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24. El espíritu de la luna

Sentí un terrible dolor en el alma. No lo resistiría, no podría ver a Kurjak con otra. Le había dicho que yo me ocuparía de mis sentimientos, que no mendigaría su amor, pero... iba a ser muy duro. Tenía que alejarme de él, por mi bien.

—Tenemos que regresar Breanna, necesito que me ayudes con lo que te pedí.

Breanna asintió, captando de inmediato el significado de mis palabras.

—Nosotros también queremos ayudar —se apuntaron los gemelos —recuerda que somos tus favoritos.

—No, hermanos, esto es entre Diana y yo —me miró indecisa —es un secreto.

No, la palabra secreto empeoraría más las cosas. Todo lo que diga secreto tiene que ser averiguado y los gemelos eran los peores, al escuchar la palabra secreto no tardarían en descubrir que tramábamos mi escape.

—Bueno, no es un secreto-secreto, —intervine rápidamente — bueno sí es un secreto —los llamé para que juntáramos las cabezas, Levana y la chica loca se unieron, esta última comenzaba a actuar raro otra vez —vamos a fundar un club de Kpop —susurré— pero aún no se lo digan a nadie.

—Genial, porque —gritó la chica loca— Lennon me debe un favor, le presenté a Yoko.

Todos nos quedamos con cara de: ¿?

—John Lennon está muerto —dijo Eowin.

—Que va. Hablamos hace 15 minutos —respondió la chica haciendo ojos de camaleón. Se estaba recuperando de la borrachera.

—Su majestad —Levana tomó mi mano, apartándome un poco de nuestros acompañantes— Lo que necesito decirle es muy importante: Quiero ser madre.

Mi boca se abrió, estupefacta.

—Hemos esperado casi 100 años, —continuó —a pesar de celebrar la ordalía —¿ordalía? ¿Qué era eso? —el clan no estaba completo sin la hembra alfa, sin una madre lobo. Sin ti, ninguna hembra emparejada puede quedar preñada, hasta que tú hayas dado a luz al primogénito del rey, restaurarás la fertilidad de la manada. Contigo aquí —tomó mis manos— el clan será restituido, el reino se cimentará y volverán los días de gloria.

Me quedé de piedra, aparté mis manos de ella. —¿Qué quieres de mí exactamente? Pero lo dejo claro de una vez, no voy a casarme y mucho menos voy a tener un hijo solo para que ustedes sean felices.

—Sé que aun eres muy joven, pero el que estés aquí me llena de esperanza. Tengo decenas de años emparejada —¿decenas? Aparentaba unos 26 años ¿Cuántos tenía realmente? ¿Cuántos años tenía Kurjak? —y no tenemos ningún cachorro. Solo pido su bendición su majestad, para cuando llegue el momento yo también pueda ser madre.

Así que ese era el motivo porque el que me buscaba con urgencia, en la fiesta no recordaba haber bendecido su obsequio. Solté un largo suspiro. No podía odiarla, ella era una buena persona. Lo haría, le desearía muchos cachorros aunque una parte muy recóndita de mi corazón me dijera que no. Tomé sus manos.

— Levana...

—¿Qué— respondió distraída la chica loca. La ignoré.

—Levana... —volví a pronunciar.

—¿Qué? —respondió la chica loca, sin mirarme.

—¿Necesitas la ayuda del gran espíritu para bendecirme? —preguntó la modelo— ¿Hay algo malo en mí?

—No, es solo que no lo entiendo... —fruncí el ceño— ¿Levana?

—¡¿Qué?! ¡¿Qué?! ¡¿Qué?! —gritó la chica loca más desatornillada que antes.

—¿Tú no eres Levana? —pregunté señalando a la super modelo.

—No, mi nombre es Samaria.

Mi labios se separaron en un grito silencioso. ¿La chica loca era Levana? ¿Podría esto ser más jodido? ¿Kurjak y la chica loca?

—¡Tiene que ser una broma! —grité. Un sentimiento extraño burbujeó en mi pecho, era una mezcla de alegría, de burla, de venganza y de frustración.Comencé a reír como histérica, sin poder detenerme. La chica loca comenzó a reír conmigo.

—Fue tan gracioso y.. y luego...—dijo entre risas— y luego le quitamos el corazón para que sea inmortal. Hajajajajajaja— y te lo comiste —Hajajajajajajajajajajajajajaja.

Mi risa se desvaneció, como un rayo ¿De qué estaba hablando? La chica loca empezó a divagar palabras incomprensibles.

—Gran espíritu —samaria puso una mano en su espalda para tranquilizarla— es mejor volver, proto será medio día y los jóvenes comenzaran la transición.

—El ángel viene...—la chica no la escuchó, siguió susurrando palabras—hahahaha...y el portal... los desterrados... sus ojos... ¡ojos verdes reinan el infierno! —soltó un horrible gritó y salió corriendo —Los piojos quieren conquistar el mundo. —Chocó contra una enorme roca, cayó al suelo, se levantó y siguió corriendo.

—¿Estará bien? —pregunté preocupada. Mis acompañantes encogieron los hombros al mismo tiempo, viendo cómo la pequeña figura se perdía en el bosque.

La roca con la que Levana se había estrellado llamó mi atención. Era de un color gris perlado, brillante ante el sol, como si las estrellas se hubieran incrustado en ella formando una galaxia. Era mágico, era místico y me estaba llamando.

—¿Qué es esto? —Mis dedos recorrieron los extraños jeroglíficos tallados en la superficie: algunos parecían humanos, otros lobos. —¿Qué dice aquí?

—Es la historia del origen de nuestro linaje —respondió Samaria —en todas las manadas existe el mismo grabado, pero nadie sabe leerlo.

—Está escrito en un idioma muerto —agregó Eowin.

—Puff —bufó Eoghan— yo sé lo que dice.

—¿Ah, sí? —lo retó Eowin —¿Y qué dice, zángano?

Eoghan miró con atención cada grabado, frunciendo ligeramente el ceño dijo:

—Había una vez un humano hermoso, pero no tanto como yo —Eowin rodó los ojos y le lanzó un golpe, pero Eoghan lo esquivó— él hizo un pacto con la luna y se volvió un lobo hermoso, y otra vez aclaro, no tan hermoso como yo. Fin.

—Lo estás inventando, cara de trasero. El primer humano-lobo fue mujer.

—Fue hombre —replicó Eoghan.

—Mujer —objetó Eowin.

Los ignoré. Seguí absortan en el grabado. Cada línea era diferente, pero todas parecían contar una historia o quizá una profecía. Mi vista quedó fija en el grabado de las fases de la luna con el hombre-lobo a la par.

Luna nueva: Un hombre a la izquierda y un lobo a la derecha.

Luna creciente: un lobo con una sombra humana cubriéndole.

Luna Llena: Una bestia con rasgos humanos y lobos mezclados.

Luna menguante: un humano con la sombra de un lobo sobre él.

—¿Qué son ustedes realmente? ¿Son humanos que se volvieron lobos o lobos que se has convertido en humanos?

—Nadie lo sabe —respondió Samaria.

—Mira hermana —dijo Breanna a Samaria— esto parece la ordalía.

Era el grabado de un lobo por encima de los demás lobos, aullando a la luna. El lobo principal estaba sobre una pila de lobos muertos.

—¿Qué es la ordalía?

—Un ritual ancestral para elegir al macho alfa —respondió Samaria —Solo hay un alfa por manada, los demás suprimen el instinto volviéndose beta. Pero si el macho alfa llegase a morir, el que lo mató toma el control. Si es muerto por el destino se celebra la ordalía. Todos los machos cuyo instinto alfa despierta luchan hasta que solo uno queda en pie: el más fuerte, el más listo, a veces el más astuto.

—La última ordalía se celebró hace 96 años —intervino Eowin, que había dejado de discutir con su gemelo para oír el relato de Samaria— ¿Te acuerdas gan-gan? Tuviste tanto miedo que mojaste la cama un mes.

—Eran unos locos —respondió Eoghan sin cuidado— jamás he visto nada igual. Sylkar y Brandr se deshicieron de los otros machos de un zarpazo, terminaron cubiertos de entrañas y sangre. Ese noche fue de pesadilla, todavía lo recuerdo y se me pone la piel de gallina.

Trague saliva audiblemente, los demás clavaron sus ojos en mí.

—Sylkar... se escucha como una persona terrorífica.

—Lo es —dijo Eoghan— es el lobo más grande de la manada, su genio es como el de una bestia dormida, su cara es como...

—Mas vale que digas que soy apuesto como un varonil príncipe, —la atronadora voz a nuestras espaldas nos sobresaltó —si no te irá mal, lobezno.

La cara de Eoghan palideció. Me pareció que el tiempo iba más lento cuando miré al hombre de más de dos metros detrás de mí. Su cabello castaño rojizo caía desordenadamente sobre sus hombros, sus ojos negros brillaban como obsidianas pulidas, una pálida cicatriz se extendía en el lado izquierdo su cara cuadrada, bajaba por su cuello hacia su ancho pecho, que estaba lleno de más cicatrices de zarpazos. Parecía un bandido-pirata-criminal temible.

—He vuelto, mi amor —sus feroces ojos se dulcificaron un microsegundo. Sentí que me iba a desmayar cuando su vista se posó en mí. —¿Es ella? —preguntó emocionado.

Di un paso atrás, choqué con la fría roca. Enseguida una poderosa fuerza me llevó hacia arriba. Dos enorme manos me sujetaban en los costados dejándome por encima de la cabeza de todos. La cara Sylkar resplandecía de felicidad.

—Así que eres tú —su voz retumbó en mi oídos, me bajo a la altura de su pecho y me estrujó contra él —te esperamos durante mucho tiempo.

Me retorcí, tratando de zafarme de él. Comencé a propinarle golpes, pero él ni siquiera los sentía, pedí ayuda pero nadie fue capaz de apartarme de él o mejor dicho, no lo intentaron.

—Déjame verte bien, muchacha — me puso sobre el suelo— ¿Por qué lloras? ¿Te asuste? —miró mi brazo vendado —¿te lastime? —parecía arrepentido.

No dije nada, simplemente hui del lugar lo más rápido que mis piernas me lo permitieron. Corrí hasta que el aliento comenzó a faltarme. Me había internado en lo profundo del bosque. Era inquietante lo sombrío que de pronto se había vuelto, como si se hubiese hecho de noche de un segundo a otro.

Cucu... cucu... cucu...

Un canturreo entre los entre la copa de los árboles me puso alerta. Algo saltaba de rama en rama. ¿Un ave? No lo sé y no lo iba a averiguar. Volví a poner mis pies en marcha, pero justo en ese momento se escuchó el horrible sonido de una pájaro siendo desplumado.

—Maldición, maldición, maldición —susurré mientras corría. Casi prefería estar de vuelta en la manada con Sylkar, al menos ahí conservaría mi vida. ¿Por qué el destino, Dios o lo que sea no podía ponerme en una salida segura o al menos un cofre del tesoro? —¿Dónde demonios estás, Kurjak? —susurré desesperada y llena de miedo.

Varios sonidos de animales se mezclaron entre los árboles, había gotas de sangre frescas en el suelo. De pronto, todo quedó en silencio y una densa neblina comenzó a brotar del suelo, cubriendo mi visión por completo. El eco de pasos erizó mi piel, alguien se acercaba a gran velocidad.

—¿Quién anda ahí —grité, girando a mi alrededor. Tomé una roca del suelo.

Una gigantesca silueta apareció, emitía un resplandor plateado.

—Yooooo— una arrastrada y melosa voz respondió. La forma de la pequeña y loca chica se distinguió entre la bruma.

Solté el aire que contenía, aliviada.

—¿Qué haces aquí, Levana?

La chica caminaba dando saltitos, llevaba un pollo en cada mano, de ahí venia la sangre. Las había cazado o robado.

—¿Qué haces aquí? —me hizo la misma pregunta con voz dulzona—¿Quién eres? ¿Quién soy?

—Soy Diana —me apresuré a responder— nos conocimos anoche.

—¿Di-a-na? —sus ojos brillaron como los de un lobo— ¿la reina o la cazadora?

—Solo Diana.

—Nadie es solo algo, tienes que elegir —La chica loca me dio la espalda, pero me hizo señas para que la siguiera. —Mua, por ejemplo, elegí ser... mmm... ¿Cómo era yo?

A cada paso que daba la niebla se hacía más espesa, como si caminara entre nubes. Una fuerte luz me cegó, tropecé y caí de bruces. Cuando abrí los ojos me vi a mí misma, mejor dicho, a mi reflejo en un pequeño estanque circular de aguas grises y planteadas como un espejo.

—A un lado, a un lado— la chica loca tiró de mí hacia tras— o la luna se robará tu espíritu y eso no puede pasar todavía —hizo viscos —o estarás como una cabra.

—¿Cómo tú...? —incomodo— quiero decir, ¿Qué lugar es este?

—No es un qué, es un donde y cuando.

—¿Qué?

—Eres un poco tontita, verdad —la chica loca arrojó el par de aves a una hoguera que no había notado— ¿la pregunta es donde y cuando?

—¿Bueno, donde y cuando estamos?

—No lo sé.

Rodé los ojos. Odiaba cuando hacían eso, dejar más incertidumbre que respuestas. ¿Por qué no podía ser directa y dejar tanto misterio?

—¿Qué hacemos aquí si no lo sabes? —estaba perdiendo la paciencia.

La chica removió la leña la hoguera para avivar el fuego. Las llamas destellaron en sus ojos y las lenguas de fuego acariciaron sus manos. Parecía una bruja haciendo una posición.

—Te lo dije hace meses. —hizo un puchero, como una niña pequeña.

—Creo que te equivocas de persona, nos conocimos ayer.

—No sé porque no entiendes lo que trato de pensar, todo está dentro de mi cabeza no sé cómo no lo ves. —La chica loca se puso de pie y comenzó a pasear de un lado a otra, como si charlara con alguien invisible. La seguí con la vista hasta que de pronto se detuvo y me miro.

—Es el santuario de la luna —respondió al fin, su voz se había hecho más grave —aquí es donde su espíritu divino fue atrapado —señaló el estanque de aguas plateadas e inamovibles. —Es un lugar tan intangible e inexistente como el cielo o el infierno. Ahora mismo estamos en ningún lugar y en todos a la vez. Como si hubiésemos muerto.

Tomó un trozo de ave directamente del fuego y me lo ofreció. Negué con la cabeza. Ella se llevó el bocado a la boca como un animal, la grasa escurriendo por su barbilla me revolvió las tripas.

—Tengo que irme. ¿Sabes cómo salir de aquí? ¿No? o bueno... ¿Escuchas eso? —cubrí mi boca y dije mi nombre como si alguien me estuviese llamando—Creo que alguien me busca.

—Busca tu sangre —susurró. Se puso de pie, sus ojos destellaron plateados— ellos te llamaran y tu responderás. Nuestra sangre caerá sobre su manos... me condenará al infierno con él.

—Sí, bueno — di un paso atrás, era oficial, tenía miedo de la chica loca y de este lugar —tengo que irme, ¿dónde está la salida?

Sonrió soñadora, como si lo siniestra que había sido segundos atrás hubiera sido mi imaginación

—Vamos — su voz se endulzó, tomó delicadamente mi mano— está a punto de empezar Plaza Sésamo, es mi programa favorito —sonrió lobuna— Sabes, siempre he pensado que a Beto le gusta Enrique, pero ¿Quiénes soy yo para juzgar sus gustos? A ti por ejemplo, te gusta Alexandros y no te he dicho nada.  

Mi corazón se detuvo y una estridente voz retumbó en mis oídos: —¡Huye!

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