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Capítulo I: Preparativos


Zahyr despertó solo. A pesar de que las cortinas de gasa del dosel de la cama seguían corridas, las sábanas revueltas, y el olor en la almohada a su lado, le indicaban que había tenido compañía durante el día.

Se levantó con pereza, una pequeña sonrisa sardónica apareció en los finos labios pálidos al descubrir que después de todo, había dormido a su lado. A pesar de la discusión de la noche anterior, y lo enojado que estaba, no lo abandonó. Durmió a su lado como llevaba centurias haciéndolo.

Caminó al baño y tomó una ducha rápida, se vistió con ropas ligeras acordes al clima de la isla, ató su cabello casi blanco y salió de la lujosa habitación ubicada en las catacumbas del castillo. Era la zona más segura del edificio, la puerta de acero tenía un sistema de seguridad infranqueable y un pequeño cuarto anexo desde donde se podía controlar todo el sistema de cámaras de la construcción. Al salir, saludó a sus guardias vampiros apostados a los lados de la recámara.

Subió las escaleras de piedra hasta la primera planta y se preguntó en dónde podría encontrarle. Necesitaba hablarle, verle, explicarle.

«¿Dónde estará?»

Volvió a sonreír. Creía saber dónde estaría, pues siempre que algo le atormentaba iba al mismo lugar, su favorito en toda la isla, de seguro allí le encontraría esa noche, así que salió del castillo en esa dirección.

Al llegar al final de las escalinatas de la entrada, los hermosos mastines lo saludaron moviendo sus lustrosas colas y ladrando, él les pasó la mano por el lomo aterciopelado y brillante. Cada perro había sido un regalo suyo para él, pues Zahyr siempre se sintió fascinado por esos animales y su lealtad inquebrantable.

Después de jugar un rato con ellos, caminó unos cuantos metros por la calzada cubierta de hierba verde. Dobló al sur y ascendió una pequeña colina cuya cima estaba coronada por un claro rodeado de cocoteros y uveros. En ese claro, él había hecho construir un pequeño quiosco desde donde se podía apreciar la magnífica vista del mar. Esa noche en particular, el cielo resplandecía cubierto de estrellas y la brisa fresca soplaba con aliento de salitre, encrespando su cabello platinado.

Cuando llegó al quiosco le vio de pie y de espaldas a él, observando abstraído las olas del oscuro mar.

—¿Sigues molesto? —preguntó Zahyr con cautela acercándosele.

—¿Tú que crees? — le contestó en un tono seco.

—En toda guerra hay muertes —fue la lacónica respuesta del vampiro platinado.

Vlad se volteo para mirarlo a su lado.

—¿Crees que no lo sé? ¡Yo, más que nadie se de guerras! Pero lo ideal es que las muertes no sean de nuestro bando, Zahyr.

El aludido sonrió.

—¿Eso es lo que te molesta, mi querido príncipe? —dijo rodeando su cintura—Siempre hay que hacer sacrificios.

Los ojos grises de Vlad lo miraron aún más enojados. De un sacudón se quitó las manos del otro de su cuerpo.

—¡Es un pésimo plan!

—Es un gran plan, ya verás que triunfaremos. Vamos, demos un paseo. No soporto que te enfades conmigo.

Ambos bajaron la colina. Zahyr miró de reojo el ceño fruncido del otro y sonrió. Le encantaba más cuando se mostraba enojado, lo encontraba más fiero y sexy, lo que no le gustaba era ser el motivo de ese enojo.

De inmediato evocó la época lejana en que lo ayudó a enfrentar a todos sus enemigos, cuando el hombre a su lado se volvió el temible empalador, capaz de hacer castañear de miedo los dientes del poderoso ejército osmanlí. También recordó el cansancio que lo embargó los últimos días, la decepción de ver la actitud traidora de los nobles de su nación y entendió que lo que le molestaba a Vlad de su plan era que tenía que ser hipócrita, fingir una cosa y hacer otra, pero así era la política y más en tiempos de guerra.

La brisa marina sopló con fuerza despeinando sus cabellos. Vlad tomó una liga y lo ató en una cola desenfadada.

En lugar de ir hacia el castillo, caminaban adentrándose en la isla. Dos edificaciones de concreto podían verse a corta distancia, una de ellas era la granja, el sitio donde mantenían a decenas de humanos con el único fin de alimentarse de ellos, el otro edificio era la vivienda de parte del clan de Vlad y Zahyr, el resto del clan permanecía en sitios estratégicos de Europa oriental, los Balcanes y el medio oriente.

—Quiero que veas el progreso de los muchachos —dijo Zahyr en tono conciliador.

Vlad no contestó, pero entró junto con él al complejo.

Avanzaron hasta llegar a un enorme campo abierto donde cientos de vampiros entrenaban combate cuerpo a cuerpo. Vlad se sorprendió. A pesar de que él y Zahyr vivían juntos, no notó que su compañero, en silencio preparaba semejante ejército. Y lo que más le sorprendió era que el desempeño de esos vampiros era muy bueno, señal de que no podían haber sido transformados en fecha reciente. Zahyr llevaba mucho tiempo preparándose. Vlad lo miró perplejo.

—¿Desde cuando estás haciendo esto? ¿Por qué no me dijiste nada?

Zahyr sonrió antes de contestar.

—Siempre te lo he dicho. Siempre has conocido mi ambición, que es igual a la tuya, una nueva sociedad gobernada por vampiros.

—Pero Ryu vino con su cuento de la guerra hace apenas unos días, ¿cómo puedes tener esto listo en tan poco tiempo?

Zahyr rio con ganas, luego lo abrazó por la cintura y con los ojos rojizos clavados en los suyos le contestó:

—¿Poco tiempo? Mi dragón, llevo años entrenándolos y convirtiendo humanos en soldados vampiros. Esta guerra es inevitable y no por que los humanos hayan decidido atacar, sino porque yo también estoy preparado para ello desde hace mucho, para que tomemos el lugar que nos corresponde. ¿Ahora ves porque el mío es un buen plan? Discúlpame por no habértelo dicho antes, quería darte la sorpresa. Además, estaba seguro que me apoyarías, ¿no es así?

Vlad aún lo miraba sorprendido cuando sintió los fríos labios de Zahyr sobre los suyos.

—¡Quiero que me lo cuentes todo! —exigió separándose de él.

—Ya te lo he contado todo y ahora te lo muestro. ¡He aquí nuestro ejército! Andreas, Erzsébet y Byron nos apoyan. Ellos también se están preparando. Y pronto sumaré otros a nuestro lado. Solo queda obtener la información de como derrotar a los supravampiros, pero trabajo en ello, he conseguido un informante que nos dirá, en lo que lo averigüe, como inutilizar a esas aberraciones. Cuando tengamos ese último dato, estaremos listos para iniciar el plan y luego comenzaremos una nueva era donde ya no nos esconderemos, donde toda rodilla se doblará frente a nosotros.

Vlad asintió seducido por su entusiasmo. Él y Zahyr habían fantaseado mucho con el día en que fundaran una nueva sociedad, pero jamás imaginó que Zahyr estuviera llevando a cabo en secreto esos sueños. Sus labios se curvaron en una breve sonrisa. Entendió que si compañero aprovechaba el momento, la coyuntura del enfrentamiento para ganar el apoyo de todos les demás vampiros que siempre se mostraron reacios a iniciar una lucha frontal con los humanos. Sus propios hermanos vampiros se acostumbraron a la comodidad de la sociedad humana, dejándose engatusar por Ryu y su pasividad, quien ingenuamente se creyó un príncipe entre humanos y vampiros.

Después de todo, Vlad era un estratega, él comprendió lo que quería Zahyr. Su plan no era tanto un ataque para los humanos como para los aliados de Ryu. Era el golpe final para que el resto de los vampiros que apoyaban sus ideas, las abandonaran y se adhirieran a su bando.

Vlad suspiró, era una lástima que tantos tuviesen que ser sacrificados para obtener lo que querían. 

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