8. ¡Corre, el lobo viene!
El sonido de agua goteando me despertó. Mamá se había olvidado de cerrar por completo el grifo, algunas veces ella podía ser distraída. No le di importancia, quería volver a dormir porque me sentía cansada, tan cansada como si hubiese dormido en días. Rodé de costado y al momento que lo hice un montón de hojas crujió bajo mí. Abrí los ojos de golpe, ¿Dónde estaba?
En definitiva, no era mi habitación. Hacía frío, estaba húmedo y tan oscuro que no podía ver nada más allá de mis narices. Me incorpore torpemente y de repente vino a mí un recuerdo, —sacudí la cabeza— no, no podía ser un recuerdo, había sido un sueño, una pesadilla, no podía ser verdad ¿o sí?
—¡Mamá! —grité, mi voz hizo eco— ¿papá? —las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas —¿Joshy? ¿Kyara? Por favor no me dejen sola —el terror me invadió, no había sido una pesadilla, todos estaban...
Abrecé mis rodillas llorando, estaba en shock.
Después de varios minutos perdida y sin saber que hacer, a lo lejos vi claridad. Se veía tan lejana, tal vez yo también estaba muerta y si me dirigía a la luz podría reunirme con mi familia en el cielo. No dudé y corrí hacia la luz, pero al llegar al final del túnel no estaban mis padres ni mis hermanos, en lugar de ellos encontré a un imponente hombre impidiéndome el paso.
—¿A dónde infiernos crees que vas? —dijo Kurjak con voz ronca.
—¡Tú maldito desgraciado! —la ira me invadió. Golpeé su pecho mientras lloraba— tú los mataste— él no respondió, dejó que lo golpeara hasta que me cansé— ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué los mataste? —lo seguí golpeando, pero parecía no afectarle, ni siquiera retrocedió un centímetro.
—Quédate dentro de la cueva— ordenó.
Lo miré con odio, él aún estaba cubierto de sangre —la sangre de mi familia— acompañada de un olor ácido y putrefacto saliendo de él, me dieron ganas de vomitar.
Inmediatamente traté de huir, pero me atrapó sin esfuerzo y me arrastró de vuelta a la cueva.
—¡Te dije que te quedaras dentro! —gruñó molesto— aún nos siguen.
¿De qué estaba hablando, quien nos seguía?
—Nos iremos de aquí —continuó— cuando haya acabado con todos. Quédate aquí hasta que regrese.
No sé si realmente era tan tonto para creer que le obedecería, pero yo le haría creer que sí.
—¿Dónde estamos? —pregunté antes de que se fuera.
—En el límite del bosque norte, casi salimos del estado.
Me quede estupefacta, eso estaba muy lejos de casa ¿Hace cuánto tiempo habíamos abandonado la ciudad? ¿cuánto tiempo me tomaría volver? Seguramente los que nos seguían era la policía, si era así, tenía una oportunidad de escapar y que le hicieran pagar por lo que había hecho.
Esperé a que él se alejara lo suficiente y salí de la cueva dando traspiés. Kurjak no había mentido, estábamos en un sombrío y espeso bosque donde lo único que reinaba era el silencio y la hojarasca que crujía bajo mis pisadas.
Por suerte yo conocía un poco ese lugar, era donde mis padres nos llevaron a acampar una vez, era donde estaba el roble corazón y la carta de Amanda. Caminé un par de minutos hasta que me di cuenta de que haber estado en un bosque no te hacía experta, mucho menos te ayudaba a orientarte. Estaba perdida, pero no me podía detener, si encontraba un sendereo podría regresar a casa.
Con eso en mente retome mi caminata con más ímpetu, pero a cada paso que daba el bosque se hacía más sombrío. Di media vuelta, seguramente ese no era el camino ya que, por lógica, si quieres estar a salvo sigues la luz no la oscuridad a menos que... la oscuridad te de lo que necesitas para sobrevivir. Me detuve.
¿Y sí...?
El gruñido de mis tripas y la sed que tenía me sacaron de mis pensamientos. Lo que estaba pensando era una tontería, si caminaba en la oscuridad me perdería aun más.
Seguí divagando unos metros más hasta que estuve completamente perdida. El silencio que reinaba en el bosque era espeluznante y estaba tan cansada que no podía dar un paso más.
—Me rindo— me dejé caer en el suelo— moriré aquí.
¿Qué era ese sonido? El ruido que hacia el agua en corriente. No muy lejos de ahí encontré un riachuelo donde sacie mi sed, acababa de sumergí mi cara dentro de la fría y cristalina agua cuando escuché unos pasos acercándose. Kurjak me había encontrado. Tenía que escapar y encontrar a los policías, si es que aún estaba vivos.
De pronto, de la profundidad del bosque, a 6 metros de mí, emergió un hombre. Parecía perdido y fuera de lugar con un traje gris, corbata y zapatos de charol ¿Que hacia un burócrata en medio del bosque?
—Di... disculpe ¿Quién es usted? —él hombre no respondió, tenía la mirada perdida y ausente de vida— ¿Que hace aquí?
