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Capítulo 12.

Me peino y me visto con unos vaqueros y una camisa roja de cuadros rojos, abrochando los botones de ésta con rapidez. Estoy nervioso. Quiero verla. Maldita sea el día en el que le dije que la dejaría en paz si ella ganaba. Solo a mi se me ocurre decir eso, pero en realidad no es lo que siento. No ha pasado ni si quiera una semana y estoy ansioso por ver sus ojos, su piel, por perderme en su mirada. Hace unos días mantenía sexo con ella, pero ahora no sé exactamente lo que estoy sintiendo que hace que me fije más en su rostro que en las demás chicas de este planeta. Me pierdo.

Una vez terminé de arreglarme y de abrochar mi camisa de cuadros, di un pequeño retoque con mis dedos a mi cabello ondulado y rizado.

Me miro al espejo una vez más antes de salir y encontrarme con mi padre. Era un señor muy elegante que vestía con su traje ejecutivo, pero esta vez se puso ropa algo más... cotidiana, pero le quedaba bien. Si no conociese a este señor de gran altura, a primera vista diría que es una persona muy bien cuidada.

-- ¿Ya estás listo? - me pregunta.

-- Sí, claro. ¿Qué vamos a comer hoy? - pregunto caminando lentamente hacia el exterior, dirigiéndome hacia el vehículo de mi padre.

-- Pues lo que tu tía prepare.

Seguidamente, coloco mi trasero sobre el asiento del copiloto y me abrocho el cinturón. Estoy contento y mi rostro no puede dejar de brillar, por lo que mi padre me mira sonriente y me da un leve codazo antes de poner en marcha el coche.

-- ¿Qué ocurre, campeón? - ríe.

-- ¿Has avisado a Vanessa? - pregunté haciendo caso omiso a sus palabras.

-- ¡No! ¡Mierda! - exclama tendiendome el móvil. -- Llama tú..

-- ¡Papá, es lo único que te he pedido!

De repente mi padre suelta varias carcajadas, lo que me hace fruncir el ceño confuso de su expresión. ¿Qué le pasa a este loco? Oh... ya sé. Me ha tomado el pelo.

-- Hijo, esa muchacha te tiene loco el...

-- ¡Callate! - le interrumpo con una voz.

A veces mi padre llegaba a ser un grosero con sus palabras y eso me avergonzaba en ocasiones. "Padre loco" pensé.

-- Papá, como digas algo así delante de ella, ya te puedes volver a las afueras. Controlate, por favor...- supliqué.

-- ¿¡Qué pasa!? ¡Te iba a decir que esa chica te tiene loco el coco! -rió.

Mientras que mi padre conducía respetando todas las señales de tráfico y pasábamos un largo puente, yo me dedicaba a enviarme mensajes con Matt por el teléfono hasta que recibí uno nuevo en la bandeja de entrada.

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¿Has sido ?

Vane.

13:50

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¿Qué he hecho yo ahora?

Evan.

13:57

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Ajá. No te hagas el tonto, Evan.

Vane.

14:00

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Esbocé una amplia sonrisa traviesa observando el ultimo mensaje que Vanessa me había escrito. Tan solo nos faltaban unos cinco minutos para llegar a la reunión con la familia y yo estaba ansioso por ver a la sexy niñera que me estaba hipnotizando en estos últimos días. Cuando llegamos pude observar a Vanessa justo en la puerta, esperando a que alguien abriese ésta. Bajé despacio del auto con mi padre, el cual se dirigió a paso lento para saludar.

-- Hola Vanessa. Encantado de verte de nuevo. ¿Cómo va todo? - pregunta mi padre con una amplia sonrisa.

-- Podría ir mejor... sí. - responde a la misma vez que su mirada asesina se encuentra con la mía.

Lory, mi tía, abrió la puerta con una sonrisa de oreja a oreja acercándose a mi padre con el fin de abrazarlo. Después se dirigió hacia ami y a Vanessa. Se había arreglado un poco con un vestido color carne que le favorecía bastante con su piel y el pelo se lo había recogido en una sencilla coleta. Tras unos segundos, ambos nos introducimos en el interior de la casa pero yo me quedé atrás con la niñera. Necesito hablar con ella.

-- Eres un idiota... - dijo con voz suave y casi susurrando. -- ¿Cómo has podido?

-- Oye, que yo no he sido. Quién te llamó fue mi padre. Tenía ganas de conocer aún más a la chica que cuida de su hijo. - sonrío burlón también susurrando.

-- Estúpido. - dice entre dientes alejándose de mi.

Sí , querida Vanessa. Tal vez sea un estúpido, pero no sabes lo orgulloso que estoy ahora de verte. Me senté sumergido en mis pensamientos justo al lado de su silla, mirándola de reojo. Estaba realmente guapa. Se había maquillado el rostro y llevaba un conjunto elegante a la vez que cotidiano.

Vanessa se mostraba tímida con el resto de familiares que rodeaban la mesa. Era normal. En frente de mi estaba aquel primo de mi infancia que más me intimidaba y a su lado sus dos hermanas. Éramos pocos los que estábamos en la mesa pero no es que seamos una familia muy numerosa como otras. Mi padre se sentó al lado de Vanessa y mi tía Lory a mi lado. Ken estaba en su sillita de comer, manejando la cuchara con su pequeña mano a la misma vez que prestaba atención a todos los adultos de la sala y de vez en cuando alguna palabra salía de su boca.

[Narra Vanessa]

¿Qué hago aquí? Estoy realmente nerviosa, es la primera vez que me siento con familiares de Evan a comer y compartir algunas charlas. Las dos chicas de piel blanca y el chico que está entre ellas no paran de devorarme con la mirada.

-- ¿Cómo te llamas, cielo? - pregunta el chico por lo que yo me quedo algo petrificada sin saber que decir.

Miro de reojo a Evan, el cual se muestra algo incómodo por la pregunta que el chico me hace o tal vez sea más por lo de "cielo".

-- Soy Vanessa, niñera de Ken. - me presento con una leve sonrisa tímida.

-- Robert. - se presenta sin dejar de mirarme con un gran brillo en sus ojos.

-- ¿Por qué no comes, Robert? La comida se enfría. - salta a la defensiva el chico del pelo ondulado con el que he tenido sexo hace unos días. Evan ha sacado su lado posesivo. Uau...

Con el paso del tiempo, me voy sintiendo más cómoda con la familia. Cada uno contaba alguna historieta después de que todos se presentaran ante mí. Ahora me sentía ubicada. Las primas de Evan se llamaban Rosalinda y Marie y de vez en cuando charlaban conmigo sobre Ken.

-- Se llevan bastante bien... - añade Evan en cuanto al tema.

-- ¡Oh! ¡Por eso la contraté! - exclamó el padre de Evan, mi jefe.

Era hora de volver a casa cuando por fin terminamos de comer y compartir varias palabras. Caminé hacia el exterior justo después de  haberme despedido de la familia y cogí el móvil marcando pero de repente unas manos morenas de dedos largos agarraban éste quitándomelo.

-- ¡Eh!

-- Tenemos que hablar. - me miró Evan con preocupación.

-- ¡Dame el teléfono ahora mismo! - grité.

Evan se giró y caminó hacia una calle que estaba increíblemente solitaria para un día como estos haciendo caso omiso a mis gritos. Entonces, lo seguí con paso rápido, furiosa. Pestañeé por un momento y entonces Evan caminó alejándose de mi más rápido hasta entrar en un pequeño callejón. Cuando pasé por la esquina me agarró de la muñeca y me puso contra la pared, acorralándome entre sus brazos, uno a cada lado de mi cuerpo.

-- ¡Dame el móvil! - grité nuevamente.

-- ¡Shh! No me gustan los gritos... - murmura posando su índice en mis labios.

De repente me siento cohibida, indefensa y pequeñita a su lado. Un escalofrío recorre por todo mi cuerpo, por mi entrepierna y por mis muslos. Estoy quieta, muy quieta mirándole a los ojos. La furia va desapareciendo poco a poco. No me puedo creer que me esté haciendo esto.

-- Me estoy volviendo loco... - susurra mirando mi fina línea que dibujan mis labios. -- Quiero comerte, quiero tener intimidad...

Pestañeo varias veces con el fin de volver a la realidad. He podido comprobar que Evan no es un chico de palabra y eso me hace fruncir el ceño y empujarle con fuerza con mis manos para poder alejarme de él.

-- ¿¡Qué haces!? - dice sorprendido.

Camino por el callejón nuevamente furiosa. De allí para acá sin salir de él. Mi furia va creciendo y no sé si abalanzarme sobre él para recuperar mi móvil o irme y comprarme otro nuevo con el sueldo que gracias al padre de Evan obtengo. Suspiro. Evan me está mirando con una expresión divertida. Le doy la espalda. Si le veo le mato.

