CUATRO
Su beso era algo torpe y era comprensible, besaba a otro hombre por primera vez, pero no me apartaba, se dejaba llevar por la sensación. Luego de un instante besándonos me apartó, su rostro estaba rojo y sus ojos brillantes y extasiados. Diablos, la imagen que me estaba transmitiendo era lo bastante erótica para mí.
—Aquí no —susurró y sin esperar a que dijera alguna otra cosa, lo tomé por una mano y nos conduje hasta su cuarto—. Taehyung —se soltó de mi agarre al entrar, me giré para verlo—, esto es algo nuevo para mí, pero no estoy seguro. No voy a negarte que eres un hombre atractivo y… —se revolvió el cabello— creo que solo estoy confundido y estoy actuando sin pensar bien las cosas, ahora mismo mis pensamientos están muy desordenados. Disculpa.
—No, discúlpame tú, me prometí que haría las cosas lentas y lo que estaba haciendo era todo lo contrario. —Me acerqué a él, tomé una de sus manos y la acaricié—. No voy a obligarte a nada, fui un tonto, lo siento.
—Es que yo… —Se mordió el labio inferior y bajó la cabeza—. ¿De verdad esto está bien?
—¿Qué dos hombres se quieran? Jungkook, creo que estás consciente de mi orientación sexual, incluso de la de tu hermana y no veo que tengas algún conflicto con eso.
—No me refiero a eso —me miró a los ojos—. Me refiero a que si está bien que yo te quiera, que yo sienta esto. Soy una persona insegura y hasta orgullosa, no quiero que acabe mal —un par de lágrimas rodaron por sus mejillas—, no quiero que termine mal, como la última vez.
Entendí que se refería a su anterior pareja, que algo malo había pasado, así que lo conduje hasta la cama y nos sentamos en ella. Decidí escuchar su historia, y consolarlo.
—¿Quieres hablar sobre eso? Te escucharé.
—¿Estás seguro de que quieres oírlo? No es una historia de la que me enorgullezca, todo este tiempo me he sentido culpable por lo que pasó, porque no supe escucharla. No soy una buena persona Taehyung.
—No coincido contigo, y el amor que tienes por tu hijo es una prueba tangible de eso. Venga, desahógate conmigo, parece que llevas algo atorado hace mucho tiempo, así que, deshazte de ese nudo.
—Yoo… —comenzó— enviudé, hace ya dos años…
Jungkook me contó la historia, y no pude evitar sentirme triste, terminé llorando junto con él. Siempre decía que la vida había sido injusta conmigo, pero uno nunca sabe quién puede estar en una situación peor que la tuya. Cuando culminó lo abracé con fuerza y así estuvimos por no sé cuánto tiempo, hasta que nos separamos y limpié sus lágrimas, entrelacé nuestras manos y besé sus labios, con suavidad y delicadeza, luego de ese instante de consuelo me separé, pero él volvió a unir nuestras bocas, desesperado.
—¿Estás seguro? —susurré contra sus labios, él solo asintió.
Coloqué mis brazos alrededor de su cuello y me dejé caer de espaldas a la cama, él sobre mí, mientras nuestras lenguas danzaban a un ritmo candente y nuestros cuerpos se abrazaban apasionados.
—Jungkook, desnúdame —me dejé llevar por el fervor del momento y gemí palabras que parecieron súplicas.
Jungkook me tomó por una mano y nos levantamos de la cama, comenzó a deshacerse de mis prendas, una por una, con una parsimonia que me estaba matando. Admiraba cada tramo de mi cuerpo cada vez que una prenda caía al suelo, acariciaba mi piel con su mirada seductora y voraz, me calaba y me invadían las ansias por sentirlo mío.
—Eres sumamente erótico, Taehyung.
Me sentí tímido con sus palabras, un ardor en mis mejillas se hizo presente. Estaba desnudo frente a él, a la espera del tacto de sus manos sobre mi piel, de sus labios contra los míos; a la espera de que nuestros cuerpos se fusionaran en uno y una sinfonía de gemidos inundara la habitación. Mi cuerpo añoraba ser querido y deseado y ahí estaba él, frente a mí, con el cabello negro desordenado al quitarse la prenda superior que lo cubría, mirándome con esos ojos oscuros y brillantes mientras se deshacía de las últimas prendas que vestía su cuerpo.
Paseé mi vista por toda su figura, me sentí tan atraído que fui acercándome hasta que nuestros labios se encontraron nuevamente y nuestras respiraciones hicieron contraste. Regresamos a la cama entre besos y caricias, acompañados de gemidos y deseos.
—Jungkook —nos detuvimos un momento—, ¿tienes algo con qué prepararme? —pregunté.
—¿Pre-preparte?
—¿Grasa, preservativos? —negó con la cabeza en modo de respuesta.
—Bueno —metí dos dedos a mi boca y los ensalivé—, la saliva también funciona. ¿Te atreves a hacerlo o lo hago yo? —Me miró dubitativo—. Mejor lo hago yo.
—No —tomó la mano de la cual me llevé dos dedos a la boca—, quiero hacerlo. Estoy un poco nervioso, eso es todo, perdona.
—No te disculpes —me arrodillé sobre la cama, en tanto él permaneció acostado—. Quiero hacerlo contigo, pero no tienes por qué forzarte a nada que te resulte incómodo.
—Eres tan comprensivo —me haló hacia él, terminé acostado sobre su cuerpo—; pero yo también quiero hacerlo contigo. Quiero probarte, solo permíteme hacerlo a mi ritmo. Quiero que cada sensación se quede gravada en mí a fuego lento, para querer desear volver a tenerte entre mis brazos y sentirte mío.
Paseó dos de sus dedos de la mano derecha por mis labios, en una caricia y luego los introdujo en mi boca, jugó unos instantes con mi lengua y los retiró. Me abrazó por la espalda con su otra mano mientras que esos dos dedos se abrían camino hasta mi interior. De mi boca salieron fuertes jadeos al sentir la intromisión, más el roce de su caliente saliva en mi oreja y el contacto de nuestros miembros erectos.
El vaivén de sus dedos fue convirtiéndose en algo placentero y mis jadeos aumentaron, siendo ahogados por su boca, que devoraba la mía con fervor. Inconscientemente mi cuerpo fue moviéndose al compás de sus dedos, deseaba sentirlo más profundo, que se fusionara conmigo, gritar su nombre a los cuatro vientos y disfrutar de su cuerpo haciéndome el amor.
Jungkook al parecer captó mi avidez, sacó sus dedos, agarró mis caderas y me levantó un poco. Le ayudé a llevar a cabo su deseo, apoyé mis dos manos alrededor de su rostro y dejé mi trasero levantado para él. Su mano derecha tomó su pene y lo llevó hasta mi entrada, sentir el contacto me estremeció por completo. Mis manos se aferraron a las sábanas cuando solo la punta entró y luego él comenzó a moverse, abriéndose camino hacia mi interior a paso lento y torturador. Dolía un poco, y él tenía miedo de lastimarme, lo sentía; pero mi apetito por que me poseyera por completo era más grande. Me levanté, arrodillándome en la cama, con mis piernas colocadas a ambos lados de su cadera, lubriqué una de mis manos con mi saliva y luego con ella su pene. Sentirlo entre mis dedos me hizo relamerme los labios, recorrí desde la punta hasta el tronco un par de veces, miraba su cara extasiada y escuchaba sus jadeos como si se tratase de una dulce melodía.
Posicioné mi entrada sobre su miembro, y descendí hasta sentirlo por completo dentro de mí. Un gruñido salió de sus labios, uniéndose al que salió de los míos. Estuve unos segundos quieto, para adaptarme a su dureza y tamaño, después comencé a moverme en círculos, mientras mis gemidos se convertían en música erótica al ritmo de los suyos. Me sentía plácido al experimentar todas las sensaciones que él provocaba en mí, que yo le provocaba a él y gustosos buscamos más. Me incliné hacia delante, apoyando mis manos en su pecho y levanté mis caderas un poco, él colocó sus manos en mis nalgas, para ayudarme a sostenerme y cuando creí que era yo el que lo montaría, comenzó a moverse, penetrándome con ansias una y otra vez, rudo y profundo.
Amaba este día, este momento y lo amaba a él. Un espasmo me electrizó el cuerpo cuando su vaivén aumentó, sus dedos se hincaron en mis glúteos y nuestros fuertes jadeos comenzaron a hacer eco en la habitación. Me temblaban las piernas y sentía que de un momento a otro iba a correrme. Sus manos fueron a parar a mi cintura y se aferraron a ella, sus movimientos se detuvieron, quedándome con las ganas de explotar de placer. Su cuerpo se irguió, sentándose en la cama, su respiración agitada chocó con la mía y nos besamos, con hambre y deseo. Su cuerpo estaba algo sudado, así como el mío también lo estaba. Pero de un momento a otro, Jungkook se abalanzó sobre mí, mi espalda topó las sábanas y él aprovechó para separarse.
—Voltéate —ordenó, con voz ronca que me sedujo hasta el alma.
Cumplí la orden y automáticamente me puse en cuatro para él. Sentí sus manos asir mis caderas cuando su mástil volvió a calarme, esta vez llegando más profundo dentro de mí. Me aferré a las sábanas, él comenzó a penetrarme de forma descontrolada, sacándome gemidos desde lo más hondo de mi garganta. El ritmo era constante, hasta que sentí su pene alcanzar un punto dentro de mí que me hizo delirar su nombre un par de veces. Los espasmos regresaron, sentía que mi cuerpo se contraía y que mi miembro palpitaba cada vez que él llegaba a ese punto mágico.
Lo sentí gruñir a mis espaldas, me apretó con más fuerza las caderas y sus movimientos aumentaron tan deliciosamente que…yo…Dios, me corro…Voy a… Sentí como su miembro explotó dentro de mí y cómo yo explotaba también y, tan bien. Creí alcanzar las nubes en ese momento que una sonrisa de satisfacción se dibujó en mi rostro. Él salió de mí y se desplomó a mi lado, regulando su agitada respiración, compartimos miradas unos instantes y me dejé caer a su lado, apoyé mi cabeza sobre su hombro izquierdo y volví a sonreír. Estaba feliz, tanto que mi risa se fue transformando en llanto y comencé a llorar, asustando a Jungkook.
—¿Tae, po-por qué lloras? ¡¿Te lastimé?! —preguntó alarmado, trató de incorporarse en la cama para revisarme, pero se lo impedí.
—No —negué con la cabeza—, solo estoy feliz, solo es… —Mi llanto se intensificó, me abracé a él y coloqué mi cabeza sobre su pecho—. Jungkook, por favor, no me dejes.
Él correspondió mi abrazo, besó mi frente, acariciando cariñosamente mi cabeza.
—No lo haré —me dijo—. Me gustas, Taehyung. Tú también me gustas.
—¿De casualidad, sí me habías escuchado? —pregunté al recordar que en la tarde, cuando preparaba el almuerzo junto al él, se me habían escapado esas mismas dos palabas.
—Sí, solo fingí que no lo había hecho. Guárdame el secreto, ¿sí? —nuestras risas se acompañaron una a la otra.
—Pues, si tú me guardas el mío —le dije—. ¿Recuerdas la maceta que compré en la florería y el billete con el cual te pagué?
—Lo recuerdo claramente.
—Ese billete y muchos más me lo gané en la lotería y la maceta fue un regalo para tu hermana.
—Oh, ¿te ganaste la lotería?
—Sí —sonreí—, tu hermana estuvo presente.
—Ya veo —llevó una mano a mi rostro y apretó uno de mis cachetes—. Los dos luego me van a tener que contar bien esa historia.
—¿Ves que eres una buena persona, y que te preocupas por tus seres queridos? —sus brazos me aferraron más a su cuerpo y luego besó mi cabeza.
—Gracias, Taehyung.
—¿Por qué?
—Por llegar a mi vida.
—Gracias a ti también, por llegar a la mía —me incliné y deposité un suave beso sobre sus labios.
Nos miramos, nos sonreímos, nos fusionamos en un cálido abrazo. Y desnudos, entrelazados, soñamos con un futuro juntos. ¿Un secreto? Sí, nuestro sueño se cumplió.
°FIN°
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