Su vista se posó en mí, como si acabará de darse cuenta de mi presencia. Dudé entre huir o acercarme a él y pedirle ayuda, pero entonces resonaron las palabras de Kurjak en mi cabeza "nos siguen" ¿él era uno de los que nos seguían? Era más que obvio que él no era policía, entonces si no era la policía ¿Quienes nos seguían? ¿Qué estaba pasando?
Di un paso atrás, el hombre emitió un sonido como de un gato furioso mientras me mostraba dos hileras de puntiagudos y afilados dientes. Desapareció de mi vista tan rápido, que en menos de un parpadeo se había transportado a un metro de mí, preparado para atacar y entonces... nada.
Un gigantesco perro negro le arrancó la cabeza. La bestia negra de más de un metros me miró y gruñó despiadado, di un paso atrás y caí de espalda. Instintivamente me hice un ovillo y cubrí mi cabeza con mis brazos. Sentí su aliento en mi oreja, olfateándome y después se alejó.
—Te dije que te quedaras en la cueva— gruñó una voz familiar. Abrí los ojos, en el lugar donde había estado el enorme perro negro ahora estaba Kurjak, furioso y cubierto de más sangre— ¿Por qué infiernos saliste?
—¿Qué... qué era eso? —pregunté perpleja, señalando el cuerpo que se descomponía a una velocidad impresionante hasta quedar reducido a una masa putrefacta y ácida —no es humano, no puede ser humano.
—No lo es, ni tampoco yo.
Ya me había dado cuenta de que él no era humano, pero lo quería escuchar de su propia boca, saber que el asesino de mi familia no podía ser humano sino un monstruo.
—¿Qué eres? —mi voz tembló, yo temblaba— ¿Qué era él?
—¿De verdad no lo sabes? —sonrío con malicia, sus dientes destellaron. —¿Qué clase de terrible criatura tiene apariencia humana? —dio un paso más cerca de mí, sus ojos se volvieron brillantes como oro refinado—¿Qué clase de criatura acecha en la oscuridad? —sus manos cambiaron a garras— ¿Qué clase de criatura infundé terror en las sombrías noches de luna?
Sus garras rosaron mi mejilla. No aparté la vista de él.
—Soy un Laycan— contestó con una nota de amargo orgullo en la voz— un Lycanthropos, un hombre lobo.
Dejó caes su mano inmóvil a su costado y me dio la espalda, alejándose de mí. Solté el aire que inconsciente había retenido, de inmediato lagrimas surcaron mis mejillas.
—Y eso, que casi te mata era un Wampir, —Kurjak miró con desprecio el montículo putrefacto—un chupasangre.
Ya no podía con más. Esto era una broma.
—¿De que estas hablando? Estás loco, los vampiros y los hombres lobo no existen, son mitos, leyendas, un cuento para asustar a los niños.
Él hizo una casi imperceptible mueca de fastidio, como afirmando que yo era la loca. Estaba aterrada ¿En qué me había mentido? ¿Como había caído en esto? Estaba pérdida, dudaba de la credibilidad de mis ojos y de todo lo que sabía... santo cielo, estaba frente a un hombre lobo y el cuerpo de un vampiro.
—Tenemos que irnos —dijo Kurjak jalando mi brazo— pueden venir más en cualquier momento, iremos a otro refugio.
Lo seguí sin decir una palabra, estaba en completo shock. ¿Qué más podía hacer una chica frente a un monstruo? Caminamos por el bosque no sé por cuanto tiempo y cuando me cansé él me llevo en su espalda. Nos detuvimos en otra cueva al anochecer.
—Saldré a buscar comida, hay un pequeño manantial en la cueva, puedes asearte ahí, deberá ser suficiente para quitarte la sangre de encima —me miró fríamente y advirtió— esta vez no salgas, no volveré a salvarte.
Cuando me quedé sola en la oscura cueva lloré. Estaba asustada, extrañaba a mi familia y me encontraba en manos de un monstruo que al menos por ahora podría decirse que me protegía. ¿Cómo es que mi vida había cambiado tanto en tan poco tiempo? ¿Qué sería de mí a partir de ahora?
Quería regresar el tiempo a hace unas semanas donde lo único que me preocupaba era no tener pareja para el baile. Todo era su culpa, él había destrozado mi mundo, trayéndome a su horrible realidad. Adiós a mis padres, adiós a mis amigos, adiós a la universidad, adiós a mi futuro —limpié mis lagrimas— adiós a mi vida. No seguiría, ya no tenía fuerzas para vivir.
Fui hasta el manantial que él me había indicado, lavé mi cara, enjuague mis brazos y cuando me di cuenta había empapado todo mi cuerpo. Era una señal, yo debía estar dentro del agua. Di un tembloroso paso dentro del pequeño manantial no más grande que una pileta y me sumergí completamente en su fría agua. Abajo, más abajo, sumergiéndome más profundo, por si a último minuto mis pulmones trataban de buscar el aire.
