Sin título
Abominable sois vos entre los hijos de los hombres; Y abominables vuestros actos aun a los que hacen iniquidad, pues impía es la sangre en la rudeza de vuestras manos e inicua es la lengua vípeda de vuestro siseante paladar...
y, Sin embargo: Hermoso es vuestro rostro y radiante la luz blanca en la elegancia de vuestra faz, cuando incapaz soy de sosteneros la mirada.
¡Astuto demonio!
¡Hijo de leviatán!
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