Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

T R E I N T A

Ya que tengo un poco de tiempo de acá a las seis para ir a casa de Luka, decido meter a Luna a la ducha para que huela bien y no a perro callejero. Es demasiado juiciosa para no haber tenido dueño antes y se deja bañar sin tantos problemas. Le paso una toalla por el lomo y ella termina sacudiéndose sola.

—Voy a acomodar aquí adentro —anuncio a la perrita que sale del baño y luego de limpiar un poco, salgo, dispuesta a comer algo pero...— ¡Luna! Te comiste mi muffin.

Su nariz tiene una pequeña mancha azul y agacha la cabeza ante mi regaño. Es imposible enojarse con eso. Me siento en mi cama, justo a su lado. Una llamada entra a mi celular cuando Luna se apoya en mi regazo.

—¿Hola?

¿Eres consciente de que a partir de hoy ya eres legal en muchos otros países incluyendo Estados Unidos? —dice Adam sin saludar.

—Te acordaste, Adam.

No es que tenga muchos cumpleaños qué recordar, mínimo el tuyo. Feliz cumpleaños, hija, que Dios te regale muchísimos más.

¿Por qué será que cuando un familiar dice palabras lindas nos da la nostalgia acompañando el nudo en la garganta?

—Gracias, abue... Ni siquiera recordaba que era hoy, Kevin vino esta mañana y me lo recordó.

Eso está muy mal, Carito —reprende—. Que se te olvide el mundo, pero nunca te olvides de ti misma. A veces solo puedes tenerte a ti misma, debes serte completamente fiel, amarte y considerarte la persona más importante de tu mundo.

—No sé si eso es motivador o triste —bromeo. Escucho su risa a través del teléfono.

Lo tomas como lo escuches, hija. ¿Cómo te va de mujer independiente?

—Aún no muero de hambre o por caerme en la ducha, así que sobrevivo bien. —Luna decide hacer acto de presencia como para que no se me olvide que ella existe. Ladra, lo suficientemente fuerte para que Adam escuche—. Tengo una perrita, Abue. Se llama Luna.

Me encantan los perros, siempre te aman y son felices de solo verte. Ojalá las personas actuaran así a veces.

—Supongo. Ella es muy linda y es muy juiciosa, es mi nueva compañera de habitación.

Me alegro por eso, hija. Llamaba a felicitarte y a desearte mucha felicidad. Espero verte pronto.

—El domingo tal vez iré, quizás si estás bien podamos ir al parque un rato con Luna.

Adam muchas veces quiere tapar el sol con un dedo pensando que sigo siendo la niña de trece que no entiende. Sé que está muy enfermo aunque no me dice de qué y las enfermeras se ponen de su lado; hace un mes y medio fue la última vez que lo dejaron salir conmigo un rato y se le dificultó tremendamente caminar aunque intentó disimular. Ya no tiene el optimismo de hace tiempo y trata de negármelo, o quizás solo se lo niega a sí mismo y yo decido respetar eso porque sé que no es fácil para él aceptar que la vitalidad se le escapa de a poco. Hay días buenos, como el día del baile, estuvo animado e incluso bailó conmigo pero también sé que hay mañanas duras en que casi no se puede levantar. Tras los intercambios protocolarios y cariñosos con Adam, cortamos la llamada.

—Vas a conocer a alguien —digo a Luna. Ella ni presta atención, pero ya que mi nueva mejor amiga es ella, puedo seguirle hablando con tranquilidad—. Se llama Luka. Te diré un secreto: estoy enamorada de él pero él no lo sabe. Si me ves actuando como una tonta, es normal, él me pone así. Pero eso sí, Luna, ni se te ocurra cambiarme por él. Vamos.

Pongo el seguro en la puerta y respiro hondo una vez para tocar su puerta. Anoche me fui como idiota muy abruptamente y ahora no quiero que piense que estoy enojada o algo. Puedo alegar embriaguez por mi comportamiento pero igual, no lo he visto en todo el día y nunca falta esa partecita de mi mente que me dice que él me está evitándome deliberadamente.

Es él quien me abre y mis bichitos empiezan a cosquillear en mi interior. Me sonríe de lado, iluminando cada centímetro del pasillo. O al menos así me parece. Sin pensarlo, se abalanza a abrazarme. Lo rodeo con mis brazos y suspiro en su hombro.

—Feliz cumpleaños, Colibrí. Deseo lo mejor para ti en este nuevo año.

—Gracias, Luka. —Luna sorpresivamente se ha quedado a mi lado y no entró como esta tarde cuando Denny abrió—. Mira, ella es Luna.

Luka me suelta y se agacha para consentirla. La perrita se deja hacer aunque sin mostrar mayor entusiasmo, lo cual cambia cuando ve saliendo a Gabriel, empieza a batir su cola y se le lanza con mucha más emoción.

—¡Hey! Tú debes ser Sin nombre.

—Ya tiene, es Luna —explico.

Luka se levanta, mirando a la perra con extrañeza.

—A mí no me saludó así de bien —se queja, mientras Luna lame a Gabriel las manos—. Está loca.

—No está loca —defiendo—. Quizás solo no le gustas y ya. No le debes gustar a todo el mundo.

Mi tono sale bromista y aunque en realidad sí tengo curiosidad de esa no preferencia de Luna, decido abogar por mi mascota. Luka eleva perfectamente una de sus cejas, incrédulo a mi conclusión y toma mi mano, me atrae hasta su sala, junto a su ventana mientras Gabriel se entretiene con Luna.

—¿Qué pasa?

—¿De qué? —pregunto—. ¿Pasa algo?

—Estás rara. ¿Estás enojada por lo de anoche? Lo siento —se disculpa. Le sonrío y niego con la cabeza—. No era mi intención besarte a la fuerza, no esperaba que lo tomaras así.

—No pasa nada, Luka.

—Si no quieres que vuelva a besarte solo dilo. No quiero que te enojes conmigo.

Sus pupilas miran directo a las mías con tanto afecto que me lastima. Tomo su mano y en un acto que me sorprende a mí misma, la llevo a mis labios, dejando un beso en su dorso. Cierro mis ojos, no queriendo mirarlo pero sí queriendo decirle que lo quiero y no decirle nada al mismo tiempo.

—No estoy enojada —susurro—. Nunca había bebido, creo que fue por eso que dije... lo que haya dicho. Estaba mareada, no es de las mejores sensaciones.

—Con la práctica te va mejor.

—¿Me invitas a ser una alcohólica?

—No. Pero cuando vuelvas a beber, si quieres, puedo acompañarte. No me molestaría.

—Pues... beber es costoso así que luego de anoche, no volveré a beber como en un mes. —Ríe, levantando mi mentón con sus dedos. Se inclina y me besa, suspiro sobre sus labios, insistiendo a su contacto.

—¡Vámonos! —gruñe Gabriel desde la puerta. Desvío los ojos a él y está apoyado en la puerta, impaciente.

—¿Dónde está Mateo? —pregunto, una vez salimos del edificio.

—Con mi abuela. Solo le queda esta semana y la que viene de vacaciones y quiere estar allá mucho tiempo —explica su hermano—. En el internado solo le dan un fin de semana al mes.

Gracias a mi intuición decidí ponerme pantalones para salir de noche porque el frío está tenaz como para andar con las piernas al aire. Luna ha estado junto a nosotros todo el rato, incluso en el bus se sentó tranquilamente frente a Denny. Al bajarnos, no nos pierde de vista aunque está más brincona de aquí a allá.

No puedo creer lo incómodo que es que todo el mundo –como un ochenta por ciento de la gente– mire a Denny y a Gabriel como si fueran de un circo porque van tomados de la mano. Dan incluso ganas de gritarle a quien los mira por metiches. Luka va junto a mí, con las manos en sus bolsillos y en un momento se me pierde. Estaba englobada mirando los edificios y al voltear ya no está. Llamó la atención de Denny y Gabriel que van adelante.

—¿Y Luka?

—Iba contigo, tú deberías saber —dice Denny—. Sigamos caminando, ahora aparece.

Me integro junto a ellos dos y seguimos avanzando. El parque es enorme y de noche tiene muchos puestos de comida y algunos juegos para niños. Hay un par de artistas callejeros dibujando gente y un guitarrista en una esquina tocando una canción. La ciudad de noche despierta, al parecer, y se prende en lugares como estos, dando vida a una ciudad que no había conocido antes.

—Ya me cansé —exclama Denny—. Vamos a sentarnos acá.

Y sin esperar aprobación, se sienta en el suelo, en el césped. Gabriel resopla pero se sienta a su lado. Hago lo mismo, haciendo caso omiso a mi lado exigente que reniega de sentarse en el césped por rififí. Luna se echa a mi lado y al cabo de un rato, llega Luka con una torta pequeña en sus manos. La pone en el centro, en medio de los cuatro y se sienta junto a mí.

—¿De dónde sacaste una torta? —pregunto, conmovida por el detalle.

—Estamos en el centro, no en el fin del mundo. Allá hay una cafetería y pastelería.

—Eso se ve bueno —dice Gabriel, salivando casi sobre la torta. Denny lo hala hacia atrás.

—Compórtate.

Cimpírtiti —arremeda su novio.

Luka saca dos velitas y las pone sobre la torta. Saca una cajita de fósforos y las enciende.

—¿15? —inquiero. El rubio se encoge de hombros.

—Que siempre tengas la alegría de una adolescente.

—Amén.

—¿Le cantamos o qué? —exclama el moreno.

—No —atajo—. Ni se les ocurra cantarme, si todo el mundo nos mira por culpa de ustedes dejaré de hablarles por siempre.

—Severa fresita —murmura Gabriel. Denny le da una colleja.

Los tres me miran expectantes a que sople; nunca me había sentido tan especial con nadie aparte de Kevin. Saber que alguien se toma la molestia de pensar en mí es algo magnífico. Mirando directamente a los ojos de Luka Greisnar, soplo las dos velitas, siendo él el representante principal de mis deseos.

—Como estamos en plena calle, solo pedí tenedores así que, tomen... —Luka nos da un tenedor de plástico a cada uno y entierra el suyo en la torta, al igual que Gabriel y Denny.

—Ya vengo. —Denny se levanta y vuelve enseguida con una gaseosa personal y cuatro vasos. Nos sirve de a medio a cada uno—. Debes decir algo, Cinthya.

—No soy buena para eso.

—¿Y? Ya te dimos torta, lo mínimo es que digas algo.

—¡Gabriel! —brama Luka. 

—Bien. —Levanto mi vasito de gaseosa—. Por ustedes que me dan felicidad sin recibir nada a cambio.

—Y por ti —interviene Luka—. Que nos acompañas con tu sonrisa.

La noche que nos cobija es capaz de tapar el cambio de colores en mi cara y aparte de unas risitas de la pareja que nos acompaña, el comentario pasa desapercibido. Tomamos la gaseosa y le doy un pedazo de torta a Luna; lo bueno de que sea una ex callejera es que come de todo y no se pone de exigente.

De repente me doy cuenta de la importancia de los lazos de cariño que formamos con quienes nos rodean. Me doy cuenta de lo mucho que vale una mirada, una sonrisa, un suspiro; de que eso puede valer mucho más que el más costoso de los obsequios y ciertamente enriquece más que algo material. Algo que se aprende solo cuando se tiene, algo que aprendí solo al tenerlos a ellos en mi vida.

♦♦♦♦♦♦


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro