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4. El nuevo vecino

¿Qué es lo primero que hace alguien cuando está asustado? No lo sé. Lo primer que yo hice fue:

—¡Mamáaaa! —grité a todo pulmón mientras bajaba a trote por la escalera— ¡mamáaaaa!

—¿Qué pasa, Diana? —preguntó asustada mientas papá recogía pedazos de un plato que se le había caído por mi grito— pareciera que acabas de ver un fantasma.

—El vecino, el vecino... —dije tratando de recupera el aliento— ¡el vecino acaba de matar a alguien! Yo lo vi, le corto la cabeza.

Mis padres se miraron entre ellos preocupados y después me miraron a mí.

—Pastelito lo has imaginado, seguramente lo viste una de tus caricaturas chinas —dijo papá— ¿cómo puede matar a alguien, se acaba de ir de nuestra casa?, además parece un buen tipo, algo mayor para ti, pero buen muchacho.

—¿Qué cómo mató a alguien? — grité rayando en la histeria— pues con sus manos. Yo lo vi con mis binoculares, me dijo que me estaba observando. Es un asesino, yo lo vi.

Estaba tan asustada que mis padres comenzaron a dudar.

—¿Estas segura? —preguntó mamá mirando por la ventana en dirección a su casa —la lluvia es muy fuerte apenas puedo ver algo.

—Estoy segura, le corto la cabeza. Llama a la policía, por favor llama a la policía— mi padre rascó su insípida barbilla y lo pensó por unos momentos.

—No puedo llamar a la policía por algo que creíste ver, lo mejor es averiguar qué ocurrió en realidad.

Me quedé de piedra.

—¿Y qué vamos a hacer?— pregunté exasperada— ¿ir a su casa, tocar la puerta y preguntar: disculpe le arranco la cabeza a alguien hace 5 minutos?

—No parece mala idea— respondió papá poniéndose de pie y tomando un paraguas— voy a su casa.

Me quedé pálida, mi padre hablaba enserio. Después de todo era experiodista corresponsal de guerra, ahora retirado a editor en jefe del periódico local, extrañaba la adrenalina del peligro y qué mejor que obtener un poco al enfrentar a un asesino.

Me puse en pie tras él y también tomé un paraguas. Sí le hacía algo a papá al menos podría gritar para pedir ayuda.

—Si no regresamos en 15 minutos llama a la policía— dije a mamá antes de cerrar la puerta.

Ambos cruzamos la tormenta en silencio. Al llegar a la puerta, papá toco el timbre, nadie respondió, volvió a tocar sin respuesta, al cuarto toqué Kurjak apareció con una toalla alrededor de su cintura y un poco de jabón en su corto cabello.

—¿Qué se les ofrece? —preguntó en un tono irritado pero cortés.

—Disculpe que hayamos interrumpido su ducha— dijo mi padre un poco avergonzado ante semejante figura desnuda y musculosa— pero mi hija creyó que tenía... problemas.

Kurjak me miró molesto. Casi podía escuchar sus maldiciones mentales.

—¿Problemas? —repitió desconcertado —¿qué tipo de problemas tendría alguien a las 10 de la noche?

—Mato a alguien, yo lo vi— respondí rápidamente y, sin detenerme a pensar en las consecuencias, me colé dentro de su casa.

Era una casa molde, como la mayoría de las casas del vecindario, no había muchos muebles y los pocos que había todavía estaban cubiertos con plástico. Subí rápidamente por las escaleras al segundo piso, abrí la primera puerta que encontré, estaba vacía; la segunda, igual; la tercera... estaba iluminada por una tenue luz; era la habitación que buscaba. Sin dudarlo di un paso dentro.

El aire estaba impregnado de un embriagador olor a clavos aromáticos y bosque, pero había otro olor mezclado, un olor ácido.

Miré al rededor, sólo había una gran cama de roble en medio de la habitación y una lampara que emitía una cálida luz. Busqué alguna pista bajo la cama, nada; junto a la lampara, nada; en el armario, vacío; no había nada sospechoso.

La ronca voz de Kurjak me sobresaltó.

—Terminaste de hurgar entre mis cosas —preguntó desafiante.

—¿Cosas? —respondí en el mismo tonó— si aquí no hay nada, toda la casa está vacía. Justo como estaría si tuviera que huir en cualquier momento.

La figura delgada y un poco canosa de papá apareció tras Kurjak.

—¡Diana! —gruñó molesto— vámonos ahora mismo, ya comprobaste que aquí no hay nada, vamos. Disculpe la intromisión, hablare muy seriamente con mi hija, su comportamiento es inaceptable. Diana discúlpate con este joven.

—Te estaré vigilando —dije fríamente y para mi sorpresa, vi que en su rosto se dibujaba una mueca de satisfacción, ¿O era de burla? No lo sé y no me importó, di la media vuelta y salí de ahí.

Escuché a papá llamarme cuando salí hecha una furia de la casa, lo oí disculparse de nuevo con el vecino y bajar las escaleras a prisa tras de mí. Me alcanzó cruzando la acera, pero no dijo nada hasta que entramos a la casa.

—¿Estas mejor ahora? —preguntó tranquilamente cuando me senté en una silla de la cocina, él se sentó frente a mí— ¿has escuchado la fábula del niño que gritaba lobo? ¿recuerdas como termina? —asentí— Bien, pues cuando el niño dijo la verdad nadie le creyó y se lo comió el lobo— abrí la boca para replicar, pero papá siguió hablando— ¿Cuantas veces has dicho lo mismo de todos los vecinos de la cuadra?, hasta hace poco acosabas a la señora Flemming. Hija entiendo que quieras un poco de atención, pero te juro que tu madre y yo te ponemos a ti y a tus hermanos toda la atención que podemos. Te amamos, pero esto ha ido muy lejos. Estas castigada, empaca tus libros, las series y todas esas cosas chinas en una caja.

No, mis preciosos novios asiáticos, no.

—Pero...

—Nada señorita, por dos meses no verás, ni leerás nada que le cause a tu cabeza tanta fantasía. También deja tu laptop, sólo la usaras donde te podamos supervisar.

—La laptop no, por favor, papá.

—Quiero ver todo eso mañana, aquí en el comedor, a primera hora. Ah y cambiaremos el wi-fi para que no tengas acceso a Internet.

El mundo me cayó encima, y todo por culpa de ese maldito Kurjak.

—No pueden hacer esto, ya tengo 17 años.

Papá no se mostró flexible, subí a mi habitación refunfuñado. Volví a tomar mis inoculares para vigilar su casa, la vigilaría toda la noche si era necesario

[...]

Sentí algo húmedo pasar sobre mi cara, abrí los ojos, era feny lamiéndome.

¿Ya había amanecido? ¿Qué hacía sobre el piso?

¡Ah sí, el vecino!

De un salto me situé en la ventana. Todo el vecindario estaba tranquilo, frío y brumoso por la lluvia de anoche. ¿Qué hora era? 6:30. Tal vez ni siquiera...

De repente vi una figura que doblaba la esquina trotando, lo reconocí de inmediato, mi objetivo.

¿El maldito había madrugado a trotar? no lo creo, ¿a asesinar a alguien? muy probable.

Cuando pasó frente a mi casa, me oculté tras la cortina, él miró hacia mi ventana con su inalterable expresión militar y levantó una mano forzadamente en señal de saludo. Dí un respingo, él sabía dónde me ocultaba.

Supuse que era inútil tratar de disimular que lo espiaba después de gritárselo ayer en la cara. Salí de mi escondite y también lo salude, con desdén. Fue cuando me di cuenta de que no me saludaba a mí, sino a mi madre que arreglaba el jardín.

Arrrrrrggg, quería tirarme de cabeza por la ventana.

El vecino me miró con desprecio y fue a su casa sin detenerse. Aún faltaba para la escuela, así que lo estuve vigilando por una hora pero no ocurrió nada sospechoso.

Antes de irme al instituto dejé mis cosas en la mesa de la cocina, tal como lo había pedido papá, claro con algunas excepciones como el manga de Ao haru ride que no había terminado de leer y la saga de juego de tronos, además de todo lo relacionado con el Yaoi (ya tenía demasiados problemas como para tener que explicar otros).

Me dolió abandonar a mis preciosos pero sabía que mi papá no dañaría mi tesoro, él sabía cuan importantes eran para mí.

De camino a la escuela encontré al sobrino de la señora Flemming sentado en el picaporte de su casa jugando un videojuego portátil.

—Oye, tú —gritó poniéndose de pie— tú, la chica con la camiseta de One piece, espera. Quiero discúlpame— trate de ignorarlo pero corrió patosamente tras de mí— lamento lo que dije ayer, espero que podamos ser amigos.

Me detuve.

—¿Amigos? ¿lo dices enserio? —pregunté con ironía mientras él jadeaba ruidosamente doblado sobre sus rodillas.— Después de lo de ayer, no lo creo.

Puse cara de pocos amigos y seguí caminando, me agarró del brazo.

—Dije que lo lamento, usualmente no soy así, ustedes llamaron a la puerta cuando recién había perdido, estaba ocupado y molesto, era realmente importante lo que estaba haciendo...—rodé lo ojos— Escucha, realmente no pienso que seas fea, además, creo que tenemos muchas cosas en común, a mí también me gustan los Muguiwara no ichimi, mi favorito es Zoro.

Sonreí involuntariamente.

—También me gusta Zoro, pero mi favorita es Robin, me gusta cuando asusta a los muguiwara y su actitud cool ¿Qué te parece shingeki no kyojin?

Él sonrió.

Caminamos juntos hasta la parada de autobús hablando de anime. Él era un gran conocedor de la cultura asiática y no eran tan cretino como pensé. Su nombre era Lennin y cursaba el 3 año de informática en la universidad estatal, era algo tímido y escupía un poco al hablar, pero en general era agradable... cuando se presentaba por tercera vez.

Mientras esperaba el autobús pasó Kurjak a nuestro lado, nos miró fríamente y se detuvo junto a nosotros con el ceño fruncido.

—Ese tipo es aterrador— susurró Lennin.

—Shhh, lo sé— miré a Kurjak de reojo, él parecía tratar de ignorarnos.

Pasaron un par de minutos cuando escuche la cortante voz de Kurjak hablarme.

—¿vas a subir? —ambos miramos Kurjak que ya se encontraba en los escalones del autobús, mi autobús.

Me despedí de Lenny y también subí pero cuando le pagué al conductor, este me rechazo y me dijo:

—El joven ya pagó.

Lance una mirada irritada a Kurjak que se veía incomodo parado en medio del pasillo esperando algo. Si esperaba que le diera las gracias, que esperara sentado porque no le iba a dar nada.

Cuando me acerque a donde estaba me hizo señas para que me sentara en un lugar doble desocupado. No le hice caso, fui a la parte de atrás y pedí permiso a un señor para el asiento de la ventana. Al poco rato me di cuenta de que Kurjak me había seguido y le hacía señas al señor para que se quitara.

—Todo tuyo muchacho— dijo el hombre cediendo el asiento— espero que arregles las cosas con tu novia.

Kurjak se dejó caer a mi lado, dejándome atrapada entre la ventana y él.

Me pregunté si saldría muy lastimada si me arrojaba del autobús en movimiento, de otra forma me quedaría atrapada. ¿Kurjak o el hospital? Abrí la ventana.

Ok, no.

—Te puedes quitar, voy a bajar del autobús. —hago el intento de pasar pero él estira sus piernas, bloqueando por completo mi salida.

—Escucha, niña malcriada— susurra con su ruda voz— lo diré claramente, me caes mal, no, de hecho te odio. Te odio como nunca he odiado a nadie.

—Que lindo, gracias ¿pero adivina qué? Me vale un cacahuete podrido y vomitado, y sí no te mueves, voy a gritar.

Él hizo una mueca como si hubiese escuchado un mal chiste.

—No me crees —continué— piensa, ¿qué pasará cuando vean a una linda y dulce chica gritar y aun hombre con cara de maleante a su lado? Sí amigo, te va a ir muy mal tras la rejas.

Él no se inmutó.

—¿Diana? —me llamó una voz familiar— por fin vas temprano al cole.

Era Jeff mi compañero de Química. Se acercó a mí pero su sonrisa se borró cuando vio que el gigante sentado a mi lado le lanzaba una mirada asesina. Se puso un poco nervioso pero se acomodó en un asiento cercano.

—Supongo que tienes todo listo para el baile— preguntó.

Otra vez el tema del maldito baile.

—No iré —dije resuelta. Lo había estado pensando y llegué a la conclusión que el baile era una pérdida de tiempo y de dinero— tengo mejores cosas que hacer ese día.

Jeff de inmediato miró a Kurjak e hizo una mueca.

—Sí, imagino que harás cosas mejores —respondió con amargura, se despidió y se fue al primer asiento del autobús.

Cuando llegó mi parada, para mi sorpresa, Kurjak se levantó sin decir nada y se cambió de asiento.

Así de mal comenzó el día pero nunca imaginé que terminaría peor.

Las primeras clases trascurrieron normales, hasta el almuerzo, donde explotó la bomba (no literalmente, claro) pero si se podía comparar como una detonación en cadena.


***
Nota de la autora

Hola (^u^)/

Se viene una montaña rusa de emociones y personajes... Por favor no odien a ninguno, ni se encariñen con otros.

Ya conozco el final, pero no todo lo que sucede para llegar a ese final, así que... Nos vemos en el siguiente capítulo.

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