-- Veo que ya no quieres tu móvil... - dice provocativo.

-- ¿¡Me lo vas a dar o qué!? - grito girándome.

Evan sonríe divertido a la misma vez que niega con la cabeza. De repente, mi móvil suena. Alguien está llamando.

-- Oh, es Chelsey. - menciona burlón. -- Se estará preocupando, ¿por que no le enviamos un mensaje? ¿Te parece? - toquetea la pantalla táctil.

-- Ni te atrevas... - le advierto. -- Te denuncio por robo de teléfono.

-- ¿Y cómo lo vas a hacer? - ríe aún burlándose.

Me apoyo contra la pared cerrando los ojos a la vez que suspiro. Tengo que relajarme si no quiero arrancarle su mas preciado aparato a este joven irritante. Evan se acerca muy lentamente y me tiende el teléfono. Abro los ojos mirándole y justo cuando decido agarrar mi objeto, él lo aparta y se lo guarda en su bolsillo trasero del pantalón.

-- Imbécil. - le insulto con rabia.

-- Si, señorita. Puedo ser todo lo que usted diga... - se agacha un momento y en un rápido movimiento ya me tiene cogida en brazos sobre su hombro.

-- ¡Evan! ¡Te ordeno que me sueltes! ¡Ya, joder! - grito pataleando.

Se dirigió hacia el coche de su padre, en el cual me introdució con cuidado en el asiento del copiloto, abrochó mi cinturón de seguridad y antes de cerrar la puerta me miró fijamente.

-- No intentes escapar. - me advirtió.

Me quedé helada por sus palabras pero mientras que rodeaba la parte delantera del vehículo para sentarse en su asiento, aproveché para deshacerme del cinturón y abrir la puerta. Evan me agarró de la muñeca desde su sitio, lo que hizo que me volviese a sentar.

-- Quieta o te ato al asiento. - dice amenazándome.

Sin hacerle caso omiso me suelto de su mano y vuelvo a poner mi pie en el exterior. Tras conseguir salir del vehículo me pongo en marcha y empiezo a correr. Evan me sigue y no tarda ni cinco segundos en lograr alcanzarme. Me abraza por detrás a la altura de mis pechos. Me agarra fuerte pero sin hacerme daño. Mi cuerpo se paraliza por aquello y sólo logro escuchar nuestros jadeos.

Ahora mis muñecas están atadas en el asiento del copiloto con la camisa de cuadros rojos que Evan llevaba puesta. Mi respiración se acelera. No puedo mirarle. Él conduce tranquilo, como si nada estuviese pasando. Tras  minutos aparca el vehículo en frente de su puerta. Entonces me lleva al interior cerrando con seguridad el auto con la llave a distancia. La puerta también la cierra; el fax, las dos llaves y la cadena. Le miro con descaro. No le reconozco.

-- Camina. - me ordena.

-- No quiero. ¿Algún problema? - le desafío con mi mejor mirada.

Esboza una amplia sonrisa y me coge del brazo, tirando de éste. Empiezo a caminar rápido pero sin ganas, intentando dejar todo mi peso. Me introduce en su habitación y nos encierra en ésta.

-- Ponte cómoda, señorita. - dice vacilante, guardando las llaves de la casa en un cajón.

Aún sigo atada, mirándole con furia. Si me liberara de esta esclavitud que llevo en mis muñecas, algo mas cómoda estaría. Me giro de espaldas y le tiendo mis muñecas.

-- Por favor... - suplico.

Le siento cerca de mi. Sus labios están rozándose contra mi lóbulo y su erección está creciendo bajo mis muslos.

-- Te voy a hacer el amor... - susurra.

Mi piel se eriza al escucharle. Me estremezco al sentir su erección y sus labios en mi oreja. Está siento provocativo.

-- No éstas cumpliendo tu palabra... - digo intentando ahogar mis jadeos.

-- Nunca cumpliría algo así cuando estoy deseoso de ti....

Las yemas de sus dedos apartan mi cabello hacia uno de los lados, descubriendo la piel de mi cuello. Una de sus manos rodea mi cintura y con la palma de ésta me pega más a su cintura. Oh, puedo sentir lo que se esconde bajo su pantalón. Empiezo a sentir su aliento sobre mi piel hasta que por fin sus labios besan mi cuello suavemente. Suelto un jadeo incontrolable. Noto como sonríe por aquello. De nuevo besa mi piel, esta vez con más intensidad. Noto el roce de sus dientes, su lengua húmeda jugueteando y su cintura apretándola contra mis glúteos. No puedo controlar mis jadeos. Me estremezco. Me dejo llevar. Empieza a desatarme las muñecas suavemente dejando un pequeño espacio entre nosotros. Me siento liberada pero me quedo quieta. En realidad no quiero escapar. Ahora mismo no. Evan me gira despacio y me mira con sus ojos ardientes y deseosos. Me siento tímida en frente de este joven, por lo que desvío la mirada. Se acerca de nuevo y se arrodilla ante mí. Sus dedos comienzan a quitarme el pantalón corto.

-- Levanta el pie... - me ordena en un susurro.

Hago lo que me pide. Primero uno y después el otro. Después se deshace de las medias con mi ayuda y empieza con un leve recorrido de caricias desde mis pies hasta mis caderas. Echo la cabeza hacia atrás sintiendo un leve cosquilleo. Separo mis labios. Le deseo ahora mismo.
Su lengua juguetona empieza a recorrer lentamente mis muslos, primero en uno y después en otro, hasta que llega a mi parte mas íntima. Siento su aliento en ella. Gimo. Agarra el fino hilo de mi ropa interior de encaje con los dientes y tira de ella. Seguidamente, con la ayuda de sus manos, logra deshacerse de mis braguitas lentamente. Lo miro y me mira. Sonríe.

-- ¿Te gusta? - susurra.

Soy incapaz de hablar, pero desde mis entrañas mi otra yo esta gritando deseosa de tenerle en mi interior. Me está volviendo loca. Se reincorpora delante de mi y se deshace de mi camiseta y todo objeto que le molesta. Estoy completamente desnuda, observando su pecho.
Me coge suavemente de la mano y me coloca tumbada sobre la cama. Puedo observar como se desnuda para mi. Se quita primero el cinturón y después el pantalón, dejándolo caer. Con su camisa de cuadros se acerca a mi subiéndose a la cama.

-- Separa las piernas... - me ordena y hago lo que me pide observándole.

Coge mis muñecas las cuales ata con su camiseta de nuevo atando ésta también al cabecero. Esto es muy erótico y nuevo para mi.

-- Ahora... voy a hacer que te derritas. - sonríe provocativo deslizando su lengua por todo mi pecho y torso.

Le miro curiosamente e intrigada de sus intenciones. Su lengua hace círculos en mi ombligo hasta que la desliza suavemente hacia mi clítoris. Mis músculos se tensan. Quiero agarrar las sábanas pero no puedo. Echo la cabeza hacia atrás. Noto como la mueve por debajo de mi en rápidos movimientos produciendo un placer sensacional por todo mi cuerpo. Gimo. Quiero tocarle, pero no puedo. Maldita sea. Me agarro fuertemente a la camisa de Evan. Esta vez hace círculos y con más intensidad por lo que mi piel se eriza, mis músculos se tensan más y mi interior pide de él. Me mira por debajo de sus pestañas sin detener su acción. Va rápido, muy rápido. Cierro los ojos y abro la boca, dando salida a todos mis jadeos. Siento mucho placer, le quiero dentro.

-- Evan... - logro decir en un susurro suavemente.

Hace caso omiso a mi palabra, sigue con su acción. Cada vez siento más placer entre las piernas. Siento humedad y muchísimo gusto. Mi cuerpo pide del suyo. Le necesito. Ahora. Arqueo la espalda levemente cuando siento una leve succión producida por sus labios. Gimo fuerte. Evan se acerca a mis labios y los besa con ganas, introduciendo su lengua en mi boca.

-- Saboreate.... - susurra besándome.

Seguidamente me muerde el labio inferior tirando de éste suave para dirigirse hacia mi cuello. Noto su erección rozándose contra mi entrepierna. Mi cuerpo se excita, se tensa. Dirige su miembro a la entrada, metiendo y sacando la punta. Me está provocando. Sigue así por unos segundos hasta que ya me siente muy húmeda. Me introduce su miembro erecto con rapidez hasta muy dentro de mi. Grito. Me duele. Me gusta. Son muchas sensaciones en una sola. No sé como describir lo que ahora mismo estoy sintiendo pero.... me gusta. Echaba de menos estar con Evan.

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