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Capítulo 2

Capítulo 2

Ser madre soltera no era como te lo pintaban en las películas. No era la mujer empoderada que me habían vendido que sería.

Había días que eran un completo desastre. Días en los que me gustaría tener tiempo para mí misma y no tener dos bocas más que alimentar. Porque por muchas ayudas que pidiera el Estado no me había proporcionado ni una sola. Y el sueldo que ganaba en la librería a veces no era suficiente.

Odiaba depender de los demás.

Por no hablar de la cantidad de veces que llegaba tarde a clase o que simplemente no iba porque o bien Kylie o bien Levi estaban enfermos. O igual los dos. Ese sí que era un verdadero reto.

A ver, que amaba a ese par con toda mi alma, pero bien podrían haber venido en otro momento de mi vida, quizás cuando tuviera un trabajo estable.

Pero el destino quiso arrebatarme a la persona que más quería y me lo compensó con esos dos pequeños.

La vida era muy puta y movía los hilos a su antojo.

Como ese día. Había terminado muy agotada de las clases y lo único que me apetecía era sentarme en el sofá para ver una serie en Netflix. No obstante, nada más salir de la facultad tras haber comido unos espaguetis fríos que había llevado de casa y tras haber aprovechado la hora libre para hacer un trabajo, fui a buscar a esos dos torbellinos andantes.

Saint Joan School estaba a tan solo cinco minutos de la NCU y a diez de donde vivíamos, un pequeño apartamento en un barrio poco acomodado que, por ahora, era lo único que podía permitirme. Para cuando llegué, el patio del recreo estaba lleno de padres. Vi a la madre de Myre, la mejor amiga de Kylie, y me acerqué a ella.

La mujer me saludó con una agradable sonrisa.

—Linn, ¿estás bien? No tienes buena cara.

Hice una mueca. Había tenido un día horrible. De entrada, me había quedado dormida y, por si eso fuera poco, me había tirado el café encima. Un desastre. Además, anoche me había acostado tarde porque Levi tuvo una pesadilla y se negaba a dormir en su cama solo. Así que la cara de zombie andante que llevaba encima estaba bien justificada.

—He tenido días mejores —me limité a decir mientras me pasaba un mechón suelto tras la oreja.

—Eres un chica muy fuerte. No sé si yo habría podido hacer lo mismo. No sé qué haría sin Lebron.

Tragué todas las emociones que luchaban por salir al exterior. Parpadeé, alejando las lágrimas. No quería ponerme a llorar, no de nuevo. Por mucho que me dijera que él no volvería jamás, una parte de mí aún deseaba que todo fuese un mal sueño y que Kyle no hubiese muerto hace ya casi seis años atrás.

Lo único que deseaba era que estuviese ahí conmigo y que conociese a sus dos hijos. Porque Kylie era igualita a él y Levi tenía su misma sonrisa.

—Es difícil, pero se puede sobrellevar. Me he criado en un barrio en el que si no sacas las uñas y peleas por lo tuyo te comen. Soy una tipa dura.

El timbre sonó y, un par de minutos después, empezaron a salir. Primero vi a los más mayores y, más tarde, en fila, la clase de los de primero. Se me derritió el corazón al ver a mis pequeños de la mano. En cuanto me vieron, vinieron hacia donde estaba, con Myre a su lado. Mis mellizos eran muy buenos amigos de ella.

—¡Mami, mami! —gritaban con esa vocecita que iba a extrañar cuando crecieran.

Los tomé en brazos a los dos y los llené de besos.

—¿Qué tal lo habéis pasado, tesoros?

Los dos se revolvieron con una carcajada que me llenó el corazón del más puro amor. Ese era el combustible que necesitaba para rendir bien a la tarde.

—La señorita Ambers es súper lista. Nos está enseñando a sumar —me puso al tanto Levi con una sonrisa desdentada.

—Está chupado —añadió Kylie moviendo las dos coletas castañas que le había hecho esa misma mañana.

—La clase de español es muy difícil, pero me gusta mucho.

—¡A mí también! —estuvo de acuerdo su hermana—. Las canciones que Linda nos pone me hacen bailar.

—¡Y a mí!

Los dejé en el suelo y, al instante, ambos me tomaron de las manos. Menos mal que no había tenido trillizos. No habría dado a basto.

—Hoy tendréis que venir con mami al trabajo. Annie se ha puesto mala y no podrá cuidaros.

—¡Jopetas!

Me despedí de la señora Austen con una sonrisa. Debía estar en la librería en quince minutos. Menos mal que estaba cerca de donde mis pequeños estudiaban. Los llevé a una cafetería para que merendaran, puesto que la vecina me había escrito un mensaje hacía media hora y no había podido improvisar.

—Mami, mami. En el cole nos han dicho que esta semana va a venir alguien que nos va a hacer una extinción de gimnasia rítmica —me informó la niña con una sonrisa alegre justo después de darle un sorbo al zumo de naranja.

—Eso es genial, tesoro. Las exhibiciones me encantan.

—Tengo muchas ganas. Es muy bonito verlo por la tele.

Levi se podía pasar horas viendo competiciones de gimnasia rítmica. Había estado buscando clubs asequibles para anotarlo, pero todos se me salían del presupuesto. Me daba mucha rabia no poder pagarle una extraescolar que sabía que amaría.

—También te gusta copiar los bailes. Pero tú lo haces muy mal —lo picó Kylie.

—¡Porque no sé!

Les di un beso en la mejilla a cada uno.

—Venga, acabaos la merienda, ¿o queréis que llegue tarde y que Emilia me regañe?

—No. Eres muy buena.

Sonreí. Cuando salimos de ahí, en mi pecho seguía estando ese malestar por no poder ser la madre que ellos se merecían tener. Ojalá todo fuera diferente. Ojalá pudiera cumplir aunque fuera uno de sus caprichos.

Aunque en ese momento no tenía ni la más remota idea de lo que mi vida estaba a punto de cambiar.

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Nota de autora:

¡Feliz lunes, Moni Lovers!

¿Qué tal estáis? Siento no haber actualizado la semana pasada. He tenido muchas cosas que hacer y se me ha hecho imposible.

¿Qué os ha parecido el capítulo? Repasemos:

1. Linn en modo mamá.

2. ¡Por fin nos metemos en la cabeza de Linn!

3. Los mellis.

4. Ay, Linn. Tú puedes con todo.

Espero que el capítulo os haya gustado. ¡Nos vemos la semana que viene! Os quiero. Un besito.

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