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Capítulo 4 La verdad, es que no es la verdad.


Esperé un poco más de cuatro horas, pero Jesse no estaba aquí, solo era una broma de mal gusto.

La noche me arrebató la oportunidad de verla aunque sea solo un pequeño instante, bastaría para poder olvidar la cara que tendría Jessica al verme llegar al apartamento.

Esa era una historia que de seguro me condenaría delante de Jesse si es que algún día vuelve, entonces tendría que decirle todo lo que ocurrió en su ausencia. Al llegar al apartamento y comprobar que Jessica dormía tan profundo como el agujero que tenía por corazón, tomé el cuaderno en el que Jess escribía junto a mí y fue imposible no comenzar a leer algunas de las notas que ella dejó allí plasmadas.

Hay tantas aventuras como estrellas en una galaxia, y tantos sentimientos que un diabético no demoraría más de un segundo en fallecer en cualquier lugar del mundo.

He sacado la pluma dorada desde el bolsillo interno de mi abrigo, encendí la luz, porque aunque suene tonto, Jess decía que esa era la señal para saber que estaba vivo y que aun escribía por y para ella.

En ese entonces el escribir en este cuaderno no solo era un hobby, también era un código tan íntimo y secreto que nadie nunca supo de su existencia, ¿por qué?, resulta que para entonces, Jesse asistía a clases de teatro, era estrella principal por aquí, bien reconocida por todos, ¿y yo?, bueno yo era un chico que le gustaba mucho pasarla bien, no me refiero a que me gustasen las adicciones y correr en moto a doscientos por hora, ¡claro que no!, yo era ese que subía al escenario, ponía música y hacía baile entretenido para todos los que asistían al gimnasio en el que yo trabajaba tres días a la semana.

He puesto la fecha de hoy, y comencé a escribir algo que sin duda alguna me gustaba recordar y que no deseaba que jamás se me olvidase, en todo caso, estaba seguro que si enfermaba de Alzheimer ella estaría en mi primer y último pensamiento.

"Hoy comencé a escribir, olvidando lo que me hiciste desierto, porque no puedo sentir el rencor si no estás. Me estaba preguntando, ¿Recuerdas como te conocí?, estaba bailando en el escenario, gritaba cuando había que cambiar de dirección, ¡eras tan torpe!, te has puesto en el frente y me has imitado tan mal que me enfade, detuve la música y mande a todos a beber agua, baje y te pregunté si tenías algún problema conmigo, y tu respuesta fue tan acertada que entonces ya no logré olvidarte. Sí, Jess...lo recuerdo, me has sacado la lengua y has escapado de la clase. No has llegado muy lejos por supuesto, tus padres te han vuelto a traer al día siguiente y no tuvimos más que soportarnos, a mí me pagaban por enseñarte ritmo, expresión, flexibilidad...en fin, te soporte. Todos y cada uno de los días. Hasta que llegaste a la misma escuela, pasaste por el salón como si ya lo conocieras. Desde ese día comencé a estudiar tu absurdo comportamiento con los hombres."

Me salió bastante mal estudiarte Jess, terminé enamorándome de tus absurdos. Y supongo que tú de mí...me lo seguiría cuestionando mucho tiempo más, tu amiga cynthia no volvió a dirigirme la palabra, le pregunté muchas veces por ti pero ella se negó a decirme tu paradero, ¿qué hice para perderte así?

Guarde nuevamente el cuaderno en la parte de arriba del armario y me he quedado dormido con ropa en el sofá.

"Danny Mendoza, te espero en la oficina quince, a las nueve y media de esta mañana, discutiremos tu comportamiento en la transmisión de ayer."

-¡Demonios!, ¿será posible que sea el jefe del canal? –He observado el reloj, eran las siete de la mañana aún.-

-Imagino que te quedaste con alguien más, quizás por eso aun llevas el traje de ayer Danny. ¿Qué no te da vergüenza hacerme esto?

-No vamos a empezar de nuevo con lo mismo Jessica, hace bastante tiempo te dije que esto no estaba bien.

