mía, Lía!, ¡solo mía!
La vampiresa lo miró con la vista nublada y los labios entreabiertos por el placer sintiendo sus fuertes movimientos.
Después de unos minutos, se derramó en su interior deseando aún enseñorearse de ella enteramente y para siempre, así eso incluyera sangre, lágrimas y sacrificio. Ella era su mujer y lo sería hasta la muerte.
***Hola, ¿como están? ¿Extrañaban a estas dos? ¿Que les parece este triángulo, que opinan de la actitud de Lía y de Dorian? No pierdan de vista esta relación, desencadenará eventos importantes.
Por cierto, amo la canción del inicio, pero sobre todo en la voz de Chester T-T y como que le va perfecta a Dorian.
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