Estaba sentado en medio de los hermanos del circo, íbamos en una de las camionetas más divertidas paseándonos por la carretera que los llevaría a su nuevo escenario.

Después de aquella mañana en la que Tomás me dijo que ámbar sabía algo sobre mi orígen decidí tomar su mano y aceptar su propuesta. Ella me dijo...

"Si quieres saber lo que yo sé sobre ti, tendrás que venir con nosotros, después de estar en el escenario una vez tú serás libre para marcharte o no."

Como mi vida ya estaba destruida con todo lo que hice antes, y como no me sentía yo en compañía de John, mi padre, decidí irme con esta chica loca. Aunque para ser sincero conmigo mismo, era realmente cálida.

-En dos semanas más será el debut, Ámbar, por favor no me hagas quedar mal, el dueño de este circo es un multimillonario que compra shows, tu sabes que si nos elige podremos presentar el show en el extranjero y ser reconocidos.

-Jamás te decepcionaría hermano.

-Pero tenemos un problema.

-¿Cuál? –Ámbar ha reposado su cabeza en mi hombro, mientras Tomás fruncía las cejas al conducir.-

-Jim no forma parte del contrato, si nos llegan a elegir tendremos que despedirnos, ¿lo tienes claro cierto? –Él me ha mirado de reojo.-

Estaba a punto de contestar, pero Ámbar se me ha adelantado alzando la voz.

-Pero si Jim aprende podría formar parte y venir con nosotros.

-¿¡QUÉ!? – Le he mirado confundido y me he separado todo lo que pude dentro de lo apretado que íbamos.- ¡Deschavetada! ¡Jamás siquiera he tomado un trapecio!

-¡Pero está en tu sangre!, ¡Puedes lograrlo! –Ella me ha tomado de la mano y ha entrelazado nuestros dedos, en verdad su intrepidez me impresionaba.-

-¡Claro que no! –He negado rotundamente.-

-Si logras hacer un acto junto a ti, hermana, puede venir con nosotros. –Tomás se detuvo y bajo a cargar bencina-

-¿A dónde es que vamos?, antes de ayer era un modelo y hoy soy un don nadie que se prepara para subirse a un escenario... estoy...totalmente perdido. –Sujeté con fuerza la mano de la pelirroja, ella me observó preocupada y ha puesto su otra mano sobre las nuestras.-

-Ya te encontré. –Ha sonreído tímidamente al pronunciar aquello.-

Alcé la mirada a sus ojos, en ellos encontré paz, estaba sintiendo lo mismo que aquel día en que caí sobre ella. Traté de sonreír pero rápidamente la sola idea de tenerla en mis brazos se esfumó, no podía ser posible.

-¿Por qué te reprimes tanto?, no importa lo que pasó antes, ahora debes aprender a mirar el presente Jim.

-¿Cómo puedes decirlo tan fácilmente?, tú no has perdido nada para decírmelo. –He quitado mi mano rápidamente y he vuelto a meterlas en mis bolsillos.-

-Pues he perdido más de lo que crees Jim. –Ella ha envuelto sus manos en una bufanda y se ha girado para no verme.-

-¿Qué perdiste? –Pregunté sin interés.-

-Mi pareja. –Comentó con tristeza.-

En aquel efímero momento su felicidad se apagó y pude sentir el dolor que aun le provocaba su ausencia.

Me ha conmovido su dolor, no quería hacerla llorar, me he arrepentido por ser tan egoísta con los sentimientos ajenos.

-¿Podrías enseñarme algo sobre las telas aéreas? ¿O quizás el trapecio?

-No te interesa realmente. –Me ha dicho sin verme.-

-Quiero ser tu nueva pareja de actuación, nadie me convencerá de no serlo.

Y tras estas mágicas palabras los días transcurrieron debajo de una carpa donde mil personas caían.

Un escenario más grande que en cualquiera de los que desfile, y miles de acróbatas muy experimentados todos.

Lo recuerdo bien, una de esas noches me levanté por que en el remolque no estaba ámbar, su cama estaba tendida. Eran cerca de las tres de la madrugada.

Me levanté algo angustiado, no era común que ella no estuviese abrazándome mientras dormía. Las luces del escenario me alertaron, y los sonidos de la malla de seguridad siendo agitada.

Corrí angustiado pensando que alguien más podía estar haciéndole a ella lo que yo una vez haría con Jesse, pero no, solo era ella que estaba ensayando en las telas, que se caía y volvía a atarse para volar por el escenario, ha vuelto a caer y se ha vuelto a levantar.

Todo esto a causa de mi poca astucia, como yo no era muy bueno en esto ella tenía que pulirse aun más para ocultar mis errores, tuvo que bajar de peso y hacer el doble de ejercicios todo por mis errores.

Me he acercado hacia los reflectores y he apagado las luces del escenario. Ella se detuvo en seco mientras estaba en el aire, podía verla aun en la oscuridad gracias a su leotardo con lentejuelas.

Encendí el primer reflector y el micrófono y le he sonreído cuando me logró verme.

-Para cerrar los actos les hemos traído desde Hollywood, Chile y california –Reí un poco antes de proseguir.- a las mejores telas aéreas en compañía de. Ámbar, la trapecista loca por Jim Risch...

He bajado rápidamente hasta el escenario y he jalado con fuerza la tela de la que ella estaba sostenida, enseguida ella se ha desenrollado en forma de tijeras y ha llegado hasta el suelo.

La he observado medio sonriendo, y ella me ha mirado agitada, parecía no comprenderlo.

-¿Por qué viniste?, deberías estar durmiendo...

-Dime que me quieres.

-¡Claro que no! –Ella ha reído, y yo he logrado mi objetivo hacerla reír.-

-¡Dímelo! –He tomado la tela que estaba detrás de mí.-

-¡Que no! –Ella tomó desafiante la tela que estaba tras de ella.-

-¿Volar?, estás loca, es imposible. –Dije actuando las líneas del libreto en el que estábamos trabajando.-

-Lo único imposible es a lo que no te arriesgas. –Ella me ha tomado por la cintura y yo a ella.-

-Enséñame como volar junto a ti. –Hemos despegado del suelo girando, sin dejar de vernos y en el aire.-

Aquellas palabras fueras del libreto le han hecho colorearse. Me costaba aceptarlo, pero poco a poco me envolvía este mundo de magia y arte, sentía que este era mi lugar y que ella lo complementaba. Después de todo fue ella la que me arrastró a la verdad, y aun cuando la sepa no deseo irme...

No quiero irme...