-¿Qué?, nos haré un favor a ambos y fingiré que no oí nada de lo que dijiste.

-¡Pero no tiene caso seguir así!, ¡Ni siquiera tuvo caso comenzar!

Ella rodó los ojos y me lanzó unas cartas.

-Son algunas de las cuentas, supongo que este mes no te retrasaras en ninguna, yo saldré con las chicas durante el día, no me esperes.

-¡Vale!, y no te empeñes en llegar.

Ella rió y se marchó llevando consigo su abrigo y sus largos tacones rojos.

-¿En qué estaba pensando cuando firmé ese papel con esta loca?

Suspiré y fui a ducharme, me cambié y salí sin desayunar, debía reparar mi error de ayer lo antes posible, Ryan debía pagármela, podría haberme costado mi trabajo de años.

He llegado al canal con graves problemas espaciales, en mi cabeza rebotaba la voz de Jessica, diciendo mil estupideces por segundo. Tomé la pluma dorada que aquella tarde recogí de las manos de Cynthia junto al cuaderno que Jesse dejó, la he puesto en unos de mis bolsillos y rogué al cielo una oportunidad para despedirme de este calvario de años.

He subido a la oficina, el jefe ya estaba allí, he pasado con la sangre corriendo una maratón dentro de mí.

-Supongo que sabes por qué estás aquí, creo que fui claro en el mensaje, aunque admito que no se me dan las formalidades, por eso me tomo la libertad de tutear a mis empleados.

-No puedo justificarme, solo puedo decir que me tomó en un muy mal momento.

-¡Pero no se vive de momentos en el trabajo Mendoza!, aquí se funciona, hay que ser constante, todo esto es un río que corre, si usted va a fallar en el torrente, me refiero, a que si tú vas a fallar cuando estemos al aire entonces el río no va a correr, es simple Mendoza, ¡Si un fragmento entorpece el ciclo del agua en mi río, yo le saco y le reemplazo!

-Entiendo, y le puedo asegurar no se volverá a repetir.

El jefe me ha observado incrédulo y ha reído.

-Y solo porque eres tú lo pasaré en alto. Una vez más y te marchas del canal.

Asentí justo en el momento en que alguien entró por esa puerta, otra vez eran tacones...solo esperaba que no fuesen los de mi esposa.

-¡Señorita Jesse!, ¡Qué bien que pudo venir!

Supongo que toda la habitación debió congelarse. Porque justo en ese instante me voltee y no pude dejar de verle, es tan bella como la recordaba en aquella tarde de verano a orillas del mar. Simplemente era Jesse fingiendo ser una adulta con tacones.

-Tengo algo de prisa. –Jesse pasó a mi lado sin verme.-

-Bueno lo que yo tengo que decirte no te tomará más de diez minutos. Mendoza, puede retirarse.

No he dejado de verla, no era ningún error, era ella pero no lo comprendía, ¿por qué era tan fría?, no la dejaría ir sin una explicación. Asentí a la petición del jefe y salí de la oficina, solo para quedarme a la salida de esta.

Jesse seguramente no lo iba a entender, pero ahora que estaba detrás de esta puerta, había lanzado irremediablemente al aire una moneda, que nos dictaba el momento justo, el amor o quizás el adiós.

Jesse abrió la puerta y avanzó firmemente hacia las escaleras, en ningún momento miró atrás.

-¡Jesse!

Sus hombros temblaron, pero no se detuvo, todo esto mientras yo corría esquivando personas por el pasillo, todos podían verme gritar su nombre, pero nadie sabía a quién llamaba, Jesse disimulaba muy bien el no conocerme y a la vez el no ser una desconocida en este lugar.

La silueta de Jesse desapareció entre las escaleras, me detuve al filo de estas, estaba agitado y sólo, con aquel nudo en el estómago que hacía tiempo se había aflojado.

-¡No, no, no!, ¡¡JESSE!!

El nudo subió por mi pecho y llegó hasta ese espacio entre el corazón y la garganta, el que aprieta, duele y termina por hacerte llorar. No me importaba si detrás todos estaban observando, sequé las estúpidas lágrimas que no ayudaban de nada y baje a toda prisa, esperando verla en el final, pero ni allí estaba.

He dado vueltas en círculos sosteniendo mi cabeza, mirando a todos los automóviles en el estacionamiento, en alguno quizás estaba ella, pero era estúpido, no había ninguno distinto a los demás días.

No tenía sentido seguir en aquel frío y oscuro estacionamiento.

Tomé mi abrigo que tiré al suelo un poco antes de terminar de enloquecer y caminé con la poca dignidad que me quedaba hasta las escaleras.

¿A dónde te marchaste Jess?

-¡Pero que te sucede pedazo de imbécil!

Me he volteado al oír la voz de la chica que casi me pasó el automóvil por encima, Jesse se quitó las gafas y las pasó por su cabello, sus cejas fruncidas me hicieron reír, me he quedado riendo delante de su capo sin ninguna razón, y con muchas a la vez.

Se ha bajado y me ha dado un empujón, he dejado de reír y la estreché con fuerza, no debía haber ninguna duda para ella, me hacía feliz sentirla nuevamente tan cerca de mí.

-¡Jess!, ¡Te he esperado por tanto tiempo!

Y lo que debió ser un instante completamente romántico, se disolvió en una amarga cachetada en mi mejilla. Jesse estaba llorando.

-¿¡DE QUÉ HABLAS!?, ¡YO SOY LA QUE ESPERÓ TODO ESTE TIEMPO! ¡AUN TIENES LA CARA PARA REÍRTE EN FRENTE DE MÍ!...eres un imbécil...

Aquella última palabra la hizo titubear, Jesse se subió sin remedio al automóvil, no le importaba si me pasaba por encima ni mucho menos lo que pensé después de esto.

-¡No se de lo que me hablas Jesse!, ¡de verdad que no lo entiendo!, ¡JESSE! –Me he colgado de su ventana pero ella arrancó con fuerza, me hizo caer, se marchó...simplemente se marchó apenas sus lágrimas tocaron el volante.-

Nunca pude ver a Jess de esa forma, lo único que si estaba claro es que ella no estaba en el mismo canal, y que fui yo quien de un día para otro la perdió.

La vieja corbata de papá no combinaba en este traje nuevo, ¡No puedo mostrar esto a Jess!, es su noche más que mía y la verdad no puedo arruinársela vistiéndome mal.

Ryan estaba peinándose el copo frente al espejo, esta vez se lo engominaría, ¡está loco!

-Hoy dejaré a más de una con las ganas...

-¡Ryan! –Mamá lo escuchó mientras pasaba por fuera de la habitación que mantenía la puerta abierta.-

-¡Las ganas de bailar mamá!

-¡Que no soy tu mamá Ryan!

He reído a carcajadas. –Mamá, ¿no estarás siendo muy dura?

-¡Bah!, ¡Ya deberían irse, quedan veinte minutos!

-¿Por qué?, no tenemos que pasar a buscar a nadie. –Dijo Ryan observándome, lastimosamente no sabía mentir.-

-Hijo, ¿tú crees que no se que Jesse te gusta?, ¡siempre estas con ella!, ¡ya no me ayudas en nada!

-Si...bueno... es porque estudiamos juntos mamá, estuvo conmigo en algunas materias de reforzamiento.

-Bueno bueno, entonces quizá esta sea la noche...

-¿Qué dices mamá? –Me he volteado a verla.-

-¿Eh?, nada, de pronto me he traspapelado. –Ha reído nerviosa, avanzó instantáneamente por el pasillo ignorando por completo mi cara de confusión.-

He tomado mi teléfono celular, antes de poder siquiera ponerlo en el bolsillo de mi pantalón me percaté de un mensaje que había llegado, de seguro era Jesse.

"¿Sabes dónde estuvo Jesse hoy por la mañana?, no creas que no me he dado cuenta que estás interesado en ella. Quizás te interese ver algunas fotos, las he dejado en tu casillero."

Después de ese mensaje, y lo que vi aquel día, no había razón para no odiar a Jesse, pero aun así, no lo he logrado...

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