Mientras iba perdiendo la conciencia pensaba en mi familia, en papá y en su cabello entrecano; en mamá y su sonrisa cómplice; en Kyara y su mirada altiva; en Joshy y sus mejillas sonrosadas.
Tal vez si ellos no me... Tal vez si yo no hubiera estado en su vida...
Lo siento... fue lo último que pensé antes de irme.
Sentí la fuerza del agua saliendo de mis pulmones, me incorporé para toser apartando a la gran figura arrodillada a mi lado.
—¿Qué malditos infiernos intentas? —gruñó Kurjak furioso. Estaba empapado de agua —si no llego a tiempo, hubiera encontrado tu puñetero cuerpo flotando.
—¡Quería morir! —grité lastimando aún más mi garganta —¿Por qué me salvaste? Que no entiendes que... quiero morir.
—Mientras yo esté aquí no lo harás. No permitiré que mueras.
—¿y a ti que te importa lo que me pase? —me detuve, algo no encajaba— ¿Por qué haces esto, por qué me cuidas?
—No es por elección propia —respondió fríamente— ahora quítate la ropa.
—¿Qué? —exclamé sorprendida ¿qué me desnudara frente a él? ¿Era un pervertido?
Se alejó y volvió con algo familiar, algo que me pertenecía.
—¡Mi mochila! —sentí un rayo de luz sobre la oscuridad —¿Cómo la conseguiste?
—La cachorra metió algunas cosas dentro —continuó como si yo no hubiera hablado— tal vez te sirvan de algo.
Arrojó la mochila a mis pies e inmediatamente la recogí y hurgué dentro de ella. Había un par de camisetas, ropa interior limpia y... el vestido que me había comprado mamá. Me sentí tan agradecida que por un momento quise darle un fuerte abrazo a Kurjak pero vi su furiosa cara y se me pasó.
Me quedé unos segundos esperando a que se fuera para que pudiera cambiarme de ropa pero él simplemente no se movió ni apartó la vista de mí.
—¿Puedo tener algo de privacidad? Entenderás que no me quitaré la ropa delante de tí.
El lanzó un gruñido irritado y solo dio media vuelta, dándome la espalda, pero no se movió de su lugar.
—Si escuchó el salpicar del agua o cualquier ruido extraño no dudaré en voltear —amenazó.
Lancé un suspiro resignando, era un maldito pervertido. Eche una mirada rápida para asegurarme que no veía y me quite la ropa. Tomé la cambia limpia y me dispuse a vestir cuando noté que algo se movía dentro de la camiseta, lancé un grito mientras la arrojaba lejos.
—¿Qué ocurre? —preguntó alarmado Kurjak.
—Hay algo ahí— dije temblando. Él miró la ropa y suspiró irritado. Fue hasta la camiseta conmigo detrás de su espalda, la levantó y salió volando un murciélago. Él lo atrapó en el aire con una garra, dio la vuelta y me fulminó con la mirada.
—Por esto me... —se quedó mudo con los ojos muy abiertos. Parpadeo varias veces confuso, abrió y cerro la boca como alguien a quien le han robado la voz y puso una cara tan extraña que no sabía si estaba enojado o luchaba por contener la vergüenza. Después aclaro su garganta y dijo: —Maldita humana desvergonzada.
DESNUDA. La palabra resonó en mi cabeza chocando entre las paredes de mi cráneo. Inmediatamente me puse de cuclillas, tratando de cubrir todo. Kurjak me arrojó su camisa a la cara y se alejó mientras aplastaba el murciélago en su puño.
Cuando terminé de vestirme noté que él no estaba cerca, sin embargo en la entrada de la cueva resplandecían las cálidas llamas de una fogata. Me acerqué para calentarme y poco después Kurjak volvió con comida. Estuvimos frente a la fogata comiendo raíces, bayas y té de pino. No me atreví a mirarlo a la cara, pero no dude volver a preguntarle:
—¿Por qué haces esto? ¿Por qué no me mataste, por qué me cuidas?
—Yo también me lo pregunto— susurró— tal vez al fin mi lobo ganó.
—¿Qué quieres decir con que tu lobo ganó?
—Nada. Es mejor que duermas, nos marcharemos dentro de unas horas.
Cuando salimos de la cueva aún estaba oscuro, yo no había dormido nada y él tampoco. Las primeras horas del recorrido él me llevó en su espalda tomando como excusa su vista super desarrollada y su agilidad, porque claro, una humana torpe como yo hacía mucho ruido al caminar y con mi pobre visión podría tropezar hasta con el aire.
Cuando el cielo comenzaba a iluminarse llegamos a una solitaria carretera, habíamos salido del estado. Cada vez más lejos de mi casa.
—Escúchame bien— dijo seriamente— de aquí en adelante será peligroso, debes tener cuidado con quien hablas, no sabemos quiénes son nuestros enemigos. Viajaremos como una pareja de excursionistas y lo más importante, no te separes de mí si no quieres morir.
—¿A dónde vamos? —caminé tras él.
—Vamos con mi manada, ahí te mantendré segura hasta que sepa quien hizo esto y por qué.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro