Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

4| Robert

Lunes 12 de septiembre de 2016


Escucho los silbidos de los muchachos cuando soy seguido por Scarlet a los camerinos, pero los ignoro. Me inquieta más la razón por la que mi exnovia querría hablar a solas conmigo y con tanta urgencia. Sin embargo, mi preocupación se esfuma cuando me explica el motivo por el que ha venido.

—Por favor, Robert, es de vida o muerte. Te prometo que no seré mala, pero necesito ayudar a alguien.

—Chantajear a alguien para ayudar a otro no está bien —repito, cerrando los ojos y dejando reposar mi cabeza en su hombro.

Estamos sentados en las bancas del pasillo de cara a mi casillero.

—No pensaste lo mismo cuando evitaste que publicara lo de mi TAG al final del curso pasado —responde en consecuencia.

Ella tiene razón, pero tengo una explicación legítima para ello, así que la uso.

—En ese momento, no tenía idea que se tomaría como un chantaje. Solo le dije que había cosas que preferíamos mantener personales, como lo que sabía de ella, y se asustó lo suficiente como para que yo olvidara mis reservas y pudiera protegerte.

Scarlet abandona su actitud retadora y suspira de forma dramática, haciéndome reír.

—Eres un lindo.

—Así no vas a conseguir nada, Scar, ríndete.

—Antes funcionaba —dice quejumbrosa y tiene el descaro de bufar ofendida, antes de empujarme lejos de su hombro.

—Dos años fueron suficientes para que notara la manipulación —replico encarándola. Ya no estoy interesado en escuchar su pedido, así que me levanto para volver a la piscina.

—Robert, en serio es importante, Jocie va a perjudicar a alguien que me importa —admite y, por la manera en que lo dice, me siento curioso.

No es que me interese, pero Scarlet Hathaway no es famosa por entregar sus atenciones a muchas personas. De hecho, menos lo es por preocuparse por alguien que no sea ella misma, su hermano menor y, hasta hace muy poco, yo. Así que resulta interesante saber qué otra persona le importa lo suficiente para suplicar.

—¿A quién? —pregunto con cuidado, girando apenas lo suficiente para que no note mi interés.

—Si te digo, ¿me ayudarás?

—No es garantía, pero me lo puedo plantear —consiento, encogiéndome de hombros y girando por completo.

La verdad es que saberla inquieta es suficiente para que acepte ayudarla, pero ella no tiene que saberlo.

—Taby. Quiero ayudar a Tabatha Johnson.

—¿Qué carajos con Tabatha y por qué todos mis cercanos se involucran con ella? —cuestiono de forma inevitable y obtengo una mirada incrédula de Scarlet.

Duh, porque es la mejor de este lugar.

—No uses hipérboles para describir una persona a la que solo tú has dado ese adjetivo —chisto contrariado.

—Si no fueras tan amargado, notarías que incluso tu equipo la adora —expresa. Me apunta con su índice derecho y me observa como si fuera idiota. Así que sostengo el único argumento válido que se me viene a la mente.

—Sigue sin ser un dato de referencia. Los del equipo ni habrían ido con ella de no ser por ti.

Lo que no es mentira, porque ambos sabemos que Scarlet se ha convertido en la mayor defensora de Tabatha Johnson.

—Que seas un obtuso y tengas opiniones tan sesgadas es una de las razones por las que terminamos, te recuerdo.

Sonrío. Empieza a sonar más como ella y menos como la Scar del curso anterior que casi pierde el año y, por salud, pausó un tiempo sus actividades con el equipo de animadoras.

—¿En serio? Porque son casi dos años de eso y todavía te recuerdo diciendo que nos parecíamos demasiado. Incluso has usado ese argumento para sostener el que seamos amigos.

—¿Sabes qué, Rob? No me digas, buscaré otra forma de ayudar a Taby.

Piensa salir con su aire de diva. Sin embargo, la detengo antes de que pase de mí.

—Lo haré —informo, pero no la dejo emocionarse del todo—. No te diré el secreto de Jocie. Iré yo mismo a pedirle que detenga lo que planea, ¿estás satisfecha?

Los ojos de Scar brillan y asiente dando saltitos.

—¡Sabía que podía contar contigo!

—Me vas a deber una grande.

—Y te la voy a pagar —promete y me da un abrazo importándole poco que sigo mojado por la piscina y que los del equipo harán circo cuando la vean salir con la ropa húmeda.

***

Es la hora del almuerzo, pero sé muy bien que la reunión de la comitiva periodística es en la tarde, por lo que debería impedir que Jocelyn proponga su nota antes. Es por eso por lo que, en lugar de ir a comer con los chicos, me dirijo al aula de redacción.

McCoy es lo bastante entregada a su trabajo que ya es conocimiento común que los lunes ni almuerza porque es el día en que se organizan las asignaciones. Podrían decir lo que fuera de ella, pero nunca que era irresponsable. Si el periódico de Lander era algo digno de leer no era menos que mérito de ella y su obstinación. Por eso, a pesar de las notas satíricas y algunas veces invasivas que ha agregado en su último año, parte de mí todavía la respeta.

Toco la puerta de vidrio un par de veces, antes de girar la perilla en la que cuelga un cartel de bienvenida.

Se siente como invadir territorio privado y sé que he llegado en mal momento porque Jocelyn luce estresada comparando unas impresiones de prueba. Su cabello está suelto y esponjado alrededor de su rostro y no se ve como si quisiera recibir a alguien. Lo que me confirma cuando me da una mirada hostil.

—Tyson —saluda entre dientes, pero no se detiene para recibirme y sigue con lo que hace.

—Necesito pedirte un favor, McCoy, ¿crees que puedas escucharme?

Ella se detiene y con los brazos cruzados en su pecho se gira para verme. Luce tensa y no me gusta sentirme como un extorsionador, pero asumo que eso soy por prestarme para esta mierda.

—¿Qué quieres? —cuestiona seria—. La última vez que viniste a pedirme algo, fui amenazada.

—Me disculpo por eso, Jocelyn, pero créeme que nunca diría nada de lo que vi —admito y, porque creo que lo necesita, agrego algo más—. De hecho, espero de corazón que puedas estar bien con ello sin avergonzarte. Tal vez, estar con Annabelle.

Porque sé que Annie retornó a la escuela otra vez, después de que hace dos años la sacaran en ambulancia. También sé que, a pesar de que no ha sido fácil, es abierta sobre su orientación sexual y ha estado liderando una comunidad en Instagram para jóvenes LGBTQ que, como ella, estén atravesando momentos difíciles. Pero, sobre todo, tengo bastante presente haberla visto el invierno pasado besarse con McCoy en el cine.

—No necesito charla motivacional para salir del closet, Robert. Mucho menos que hagas de casamentero en una relación que no entiendes en absoluto. Lo que necesito es una madre que no me vaya a quemar viva cuando le diga que salí igual de torcida que mi padre —responde con dureza y me siento como la mierda por no tener nada bueno que decirle—. Habla ya.

Trago grueso y coloco mis manos tras mi espalda.

Ya son dos veces en menos de una semana las que me he visto involucrado en algo de Tabatha Johnson, pero entre la sensación de culpa por saber que Michael le miente o por obligar a Jocelyn a desistir de perjudicarla, elijo la segunda. De ese modo, podré compensar de alguna manera las cosas.

—Necesito que me garantices que no sacarás lo que sea que tengas sobre Tabatha Johnson.

La rizada parece querer vomitar de la rabia. Lo que sea que siente por Tabatha es superior a cualquier resentimiento que tuviera por Scarlet, porque, cuando le pedí en el pasado que no la perjudicara, estuvo menos sorprendida y no pareció demasiado afectada por desistir de la nota.

Esta vez sí se ve afectada. Hay fuego ardiendo en sus pupilas y me estremezco al darme cuenta de que acabo de meterme en la boca del lobo.

—¿Qué te pasa con las chicas populares, Robert? ¿Es algún síndrome?

—Ahorrémonos esto, Jocelyn, ¿vas a dejar la nota?

—Espero, en serio, que no llegue el día en que alguna de tus protegidas te traicione, Tyson, porque voy a ser la primera en ir a ti —promete y se gira un poco para tomar uno de los papeles en una pila junto a su escritorio.

Justo frente a mis ojos se toma el trabajo de caminar hasta la trituradora de papel y colocar la nota que no alcanzo a leer y que, la verdad sea dicha, tampoco quiero conocer. He cumplido mi promesa y compensado la culpa que sentía desde el viernes. Eso es todo lo que necesito.

Abandono ese salón sintiéndome observado y con la sensación de haber hecho algo malo. Sin embargo, me repito que, a diferencia de Jocelyn, yo nunca entregaría los secretos de alguien más y si ella cree que lo haré no es más que por el conocimiento de que ella sí lo haría.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro