Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPITULO IV: Otra realidad II/II

Al día siguiente, la cazadora pensaba en lo que Ryu le dijera: vampiros, cazadores, y gobiernos del mundo parecían tener una guerra política hasta ahora desconocida para ella. Todo era más complicado de lo que siempre pensó. Había mucho más que matar vampiros, parecía que el odioso ser tenía razón y era muy ingenua. Sin embargo, en ese momento solo existía para ella una constante: tenía que escapar.

A esa hora sus anfitriones sobrenaturales dormían, así que contaba con tiempo para buscar la manera de salir de allí. Tendría que intentar con la servidumbre y rezar para que su lealtad no fuera inquebrantable. Se acercó a la cocina donde Carmín y una señora de edad madura se ocupaban de los alimentos. Les habló con algo de fingida timidez:

—Hola, Buenos días.

Las mujeres se volvieron, sorprendidas de verla allí. Presurosa, Carmín acudió a ver qué se le ofrecía.

—Eh, pues quisiera algo de jugo —pidió para mantenerse con ellas.

Carmín le ofreció jugo de naranja y se quedó expectante frente a ella. Amaya se sentó demostrándoles que no tenía la intención de irse rápido.

—¿Y cómo es vivir aquí... con ellos?

Carmín la miró extrañada:

—Pues... el señor es amable con nosotros... nos cuida mucho y a nuestras familias —expplicó la muchacha de manera queda, pero segura—. Aunque a veces... es bastante severo.

—Sí —intervino la otra cocinera—, aunque usted no lo crea, el príncipe es mucho mejor jefe que muchos humanos.

Amaya la miró extrañada. Al parecer esas mujeres le eran más fieles de lo que imaginó.

—Pues no lo creo. Solo es un chupasangre que se alimenta de inocentes y se divierte manteniéndome encerrada aquí, al igual que a ustedes.

—Se equivoca, señorita —Ahora fue Carmín quien habló—, nosotras estamos aquí porque queremos. El príncipe salvó a mi madre de morir de cáncer. Cuando se es pobre, la salud no es un privilegio del que se goce y el señor pagó todo el tratamiento de mi madre. Mis hermanos estudian en la universidad gracias a él. Cuando se gradúen trabajaran en las empresas del señor Ryu.

Amaya no esperaba esa historia. ¿Había bondad en esa bestia infernal? No, solo era un engaño para mantener la fidelidad de esos pobres sirvientes. Ella no se dejaría engañar por falsa caridad. Decidió continuar con su tarea de convencer a las mujeres de ayudarla a escapar. Fingiría ser una víctima indefensa, apelaría a su piedad y clemencia. Dejó escapar las lágrimas por sus mejillas y las miró lastimeramente.

—¡A pesar de lo que dices, yo tengo miedo! ¡Se que tarde o temprano, él va a matarme! —dijo entre fingidos sollozos— ¡Ayúdenme, no quiero morir! Se que ese será mi destino si permanezco aquí, él me matará.

Carmín se apartó de ella como si tuviera una enfermedad contagiosa.

—Señorita por favor, no pida eso. Usted es una guerrera, lo sé. Sabe defenderse, yo en cambio no soy nadie. No puedo ayudarla. ¿Cómo podríamos alguna de nosotras hacerlo? —Ambas mujeres salieron de la cocina dejándola allí, totalmente frustrada.

Amaya suspiró ante su plan fallido. Salió de la cocina desanimada. Empezaba a creer que no escaparía de allí nunca y que no tenía sentido el haberse convencido de seguir luchando.

Su estado de ánimo iba de la desesperanza y la ansiedad a la determinación y la valentía. Pero por más que trataba de no dejarse dominar por el desasosiego, era difícil no sentirse derrotada y temerosa.

¿Qué pensarían de ella sus compañeros? De seguro la creerían muerta, no podía esperar que la rescataran. La Orden no arriesgaría tanto por un solo cazador. Si ella estuviera en lugar de los jefes tampoco lo haría, pero seguramente Karan pensaría diferente, trataría de rescatarla. Claro, eso en el caso de que creyera que estaba viva. Pero los vampiros no tomaban prisioneros, así que él estaría dándola por muerta. En conclusión, estaba sola. Sola para intentar escapar, pero ¿cómo?

Amaya, una vez más se determinó a no dejarse ganar por el desánimo. Pasó el día en el gimnasio del que le habló Ryu, drenando toda la frustración que sentía. Muy a su pesar, era excelente. Estaba dotado de cualquier máquina que pudiera imaginar. Había incluso algunas que no tenía el gimnasio en el que entrenaba en La Orden.

Varios hombres jóvenes y fornidos se ejercitaban cuando ella llegó. De seguro, pertenecían al equipo de seguridad de guardias mortales del príncipe, ya que no solamente vampiros lo custodiaban.

Después de darse un baño y descansar la tarde entera, decidió vagar por la casa sumida en reflexiones sin percatarse de la llegada de la noche.

Parada frente a los estantes de la biblioteca, sus dedos recorrieron los lomos de los libros. Había de todos los temas e incluso en varios idiomas, pero predominaban los de historia. Era curioso que un vampiro que podía vivir siglos y ser testigo de la historia de la humanidad, atesorara esa clase de libros. Pensaba en eso cuando sintió la presencia poderosa y oscura llenar el salón. Su corazón inevitablemente se aceleró.

—Mi querida huésped, veo que al menos has decidido pasar a la biblioteca. ¿Cómo te encuentras esta noche? —El príncipe la saludó con sonrisa encantadora y voz suave haciendo gala de unos modales elegantes y refinados.

—¡Igual que todas las noches, confundida por estar aquí! —farfulló la muchacha arrastrando las palabras con rabia —. ¿Qué es lo que deseas de mí? ¿Por qué no me matas de una vez?

Ryu sonrió divertido mirando su mohín de disgusto.

—Ya te dije que no deseo matarte y te expliqué que quiero descubrir que pretende tu organización. —El príncipe suspiró y llevó una mano a su mejilla para contemplarla—. ¿Qué podré hacer para remediar tu enojo, mi bella flor salvaje?

—Podrías dejar de llamarme de esa forma, por ejemplo —dijo ella aún más disgustada.

Ryu enarcó las cejas oscuras, sin perder la sonrisa preguntó:

—¿Cómo? ¿bella flor salvaje?

—Tengo nombre ¿sabes? —rumió la muchacha.

—Uno muy bonito. Pero es un poco impersonal solo llamarte por tu nombre ¿no crees? Además, eres agresiva y salvaje. También eres algo sombría, hermosa con cierta inclinación hacia la muerte. Siempre pensando en morir o en matar alguien. Una flor oscura como los jacintos que mandé a colocar en tu habitación.

Ryu sonrió todavía más y se acercó a ella para llevar, con sus dedos pálidos, un mechón de cabello detrás de su oreja. Amaya tragó con dificultad, el corazón volvió a latirle queriendo salírsele del pecho.

—¡No me gustan las flores! Me dan alergia —dijo ella alejándose de él.

Ryu volvió a enarcar sus cejas y rio divertido.

—No te gustan las flores, no te gusta que te hagan cumplidos, te enojas con facilidad. —El vampiro suspiró y se acarició el mentón en un gesto pensativo — ¿Qué podré hacer para alegrarte, mi bella flor oscura?

Su rostro mostró una expresión pícara, los ojos violeta la miraron sin pestañear y sin poderlo evitar, a Amaya le temblaron levemente las rodillas cuando él volvió a acercársele.

—Se me ocurre varias cosas, pero no estoy seguro de que estés dispuesta. —Los dedos fríos acariciaron la mejilla de la cazadora que, sin poderlo evitar, se sonrojó.

A ella la boca se le secó, por fortuna Ryu se alejó dos pasos y dejó de mirarla de esa forma que la ponía tan nerviosa. El vampiro volvió a hablar con voz suave:

—Puedes ir donde quieras en la casa, ya te lo he dicho. Afuera también puedes entrenar si así lo deseas. Pensaré en algo para que tus noches sean un poco más, divertidas.

Al terminar de hablar el príncipe, Amaya sintió cómo el ambiente de la habitación cambió drásticamente tornándose opresivo. Se llevó la mano al pecho, comenzaba a costarle respirar. Un frío glacial recorrió su cuerpo e hizo que sus vellos se erizaran. Quería salir de allí cuanto antes, una sensación de peligro inminente la invadió por completo.

Indiferente a lo que a ella le pasaba, Ryu sonrió complacido antes de volverse hacia la puerta.

—¡Parece que han llegado!

Inmediatamente, la puerta del salón se abrió dando pasó a dos seres de extraordinaria hermosura. Vestidos con ropas de cortes modernos pero que evocaban tiempos antiguos, los envolvía un aura tan umbría que parecían robar la luz del lugar. Las piernas de Amaya temblaron, por un momento creyó que se caería. Al mirar al guardia vampiro de la puerta, pudo notar que él experimentaba algo similar a lo que a ella le sucedía.

Ryu salió al encuentro de los dos vampiros recién llegados y su comitiva.

—¡Ah, Vald, Zahyr!, tenemos mucho de qué hablar.

«¿Vlad, Zahyr? Son los otros dos príncipes vampiros» pensó Amaya, sorprendida y ahogada por el aura poderosa que emanaban los tres reunidos.

—Imagino que debe ser algo importante para habernos convocado, Ryu— dijo Vlad, un vampiro alto, esbelto, de espeso cabello oscuro, ojos azules hipnóticos, con gesto aburrido.

Vestía pantalones oscuros, ajustados de corte recto, camisa púrpura y un saco largo de terciopelo oscuro con un corte limpio y moderno, pero que, de alguna forma, hacía pensar en épocas medievales.

—Siempre es bueno volver a vernos —habló ahora Zahyr, quien tenía cabellos platinados, casi albino y ojos rojizos. Su expresión sonriente resultaba inquietante—. Espero que después de tanto tiempo sin vernos, festejemos apropiadamente al término de esta reunión, tal como se merecen los príncipes del mundo. ¡Que aroma tan delicioso! —dijo olfateando el aire, antes de posar sus ojos en la cazadora—. Veo que tienes encantadora compañía, Ryu.

—Ella es Amaya, una cazadora élite que la Orden ha tenido en bien ofrecerme para que me acompañara durante algunos días —dijo Ryu con una media sonrisa burlona.

Los vampiros recién llegados se acercaron a la cazadora, curiosos.

—¿No dices nada, querida? —preguntó Vlad mirándola enarcando unas cejas pobladas.

Amaya quería contestar algo mordaz para demostrarles que no les tenía miedo, pero todo lo que hizo fue inclinarse ante los vampiros frente a ella, como si una mano invisible la obligara a hacerlo, al mismo tiempo que sus labios se cerraban incapaces de pronunciar palabra.

—¡Oh!, pero mírala. ¡Si es tan hermosa!

Zahyr se movió tan rápido que Amaya apenas si pudo ver una sombra desplazándose hasta pararse a unos centímetros de ella. Llevó los dedos helados a su mentón para levantarle el rostro y luego acercarse tanto, que ella comenzó a sentirse extrañamente dócil. El aliento caliente del vampiro le hacía anhelar un beso de los labios fríos. Cuando estaban a punto de besarse, intervino Ryu, molesto.

—¡No los llamé para esto, Zahyr! Ya tendremos tiempo de celebrar.

—¡Aburrido! Solo quería un aperitivo antes. A menos que ella sea tu postre —dijo Zahyr con ojos elocuentes y risa burlona.

—Vamos, hay asuntos urgentes que tratar —demandó Ryu, encaminándose a la sala de reuniones, sin prestarle atención a la burla de Zahyr.

Al desaparecer los vampiros, Amaya sintió como el aire llenaba nuevamente sus pulmones y recuperaba el control de su cuerpo y de su mente. El guardia de la entrada resollaba con fuerza, aun recobrándose de lo que sea que hicieron los príncipes sobre ellos.

Amaya miró cerrarse la puerta de la sala de reuniones por donde los tres entraron y encontró a los recién llegados muy distintos de Ryu.

Sí, no cabía duda de que ambos eran tan poderosos como él, pero parecían menos humanos. Sus ropas, aunque modernas, eran nostálgicas, con cortes medievales y sus modales, totalmente pasados de moda. En cambio, Ryu, a pesar de también hablar como salido de una novela victoriana, usaba ropa actual, como si tratara de encajar en esta época y en este mundo. Amaya lo encontró curioso. Pensó en su discurso de que le agradaba el mundo como era y ahora, al compararlo con sus iguales, llegó a la conclusión de que Ryu extrañaba su humanidad. La cazadora hizo una mueca de incredulidad ante su propio pensamiento, le pareció absurda la idea y la desechó al salir de la sala para dirigirse a su habitación.  


***Hola, ¿cómo están? Bienvenidos a este mundo oscuro y sangriento! Esta historia ya está terminada así que no teman, no la abandonaré. De hecho la estoy resubiendo, editada. Me encantaría que me dijeran qué les parece.

¿Qué impresión les han dado Vlad y Zahyr? 

Hasta el martes. No se olviden de votar.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro