Epílogo II
Rachel Doson.
La vida me había golpeado mucho, sufrí tanto que quise acabar con mi vida en dos ocasiones; la primera cuando Kaden había sido secuestrado y cuando encontré a Ronnie, creí que él me entendía, pero solo era una farsa. Sin la esperanza de volver a encontrar a mi hermano, quise terminar con mi vida porque creí que no tenía nada por lo que vivir.
Y cuando conocí a Kate todo cambió, aquella chica hermosa y de carácter fuerte me encantó desde que le había lanzado aquella flecha que lo cambió todo. Ella nunca supo qué significaba esa flecha, pero recuerdo que cuando era niña, mi madre dijo que cuando encontrara a aquella chica que tendría mi corazón, ella me lo haría saber.
Al morir, creí que la había perdido para siempre, pero ella siempre dijo que estaría a mi lado sin importar qué, al igual que mi padre. Cuando vi los ojos atormentados de Kate por primera vez, sentí como si una ráfaga de viento estuviera a mi alrededor, algo así como si fuera un aura.
Por eso supe que Kate era una chica especial y cuando la conocí, me enamoré de ella sin control alguno.
La segunda vez que quise hacerlo, fue hace un tiempo, cuando las pesadillas no me dejaban tranquila, cuando veía a Kaden en todos lados y su ausencia me dolía más que nunca.
No podía entender porqué él se había ofrecido a protegerme, con todo lo que habíamos pasado para llegar a estar juntos, Kaden no fue consciente del riesgo que corría. Aunque Kate siempre dijo que él sabía los riesgos y que por eso mismo lo hizo, porque quería que yo fuera feliz.
Y en parte creo que ella tenía razón, desde niños Kaden siempre me prometió que me cuidaría de cualquier peligro, sin importar cual fuera el riesgo. Siempre lo amé y siempre tendrá un lugar en mi corazón, como el héroe que fue.
Aunque el vacío todavía exista y tal vez nunca se vaya, quiero ser fuerte por él y por Kate. Una reina no puede ser débil, no puede sentir y no puede amar. Se supone que una reina siempre debe ser fría, así como Tatiana lo era, pero recuerdo que mi padre siempre decía que la mayor cualidad de un rey o una reina, era amar y ser amado.
No solo que tu pareja te ame, sino que el pueblo te ame.
Necesitaba un poco de tiempo para mí y creí que mi hora de volver a la isla había llegado. Tenía un plan, para que todo saliera perfecto y poder ser casi feliz, porque para poder ser feliz por completo, quería tener una familia con mi novia.
Era algo que ambas queríamos, pero las heridas todavía seguían en nuestra piel y en nuestros corazones. Kate decía que nos costaría superar esto, pero a veces yo creía que era una batalla perdida y no estaba acostumbrada a perder.
Katar encontró a Kate y trató de darle la mejor vida posible, ahora me tocaba a mi esa parte.
Su bello cabello castaño rubio estaba esparcido por toda la almohada, sus ojos estaban cerrados y en sus labios podía observar una hermosa sonrisa. El sol que entraba por la ventana de nuestros aposentos, se reflejaba en ella y hacía que luciera más hermosa.
Observé su hombro desnudo, en el cual, tenía una cicatriz que se había hecho en la guerra que tuvimos cuando nos conocimos, me acerqué lentamente y besé suavemente la cicatriz. Siempre quise que Kate pudiera sentirse tan querida, como ella me hacía sentir.
Las cicatrices que ese enfermo mental le había hecho, la habían traumado, pero ella es tan fuerte, que siempre se preocupa por mi antes que por ella. Nunca conocí a una mujer con el valor que ella lleva dentro de sí.
Es una de las cosas que me enamoraron cuando la conocí.
Sin darse cuenta, sonrió de lado.
Con ambas manos tomé la frazada de seda que la cubría, y la corrí para su lado para poder levantarme. Me dirigí hacia el armario y busqué un vestido de lino blanco, para que durante el día no tuviera tanto calor, como era la costumbre de la isla.
