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Capitulo 19 La culpa


Estaba junto a Jesse, bebíamos cappuccino de forma cómplice, sin decir nada, parecía que un nuevo código personal se creaba entre nuestras miradas.

-Jesse... creo que llegó el momento para hablar... te contaré todo luego de terminar de dar las noticias. Esta noche.

-Sólo tengo una duda...-Jesse ha dejado su cappuccino seriamente en la mesa.-

Alcé una ceja y ladee la cabeza.

-¿Cómo hiciste todos estos años para que la tinta te durase en la pluma dorada que compré?

Sonreí ante aquella inocente pregunte, dejé caer mi mano libre sobre la de ella en la mesa y respondí mirándola fijamente, quería vacilar en su mirada otro rato más.

-No la usé para otra cosa que no fuese escribir cartas en el cuaderno.

-¿Entonces no escribiste suficiente? –Ella formó un pequeño corazón roto con sus dos manos, seguía igual de infantil, eso podía enamorar a cualquiera.-

-Es parte de lo que debo contarte después de las noticias, ¿prometes esperarme?, quisiera contarte todo con detalles.

Mi teléfono celular ha comenzado a vibrar encima de la mesa, hice un pequeño mohín, era John. Jesse ha asentido, me dijo que contestara, entonces no tuve como evitarlo.

-¿Hola? ¿Quién es? –Quizás sería Jessica, pensé mientras hablaba.-

-Sabes, aunque no lo creas si te tuve mucho cariño, era irónico sentirlo, porque tú no debiste pasar por nada de esto y menos si yo te lo provocaba.

-¿John, eres tú? –Alcé ambas cejas impresionado.-

-Pero me equivoqué. Pensé que podrías cambiar si te hacia un hombre pleno con mi hija, tú sabes que muchos hombres le desean y solo tú la tenías, y aun así no le mirabas ni por un segundo con un poco de amor.

-¿¡Qué dices!? –Me he levantado sin dejar de mirar a Jesse que parecía estar asustada.-

-Te di un lugar donde vivir, un buen empleo al cual pocos aspiran... y me traicionaste.

-Jamás ha estado en venta mi libertad John, quisiste utilizarla a toda costa para tu beneficio personal. –Dije muy seguro.-

-John... ¿A qué quieres llegar con todo esto?

-Asesine a un hombre por tu culpa.

He tragado con pesar al oírlo, la voz penetraba mis oídos de alguna forma especial, de pronto yo también comencé a tener miedo, a sentir el frío en mi interior.

-Asesine a Roberto. Tú padre.

El peso sobre mis hombros ha vuelto a caer, quizás una avalancha de nieve podía cubrirme para hacerme sentir vivo.

Tartamudee algo inaudible, Jesse se levantó y mi celular cayó al suelo. Sentía que las lágrimas no ocupaban más del cinco por ciento de todo lo que sentía, estaba mirando al frente, mis ojos no podían parpadear, por alguna extraña razón un bucle infinito se tragó el salón completo.

-Papá...¡debo ir con él!

-¡Danny! –Jesse me ha sacudido un poco.- ¿Qué le sucedió?

-¡Debo ir con él!, ¡Déjame ir con él! –Me he soltado de su agarre.- ¡Está muerto maldita sea!

He negado retrocediendo, y comenzado a correr, Jesse podía irse a África o a Australia si así lo deseaba, no iba a dar la vuelta, papá me necesitaba más que nadie, y lo abandoné por perseguirle a ella... la culpa era mía nuevamente, por no saber ordenar las prioridades, por confiar en alguien que no conozco.

Jesse me perseguía y yo no me detendría, su voz me llamaba y hacía eco en las montañas.

Subí al jeep y lo encendí rápidamente, ella golpeó el cristal trasero, seguía llamándome.

-Cállate, Cállate... ¡Silencio!, por favor... -Murmuré arrancando.-

La cuesta estaba repleta de nieve, la visibilidad era realmente nula, andaba quizá por la confianza que le tenía a mi jeep, que fue el único que me acompaño a todos lados durante estos años.

A penas podía ver un metro delante de mí, lo demás era oscuridad.

Un rayo atravesó mi vista, en frente de mí, iluminó todo a nuestro alrededor, la montaña era peligrosa, pero yo más... en este momento ambos desbordábamos, aunque en diferentes cosas...

-Quizá la tormenta se adelantará un poco. –Sonreí algo desquiciado, no podía reconocerme.-

Probablemente si seguía avanzando perdería la vida al caer al risco, pero aun así sonreía.

A la mañana siguiente, me desperté en el jeep. La nieve había cesado en demasía, ahora una gruesa capa de blanco cubría el valle, ha de ser como en el mismo edén.

Había pasado la noche en un mirador de la cuesta, quizá lo único racional que hice fue cubrirme con una manta que traía detrás para no morir congelado.

La belleza efímera me ha vuelto a recordar porqué estaba aquí.

He puesto la calefacción a todo lo que daba, necesitaba llegar bien para enfrentarme a papá sin vida, la calma no podía traerla así como así, pero al menos lo intentaría.

Encendí la radio, en ella una canción del maestro "Phill Collins – Do you remember." Suspiré, quizás era un mensaje de reflexión para mí, quien nunca se atrevió a hablarlo con él.

Mi origen, dónde estaba mamá, y si ahora que él no estaba me quedaría sólo en el mundo, ¿O no?, ¿Quién más estaría conmigo ahora?

Hundido en la miseria de esta carretera parcial, aun cuando voy rápido no puedo alcanzarte.

Una lágrima viajera ha bajado por mi mejilla, me detuve a un costado y me recargué en el volante. El dolor era inimaginable, y mis pensamientos no sesaban, me duele tanto el verte partir que quisiera irme contigo, abrazarte en el infinito.

Tú diste lo mejor para mí, aun cuando mis cosas no eran las mejores quise creer que sí, porque te veía trabajar para traerlas... tus manos sarmentosas me enseñaron que no debía perder el tiempo... y ahora que no estás, ¿Quién abrirá la puerta por las tardes al verme llegar?, siempre me tenías mi café en la mesa y charlábamos del universo completo, constelaciones no se salvaban de nuestras andanzas, me enseñaste de todo, excepto qué hacer cuando tu ya no estés.

He llegado a Valparaíso con el alma corriendo delante de mí, al pasar a tu calle he visto rosas por todo tu pórtico, luces encendidas y ventanas abiertas, todo parecía nuevo, cortinas blancas y una alfombra oscura que dirigía mi mirada hasta el ataúd que estaba en frente de mí.

La mujer del manto rojo permanecía en la pared, recargada cubriendo quizá su rostro de las innumerables lágrimas a su alrededor.

Me he acercado creyendo que no te encontraría allí dentro, que tal vez al acercarme descubriría que era una equivocación y que mis errores no te llevaron a la muerte.

-Hey... ya puedes despertar, todo está bien por aquí... -Dije al cristal que nos separaba, aun cuando la respiración me faltaba te hablaba.- He llegado...papá... desearía contarte lo que ocurrió en la nieve, ¿No quieres oírlo?

-Hey...chico, será mejor que tomemos un poco de aire. –La mujer del manto me tomó por los hombros, no podía ser verdad.-

-Papá está jugando una muy buena broma, ¿tú ya lo sabías cierto? –Le he observado de reojo, pero ella negó, unos hombres de rojo me han sacado a la fuerza, y finalmente me senté en el pórtico de la casa.-

Sin poder creerlo me he quedado mirando a mis zapatos, ¿dónde estaba ahora la paz?, parecía una sensación olvidada desde hace mucho...

-Discúlpame chico... hice todo lo posible... -La mujer se ha sentado a mi lado.- me siento fatal por no haber cumplido con mi palabra.

Reí bajo con un poco de sarcasmo.

-Nunca debí confiar en extraños... Abigail...

Ella ha reído un poco bajo también y se ha recargado en mi hombro.

-Todos tenemos una cruz que cargar, y hoy creo que cargaré con más de una. –Hizo una pausa y volvió a enderezarse.- John Risch es un tipo hábil, jamás dejará de perseguirte...

-Eso ya no me interesa...no puedo estar más acabado que ahora... -He dejado reposar mi cabeza entre mis manos, de pronto ya no he podido más con todo el peso sobre mis hombros, me he recargado en el pilar del pórtico y tal como lloré cuando mamá se fue he comenzado a hacerlo sin parar.- Todo...es mi culpa.

-¡No digas eso!, aún eres muy joven para entenderlo, te juro que ha de haber alguna razón... -Me ha tomado una mano y la ha dirigido hasta su rostro, su manto ha caído y al fin pude ver sus mejillas iluminadas por el sol que se asomaba por las nubes.- Yo te protegeré...

Me he quedado un tanto perplejo ante sus pequeñas pero muy seguras palabras, en su rostro pequeñas marcas de peleas pasadas en forma de cicatrices se hacían visibles.

Sus ojos delineados por una pequeña arruga que se extendía al final, no opacaban el color de los mismos, verde oliva. Su mano en mi rostro me ha transmitido tanto calor, abrazador y así mismo una sensación de descanso que no conseguía desde hace mucho. De alguna forma sus palabras se hacían realidad, era una fuerza única que provenía de aquella mano un poco áspera por los años, pero que sin duda era mágica.

Me he acercado sollozando, y le he abrazado por que el impulso me ganó, la estreché con fuerza a quien fuese más baja que yo, su manto ha caído por completo, su cabello era café como las bolsas de papel, y muy liso hasta sus hombros. Era una mujer de adulta que tenía un atractivo muy peculiar a pesar de las cicatrices que se extendían por algunos lugares de su cuerpo. Quizá por eso se cubría con su manto.

La noche nos ha cubierto, la casa comenzó a vaciarse, al punto en que solo los hombres de rojo y Abigail ocupaban un costado del living. Estaba sentado a un lado del ataúd, con una mano en él y con la otra en mis ojos, apenas había dormido desde ayer, mi cabeza daba vueltas, y poco a poco sentía que me desvanecería a su lado y ya no sería solo un fallecido sino dos.

Jesse... ¿estarías llorando ahora mismo?

Me he levantado de mi lugar, he subido a mi vieja habitación, cada escalón rechino, así como mi antigua cama.

Estaba solo, con un agujero por corazón, en el cual un frío infinito se colaba.

Sin encender la luz he repasado mis recuerdos, en una vuelta en la silla giratoria pude descubrir que mamá me dijo que volvería, en la segunda vuelta pude reconocer cada promesa que hice a Jesse, y en la tercera me detuve.

La tormenta debe de haberse avecinado a la montaña, Jesse debe estar muy mal... mencioné cosas horribles antes de huir de allá. Papá no quería esto para mí, la promesa aun me rondaba, el fantasma de ella estaba aquí, Jesse sufriría la misma suerte que yo si le arrastraba a estar conmigo...

Debería terminar con esto pronto...

A la mañana siguiente me he despertado en mi cama, estaba revuelto entre sábanas y cobertores, aun vestido. Tomé una ducha rápida y tomé aquel traje azul marino que Abigail había puesto en la silla de la vieja habitación. En ella una nota que decía "Espero que no olvides lo que realmente importa, estaré delante de ti siempre. A. O 'donell"

Me he vestido, con aquella camisa negra y me he puesto el traje que dejó, aun cuando me miraba al espejo no reconocía mis ojos, parecía que no hubiese dormido en meses. Mi pequeña barba de dos días me daba aquella tenue apariencia la cual me llevaba dos años más adelante.

Jesse me había llamado durante la noche, losé porque un par de mensajes me han llegado con su nombre al final. Sin embargo creo que esta vez me tocaba enfrentar solo la culpa por la fatídica muerte de papá.

En medio de una tenue garuga extraña y tardía, me he subido al jeep, seguí la carrosa fúnebre junto algunos vecinos de papá, por supuesto no le dejaría descansar en un lugar peor al que vivió sus últimos momentos, le he comprado aquel espacio en el que solíamos sentarnos a ver el atardecer cuando yo era niño, un espacio entre dos árboles de papel, así me gustaba llamarles.

Jessica ha llegado cuando el sacerdote ha ordenado bajarle, ella se detuvo del otro lado, me ha observado a través de sus lentes claros, y yo he desviado la mirada, después de todo ella formaba parte de mi pesadilla, de mis errores, de la culpa.

He lanzado un clavel blanco en la tumba de papá y me he alejado con las manos en los bolsillos.

Mi cabello y mi rostro se estaban empapando en la lluvia que había comenzado a caer de pronto, me he quitado los lentes oscuros y los he lanzado al suelo. Sin poder detenerme comencé a golpear los neumáticos del jeep, el capó con mis puños y aun sin poder desquitarme con todo me he refugiado en la tierra húmeda, me senté aun lado del jeep, sosteniendo las lágrimas que rodaban por mis mejillas y hundiéndome un poco más en la tristeza que ahora me invadía.

Si pudiese retroceder el tiempo... lo haría sin pensarlo.

No hay nada que explicar, Jesse...no tengo nada que explicarte, la verdad es que no hice nada bueno, excepto ser un imbécil.

He subido al jeep cuando eran las cinco de la tarde y el sol se comenzaba a acercar al poniente, el hogar donde papá residió quedo completamente cerrado y abandonado, sin rastros de que algún día una familia adorno sus paredes.

Conduje nuevamente hasta la nieve, después de todo debía dar una explicación de todo esto, y la verdad no creo quedarme, tampoco espero que me dejen, he cometido muchas faltas en mi trabajo. La irresponsabilidad se convirtió en un hábito.

El camino a los pies de la montaña estaba lleno de nieve, el guardanieves me lo advirtió, no debía subir en el jeep, era muy peligroso.

Un tipo con el estado mental que me cargó yo en estos momentos entendía que no debe subir en jeep más caminar era una opción.

Baje del jeep y caminé sin ningún rumbo por un costado anexo a la subida.

Después de un rato el frío comenzó a hacerme efecto, apenas podía sentir la punta de mis dedos. No esperaba encontrar nada más que la muerte.

Me abracé a mí mismo y seguí avanzando por el colchón de nieve, mirando a mis pies hundirse en el.

No tenía idea alguna de la hora que era, o si el frío había descendido por debajo de los cero grados, ahora mis ideas se estaban volviendo más lentas y torpes, iba olvidando lo que se sentía sentir el calor del último café que papá preparó para mí.

Una luz insistente me ha cubierto los ojos, era la linterna de alguien más.

-¡DANNY!

La voz de Jesse... observé al frente, y apenas pude ver sus botas correr hasta mí.

Al despertar, me encontraba envuelto en mantas y al lado del fuego de una chimenea rústica, mi cabeza estaba más pesada que de costumbre, quizás había pescado más de un resfriado en esta oscura noche.

-¿¡Estás bien Danny!? –Jesse se ha lanzado al suelo a mi costado, me ha abrazado con fuerza.- ¡Pensé que no nos volveríamos a ver! ¡Lo siento tanto!

Le he abrazado con uno de mis brazos, a penas sentía que estaba vivo. Un reconfortante calor me ha traído a la vida, ese solo podía ser el de Jess...Le he separado para verle mejor. Su rostro estaba empapado, y sus mejillas estaban muy rojas a causa del frío demoledor. Estaba envuelta en aquel traje de oruga, sus manos temblaban, y sus ojos sostenían mucha nostalgia.

-¿Dónde estamos? –Pregunté mirando a mí alrededor.-

-En un refugio de la nieve. La tormenta ha comenzado, una mujer ha llamado a mi teléfono celular, me dijo que tú vendrías a la nieve... enseguida salí a buscarte, y supuse que no vendrías por el camino principal...una avalancha ha caído allí... te encontré casi muerto...yo tuve mucho miedo Danny...

Sus manos cubrieron su rostro, me he levantado entonces y me he quedado de pie junto a la ventana.

-Han matado a mi padre. –Dije sin verle.-

-¿Qué? –Jesse se ha acercado hasta mí, pero sin tocarme ha vuelto a hablar.- ¿Qué dices?

-Hay...algo que debes saber sobre todo lo que me rodea... -Acerqué una de mis manos al cristal cubierto de gotas.- Hay un hombre llamado John Risch que me obligó a contraer matrimonio con su hija...ya debes conocer a la modelo de cosméticos...Jessica Undurraga.

-No lo digas... -Jesse me ha volteado.- no es necesario decirlo ahora.

-Estoy...al borde de un precipicio...-unas lágrimas agitadas y un nudo en mi garganta se han desatado en un llanto casi inminente, escondí mi rostro en su cuello y pensé nuevamente en lo que sucedió hace horas atrás.- sujétame, sujétame ahora o sino mañana ya no sé qué será de mí.

- Yo siempre te sostendré...Danny.

Me he separado de ella y la he observado a los ojos, en ellos se reflejaba el fuego que estaba detrás de mí, contenían encantos y mil sueños que estaban allí, esperando a cumplirse...

Prometí ser feliz...

Jesse se ha apartado levemente y se ha quitado aquel traje de nieve y lo ha lanzado a un lado. Ambos parecíamos entender que no volveríamos a estar solos, que el uno llenará el espacio vacío del otro.

Me acerqué a ella rápidamente y le he besado en el cuello casi con sed, le he llevado con fuerza hasta la pared y he murmurado cerca de su oído

-Solamente esta noche -Aparté uno de sus cabellos que caían por sus ojos y he vuelto a repetirlo-. Necesito una noche contigo...

Apagué las luces y encendí un poco de música desde mi celular. "Bruno mars-Versace on the floor"

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