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Capitulo III: Vampiros entre nosotros

 Vestida con uno de los trajes negros de La Orden que Karan le dio, ella se movía con sigilo. Camuflándose en la oscuridad, llevaba además una larga espada en la espalda. Al traje le hizo una modificación: le quitó del brazo el emblema dorado de la organización.

Desde aquel momento en que lucharon juntos dos semanas atrás, él había estado entrenándola en secreto por petición de ella. Se encontraban durante el día en un bosque apartado y allí el cazador le enseñaba a moverse, a usar su fuerza y aprovechar su destreza para tratar de dominar la psicoquinesis, la cual no se le daba bien.

Ahora el cazador le enseñaba a pelear con la espada, arte nada sencillo, de hecho, le era bastante complicado. No acababa de realizar buenos ataques y aunque sentía que no necesitaba del arma para enfrentarse a los vampiros, tampoco quería luchar contra ellos como lo hiciera hasta ahora: semejante a un monstruo de película de terror que hunde sus manos en el pecho de su oponente o le corta la garganta con las uñas. Ella deseaba algo más...humano.

Saltó desde el techo de la casa aledaña hacia el estrecho callejón que la separaba de la vecina, se pegó a la pared volviéndose una con las sombras y se acercó hasta la ventana que daba al salón, allí estaba reunida parte de la familia Belrose mirando la televisión.

Sin poderlo evitar, Hatsú sintió resbalar lágrimas tibias por las mejillas.

Después que se marchó, regresó a los pocos días para mirar de lejos a la familia, pues no se atrevía a volver. No quería ponerlos en riesgo a pesar de que los cazadores, comandados por Karan, peinaron la zona y no encontraron ningún clan vampírico. Parecía que los seres de la noche se marcharon sin dejar rastro después de aquel enfrentamiento.

Ella debió irse también, buscar su camino y no poner en peligro a quienes amaba, pero no podía hacerlo, se sentía demasiado sola. Por eso decidió quedarse cerca, viviendo en esa carpa en el bosque, en los alrededores del mirador.

Durante el día a veces Karan iba y entrenaba con él, otras veces lo hacía sola, no progresaba tanto como cuando él la dirigía, pero no quería permanecer mucho tiempo sin nada que hacer. Por las noches iba hasta la casa de los Belrose y los espiaba. Cada vez que se acercaba a esa ventana, el corazón le revoloteaba de alegría y se le comprimía de dolor, nunca volvería con ellos, pero tampoco los dejaría.

Igual a como era cuando niña y veía pasar la vida de otros a través de su ventana. Antes espiaba desde adentro, ahora lo hacía desde afuera. Peo siempre anhelando tener una vida que no era para ella.

La señora Lilian, sentada en el sillón frente al televisor, tenía en sus piernas la cabeza de Lili que jugaba con su teléfono móvil. Max no estaba allí y Hatsú supuso que estaría en su habitación. Al poco tiempo, llegó el señor Marc. Cuando Lili lo vio, saltó del regazo de su madre:

—¿Qué te dijeron, papi? ¿saben algo de Tris?

La señora Lilian miró a su esposo. Hatsú no pudo ver la reacción de su rostro desde donde estaba, pero escuchaba perfectamente la conversación. El señor Marc negó con la cabeza.

—Es como si se la hubiese tragado la tierra. Así como vino, así se fue.

Lili gimoteo y volvió a hundirse en las piernas de su madre.

—¿Por qué crees que se haya ido mi amor? En la nota que dejó, agradecía y decía que buscaría su verdadero camino, pero siempre sentí que algo malo ocurría con ella, como si llevara una gran tristeza dentro, ¿sabes? ¡Pobre chica! ¡Ojalá donde esté se encuentre bien!

El señor Marc se sentó en el sillón y Hatsú tuvo que sofocar los sollozos. ¡Que no daría por sentarse también en ese sofá! Quizás debió dejarles una nota de despedida más extensa para que no se preocuparan por ella. Nunca debió involucrarse con esa familia

El señor Marc tomó el mando del televisor y lo encendió. Hatsú sabía que a esa hora él veía junto con su mujer, su programa favorito de entrevistas y ella desde afuera lo veía también como si estuviera compartiendo con ellos en esa sala.

Cuando el programa empezó, Hatsú arrugó el ceño al escuchar de que iba la entrevista: "Vampiros entre nosotros" anunció la presentadora. La señora Lilian exclamó sorprendida:

—¿Qué es eso? ¡Esta gente ya no sabe que inventar para ganar audiencia! Antes ese programa no era así. ¡A veces inventan cada cosa!

—¡Shh, mami!

—¡Niña respeta!

«El programa de hoy estará lleno de sorprendentes revelaciones y no señores, esto no es una entrevista amarillista —decía Emilia Wolf, "la presentadora número uno de la televisión de Asikia"— en realidad tendremos de invitado a un verdadero vampiro. Pero antes vamos a hablar de evidencias».

Hatsú se sorprendió:

«¿Tendrán de invitado a un verdadero vampiro?»

Se alejó un poco de la residencia y buscó el teléfono móvil que le había dado Karan para contactarlo en caso de emergencia. A los pocos segundos escuchó la voz del rubio.

—¿Sucede algo? —preguntó él con voz aprehensiva.

—No estoy segura. ¿Tienes televisión? Sintoniza el canal treinta y nueve. Hay una entrevista bastante extraña.

—¿Una entrevista? —preguntó Karan con recelo, temía que la chica lo llamara para que viera algún programa juvenil, aunque Hatsú no le daba la impresión de ser esa clase de persona, no debía olvidar que era una adolescente.

—Sí, ya está comenzando.

Karan permaneció en silencio unos minutos.

—Ok, la veré y te llamaré luego.

Hatsú se acercó de nuevo a la ventana desde donde espiaba para ver como mostraban varios testimonios de personas que describían encuentros con "vampiros". Una de ellas contó como su vecino de veinte años, un muchacho extrovertido y saludable, de pronto se volvió taciturno y mortalmente pálido. Las cosas no hubiesen pasado de ser un caso ordinario de anemia de no ser porque un día lo vio moverse a una velocidad sobrehumana. Cuando le preguntó a la madre del chico por él y si estaba enfermo, solo le dijo que el joven había partido al extranjero. Así como ese, otros relatos describían acciones sorprendentes por personas jóvenes que luego desaparecían misteriosamente.

Hatsú miró la expresión perpleja de Lili que seguro pensaba en ella y en como la había salvado de ser arrollada. El señor Marc le subió el volumen al televisor.

El programa continuó mostrando el testimonio de una enfermera que no quiso revelar su nombre, la cual decía haber atendido varios casos extraños de chicos que acudían a la emergencia por fuertes dolores abdominales, fotofobia, fotosensibilidad, ausencia de apetito, temblores, palidez extrema y debilidad. Al realizarles el examen físico, todos presentaban características iguales: pulso prácticamente imperceptible, palidez, baja temperatura en grados de hipotermia. Siempre llamaban al mismo médico "especialista en ese tipo de casos" Cuando ella preguntaba por los pacientes, no le daban información, solo que serían trasladados a otro centro que se encargaba de ese tipo de patologías. Lo que más le sorprendía a esta enfermera, era que no se les aplicaba tratamiento alguno a pesar de los graves hallazgos físicos, solo esperaban a que llegaran por ellos para ser trasladados. En una ocasión, atendió al hijo de un conocido con los mismos síntomas. Cuando se encontró por casualidad con los padres del muchacho y les preguntó cómo estaba, ellos se mostraron sorprendidos y solo le dijeron que el chico se marchó al exterior. Nunca más volvió a ver al muchacho.

Como esa historia, siguieron otras más de personas que relataban hechos peculiares. Sin embargo, no había relatos de ataques de vampiros entre las historias que mostraba la presentadora.

«Hechos sorprendentes, sin duda, los que tal vez nuestro invitado de hoy nos ayude a comprender. Vamos a una pausa y ya regresamos ».

Hatsú, muy sorprendida, miraba la televisión a través del cristal de la ventana ¿Qué era todo aquello? ¿Descubrieron acaso la existencia de los vampiros? Miró a la sala donde la señora Lilian se había levantado de su asiento y Lili saltaba alrededor de ella diciendo:

—¡Es un vampiro mami, Tris es un vampiro!

La niña estaba feliz a diferencia de sus padres que tenían expresiones de asombro en sus rostros. El señor Marc hizo una llamada en su teléfono:

—¿Estabas por llamarme? También estás viendo el programa. Sí, lo sé —después de una pausa escuchando a su interlocutor, el señor Marc continuó —: Ella se ha ido. Sí, sí, sé que lo dijiste, que no tenía lesiones después de ser arrollada, que su pulso era tan débil y su hemoglobina muy baja y que a pesar de todo eso estaba perfectamente sana, pero... ¿un vampiro? ¡vamos Freddie! ¡Los vampiros no existen! Eres médico, debe haber otra explicación. Mira te llamo ahora, el programa está empezando.

Karan intentaba comer algo en el comedor de La Orden. Desde que apresaron a Amaya días atrás no dejaba de buscar la manera de rescatarla, pero el hecho de que se encontrara en la división médica, recluida, lo hacía casi imposible. La tarjeta del doctor Branson no sirvió cuando intentó entrar de noche y sacarla de allí, la habían desactivado. No se atrevía a contarle a nadie sus planes, no estaba seguro de en quien confiar, pero si era consciente que debía darse prisa.

Se llevó un bocado frío de puré a la boca cuando recibió la llamada de Hatsú. Llevaba exactamente los días que Amaya tenía prisionera sin verla. Se preocupó creyendo que algo malo sucedía. Pero después de hablar con ella y verificar que no era así, permaneció un momento más en el desierto comedor mirando sin ver en realidad su plato. Quizás la respuesta era entrar a la división médica junto con Hatsú y sacar a Amaya a la fuerza. Suspiró sabiendo que esa no era la mejor opción y se levantó para ir a su habitación a averiguar de que iba ese programa que la chica quería que viera.

Al llegar, encendió el televisor y sintonizó el canal treinta y nueve, luego de unos cuantos anuncios comerciales, un programa de entrevistas dio inicio. Miró con dudas a la presentadora rubia de sonrisa arrolladora, deseando que no fuera una entrevista a alguna banda musical de coreanos, pero lo que vio lo dejó sin palabras.

El programa de entrevista dio inicio mostrando en primer lugar a la señorita Emilia Wolf y a su lado, sentados en cómodos sillones, dos hombres, uno de ellos era un señor maduro de entre cuarenta y cincuenta años de edad, con el cabello cano peinado pulcramente hacia atrás, gafas con montura negra y traje. El otro, era un hombre que él conocía. Aparentaba tener entre veinte y treinta años, cabello negro, liso y... corto, de rostro atractivo y palidez extrema, vestido con un traje negro muy elegante. Emilia Wolf los miró con sonrisa radiante antes de presentarlos:

«Bien, queridos televidentes, con nosotros están dos invitados que ayudarán a aclarar todas esas dudas que sé que tienen después de escuchar estas sorprendentes entrevistas. A mi derecha nos acompaña el doctor Harold Bloomberg, Genetista, jefe de la cátedra de Genética de la facultad de medicina de la Universidad Nacional, miembro de la Academia de Medicina y presidente de la Sociedad Aiskiana de genética. Él nos aclarará si esto de ser un vampiro es posible. El otro invitado es un empresario de nuestra amada Aiskia —dijo Emilia Wolf señalando al hombre joven—, que asegura tener más de seiscientos años de vida, de los cuales, poco más de doscientos, los lleva viviendo con nosotros. Él es el señor Ryu Hara».

Luego de esas palabras, las cámaras del estudio mostraron al público, la mayoría permanecía con la boca abierta y en silencio. La cámara enfocó al invitado que mostraba una sonrisa brillante, digna de una comercial de dentífricos, quien saludó con una pequeña inclinación de cabeza.

Karan, sentado en la cama, frente al televisor, palideció.

—¡El maldito vampiro sigue vivo!

«Señor Hara, ¿es cierto que tiene más de seiscientos años de edad?¡Porque no los aparenta!».

«Es cierto señorita Wolf, aunque no sé con exactitud la fecha de mi nacimiento, si puedo decirle que jamás me he inyectado bótox.»

Ante el comentario, la audiencia estalló en carcajadas, cuando se hubo calmado, la señorita Wolf continuó:

«¿De dónde es usted?» Preguntó la presentadora con una sonrisa. Ryu también sonrió y miró a la cámara con desenvoltura.

«Me considero que soy de todas partes, durante mi vida he recorrido casi el mundo entero, así que no puedo etiquetarme con una nacionalidad». El vampiro hizo una pausa y sonrió alegremente a la cámara «Además, no sé exactamente dónde nací». De nuevo, las risas del público volvieron a hacerse oír. «Aunque creo que soy europeo. Mi madre llegó a este continente pequeña. Ella era asiática, por eso mi apellido. De mi padre no tengo referencia alguna».

«Entiendo» dijo Emilia Wolf. «Cuéntenos algo de su historia, ¿realmente es un vampiro?»

Ryu miró a la cámara antes de contestar.

«Recuerdo hace muchos lustros, alrededor de mil cuatrocientos y algo, aún Europa no era lo que es actualmente y París era una ciudad sumida en la peste. Yo era un pobre vagabundo cuando me convertí en un vampiro. Por supuesto, en ese tiempo no comprendía lo que ocurría, la comida no me apetecía, me sentía débil y vomitaba algo negruzco constantemente. Varias veces creí que se trataba de la peste que por ese entonces azotaba a Europa. Hasta que los dolores y los vómitos cesaron. Pensé que me había curado, sin embargo, algo extraño ocurrió a partir de allí: no toleraba el sol y un profundo adormecimiento me invadía al acercarse el amanecer, poco a poco me convertí en lo que soy ahora, un ser nocturno».

La presentadora, muy impactada, volvió a hablar:

«Supongo que descubrió también algo más».

Ryu clavó sus ojos en ella y después miró a la cámara con intensidad:

«¡Oh sí! Descubrí que tenía ciertas habilidades extraordinarias, como que por ejemplo podía moverme más rápido, si me hería, tardaba minutos en cicatrizar, mi piel se volvió algo más pálida y muy sensible a la luz del sol, al punto de que este me ocasiona terribles quemaduras y, con el pasar del tiempo descubrí que no envejecía».

La audiencia prorrumpió en aplausos y silbidos. Emilia Wolf, los miró complacida, pero Karan, en su habitación en La Orden, lanzó una maldición:

—El muy astuto está evitando mencionar cuál es su dieta. ¡Maldito vampiro! ¿Qué es lo que pretende?

«Así que en mil cuatrocientos usted se convirtió en vampiro, señor Hara. Y dígame, ¿quién lo convirtió? Porque eso es lo que sabemos de cómo se hace un vampiro: una mordida, beber sangre de vampiro y seremos uno de ustedes. ¿Eso fue lo que le ocurrió? ¿Alguien lo mordió?».

Ryu sonrió.

«No, nadie me convirtió. Esto... solo ocurrió. Un día empezó el dolor, los vómitos, el malestar que duró semanas y después poco a poco dejé de ser lo que era».

La presentadora enarcó sus cejas perfectamente maquilladas e hizo otra pregunta:

«¿Solo ocurrió? ¿Cómo es eso posible?»

«Pues hasta dónde sé, somos producto de una extraña y nada común mutación genética, pero supongo que el doctor» dijo Ryu señalando al hombre a su lado «lo podrá explicar mejor que yo».

« ¿De qué se alimenta señor Hara? Los vampiros beben sangre, ¿o no?»

«Mi querida señorita Wolf, es cierto, los vampiros bebemos sangre, pero... » dijo Ryu en voz alta para acallar los murmullos que se apoderaron de la audiencia «Pero, somo seres civilizados, nos alimentamos de donaciones, pequeñas cantidades de sangre que los bancos de sangre nos hacen llegar. No necesitamos beber hasta matar a alguien y mucho menos salimos volando convertidos en murciélagos o perros gigantes para desangrar a hermosas vírgenes».

Toda la audiencia volvió a reír. Una mujer de unos cuarenta años, se levantó con las mejillas sonrosadas diciendo:

«¡Señor vampiro, no soy virgen, pero le doy permiso que me desangre!» la audiencia entera volvió a reír. Ryu también lo hizo. Cuando el alboroto se hubo calmado, la presentadora preguntó:

«Señor Hara, después de seiscientos años, ¿Por qué ahora usted decide revelarnos su existencia?».

Ryu sonrió seductor, con desenvoltura miró a la cámara:

«Señorita Wolf, he vivido parte de las épocas más oscuras de la historia de la humanidad. Viví la locura de la inquisición, donde libres pensadores, eruditos y hombres inteligentes se vieron perseguidos, sus obras destruidas por la intolerancia de la época. Muchos inocentes fueron quemados por ignorancia. Viví el genocidio de los indígenas de América y luego su lucha independentista. Después la discriminación de los negros en todo el mundo y sus esfuerzos por la igualdad. Presencié el genocidio, que también por intolerancia, ocurrió durante la segunda guerra mundial». Ryu hizo una pausa, la audiencia estaba en silencio escuchándolo. «Y aunque ahora aún hay discriminación e intolerancia, aunque todavía las mujeres, las personas sexo diversas, los negros y otras minorías, siguen buscando reivindicar sus derechos y vivir en igualdad, considero que el mundo está más abierto para la tolerancia y el respeto que en ninguna otra época de la humanidad. Creo que estamos llamados a entender que todos somos diferentes y todos tenemos cabida en este planeta para vivir en armonía y respeto».

La audiencia aplaudió cuando cesó el alboroto, habló Emilia Wolf:

«Conmovedoras palabras señor Hara. Esperemos que este sea el inicio de la aceptación. Vamos ahora a un corte comercial y al regreso el doctor Harlod Bloombreg nos explicará los aspectos científicos del vampirismo».

Karan todavía veía con incredulidad la televisión.

—¿Qué se trae entre manos? ¿Por qué se está revelando ahora al mundo? El maldito vampiro lo puso todo como si fuera maravilloso ser un chupasangre. ¿No se le ocurrió mencionar que su gente se chupa a todos los desprotegidos? Ahora todo mundo querrá ser un vampiro. ¿Qué dirá mi padre de esto? Después de esta revelación, ¿aún querrá atacarlos?

Al terminar la pausa, el espacio continuó con las declaraciones del doctor explicando cómo fue contactado para analizar muestras genéticas de un vampiro. Explicó su sorpresa al analizar dichas muestras, hallando una extraordinaria mutación que explicaba todos los cambios que mostraban las personas que portaban dicha mutación. El programa cerraba con la invitación a una segunda parte en una semana donde mostrarían a otros vampiros y sus aportes a la sociedad.

Karan permaneció en silencio en la cama, analizando lo que acababa de suceder cuando sonó su teléfono. Era su padre convocándolo de urgencia a una reunión del concejo. 

*** Hola, ¿sorprendidos? Sííí Ryu sobrevivió!  Debieron cortarle la cabeza si querían realmente asesinarlo. 

¿Que les pareció la entrevista? ¿Ustedes que le preguntarían a Ryu?

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