Este día era importante, tenía muchas cosas que hacer y todo estaba perfectamente planeado.
Antes de irme, le di un beso delicado en la cabeza y caminé hasta estar en la sala anterior a nuestros aposentos. Tomé una copa y una jarra de oro, de ella me serví jugo de uvas, mi favorito.
Sonreí inconscientemente al darme cuenta de lo que pretendía, muchos creerían que sería una locura, pero yo creía que era lo más hermoso que podíamos experimentar. Aunque creo que por las reacciones que podemos tener los de la isla, puede ser realmente una aventura.
Sumergida en mis pensamientos, los guardias que estaban detrás de las puertas doradas decoradas con diseños de color rojo, verde agua y negro, las abrieron para dar paso al cocinero real.
El chico pelirrojo me sonrió dulcemente y se acercó a mí con la bandeja que le había pedido el día de ayer.
—¿Cómo está, mi reina? —preguntó educadamente.
—Muy bien, ¿y tú?
—Feliz de poder ayudar en el encargo que me pidió.
—Más tarde te daré los detalles de cómo quiero que sea la comida de esta noche y cómo será el otro encargo —el cocinero dejó la bandeja de oro sobre la pequeña mesa que estaba a un lado de mi.
La observé mejor y estaba todo lo que le gustaba a Kate. Jugo de naranja, pequeños pedazos de banana, uvas, galletas con chispas de chocolate y un poco de pan de uva. Tomé la carta que reposaba sobre el mueble dorado y con cuidado la apoyé en un hueco que había en la bandeja.
—Estoy segura que a su novia le gustará —sonreí.
—Seguramente, le encanta el pan con uva que cocinas. Felicidades —sonrió con amabilidad.
—Si eso es todo, mi reina, le pido permiso para retirarme. Si dejo la cocina sin supervisión por mucho tiempo, pronto no tendremos que comer —se echó una pequeña risita.
—Puedes ir, Tay, más tarde hablamos sobre aquel asunto —asintió.
El cocinero volvió por donde vino, dejándome a solas con mi novia.
Tomé la bandeja con ambas manos y caminé hasta nuestros aposentos. Algo beneficioso de que Kate tenga el sueño un poco pesado, es que no suele oír cuando las personas hablan a su alrededor y eso era justo lo que quería, pero para no correr el riesgo de que la noticia se propague antes de tiempo, prefería hablar en la sala del trono.
Dejé la bandeja en la mesita de noche y me aseguré de que siguiera durmiendo, para luego irme de nuestros aposentos. Caminé por los pasillos del castillo, sumida en mis pensamientos, hasta que unos pequeños brazos me rodearon la cintura.
Sonreí al darme cuenta que era Kyan, sonrió inocentemente y me agaché para estar a su altura y abrazarlo. Su cabello marrón estaba un poco despeinado y una sonrisa pícara había en su rostro.
—Papá Derek dijo que tú y la tía Kate vinieron ayer por la noche, mientras dormía —sonrió.
—Sí, tu padre dijo que estabas durmiendo y no quisimos despertarte —su mirada se dirigió al suelo.
Pequeño mentiroso.
—Imagino que no estabas durmiendo —asintió lentamente—. ¿Y qué estabas haciendo?
—Estaba practicando unos movimientos con la espada que papá Derek me enseñó —respondió con orgullo—. Quiero un día ser un general tan valiente como él.
—Serás un guerrero mejor que papá Derek, porque te enseñaré todo lo que sé, pero ahora necesito que me hagas un pequeño favor.
—¿Se trata sobre la tía Kate? —asentí.
—¿Puedes ir a desayunar con ella? Luego pueden entrenar, necesito hablar de asuntos importantes con tu padre.
—¿Eso quiere decir que voy a distraer a la tía durante el día?
Kyan siempre fue un niño muy listo y estaba segura que sería un gran estratega cuando crezca. Derek lo estaba educando muy bien, como persona podría ser difícil de tratar, pero como padre, era uno de los mejores. Sin mencionar que es padre soltero.
—Si quieres puedo darte algo a cambio —sus pequeños ojos verdes amarronados brillaron.
—Quiero pastel de chocolate durante una semana.
Espero que Derek no se moleste, pero lo qué está en juego es la felicidad de mi novia.
—Hecho, ahora ve a buscarla a nuestros aposentos —asintió con una enorme sonrisa en sus labios.
El pequeño se fue corriendo a toda velocidad a buscar a Kate.
—Espero que no hayas negociado con Kyan, es un niño que siempre busca ganar, no importa el costo —dijo un tanto molesto.
Me di la vuelta y Derek llevaba puesto su traje de general y su espada. Estaba de brazos cruzados y con una mirada fulminante.
—Sí, lo sé, me recuerda a ti —rodó los ojos.
—Yo no era así —dijo con certeza.
—Claro que sí y ahora vamos a la sala del trono, necesitamos hablar mejor sobre la preparación de todo —asintió.
Mientras caminábamos hacia la sala del trono, Derek me puso al tanto de las edificaciones que había mandado hacer hace unos años, estaban listas y algunas estaban por ser finalizadas.
Había mandado a construir varios orfanatos, varios comedores y sitios en donde las personas y niños sin hogar pudieran quedarse allí por el tiempo que fuera necesario.
Ir a la ciudad me dio una perspectiva diferente sobre la vida y aunque mis padres habían hecho todo lo que estaba en sus manos, yo quería honrarlos a ellos y a Kaden haciendo de este reino, uno mucho mejor,
Aunque claro que no hubiera podido hacerlo sin las ideas de Kate, ya que, yo sabía que existían muchas cosas, pero no entendía muy bien su propósito. Ella me enseñó muchas cosas que sé y hoy la isla es lo que es gracias a ella.
Muchos en el pueblo la aman, porque cuando era general, en el reinado de Tatiana, hubo muchos testigos de cuando ella y Derek habían ayudado a unos niños hambrientos. Eso conmovió a muchas personas y la voz pronto se corrió por el reino, haciendo que Kate consiguiera admiradores de todo tipo.
Al llegar a la sala del trono, Katar nos estaba esperando y al igual que yo, tenía una sonrisa que nadie se la podía quitar.
—¿Por qué tienes esa cara? —preguntó el ojiazul, refiriéndose a Derek.
—Es la cara de alguien que podría matarte si quisiera.
—Y yo te mataría a ti si eso es lo que quieres —dije—. Derek, tú eres una gran persona, pero tiendes a ser violento con las cosas nuevas y para ser sincera, aún sigo molesta por la vez que tú y tus amigos lastimaron a Kate cuando llegó a la isla.
—¿Me vas a reclamar eso? Con todo lo que he hecho.
—Sé que has cambiado, Derek, pero no porque estés de mal humor tenemos que soportar tus amenazas.
Sé que Derek no tuvo mala intención al decir eso, así es él, pero Katar sigue muy afectado por todo lo que sucedió en el pasado y para alguien normal, creo que es mucho para asimilar. Tal vez si Derek hubiera estado en su lugar, no le hubiera afectado tanto.
Como sea, no podía permitir que Katar se sintiera indiferente a los demás.
—Mejor terminen esta discusión absurda. Nos reunimos para hablar sobre el futuro de ambas reinas de la isla, no del pasado —espetó con tranquilidad.
Kate siempre dijo que Katar solía tener razón y cada día lo confirmaba más.
—Tienes razón, disculpa —dije y Derek solo rodó los ojos—. ¿Está listo la seguridad? ¿Los preparativos de la comida, las mesas con las sillas y demás? ¿Los pétalos, las luces y los candelabros?
—Sí, está todo listo, solo faltaría la decoración del lugar —respondió.
—En cuanto a la decoración, habrá varios arbustos en forma de U con rosas y flores de todos los colores, como le gusta a Kate —explicó—. Para el altar estaba pensando que la tela sea de fino lino de color beige, ya que las cubrirá del calor del atardecer.
—Perfecto, Katar. Felicitaciones por tu compromiso con la boda.
—¿Cuándo le preguntarás? —preguntó con curiosidad el peli marrón.
—Hoy en la noche, quiero llevarla a pasar la noche fuera del castillo y tener un momento a solas —hice una pausa—. Derek, los niños están más que invitados a la boda, no olvides decirles —él sonrió.
—Por supuesto, se los diré a la noche, cuando tú ya se lo hayas dicho a Kate.
—Antes de ir a verla, debo hablar con Tay, necesito darle los últimos detalles para la torta y los aperitivos que se servirán en la ceremonia. Si pueden mantener a Kate ocupada hasta el atardecer, se los agradecería mucho.
—No te preocupes, Rachel. A Kyan le gusta entrenar con Kate, seguramente luego de desayunar irán a cabalgar y entrenar.
* * *
Ya había hablado con Tay, le había dicho que hiciera la torta más grande que jamás había hecho. Debía ser blanca, con al menos tres pisos y con decoración de flores y unas pequeñas chispas, eso fue idea del cocinero.
Dijo que más tarde traería la comida en un cesto para que pudiera llevarla a la cena romántica.
Había hablado con la modista, ya qué, la fiesta se haría dentro de unas semanas, pero quería que primero hablara con Kate y decidieran el vestido juntas, ya que la tradición dice que no puedo ver a mi novia con el vestido puesto.
Al entrar a mis aposentos sonreí, porque estuve conteniendo la alegría durante todo el día, para que nadie supiera sobre esto, a excepción de las personas que me ayudarían.
De pronto oí un ruido que provenía de la sala en donde estaban las tinas para bañarnos. Caminé lentamente y pasé por la sala principal hasta llegar a la sala de la tina.
Kate estaba con la cabeza tirada hacia atrás, su cabello mojado tapaba su pecho y su ceño estaba relajado. Tenía los brazos colgados en el borde de la tina.
Creo que nunca la había visto tan relajada.
—¿Te gusta lo qué ves? —solté una pequeña risita.
Me acerqué lentamente hacia ella, tomé el pequeño banco que estaba a un lado y lo coloqué cerca de la tina.
Acaricié su brazo lentamente y le di un beso en una de las cicatrices. Abrió sus ojos lentamente y me observó durante unos segundos.
—¿Te gustó el desayuno? —asintió.
—Me hubiera gustado más si hubieras desayunado conmigo —me dio una mirada tierna.
Espero que podamos adelantar la boda, tengo muchas ansias de poder llamarla esposa y que un día, podamos tener los diez hijos que tanto deseamos.
—Tuve que atender unos asuntos del reino, ya sabes, la reina nunca descansa.
—Deberías descansar un poco, te ves agotada, amor —acaricié su antebrazo con cariño y ternura.
No tienes idea de lo que es planear una boda, planear una estrategia de batalla es mucho más fácil.
—Lo sé y para que pasemos más tiempo juntas, tenía planeado que pasemos la noche a la luz de la luna y las estrellas, ¿te gustaría?
Al terminar de decir eso, sus ojos verdes brillaron de felicidad. Mi corazón empezó a latir rápidamente al saber que había provocado una chispa de felicidad en ella. Sé que no es una hechicera, pero realmente me hechizó desde el momento en que la vi.
—Me encantaría —sonrió de lado.
—Mejor termina de bañarte o empezaremos una batalla de besos —bromeé.
—Sería una batalla perdida para mi —reímos al mismo tiempo.
Le di un suave beso en su cabello mojado y salí de allí lo más rápido que pude.
Para mi, Kate era una tentación ambulante, siempre me gusto darle besos, acariciarla y hacerla sentir bien, pero a veces el fuego que sentía por ella era más fuerte
A veces las cosas se salían de control y teníamos una noche de pasión. Tal vez eso podría suceder hoy en la noche, pero realmente me interesaba más la propuesta. Por mi estaba bien estar en medio de la nada viendo las estrellas, pero con tal de que sea con Kate, sería el paraíso.
Al entrar a nuestras habitación, me dirigí a la mesita de noche de color dorado y algunos diseños con piedras zafiro. Tomé la manija del cajón y lo abrí. Observé que dentro de él había una pequeña bolsita de seda, en la cual estaban los anillos de compromiso de mis padres.
Una de las tantas tradiciones que teníamos aquí, es que solo el primogénito podía usarlos, para que su matrimonio sea tan fructífero y poderoso como el de sus padres y eso quería para nosotras.
Un matrimonio dispuesto a atravesar cualquier obstáculo, sin que nada nos detuviera y así había sido el matrimonio de mis padres, solo la muerte los detuvo y creo que ni siquiera fue así, porque hay veces que creo que ellos guiaron mis pasos hacia Kate, para no quedarme sola.
Me emocionaba usar sus anillos, los cuales los guardias reales encontraron en sus cuerpos a la hora de buscarlos para enterrarlos, pero mentiría si dijera que no había un vacío en mi corazón por ser la portadora, ya qué debieron ser de Tatiana y no míos.
* * *
Teníamos todo preparado, había hablado con Titán para que entendiera lo importante de este paseo y aunque para muchos era solo un simple caballo, para mi era mi mejor amigo, quien siempre me entendía y me apoyaba en todo.
Recuerdo que al principio a Titán no le agradaba Kate, pero se puso tan feliz cuando le dije que estaría con ella durante toda la vida, que hasta creo que ahora la ama más que a mi.
Gracias a su compromiso, Kate estaba disfrutando del paseo que tenía planeado o más bien era un paseo disfrazado de una proposición.
Titán empezó a trotar suavemente, para que pudiéramos apreciar el paisaje que nos ofrecía la isla, a medida que nos adentrábamos más y más en el bosque, hasta estar cerca del castillo abandonado.
El cielo estaba pintado de rojo, naranja, naranja amarillento y amarillo, a lo lejos, en el horizonte, podíamos observar como el bello sol se tornaba de un color rojizo, mientras se escondía.
Mis manos estaban sobre las de Kate y entre medio de la paz que estaba sintiendo, rozó sus dedos con el dorso de mi mano, haciendo que mi piel se erizara. Este momento me recordaba cuando le estaba enseñando a cabalgar, estábamos en la misma posición, pero la situación era muy diferente.
—¿Me dirás el propósito de este paseo? —preguntó.
—¿Acaso tiene que haber un propósito? ¿No puedo simplemente pedirle a mi bella novia que demos un paseo? —sonrió.
—Nada de eso, pero hace tiempo que no teníamos tiempo para nosotras dos solas, lejos de los problemas y me parecía curioso.
—Sé que no he sido la mejor novia últimamente, he dejado que el sufrimiento y el dolor me consuma lentamente, pero te prometo que estoy tratando de dejar todo atrás —giró su rostro y me observó con ternura.
—No lo dejes atrás, no lo olvides, solo debemos superarlo, porque si lo olvidas, estarás olvidando una parte de ti y no querría que dejes de ser tú ni por un segundo —su mano acarició mi mejilla y cerré los ojos para sentir su cariño.
Sin esperarlo, sentí sus labios carnosos y suaves sobre los míos.
Ambas estábamos rotas cuando nos conocimos, pero fue ese dolor en común el cual nos unió y creo que por primera vez, estaba agradecida de haber sufrido tanto, porque eso me hizo entender a Kate y al amor que ella podía darme.
—Creí que la que robaba besos era yo —río.
—¿Ya llegamos? —levanté la vista y me di cuenta que a lo lejos se podía observar el castillo abandonado.
—Sí, es un buen lugar para cenar, ¿no crees? —tiré hacia atrás las riendas de Titán y él se detuvo.
—¿Cenar bajo las estrellas? Me conoces mejor que yo misma —sonreí.
Lentamente me bajé de Titán y acomodé la canasta que cargaba en los brazos, con las bebidas, los platos, copas, velas y comida para la cena perfecta. Tomé la manija de la cesta y estiré mi brazo para que Kate pudiera bajarse de manera segura y confiada.
Tomó mi mano y lentamente se bajó de Titán. Él rechinó, pensando que lo dejaría solo, pero no sería así. Muchos suelen cometer el error de atar las riendas de los caballos a algún tronco, pero eso es una gran desventaja al momento de un ataque sorpresa.
Había mandado a reforzar la seguridad mejor que nunca, para no correr el riesgo de los mismos hechos lamentables de la última vez que estuvimos en la isla.
—Titán —él levantó la cabeza—, quédate cerca de nosotras, ¿entendido? —rechinó, en señal de que entendía lo que le había ordenado.
—¿Tienes la manta? —preguntó la ojiverde.
—Sí —unimos nuestras manos y su toque cálido, tranquilizó mi corazón.
Ella tenía ese poder en mí, incluso en la peor tormenta, Kate es capaz de tranquilizarme. No sé cómo lo hace, pero ella es quien me da la esperanza para vivir cada día.
Dimos unos pasos, hasta llegar a una parte del bosque en la cual había flores de color lila y amarillo. El aroma de las flores era tranquilizador y de algún modo, al estar junto a Kate y en este paraíso, vivía en mi burbuja de la cual nunca querría salir.
Kate tenía el poder de convertir cualquier lugar común, en uno especial.
Bajé lentamente el cesto, hasta apoyarlo en el pasto verde, deshice el nudo y saqué la manta de color blanco que había traído. Se la di y la extendió en el pasto.
Nos sentamos arriba de la manta, iba a sacar la comida, pero Kate posicionó su mano en mi muñeca, deteniéndome. Me observó y me sonrió.
Se recostó lentamente en la manta y se hizo a un lado para que me acostara a su lado. Al hacerlo, me apoyé en su pecho y sus brazos me envolvieron como si fuera un bebé. Su corazón latía rápidamente, como nunca antes lo había hecho.
—¿Recuerdas cuando mirábamos las estrellas desde el castillo abandonado? —asentí.
—Como olvidarlo, siempre que te quedabas a dormir tenía que hacer un gran esfuerzo por no dormir a tu lado —me observó extrañada.
—¿Eso quiere decir que desde esa época te habías enamorado de mí? —me alejé un poco de ella y apoyé mi cuerpo de costado contra la manta.
—Siempre te he amado, desde la primera vez que te vi supe que no solo eras una forastera. Eras algo más que no sabía explicar —estiré mi brazo y acaricié su mejilla con delicadeza.
Tenía planeado pedirle matrimonio cuando fuera de noche y aunque tuviéramos el resto del día para nosotras, quería asegurarme de que cuando mañana despertáramos, podamos llamarnos prometidas mutuamente.
De solo pensar en la idea, mi corazón comenzó a palpitar fuertemente, mi mente se imaginó miles de escenarios en donde Kate y yo teníamos una vida muy bella, con varios niños corriendo por todos lados, mientras pedíamos pizza.
Kate sonrió y sin pensarlo le robé un beso. Apoyó lentamente su mano en mi clavícula y se alejó un tanto confundida.
—¿Sucede algo?
—Tu corazón —respondió confundida—, nunca palpita tan fuerte. ¿Qué sucede?
Era ahora o nunca.
—Bueno... —me alejé un poco de ella y de mi bolsillo trasero saqué la bolsita de seda.
—¿Qué tienes ahí adentro? —preguntó con curiosidad.
—Sé que la tradición en la ciudad es que la pareja le ofrezca el anillo —extendí mi brazo para que tomara la bolsa y lo hizo—, pero aquí la tradición dice que si yo te entrego una bolsita de seda, tú tienes que abrirlo —sonrió un poco confundida.
—¿Anillo? No entiendo —sonreí con nerviosismo.
—Ábrelo y verás.
Deshizo el nudo que la tira de color dorado tenía, la hizo a un lado y al abrir la pequeña bolsa, abrió los ojos y alzó las cejas de manera sorprendida. Abrió sus labios un poco y aunque las palabras querían salir de su boca, no podían.
—Katherine Jennifer Jones, ¿te casarías conmigo? —pregunté mientras en mi pecho miles de sentimientos explotaban como dos estrellas.
—Yo...
Si dice que no me va a dar algo.
—¿Es muy pronto? Si quieres puedo...
No pude completar la frase, debido a que Kate se lanzó encima mío y sus brazos me envolvieron nuevamente. Me observó a los ojos, me tomó del cuello de la camisa de color blanco y juntó nuestros labios en un profundo beso.
Mi mano se posicionó en su cintura, mientras mi mano derecha acariciaba su mejilla. Nos separamos un poco y sus ojos brillaban como nunca antes lo habían hecho.
Ver ese brillo en esos hermosos ojos verdes, era lo que quería hacer durante toda mi vida, hacerla feliz era mi pasión y quería que ella lo fuera cada día de su vida.
—¿Entonces aceptas?
—¡Sí, mi amor! —la besé.
Tomé el anillo de color dorado y lentamente lo coloqué en su dedo anular. Me volvió a observar un tanto extrañada, pero ahora había una sonrisa que iluminaba su bello rostro.
El atardecer iluminaba la hermosa escena que estábamos viviendo y los colores cálidos que se reflejaban en su rostro, hacían que se viera como un ángel celestial que vino a salvarme de la oscuridad que me rodeaba.
—Parece un anillo de casados, no parece un anillo de compromiso.
—Aquí la tradición es que la pareja use los anillos de sus padres en caso de haber fallecido, existen anillos de compromiso y anillos de recién casados —expliqué—. Estos son anillos de compromiso, pero pronto tendrás el anillo de casada —sonreímos al unísono.
—¿Entonces tengo puesto el anillo de tus padres? —asentí.
—Tú portas el anillo de mi madre, una mujer fuerte y valiente y yo porto el de mi padre, un hombre dispuesto a todo por la mujer que amaba.
—¿Se amaban mucho?
—Sí, tanto como nosotras.
—Estoy segura que nuestro matrimonio será tan hermoso como el de tus padres.
—La tradición dice que si usas los anillos de uno de los padres de la pareja, el amor que los une será eterno y quiero vivir la eternidad a tu lado —tomé su mano, acaricié sus dedos y besé sus nudillos—, mi hermosa forastera —sonrió y sus mejillas se sonrojaron.
Tomó el anillo que le pertenecía a mi padre, tomó mi mano y colocó el anillo en mi dedo anular.
—Ahora le diré a todo el mundo que eres mi prometida —acarició el dorso del anillo, observándolo con detenimiento.
—Y yo podré decir que eres mi reina, aunque para mi con o sin anillo, siempre lo fuiste y siempre lo serás.
Me acerqué a ella, lentamente le di un beso y sonreí mientras sus manos acariciaban mi cabeza dulcemente. Sus labios eran la mejor adicción que podría tener, eran suaves y me daban mucha paz. Ella me daba paz, tranquilidad y sobre todo, el amor que tanto había querido en mi vida y que nadie había sido capaz de dármelo.
La quería como mi esposa, mi mejor amiga, mi confidente, mi cómplice, como la madre de mis hijos y sobre todo, como aquella reina que reinaba en mi oscuro y pertuvado corazón de cristal.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro