Capítulo 3: Recuerdos.
Al ver Mía a Ella, una joven muy bonita de cabello castaño claro ojos miel y piel blanquecina, le vinieron muchos recuerdos a la cabeza.
Recordó haberla visto en la escuela caminando con sus dos mejores amigas, mientras que ella se encontraba sentada junto a Karla en una jardinera de la escuela, la joven le pareció que era muy alegre, no supo de que iban hablando pero tenía una sonrisa encantadora y una risa muy linda para Mía, iba caminando abrazando sus libretas, se dio la vuelta para hablar con sus amigas de frente, empezó a caminar hacía atrás dando saltitos, recordó como sus miradas se encontraron, Mía se sonrojó y terminó por desviar la vista, mientras que Ella se tropezó, se hubiera caído si no fuera porque sus dos amigas la tomaron de la ropa, Ella rió fuerte se acomodó la ropa y después caminó como si aquello no le hubiera pasado.
Recordó cuando estaba en la parada del autobús cerca de la escuela, Ella llegó para pedirle cambio de un billete, recordó haber sentido un hormigueo en todo su cuerpo cuando sus manos se juntaron para darle el cambio, Ella sólo agradeció y se fue a comprar algo en la papelería, quizá para alguna tarea.
Recordó un día en que ella se encontraba corriendo velozmente porque llegaría tarde a una de sus clases, accidentalmente chocó contra Ella y le cayó encima, Mía sólo se sonrojó demasiado, se quedó un momento abobada viendo sus bonitos ojos miel, cuando Ella empezó a empujarla, aún recordaba la forma en la que Ella la había insultado
-¡¿Te vas a quedar mirándome o te vas a quitar de encima?!- dijo Ella molesta
-¿Eh?-
-¡Que te quites! ¡Hipopótamo! ¡Pesas demasiado!- dijo ya cansada de estar en esa posición tan incomoda, no tanto porque Mía fuera gorda, porque realmente no lo era, estaba en su peso normal
-Lo... lo siento- dijo tímidamente Mía, quitándose de encima, luego le extendió la mano para ayudarla a levantarse pero torpemente volvió a caer sobre ella
-¡No puedes ser más estúpida! ¡Quítate de una buena vez! ¡Lesbiana!- dijo empujándola con fuerza y levantándose rápidamente.
Mía se levantó torpemente y se quedó unos segundos pensando en lo que había dicho la joven, que en esos momentos no le pareció más que una "mocosa insolente", y luego se dirigió a su salón.
Un último recuerdo le vino a la mente, uno en el que Ella se sentó a su lado en el autobús, Mía leía un libro, cuando el perfume de Ella la distrajo, era un olor a rosas muy delicioso, volvió a sentir un hormigueo en el cuerpo, luego Ella le hizo plática por unos minutos sobre el libro, tenía una voz muy dulce en ese momento, la verdad era muy linda cuando no estaba molesta, luego Ella se despidió de Mía, esbozo una sonrisa y bajó del autobús.
Mía se le quedó viendo unos segundos más a aquella jovencita vestida de rosa, antes de poder hablarle, por alguna razón le recordaba a su primer amor, la joven de la que se enamoró a sus 12 años en la secundaria y a la que nunca le dirigió la palabra, quizá eran sus ojos miel, o quizá su voz, no lo sabía con claridad.
-Hola Ella, yo soy tu niñera, mi nombre es Mía- dijo finalmente tocandole el hombro para que Ella volteara a verla, lo cierto era que estaba muy nerviosa, podía sentir como la sangre se le iba a la cabeza, pero trato de disimular un poco sonriendole una vez que el rubor se le fue de las mejillas.
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