E S P E C I A L 50K
¿Vieron eso? ¡Llegamos a 50k de lecturas y a más de 9k de votos!
Luka y Gabriel les deben el pack a las que votan 🌚 Si eres hombre, igual espera el pack de Luka :v
Estoy increíblemente agradecida con ustedes por apoyar esta humilde novela y por eso, les traigo un bello especial, narrado por mi rubio bello 7u7
Y de paso para hacer reír un poco a las que leen Sempiterno y están gastando pañuelos muajajajaja
Únete al grupo de lectores en Facebook, las Mazorcas somos amables y tenemos fakes, también juegos de azar, mujerzuelas y hombrezuelos 🌚🌚
*Esto ocurre unos capítulos atrás, ahí dice, pero por si las dudas :'v*
Mateo entra cual vendaval al apartamento y sale prácticamente corriendo a nuestra habitación. Su extrañeza está más acentuada hoy que el resto de días y hasta Gabriel y Denny lo notan.
Me quito mi chaqueta, colgándola en el gancho perchero junto a la puerta y dejo las llaves en la cajita sobre el mesón de la cocina. Llego a la sala, donde Gabriel y Denny están viendo una película de Los Vengadores a la que realmente no le presto mayor atención.
—Hey, ¿qué le hiciste a Mateo? —pregunta Denny, metiendo una palomita en su boca.
—Estuvo muy raro hoy —comento—. Primero nos gritó horrible en la calle, luego se disculpó y ahora parece que quiere esconderse.
—¿«Nos»? —dice Denny.
—A Carolina y a mí.
—Ahhh... tu nueva conquista —interfiere Gabriel, de forma burlona.
—No es mi nueva conquista —apremio por décima vez desde que mi mejor amigo la conoce—. Solo es una amiga.
—Sí, igual que todas que inician siendo amigas —contraataca Gabriel. Denny le da un codazo—. ¿Por qué haces todo eso por ella si no es una conquista más?
Carolina tiene una cualidad ajena a todas las chicas o chicos que me cruzado en la vida y es su capacidad de asombro que está tan intacta como un cristal recién hecho. Lo poco que me ha contado de su vida es suficiente para saber que con ella es más fácil sonreír porque no anda molestando por todo, no ha visto lo feo de la vida y por eso ve todo hermoso; además ríe y sonríe muchísimo lo cual es conveniente cuando quieres tener buenas vibras alrededor. Es como una niña pero en tamaño adulto, me agrada mucho y me parece bastante... diré injusto, cómo la vida la ha tratado. Al menos lo poco que sé me hace concluir que ella no merece ese cautiverio en el que sus padres la tienen.
Es divertido pasar tiempo con ella; por sus ocurrencias, sus disparates, su manera de ver los problemas (que a veces parece que quiere hacerse creer a sí misma que no existen), su rostro que toma un color rojo que jamás había visto en nadie tanto tiempo seguido. Es graciosa.
—Porque me agrada —respondo seguro. Gabriel levanta una de sus oscuras cejas, pidiendo más explicación—. Me conoces, si fuera una conquista, ya la tendría conmigo.
—Eres tan modesto que sorprende —dice Denny.
—Es la verdad.
—¿No has pensado que quizás ella pueda empezar a gustar de ti y la hieres en el camino? —inquiere mi amigo de nuevo, tornándose serio.
—No tendría por qué.
Le dije claramente que seríamos grandes amigos y eso sigue vigente, no se me ha ocurrido verla de otra manera aunque su personalidad hace que quiera estar siempre con ella. No negaré que he querido besarla, puede ser que sus labios siempre están curvados en una sonrisa y eso los hace atrayentes a mí o solo es un anhelo personal y ya.
Después de todo, ¿qué es un beso? No significa nada. No es como que vaya a proclamarle un amor que no existe y ella no es una niña, dudo que le vea gran significado a un posible beso. Igual no he hecho más intentos precisamente porque ella me agrada y no quiero complicar las cosas.
—Para ser modesto, también eres medio tonto —acusa Denny. Gabriel ríe entre dientes—. Quiero conocerla.
—¿Para qué? —inquiero, sorprendido.
—Quiero conocer a esa chica que no te interesa pero te roba más tiempo y mensajes que las que traes acá de vez en cuando y no volvemos a saber de ellas.
—Quizás venga algún día —convengo—. Aunque quizás ya no estés acá, quien sabe.
Hay una curiosidad por Carolina que nació en mí desde el día en que la vi. Es de esas personas que te hacen preguntarte qué ocultan, que quieres saber por qué sonríen o por qué lloran o por qué se frustran o por qué se sonrojan tanto. Es como un respiro diferente a la clase de chicas que frecuento que nunca me inspiran querer hablarles luego de estar con ellas. Con Carolina quiero hablar y hablar sin la necesidad de estar con ella.
La película termina y los créditos inician, anunciando en una esquina la película que va a empezar. Denny se levanta del mueble y eleva sus manos, tocando el techo para estirarse de la posición que supongo que tienen desde hace dos horas. Cuando baja los brazos, Gabriel lo hala al sillón de nuevo, aunque esta vez cae en su regazo.
—Ya se van a poner melosos —desdeño, con fingido disgusto—. Algún día los voy a echar de acá por ponerse cariñosos frente a mí.
—Yo pago la mitad de la renta —objeta Gabriel—. Así que sufre o lárgate.
Como haciendo eco de sus palabras, atrae a Denny del cuello y lo besa. Denny suele ser más recatado al respecto, en general le fastidia que la gente haga esas demostraciones en público y él prefiere no hacerlas tampoco pero como Gabriel quiere llevarle la contraria al mundo entero, Denny termina cediendo olvidándose de donde está. Cuando la cosa empieza a ponerse caliente, opto por irme, pero no sin antes darle un almohadazo a la pareja, que se separa ipsofacto.
—Tienen una cómoda habitación, úsenla. No quiero que Mateo salga y se traume. Gracias.
—Lo sobreproteges —murmura Gabriel. Denny se levanta del mueble—. ¡Hey! No te vayas.
—No me voy, nos vamos. Íbamos a ir al supermercado, ¿recuerdas?
—Qué pereza —se queja mi amigo.
—Entonces quédate. Yo sí voy.
Finalmente y tras su conversación de «No, voy contigo» «Pero si quieres, quédate» y eso por cinco minutos más, salen del apartamento.
Llego a la habitación donde Mateo está a oscuras, viendo algún programa en la televisión; sé que me escucha entrar pero prefiere hacerse el indiferente y no despegar los ojos del televisor. Me siento a su lado en la cama, pasando mi mano por su cabello castaño. Frunce el ceño como si le molestara mi contacto y prendo la luz.
—¿Todo bien? —pregunto. Mateo se encoge de hombros—. ¿Qué te pasa? Has estado raro hoy.
—Ya te pedí disculpas —asevera en un siseo.
—No quiero tus disculpas, quiero que confíes en mí y me digas qué sucede.
Quita los ojos de la pantalla, pero mirando en la otra dirección, no a mí. Aguardo unos minutos a que se decida a hablarme pero prefiere sentarse completamente de espaldas a mí y cruzado de piernas. Me quedo callado hasta que él habla.
—¿Te ha gustado alguna chica antes, Luki? —pregunta en un susurro.
Sin que él me vea sonrío, enternecido por su pregunta. Pone sus manos en su cara y asumo que está avergonzado de preguntarme eso. Permanezco en mi sitio, tratando de no hacerlo difícil para él.
—En algún... momento me gustó una.
—¿Qué hiciste?
—Era una chica de mi colegio, iba en mi curso —comento, recordando—. Le di chocolates y luego la llevé a una obra de teatro.
—¿Por qué no estás con esa chica? —cuestiona.
Sonrío con nostalgia, recordando momentos no felices de mi adolescencia. De hecho Mateo conoció a esa chica, solo que tenía cinco años y no la recuerda mucho pero yo sí recuerdo que él estuvo a gusto con ella y que ella agradó a Nani también. No he vuelto a presentarle a nadie a mi abuela o a Mateo, precisamente para que no vean cómo fracasa después la relación.
—No siempre funcionan las cosas con la chica que nos gusta —explico escuetamente.
—¿Cuántos años tenía ella?
—Unos diecisiete creo, yo tenía dieciocho.
—¿Y si ella hubiera tenido unos... treinta? ¿Igual te hubiera gustado?
Como chispazo divino, ato hilos en mi mente llegando a la única conclusión. Debo hacer un esfuerzo extra para no reírme porque sería muy grosero con mi hermanito pero algo de mi burla se trasluce en mi voz.
—¿Te gusta Carolina, Mateo?
Emite un resoplido mitad jadeo, escondiendo más aún su rostro. Al menos es algo de niños y no debo darle la charla aún, eso sí sería vergonzoso.
—No sé... pero sí —susurra—. ¡Es muy vieja, Luka!
—Ella no es vieja.
—Lo es para mí.
Rompo el espacio entre nosotros tocando su hombro, haciendo que de la vuelta. Mateo tiene sus ojos cristalinos y muerde su labio, casi con ira.
—Eso... es cierto, Mateo. Pero no estés triste, ya llegará una de tu edad, una muy bonita que se parezca a Carolina.
—Carolina es muy linda, nadie se parece a ella —comenta, acompañando su confesión con un suspiro—. Tiene una sonrisa hermosa y ¿has visto sus ojos? Son muy bonitos. Y siempre me habla bonito.
—Sí. Su sonrisa es realmente hermosa —afirmo.
—¿A ti te gusta, Luki?
Su pregunta llega algo tarde a mi cerebro que tenía la imagen de Carolina ocupando el espacio. Cuando reacciono, respondo seguro.
—Es muy buena persona, pero no.
—Pero ella te sonríe a ti más bonito que a mí —susurra con tristeza—. Es porque tú eres grande como ella y le gustas.
—Ella es así de amable con todos, Mateo.
—No creo...
—Te diré algo: ¿te parece si hacemos un trato? —propongo—. Carolina será nuestra amiga y ya que tú no puedes estar con ella, yo tampoco estaré con ella. Como un... pacto de hermanos.
—Vi eso en un programa. Lo del pacto, aunque no incluía chicas... En fin... —Su sonrisa vuelve, mostrando sus hoyuelos—. ¿Y si Carolina quiere estar contigo?
—Ella no quiere eso tampoco, Mateo.
—Pero, ¿y si...?
—Bien, tú eres más importante así que mientras ella te guste, no dejaré que esté conmigo, ¿trato?
—Me parece bien —accede—. Otra cosa, no le digas Colibrí.
—¿Por qué? —cuestiono aunque estoy casi seguro de que son celos.
—No me gusta. Dañas su nombre, Carolina es muy bonito, no le des apodos. —Río, haciendo eco en la soledad de la habitación, sin embargo, asiento.
Gatea los veinte centímetros en la cama para abrazarme y luego se recuesta a mi lado.
—Si quieres duerme un rato y nos quedamos en la noche jugando videojuegos. —Su sonrisa se ilumina aún más y toma una de las cobijas para envolverse en ella.
—Te amo, Luki.
—Te amo, mocoso. Duerme ya.
Salgo de la habitación luego de que se duerme y prendo el televisor de la sala.
Mateo se ha convertido en mi fortaleza aunque él se apoya en mí para sus debilidades.
He hecho todo lo posible para enseñarle que solo nos necesita a mí y a mi abuela. No sé si él lo hace consciente o solo lo ignora pero hace años dejó de preguntarme por nuestros padres y así está bien.
Agarro mi celular e inmediatamente el instinto me hace abrir la ventana del contacto de Carolina, donde todas nuestras conversaciones están guardadas. Puede resultar gracioso la cantidad inmensa de mensajes que nos enviamos hablando de absolutamente nada importante. Ella lo hace interesante aunque no lo sea en realidad.
Aparece en línea, lo cual sé que es limitado así que no pierdo el tiempo. Sé que esa conversación que tuve con Mateo le va a resultar vergonzosa y aunque desearía decírselo en persona para ver su coloración, no aguanto las ganas de contarle.
¿Qué haces, Colibrí?
Como siempre, me responde en menos de un minuto.
Disfrutando de mi soledad.
Mis padres están en la iglesia.
¡Aleluya!
Su manera de alegrarse por cosas insignificantes es algo que me encanta de ella.
O sea que te puedo llamar.
¿Para qué me vas a llamar?
Me da flojera escribir :p
Oh, está bien entonces.
Me acostumbré a sonreír siempre que de la loca de Carolina se trata. Ella transmite el buen humor incluso a través de las monótonas palabras en una pantalla. Aprovechando que Mateo duerme y mis amigos no están, doy en el botón de llamar. Me recuesto en el sofá para mejor comodidad nada más escuchar su voz.
—¿Qué hacen?
∞∞∞∞∞∞
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro