Capítulo 23
Varias enfermeras entraron en la habitación poco después de despertarme y se alegraron. Sonreí ampliamente a todas aquellas personas que empezaban a traerme una camilla con ruedas.
-- Puedo andar. - dije.
-- Tienes que guardar reposo. Te vamos a llevar a planta.
Miré a Vanessa quién sonreía con los ojos algo llorosos sujetando mi mano derecha.
-- Estoy bien... - susurré sonriente.
Ella asintió apretando sus labios. A los pocos minutos las enfermeras me ayudaron a cambiarme de una camilla a otra, sujetando las vías con cuidado.
Una vez en planta pude ver a todos los que se encontraban fuera. Chelsey, su novio, Johan y Matt. También esperaba encontrarme fuera con mi padre pero supuse que no tardaría mucho en regresar en cuanto se enterara de la noticia.
La habitación era mucho más acogedora que la anterior con una ventana y con un televisor. Al lado de mi camilla había otra vacía y me intrigaba saber con quién compartiría la habitación.
-- ¿Cómo te encuentras? - preguntó Chelsey agarrada de la mano de su novio.
-- Vivo. - solté una pequeña carcajada sin dejar de mirar a Vanessa. -- Estoy deseando llevarte a una pizzería para que no comas esa porquería. - señalé con la mirada la mano con la que agarraba un sándwich.
-- Idiota... - me abrazó.
-- ¿Vanessa Kenedi? ¿Puede salir?
Miré a Vanessa quién asintió a una de las enfermeras y después me miró con una sonrisa forzada. Cerré mis ojos e intenté humedecer mi boca pero era imposible. Los antibióticos me estaban deshidratando y estaba muerto de sed. Volví a abrir los ojos y en la habitación ya no había nadie más excepto Johan que había entrado. Se acerca a mi camilla algo serio por lo que arqueo las cejas confuso.
-- Me alegra saber que estás vivo. Ella te ha echado de menos. - coge aire. -- Sólo quiero decirte que... que la cuides. Te quiere mucho.
Johan se gira con la intención de marcharse pero me da tiempo a sujetarle del filo de su jersey. Me mira.
-- Gracias... - digo con algo de dificultad. -- ...por estar con ella... por cuidarla cuando yo no estuve... fui un... - tosí repetidas veces e intenté respirar por la nariz para controlar la tos.
-- No te preocupes, tío. Descansa ¿vale? - con sus dedos escondió los míos y chocó despacio su puño contra el mío.
Sonreí al ver aquel gesto por su parte. Asentí y volví a cerrar los ojos quedándome unos minutos dormido.
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-- Hey, tú. Chsss.
Escuché justo a mi lado una voz diferente que me hizo despertarme. Cuando abrí los ojos y giré la cabeza observé a un hombre canoso tumbado sobre la camilla.
-- Hola, muchacho. ¿ Me puedes pasar el agua?
Desvié mi mirada hacia una de las mesitas hasta encontrar una pequeña botella de agua. Estiré el brazo hasta que mis dedos tocaron ésta y la fui deslizando por toda la mesa hasta que ya ni si quiera la rozaba.
El hombre cogió la botella de agua y abrió el tapón para beber. Observé por unos instantes como calmaba su sed y seguidamente cerré los ojos nuevamente.
-- ¿Qué haces aquí? - preguntó.
-- Morirme de sed... - respondí.
-- Ya... es lo malo de estar ingresado.
Sonreí sin fuerzas a penas y sin hacer el mínimo esfuerzo de volver a abrir los ojos.
-- La vida es una mierda. - se quejó como un típico cascarabias.
-- No... no lo creo...
-- Eres jóven. Es normal.
-- Usted... saldrá pronto de aquí. Ya está mejor... - lo miré y el me miraba negando con la cabeza.
-- Muchacho, disfruta con tu novia. - suspiró. -- Pocos tienen tu suerte. Yo estoy solo.
-- ¿Sólo?
-- Mi mujer se ha largado a los sesenta y cinco años de matrimonio y bueno... tampoco he querido decirle nada a mi familia de que estoy así y aquí. No quiero preocuparlos.
-- Yo... creía que iba a morir y si hubiese sido así he estado muy bien acompañado...
El hombre empezó a moverse de su camilla hasta que se sentó en el borde de ésta y se levantó con la botella de agua en la mano. Lo observé. Humedeció con cuidado sus dedos y posó éstos en mis labios dejándolos algo mojados por el agua. Aproveché esas gotas de agua pero aún me seguía sintiendo seco.
-- Alfredo, sabes que eso no se puede hacer. - mencionó un médico regañandolo.
-- ¡Venga ya! Le tenéis muerto de sed al muchacho, es lo menos que se puede hacer. Y da gracias de que no le he dado toda la botella. - dijo algo enfadado.
El médico dejó salir de su interior unas pequeñas carcajadas por la actitud del hombre y después se acercó a mi.
-- Evan Half. Vas a estar aquí dos días de observación. En esos días te haremos pruebas y si todo sale bien podrás marcharte a casa.
-- ¿Cuándo... podré beber agua? - pregunté.
-- Después de los análisis.
-- ¿Y cuando será eso?
-- A las ocho. Será mejor que duermas o se te hará eterno
Asentí mientras que suspiraba y cerraba los ojos algo ansioso de que llegara la hora para beber un buen trago de agua.
[Narra Vanessa]
- ¡Chelsey! Mira esto... - llamé a mi amiga desde el mostrador.
-- ¿Se lo vas a comprar?
-- Creo que parece un regalo perfecto.
-- No te olvides de las fotos.
-- Lo peor es como decírselo...
Estoy embarazada. Sí. Embarazada de Evan Half. Estaba nerviosa y quería decirle con hechos que estaba esperando un hijo suyo por que las palabras no me saldrían en el momento. Observé mi cuerpo. La barriga casi no se me notaba gracias a la sudadera ancha que llevaba puesta. Me acaricié y cerré los ojos con una sonrisa en mi rostro. Miré a Chelsey y me dió un beso en la mejilla.
-- Todo saldrá bien.
Asentí con la cabeza sin dejar de sonreír. Estaba alegre de tener un hijo con Evan pero algo preocupada por mi poca experiencia como madre. Chelsey ha guardado el secreto durante todos estos días y solamente lo sabíamos las dos.
Mientras que yo seguía observando por todos los estantes de la tienda Matt se acercó a mi con algo en la mano.
-- Creo que esto le va a encantar.
-- Seguro que sí. - sonreí y acaricié su hombro suavemente.
Observé por el rabillo del ojo como se giraba levemente para marcharse pero un segundos después vuelve a girarse hacia a mi.
-- ¿Estás bien? - preguntó.
-- Sí. ¿Por qué?
-- Has estado rara... bueno, yo no es que te conozca mucho pero antes eras diferente. Ahora te veo de otra manera... tal vez más pensativa y madura. ¿Cómo has cambiado?
-- Es difícil de explicar... - suspiré suave y aparté la mirada.
-- ¿Sabes? Olvídalo. No quería que te sintieses incómoda. Lo único que quiero que sepas es que aquí tienes a un amigo más.
Asentí con la cabeza despacio mientras que le dedicaba una sonrisa. Seguidamente siguió su camino por los pasillos de la tienda. Agradecí que no indagara mucho sobre el tema.
Cuando salimos de la tienda nos dirigimos hacia el coche de Nel. Me posicioné en el lado más próximo de la ventana dejando a mi lado a Johan y a Matt quienes estaban hablando de un partido fútbol. La parejita de los asientos delanteros se acariciaban las manos y yo mientras observé el paisaje. Estaba imaginandome el futuro con mi bebé y mi novio. Johan llamó mi atención con una pequeña caricia en la pierna. Cuando giré la cabeza me encontré con los ojos de ambos chicos.
-- ¿Vas pensando? - preguntó Johan mientras que Matt bebió un sorbo de una cerveza que había comprado.
-- Un poco...
-- ¡Ya deja de preocuparte, cariño! Relájate que todo va a salir bien. - dijo Chelsey al habernos escuchado.
-- Evan está bien. Tú estás bien. - murmuró Johan.
-- Sólo estoy nerviosa... no os preocupéis tanto por mi. - respondí.
Intenté transmitir tranquilidad con mis últimas palabras y la sonrisa que esbocé algo forzada.
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Me introducí en el ascensor agarrada de la mano de Chelsey, suspirando nerviosa. Llegaba el momento de comunicarle a Evan lo que estaba esperando de él.
-- Respira hondo... - susurró Chelsey.
Salimos del ascensor caminando a nuestro ritmo hacia la habitación. Cuando llegamos a ésta Natalie estaba hablando con Evan e interrumpimos la conversación.
-- Hola cielo... ¿los podemos dejar a solas un momento? - dijo Chelsey cogiendo la mano de Natalie con seriedad.
-- ¿Ocurre algo? - preguntó intrigada.
Negué con la cabeza suavemente y acaricié un mechón de su cabello. Cuando finalmente estábamos sólos en la habitación dejé una bolsa apoyada contra la pared y me acerqué a la camilla para llevar mis labios a los suyos.
-- Te he echado de menos... -- susurró.
-- Yo también. Necesito hablar contigo..
Y antes de comenzar me interrumpió agarrando una de mis muñecas sonriente.
-- Sé lo que me vas a decir. ¿Cómo pasó? Recuerdo que otro coche me embistió. ¿Quién era? Ni idea. Pero me llegó el rumor de que era un borracho. Me puse nervioso ese mismo día que me dejaste... cogí el coche y quería despejarme y pensar en cómo hablar contigo y de qué manera por que sabía que no ibas a querer escucharme. Ahora agradezco estar vivo para hacer las cosas bien.
-- Evan...
-- No. Escuchame un momento. ¿ Tuve algo con ella? Sí. Lo tuve. Sinceramente no entendía que era lo que me estaba pasando contigo. No entendía qué éramos exactamente. Ha ido pasando el tiempo y cada vez que sabía que iba a volver a verte mi corazón latía muy fuerte. Me enamoré. ¿Pero tú? ¿Lo estás? - preguntó por último.
-- Una persona que no te quiere no da tanto por ti. Y sí. Ahora deja que te diga algo...
Y volvió a interrumpirme.
-- No, Vanessa. No tienes por qué preocuparte. Soy tuyo. Quiero empezar algo serio a tu lado.
-- Lo serio empezó hace mucho tiempo... - cogí su mano y la metí por debajo de mi sudadera. -- Esto es serio... contigo va todo en serio...
Observé su rostro el cual tomó un color pálido al descubrir los pequeños movimientos en mi vientre y seguidamente me miró con la boca entre abierta.
-- Espero que no cambie nada. - mencioné.
Al fín empezó a sonreír de oreja a oreja y a acariciar mi vientre con suavidad y ternura. Negó con la cabeza.
-- Estoy feliz. ¡ESTOY FELIZ! -gritó con lágrimas en los ojos.
-- SHHH. Calla bobo.
Solté varias carcajadas y me acerqué a su rostro para besarle suavemente con la misma emoción. Sentí ambas manos posadas sobre mi cintura atrayendo mi cuerpo más cerca de la camilla.
-- Estoy deseando conocerlo...
-- Un mes menos...
-- ¿UN MES?
Asentí sonriendo.
-- Ahora entiendo por qué tantos artículos.
No pude evitar reirme tras ver que se acordaba de aquellos días en los que me sentaba cerca de él para leerle artículos referidos con la familia.
Ahora que lo sabe y siento el apoyo me siento más relajada y confiada. Sólo quería que saliese bien y que no me dejara tirada. Me siento feliz y muy enamorada.
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