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DOS

El almuerzo con Shin Hye fue estupendo, como todas esas veces que he compartido la mesa junto a ella, realmente es una mujer encantadora y divertida, si no fuera porque soy gay y ella lesbiana, le pediría que saliéramos juntos.

Después del almuerzo nos pasamos la tarde leyendo en su PC un manhwa titulado BJ Alex, a ambos nos justaba leer ese tipo de cosas y aunque parezca absurdo e imposible de creer, incluso podría sonar hasta ridículo; las escenas subidas de tono donde los personajes tenían sexo nos excitaban, y hablo de sexo entre hombres. Nos leímos toda la historia hasta que ella se fue a hacer la comida y yo me quedé acostado sobre su cama —porque sí, me encontraba en su cuarto— rememorando algunas escenas.

—Necesito un novio, asshh —me revolví el cabello y me levanté de la cama con ligero fastidio, llevo mucho tiempo solo y leer estas historias de amor, aunque me gustan, aumentan este sentimiento de soledad que albergo. 

—Tae —mi amiga se paró en el umbral de la puerta, que se encontraba abierta—, ¿puedes ayudarme a preparar la ensalada?

—Shin Hye, yo… creo que me voy.

—¿Qué —me miró sorprendida—, cómo que te vas? ¿Sucedió algo?

—Yo… no me siento bien, disculpa —salí del cuarto y me dirigí a la puerta de salida del apartamento.

—Pero Tae, dime qué pasó —la escuché detrás de mí—, hasta hace unos momentos todo estaba bien.

—Pásame la dirección de tu hermano en un correo y mañana vendré a verlo para ultimar detalles —abrí la puerta—, disculpa, no podré cenar contigo.

Sin darle chance para que dijera alguna cosa me fui de allí lo más rápido que pude. Debo ser tonto para ponerme sentimental con tan solo leer un manhwa, una historia dibujada. Ojalá y una artista como Mingwa, la autora de BJ Alex, me editara la vida; pero bueno, quién querría editar una vida tan aburrida y solitaria como la mía.

Al salir del edificio, pasé por frente a la florería donde por la mañana le compré un regalo a Shin Hye y recordé al hombre apuesto que trabaja ahora allí, la mujer que esté con él es muy afortunada, se nota que es una persona trabajadora y apasionada, además de que es un buen padre y cuida mucho a su hijo.

—Jin —mencioné el nombre del niño y sonreí, era un chico muy mono y se parecía mucho a su padre—, si tu padre no fuera tan sobreprotector me podría convertir realmente en el hombre del saco y te robaría para mí —me eché a reír por lo que acababa de decir… robarme a un niño, debo estar loco.

«¿Me habré encariñado con esa criatura? Me fascinan los niños pero, por qué quiero robarme a este».

Me encogí de hombros, sin respuesta a mi propia pregunta y finalmente abandoné el condominio. A la mañana siguiente, y tras una regañina de Shin Hye por videollamada de WhatsApp, regresé al sitio, pero esta vez no me dirigí al apartamento de mi amiga, sino al de su hermano, mi próximo lugar de trabajo.

Shin Hye mediante la video llamada me dio a conocer el piso y el departamento donde reside mi nuevo jefe, lo curioso es que vive frente al suyo y nunca se tomó la molestia de presentármelo. Supongo que tendría sus razones, ¿creería que yo seduciría a su hermano? Y la verdad es que nunca me contó cómo el chico terminó criando solo a su hijo. En fin… sacudí mi cabeza para no darle más vueltas al asunto y toqué finalmente la puerta. Ya eran casi las 8:00 de la mañana, vine un poco retrasado, una primera mala impresión, pero bueno, es mi primer día, espero me perdone, además, es sábado.

—Buenos días.

Saludé cuando la puerta me fue abierta, encontrándome a un chico con el cabello color negro todo revuelto, vistiendo una camisa mitad fuera del pantalón y la otra mitad por dentro, más el zipper de esta prenda inferior se encontraba abierto, algunas gotas de sudor le corrían por el rostro y un tinte de rubor se asomaba en sus mejillas. «Taehyung no pienses mal, no lo hagas; pero joder, que el aroma a sexo que desprende no me deja pensar en cosas sanas». Lo mejor de todo —y lo digo con sarcasmo—, es que al chico que tenía delante era el que me vendió la maceta que le di de regalo a Shin Hye. El mundo es un puto pañuelo.

—¿Es usted Jeon Jung Kook? Shin Hye me habló de que su hermano necesitaba una niñera y me ofrecí a ayudarle, pero nunca imaginé que fueras tú —tras mis palabras aquel rubor en sus mejillas se hizo más visible. 

—Buenos días —saludó—. Sí, yo soy Jeon Jung Kook, adelante —se separó de la puerta, permitiéndome entrar.

—Perdone que viniera tan tarde —me disculpé, adentrándome en el sitio, aunque si lo pienso bien por lo que él estuvo haciendo en su cuarto no debe ni acordarse de la hora.

—¡Carajo se me hizo tarde! —chilló de repente, sobresaltándome—. ¿Oye, puedes hacerte cargo de todo verdad? —me preguntó y antes de que pudiera opinar algo prosiguió—. Solo me quedan 10 minutos para abrir la tienda. Si tienes alguna duda llama a mi hermana.

Ni siquiera pude abrir la boca para decirle que yo me encargaría de todo sin problemas, solo me quedé mirando como corría hacia una habitación y luego hacia otra. Y mientras esperaba que él volviera a aparecer me entretuve observando la decoración del hogar; tenía la marca de Shin Hye, eso, o que los dos tienen los mismos gustos a la hora de decorar sus departamentos.

—Cuida bien de mi hijo —sentí su voz detrás de mí, me giré para verle—. Si robas algo te denuncio y, si te robas a mi hijo: te mato.

Salió del apartamento a paso veloz, ni siquiera pude desearle que tuvieran un buen día o decirle que no me robaría a su bonito hijo, aunque la verdad sí que lo he pensado. Pobre, se nota que ser padre soltero no es tarea sencilla; pero ya que estoy aquí, le ayudaré en todo lo que pueda.

Comencé primero por ordenar algunas cosas que encontré, según yo, fuera de lugar, inspeccioné la casa para saber dónde se encontraba cada cosa y lavé la losa sucia que encontré del día anterior, luego me dispuse a limpiar la casa; revisé las habitaciones, ya que se encontraban abiertas, en una de ellas vi al pequeño Jin que dormía plácidamente, limpié haciendo el menor ruido para no despertarlo y después fui a la habitación de su padre.

—Llévame tren de la una —mencioné cuando justo saqué de debajo de su cama un montón de papel sanitario impregnado de semen y una revista porno.

«¿Estuvo masturbándose antes de que yo llegara? ¿Y a plena mañana?». Bueno supongo que para un rato de placer no hay horario específico. Recogí todo y junto a los papeles del baño los eché en un nylon, el cual boté en el contenedor de la calle, justo antes de que pasara el camión de la basura. Regresé al apartamento y cuando entré nuevamente a su cuarto me encontré al pequeño Jin en él.

—Buenos días —el niño dio un salto que terminó trepándose en la cama—. Ja ja, perdona pequeño, no pretendía asustarte.

—Ah, es el hombre bonito del saco —dijo, con expresión más calmada.

«¿Hombre bonito del saco?». Curioso, este chico me ha puesto un apodo divertido jajaja.

—Papá dijo que hoy llegaba mi niñera —mencionó, bajándose de la cama—, ¿eres tú?

—Bueno —me rasqué la nuca—, supongo.

—Yupiii —dijo alegre, sonriendo y me extendió una manito—, ¿vamos a jugar?

—Espera pequeño —me agaché frente a él—, primero debo limpiar el cuarto de papá y prepararte desayuno. ¿Ya te lavaste la cara y te cepillaste los dientes? —negó con la cabeza y me confesó que su papá y su tía siempre lo ayudaban en eso porque él no sabía hacerlo bien todavía. «Tan tierno, quiero abrazarlo y apretarlo muy fuerte»—. Bueno, en ese caso, yo te ayudaré, pero primero debo limpiar aquí, ¿me esperas en la sala?

El niño me hizo caso y yo terminé con mis deberes de limpieza, luego me lavé bien las manos y los brazos y lo ayudé a cepillarse los dientecitos, después le preparé un rico desayuno con unos huevos que encontré el refrigerador y preparé un jugo de mango que también encontré, para ser sincero yo también preparé algo para mí. Tras terminar el desayuno fregué todo y limpié el resto de la casa.

—Bueno, he terminado —dije satisfecho, en medio de la sala, todo brillaba y por el balcón entraba una brisa muy agradable. Miré la hora en mi teléfono, eran casi las 10:30 de la mañana, ¿debería preparar el almuerzo?

—Tae —el niño haló mis pantalones, llamándome como le dije que lo hiciera—, Tae —me agaché para estar a su altura.

—Dime mi pequeño. —Ay pues sí, me encariñé con el niño.

—Quiero hacer popó —me dijo, con la carita hecha un tomatito.

La imagen que estaba viendo era tan tierna como tan chistosa, hice el esfuerzo por no reírme, se le notaba que tenía pena de decirle a un extraño que quería ir al baño a hacer del uno. «¿Los niños a estad edad sienten vergüenza?». Bueno, lo llevé al baño, al parecer estaba acostumbrado a sentarse en la tasa y que alguien lo sujetara mientras hacía sus cositas para no caerse. Tardó un poco, no estaba acostumbrado a mi presencia, pero pudo hacerlo, luego lo limpié con papel sanitario; al principio se negó pero terminó sediendo.

—Tae, Tae —otra vez estaba halando mis pantalones.

—Dime.

—Agua —me señaló la ducha—, papel no, agua —me dijo haciendo un puchero y lucía algo enojado.

—Oh —al parecer me estaba enseñando que cuando hacía popó no se limpiaba con papel, sino que se lavaba. Y yo que casi me cago un dedo limpiándolo, en fin, culpa mía por no haberle hecho caso.

Miré a mi alrededor y habían toallas limpias en el baño, shampoo, jabón… ¿y si me baño yo también? La verdad es que estaba un poco sudado después de limpiar toda la casa, espero que a Jungkook no le moleste que use su baño. Le quité la ropa al niño, luego me quité la mía y nos metimos bajo la ducha. Después del baño y de estar los dos limpios y vestidos, tuve la osadía de coger una manta del cuarto de Jungkook y la coloqué sobre el suelo de la sala, invité al niño a acostarse a mi lado, me hizo caso y debo decir que, con la agradable brisa que provenía del balcón, los dos nos quedamos, profundamente dormidos.

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