TRES
—Oye, despierta —sentí a alguien tocar mi brazo. «¿Él ya regresó?».
—Mnn, ¿Jung Kook? —expresé un poco ronco, realmente me quedé dormido, creo que hasta soñé, aunque yo no recuerdo qué.
Me levanté con cuidado para no despertar al niño y mis ojos se encontraron con los suyos, me quedé quieto por un instante, solo mirándolo. «Es lindo, este hombre». Le indiqué con la cabeza alejarnos un poco para charlar. Asintió, así que dejamos a Jin rendido en el suelo y fuimos a hablar a la cocina.
—¿Quieres agua? —le pregunté, abrí la nevera y le serví un poco de agua en un vaso.
—¿Cómo has podido adaptarte tan rápido? —preguntó, observándome con asombro.
Cómo no podría adaptarme, si he visitado la casa de Shin Hye desde hace dos años y está decorada prácticamente igual a esta.
—Tienes una forma muy peculiar y sencilla de ordenar las cosas —respondí, acercándome a él con el vaso con agua—, fue muy fácil... adaptarme a ti —cuando me di cuenta, su rostro y el mío estaban peligrosamente cerca.
«¿Qué se supone que estoy haciendo, ahora mismo?».
Él entreabrió los labios para decirme algo, tal vez para mandarme al demonio por mi falta de respeto, pero contrario a eso solo se quedó callado, observándome minuciosamente. Reparó en mi rostro una y otra vez y se puso algo nervioso, que agarró el vaso de mi mano y se bebió el agua sin siquiera respirar.
—¿Esto es normal? —preguntó una vez terminó de beber, pero sentí que no era a mí a quien le hacía la pregunta.
—¿Qué cosa? —le pregunté y su mirada se volvió intranquila. «¿En qué estaría pensando?»—. Bueno, el almuerzo ya está hecho —cambié de tema, para no hacerlo sentir más nervioso—, iré preparando la mesa. Por cierto —aún no me había presentado, esperando que él tomara la iniciativa pero creo la tomaré yo—, he estado esperando a que me lo preguntes pero, por alguna razón no lo haces —acerqué mis labios a su oído derecho—, me llamo Tae Hyung —me separé—, Kim Tae Hyung.
Tras revelarle mi nombre salí de la cocina. Su cabello olía a rosas. «Diablos, el hermano de mi mejor amiga me atrae, y no creo que él sea gay, qué debo hacer ahora». Sentí sus pasos acercarse a mí, no obstante, solo me pasó por el lado y se fue directo a su cuarto. Volví a la cocina, debía preparar la mesa para... «¡Oh Dios mío no hice el almuerzo! ¿Acaso habré soñado que lo hice?». Me halé los pelos, sí recuerdo que pensé hacerlo, pero el niño quiso hacer popó y luego... diantres, me quedé dormido en la sala. «¿Y ahora qué hago?».
Rápidamente abrí la nevera y me puse a preparar algo práctico y rápido, aún así fui atrapado en el acto: Jungkook apareció en la cocina con el niño en brazos.
—Esto...yoo... —no sabía qué decirle.
—¿Quieres que te ayude? —preguntó, yo solo bajé la cabeza apenado y asentí—. Jin, quédate aquí y no te muevas, ¿vale? —le dijo al niño, sentándolo a la mesa.
—Sí papá —«Tan obediente, adoro a ese niño. ¿Y quién no lo haría?».
—Lo siento mucho —me disculpé, debía hacerlo—, no había preparado nada, me quedé dormido junto al niño y lo más probable es que halla soñado que hice el almuerzo.
—Taehyung, no debes disculparte por eso —me dijo con total naturalidad, lavando algunas verduras que había sacado—, tu trabajo es cuidar de mi hijo, no de hacer los deberes de la casa. Incluso así, te agradezco —me miró y sonrió, mostrándome unos curiosos dientes de conejo, sentí como mi corazón daba un brinco—, haz limpiado la casa —prosiguió—, organizado las cosas que dejé regadas, incluso fregaste la losa sucia de ayer, cuidaste a mi niño y ahora haces el almuerzo, no puedo pedirte tanto, que solo cuides a Jin: es suficiente para mí.
El corazón me estaba latiendo muy deprisa. Ay diablos, no creo que sea atracción lo que sienta por este hombre.
—Me gustas.
—¿Qué? —él cerró la pluma que soltaba agua a chorros y dirigió su vista a mí—. No te escuché bien perdona, abrí mucho la pluma para lavar las verduras, ¿podrías repetir lo que dijiste?
Yo estaba inmóvil, esas palabras se me salieron de los labios y gracias a Dios fue en un susurro que él no pudo escuchar. Esa declaración solo era un pensamiento, pero terminó convirtiéndose en una frase imperceptible. «Me estás volviendo loco Jeon Jung Kook».
—Tranquilo, no dije nada importante —me excusé—, solo estaba hablando conmigo mismo, me siento apenado por lo del almuerzo.
—Ya te dije que no te sintieras mal por eso. Además, ¿ya lo estás haciendo, no? Y yo te voy a ayudar. ¿No es mejor hacerlo juntos?
—¿Hacerlo... juntos?
Por un momento me perdí en el real sentido de sus palabras, mis manos detuvieron lo que hacían y me quedé pensativo. Una escena vino a mi cabeza y rápido la sacudí fuertemente para deshacerme de aquel pequeño video clip que se reprodujo en mi cerebro. «¿En qué piensas Taehyung?, estamos hablando del almuerzo».
—Claro, creo que será más rápido si hacemos el almuerzo entre los dos —dijo él, ajeno a mis inapropiados pensamientos.
—Es cierto —afirmé—, juntos: es mejor.
Debo decir que fue divertido y hasta me gustó hacer el almuerzo y preparar la mesa junto a él, parecíamos una bonita familia; pero estábamos lejos de ser una. Era notable que a Jungkook le gustaban las mujeres, incluso así, había momentos en los que me miraba y un leve rubor se asomaba en sus mejillas, haciéndolo desviar la dirección de su mirada con suma rapidez. ¿Acaso eso era una señal de que lo intentara con él, de que me arriesgara? No lo sabía con exactitud, pero me dejaría llevar por el destino.
El almuerzo fue estupendo y agradable, incluso lo aprovechamos para conocernos mejor. Le conté cómo conocí a su hermana, historia que le sorprendió un poco, aunque solo fue la parte de que mis padres no apoyaron ni aceptaron mi orientación sexual y desde entonces he tenido que arreglármelas yo solo. Pero no solo hablamos sobre eso, sino sobre otras cosas más. Él me dio a conocer las reglas de la casa para una convivencia más sana mientras hiciera mi trabajo de niñera, bueno de niñero y prometí cumplir con todo al pie de la letra, se notaba que no era un jefe muy exigente, algo que me agradó bastante.
En la tarde Shin Hye nos hizo una visita y la casa prácticamente se volvió un caos, estuvimos jugando con Jin a las escondidas y el niño se la pasó muy bien. Al final nos quedamos jugando los dos solos, Jungkook y su hermana decidieron hacer la cena, aunque se suponía que yo la haría con ella; pero el pequeño quiso que fuera yo el que lo bañara y no su papá, fue divertido de ver los pucheros de padre e hijo por ese tema: Jungkook por celos y Jin porque a toda costa quería que fuese yo. Jungkook terminó cediendo ante su pequeño y me ofreció un par de toallas por si quería bañarme junto con él, había sudado un poco por jugar de más.
Después de bañar al niño y bañarme yo también, preparé la mesa, mientras los hermanos tomaban una ducha. Un rato más tarde, Jungkook salía de baño y el niño, que se encontraba conmigo en la cocina fue hasta su encuentro, al mismo tiempo que el timbre de la puerta sonaba y fui a abrir la puerta.
—Ya estoy bañada y lista para comer —mencionó Shin Hye entrando—. ¿Y Jungkook?
—Acaba de salir, está en su cuarto —contesté cerrando la puerta.
—Perfecto, quería hablar contigo en un momento que él no estuviese presente, creo que esta es la oportunidad —me dijo, tomándome de la mano y conduciéndome hasta la cocina—. Tae, eres mi amigo, te conozco hace dos años... —comenzó a decir y bajé la cabeza, ya sabía de qué se trataba la plática— Levanta la cabeza.
—Shin Hye yo...
—Levanta la cabeza —reiteró, tomó mi mentón con un mano y lo alzó, obligándome a mirarla— y mírame. Quiero que me mires a los ojos y seas sincero conmigo; he visto la forma en que lo miras, conozco muy bien esa mirada tuya Taehyung. ¿Te has enamorado de mi hermano?
—Discúlpame Shin Hye, fue algo inevitable y no debió suceder. Es mejor que rompa el contrato y me marche, prefiero... —tragué saliva con dificultad, me sentía un nudo en la garganta. «Diablos, parece que estoy a punto de llorar»—. Prefiero no perder tu amistad.
—Mi amistad vas a perder si rompes el contrato con mi hermano y sales de este apartamento. Me ofendes. ¿Acaso no me conoces Taehyung? ¿Cómo crees que sería capaz de ponerte a elegir, como tus padres lo hicieron?
—No quise decir eso —negué con la cabeza—, yo... Lo siento.
—Tonto —me abrazó—. Te hice la pregunta porque no quiero que salgas lastimado, como la última vez que te enamoraste de alguien; esa persona te utilizó y terminé consolándote. Pero esta vez es diferente, y no es porque se trate de mi hermano, él es un adulto y es responsable de sus actos, yo solo le puedo dar consejos pero no decidir sobre su vida o sobre sus relaciones amorosas —dejó de abrazarme y limpió una lágrima que se me había escapado—. La cuestión es otra y ambos sabemos a lo que me refiero.
—Sí, en verdad soy un tonto, siempre termino enamorándome de las personas equivocadas.
—Oye —me dio una pequeña palmada en la cabeza a modo de regaño—, que mi hermano es un hombre maravilloso —sonrió—; pero quién sabe Tae, el destino es una cosa muy curiosa. Tal vez llegaste a nuestras vidas por alguna razón, así como nosotros llegamos a la tuya, y al niño se le nota que se encariñó contigo.
—¿Me quieres decir que... trate de conquistar a tu hermano? —ante mi pregunta solo me guiñó un ojo, cuando sentimos una puerta sonar y vimos al pequeño Jin entrar a la cocina risueño.
—Tae, Tae —fue hacia mí y me tomó por una mano—, ¿vas a cenar con nosotros?
—Claro que sí pequeño —le sonreí y acaricié su manito—, ¿nos sentamos?
El niño asintió ante mi pregunta y todos procedimos a sentarnos a la mesa. Tuvimos una cena tranquila. Luego de cenar charlamos un buen rato, hasta que el niño se quedó dormido en los brazos de Shin Hyue, que lo cargaba. Jungkook se fue con él en brazos a prepararle su camita mientras su hermana corrió a lavar los platos de la cena, yo fui a ayudarle. Entre los dos terminamos rápido, cuando salimos de la cocina Jungkook lo hacía de su cuarto, con ropa más cómoda puesta, al parecer estaba ya preparado para dormir. Shin Hye se despidió de ambos y se marchó, yo me dirigí a uno de los muebles que se encontraban en la sala y me senté, a la espera, seguro él conversaría conmigo antes de que me fuera a mi casa.
—Listo, he acostado a Jin, hoy fue un día muy agotador para él —dijo, sentándose en un mueble frente a mí—. Tae, mañana si lo prefieres no vengas, como es domingo puedo encargarme de Jin yo solo.
—Acabo de empezar y ya quieres que falte al trabajo —le dije, a sabiendas de que no era necesario que cuidara del niño mañana cuando él estaría en casa; pero la verdad es que quería venir de nuevo para verlo más tiempo—. Además, estaba esperando el momento en que pudiera hablar a solas con vos, ahora que estás más relajado con mi presencia —creé una excusa rápida para hablar un poco más con él, aunque en cierto modo esta plática era necesaria y, un poco vergonzosa.
—¿Y de qué quieres hablar?
—Debes tener más cuidado con... —hice una breve pausa, buscando las palabras adecuadas para referirme a lo que encontré en su cuarto esta mañana— con lo que haces en tu intimidad, el niño podría entrar de momento al cuarto y ver... —hice nuevamente silencio, su cara se había vuelto un tomate maduro en cuestiones de segundos, terminé ruborizándome yo también—. La he botado.
—¿Qué?
—La revista, la he botado junto con los papeles del baño —confesé y me levanté del mueble—. No creo que la necesites más —caminé hacia él, su rostro era un poema, sus ojos brillaban y yo me sentía tan atraído que terminé parado frente a él, con una loca idea en la cabeza—. De ahora en lo adelante yo te atenderé —mencioné, curvé mi cuerpo hacia adelante y acerqué mi rostro al suyo—. Eres papá soltero, no solo tu niño necesita que lo cuiden, tú también mereces ser cuidado.
No pude evitar el deseo de besar sus labios; pero preparado para recibir tal vez un puñetazo en la nariz, el beso solo fue un roce breve, uno roce que bastó para que mi corazón latiera como un loco. Quería más que solo un leve contacto de nuestros belfos; pero no debía apresurar las cosas. Me quedé quieto después de haberme separado, asombrado por no sentir su puño contra mi cara.
—Somos hombres —susurró.
—Y eso qué importa, ¿acaso por ser hombres no se nos permite amarnos, desearnos?
—Y-yo, nunca lo he hecho con un chico —dijo con un pequeño tartamudeo.
—No te puedo decir que soy un experto, dado que solo lo hice una vez; pero prometo hacerte sentir bien —prometo que esta vez será diferente, no voy a apresurarme.
—No estoy seguro, apenas te conocí ayer.
—¿Y no sientes como si me conocieras de toda la vida? —pregunté, pensando en las palabras que dijo Shin Hye sobre el destino, quería pensar que realmente estábamos aquí, los dos, mirándonos a los ojos, por obra del destino.
Él cerró los ojos y entreabrió los labios, no hacía falta decir nada para saber lo que esa acción significaba. Volví a posar mis labios sobre los suyos, solo que esta vez, el beso fue más intenso.
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