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Capítulo 6.

Conduje tranquilo, sentado en mi asiento con mis manos agarrando el volante, mientras que escuchaba un poco de música pop que por la radio se reproducía. Me detuve en un semáforo y pude observar como Natalie caminaba por el paso de cebras, pero de repente se giró y se introdujo en el vehículo sin permiso alguno.

-- Hola, bebé. - saludó acercando sus labios a mi mejilla, pero no obstante, le hice una cobra.

-- ¿Qué quieres? - pregunté observando la carretera.

-- Podrías llevarme a casa, como buen novio que eres.

-- No soy tu novio.

Natalie sonrió bobamente mientras que yo me puse en marcha hacia su dirección. Aumenté el volumen de la música, suspirando por su presencia y mi alivio apareció cuando pensé que en cuestión de segundos desaparecería de mi vista.

Paré el vehículo justo en la acera a la vez que presionaba el freno de pie, esperando a que se marchara. Seguidamente, Natalie agarró suavemente mi mentón y me miró a los ojos.

-- Vas a ser mio. - afirmó convencida sonriendo.

-- Eres una pesada. - reí divertido a la vez que sacudía la cabeza, deseando que desapareciera de mi vista.

[Narra Vanessa]

Me encontraba sentada sobre la silla del restaurante, terminando de comerme la copa de chocolate y nata que pedí. Ojalá el chocolate sea el cuerpo de Evan y la nata su más dulce fluido. Que demonios, estoy enloqueciendo. Toda la comida estaba deliciosa en aquel lugar. Chelsey me sonrió dulcemente y me acarició la mano que estaba posada sobre la mesa.

-- Te veo algo pensativa. ¿Ocurre algo? - preguntó ladeando la cabeza preocupada.

-- Está todo bien. Voy al baño un momento. - me levanté despacio y caminé unos pasos hasta los aseos.

Seguidamente, saqué mi móvil del bolsillo una vez me introducí en el aseo y me apoyé en la pared. Me mordí levemente el labio cerrando los ojos, imaginando a Evan entre mis muslos. De la nada, unas imágenes perversas y eróticas aparecieron en mi cabeza desde que me senté a comer y ya no podía contenerme más.

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Tengo muchas ganas de verte.

Vane.

15:06

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Mi respiración se aceleraba con sólo pensar en Evan. Sinceramente, haber llegado a este punto de deseo hacia él era ya una locura. No me podía creer que le deseaba tanto.

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¿Ocurre algo?

Evan.

15:08

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Te deseo , eso ocurre.

Vane.

15:11

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Vaya, vaya... pues tendrá que esperar, señorita.

Evan.

15:16

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Evan, no estoy de coña. Te deseo.

Vane.

15:17

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Lo siento, señorita.

Evan.

15:25

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¿Qué? No me fastidies. Evan, por favor.

Vane.

15:28

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Tras mandar el último mensaje de texto, no hubo alguno de vuelta por parte de Evan, así que insistí escribiéndole. Seguí sin recibir respuesta.

-- Idiota... quieres jugar. - susurré observando la pantalla.

De repente, llamaron a la puerta con leves golpecitos, por lo que me asusté y dí un pequeño salto.

-- Vannie, ¿estás ahí? - preguntó Chelsey.

-- Si.. enseguida salgo.

Cuando escuché pasos que se alejaban poco a poco, volví a escribir nuevamente un último mensaje.

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Espero que nunca tengas ganas de estar entre mis piernas.

Vane.

15:44

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Una vez llegué a mi hogar donde convivía con mi querida amiga Chelsey, me dirigí hacia mi habitación y me tumbé sobre la cama con las manos por encima de la cabeza, pensativa. El fin de semana estaba finalizando, por lo que volvería a estar con Evan todos los días de diario. Al día siguiente tendría que volver a la noche y espero que cuando vuelva, no quiera jueguecitos con "la niñera". Había empezado un juego en el que él decidía si había sexo o no entre los dos, pues ahora yo lo voy a terminar, ya que me sentía como un segundo postre que o lo toma o lo deja por que no le cabe más en el estómago.

Me pasé toda la tarde en casa, viendo películas románticas o de comedia con mi mejor amiga con el fin de sacar a Evan de mi cabeza, pero no podía. Seguidamente, cuando las siete llegaron, mi móvil sonó en el otro rincón de la habitación. Miré de reojo a Chelsey sonriendo dulcemente y rápidamente cogí el móvil contestando.

-- ¿Diga?

-- Vaya, Vanessa. ¿Cuándo piensas venir? - preguntó Evan.

-- Cuando tu hermano esté en casa y eso es... a las ocho y media.

-- No, ya está aquí. Te esperamos.

Colgó la llamada y algo extraño me resultó cuando su voz sonó algo... fatigada, jadeante. No encuentro la palabra, pero sonaba diferente.
No tardé ni media hora en prepararme varias cosas y cambiarme de ropa a un vestido sencillo con el que estar cómoda por casa y unos zapatos de color naranja que favorecían el conjunto. Cuando por fin estaba lista, Chelsey se ofreció y me llevó en su vehículo de color rojo hasta mi lugar de trabajo.

Estaba realmente nerviosa, mi corazón palpitaba rápidamente y mi respiración se aceleraba cuán más cerca estábamos por llegar.
Pues tras unos minutos, Chelsey aparcó sobre la acera y me besó la mejilla, acariciando mi largo cabello cariñosamente. Chelsey era una chica increíble, que desde que nos vimos por primera vez siempre ha cuidado de mi como yo de ella.

-- ¿Te cuidarás? - preguntó preocupada mirándome.

-- Claro que sí ¿y tú? - reí levemente abriendo la puerta para salir al exterior.

Chelsey asintió como respuesta a mi pregunta suspirando al volante algo triste y de repente, se bajó del vehículo. Inesperadamente, Chelsey rodeó éste y me abrazó a la vez que su rostro lo escondía en uno de mis hombros.

-- Nena, voy a estar bien. - dije consolándola.

-- Ojalá tuvieses un trabajo mejor. Buscaré uno brillante para ti.

-- Pues cuando lo encuentres, avísame. Seguro que tendré un mejor sueldo. - reí bromeando separándome levemente de ella. -- He de irme, ¿vale? Nos vemos el próximo fin de semana.

Chelsey se introdució y se sentó en el asiento del conductor, despidiéndose de mi con la mano. Me giré despacio, observándo la casa en la que volvería a pasar nuevamente mis días trabajando. Desvié la mirada por un momento agachando la cabeza, hasta que noté que alguien me observaba. Levanté la cabeza y pude descubrir que ahí estaba él, y me miraba tras los cristales de la ventana. Tras un leve suspiro, me acerqué a la puerta.

-- Buenas tardes, Vanessa... - saludó con una sonrisa algo traviesa cuando abrió lentamente la puerta. -- ¿Lista?

-- ¿Para qué? - levanté una de mis cejas, entrando sin apenas mirarle a los ojos. -- ¿Y Ken?

-- Te mentí. - cerró la puerta con las llaves y se las guardó en el bolsillo del pantalón.

Abrí mis ojos decepcionada al escucharle e intenté mantener la calma tragando saliva cuando nos encerró. Dejé mis cosas sobre el suelo y me crucé de brazos cuando él adoptó una posición apoyándose en la pared.

-- ¿Dónde está? - pregunté fríamente.

-- Hasta mañana después del colegio no vendrá. - dijo acercándose a mi.

Me mostré callada observándole por unos segundos, pero no obstante, decidí desviar la mirada y alejarme disimuladamente de él con unos pasos tranquilos por el salón. Evan se acercaba a mi y logró agarrar mi muñeca suavemente. Cuando lo miré, su cuerpo se pegaba junto al mio y su mano me acariciaba la mejilla. Observé sus actos con una mirada asesina y estaba decidida a empujarle si alguna parte más de mi tocaba.

-- ¿Nerviosa? - dijo sensual observándose mis labios.

-- ¿Idiota? - vacilé.

Su rostro se apartó a unos milímetros del mio, frunciendo el ceño a la vez que sonreía de lado y me miraba a los ojos. Era bastante atractivo y me derritía al mirarle, por lo que intentaba desviar la mirada y posarla en otro lugar que no fuese en sus ojos.

-- ¿Estás con la regla? - se rió vacilante a la vez que apartaba su mano de mi mejilla. -- Si es así, no te toco. Tranquila. - levantó ambas manos alejándose.

-- Tú sí que la vas a tener. - negué sonriendo sin poder evitarlo tras sus palabras.

-- Uy, me vas a pegar ¿cierto? - abrió la nevera y cogió dos botellines de cervezas. Se acercó a mi nuevamente y con una sonrisa me ofreció uno de ellos. -- Esto calmara tu mal y frío genio.

Observé el botellín antes de cogerlo y poner mis labios en la boca de éste y beber un trago tranquilamente y saboreándolo. Sinceramente, la cerveza no era la bebida que más me gustaba, pero tampoco me quejaba y agradecía beber.

--¿Sabes qué, Vanessa? He estado toda la tarde deseando con ansias estar contigo.

-- ¿Si? Pues no lo has demostrado...

-- Por que iba a tener tiempo de hacerlo estos dos meses.

-- No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy. - dejé mi botellín sobre la mesa y me dirigí hacia mi habitación con mis cosas.

-- ¿No vas a cenar? - preguntó Evan, quién no obtuvo respuesta alguna por mi parte.

Me encerré en aquella habitación y me desnudé, deslizándo mi vestido por todo mi cuerpo hasta que logré deshacerme de él. Sinceramente, estaba muy excitada pero a la vez algo enfadada por ser el postre que a veces Evan no quiere. Cada noche desearía tener en mi cama a un chico  con el que compartir mis mañanas y mis días, dormir pegada a él. Me metí entre las sábanas cómodamente con mi ropa interior y sin ninguna prenda más, cerrando mis ojos con el fin de conciliar el sueño rápidamente.

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