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2. Un extraño en casa

Un sonido claro, largo y amenazante proveniente del piso de abajo interrumpió la calma de la noche. Fui hasta las escaleras con mis réplicas de shuriken en la mano.

—Y decían que ver Naruto no servía para nada —pensé con ironía.

Descendí lentamente, tratando de ser cuidadosa al pisar mientras observaba cualquier anormalidad a través de la penumbra. El gruñido se hacía más fuerte conforme me acercaba a la cocina, me detuve. Un par de ojos brillaban en la oscuridad, mirándome.

—¿Feny? ¿qué pasa, bonita? ¿un gato? —Feny tenía el pelo erizado, gruñía y rascaba la puerta que daba al patio. Me acerqué a ella y froté tiernamente su cabeza— No feny, ahora no puedes salir, es de noche. Vamos, dormirás conmigo.

Cuando subimos, Feny todavía estaba agitada y vigilaba a los alrededores. Se detuvo frente la puerta de Kyara y comenzó a gruñir otra vez, la jalé para que no la despertara, pero no se movió. Entonces me di cuenta de que por la parte de abajo de la puerta se escapaba la luz de la lampara. Kyara no estaba durmiendo.

—Vamos, feny —susurré, pero ella no se movió. La puerta se abrió de repente y salió mi hermana menor en pijama y con una visible expresión de sueño.

—¿Qué tanto jaleo tienen tú y este perro? —dijo de mal humor —son las 3 de la mañana.

—Feny no está bien— contesté— gruñe mucho, creo que tiene miedo. Va a dormir conmigo.

Mi hermana miró a feny despectivamente, a ella no le gustaban mucho los perros. Desde que Joshy y yo habíamos encontrado a feny 3 años atrás, siempre la había llamado "Perro" y si podía, evitaba estas cerca de ella. En cambio, su gata Lizeta era su adoración. Kyara hizo una mueca y dio un par de forzadas palmadas en la cabeza de feny.

—¿Qué pasa perro, algún lindo gatito al que molestabas? —la pobre feny que no entendía nada movió alegremente su cola agradecida por la "caricia".

—¿Qué haces, por que tu lampara esta encendida? —pregunté. Kyara miró el interior de su cuarto.

—Me dormí leyendo un libro, supongo que por eso estaba encendida.

También estiré el cuello para ver. Su habitación estaba pulcramente ordenada como siempre, había un grueso libro sobre su cama, su ventana estaba abierta y su gorda gata estaba acurrucada en su cesta.

—¿Por qué me interrogas? —preguntó, poniéndose de mal humor —¿Soy sospechosa de algún crimen? si no es así, adiós— cerró la puerta en mis narices. Escuché cuando se tumbó de vuelta en la cama y apagó la luz.

Rendida, volví a mi cama, Feny se acurrucó a mi lado y dormimos. Desperté cuando Feny rascaba mi puerta para que la dejara salir. Perezosamente le abrí y volví a la cama pero antes de cerrar los ojos miré el reloj.

¡8:15! ¡Maldición, faltaban 15 minutos para que empezaran las clases!

Dí un salto y me vestí aprisa, poniéndome lo primero que encontré. Salí de casa sin desayunar, corriendo por toda la avenida para tomar el autobús, cuando pasé frente a la casa de la señora Flemming me quedé de piedra. ¡Ahí estaba! claramente a la vista, en la ventana derecha del segundo piso, la sombra de un hombre, pero no cualquier hombre, era el hombre del centro comercial. Aunque no vi su cara, pues era una sombra, pude reconocer su silueta. Esta vez no se molestó en ocultarse, siguió parado mientras yo lo observaba fijamente.

El sonido de mi celular me hizo saltar, era Amanda preguntándome donde estaba. Las clases habían comenzado.

Cuando volví la vista a la ventana la sombra se había esfumado, en su lugar me saludaba la propia señora Flemming desde el picaporte. Con una ligera sonrisa, me despedí y corrí a la escuela, para llegar al menos a la mitad de clase de cálculo lineal.

—Les digo que ahí estaba —dije a las chicas efusivamente mientras caminaba en los pasillos— yo lo vi esta mañana, era la misma persona que nos seguía ayer.

—Ayer no nos seguía nadie —contestó Sarah.

—Claro que sí ¿Tú me crees verdad, Amanda? —la miré suplicante.

Amanda era inteligente, amable, popular y compasiva, además en nuestro grupito era la voz de la razón, se podría definir como la chica buena. Aunque algunos eran imbéciles con ella, llamándola despectivamente por su cabello y color de piel.

—Te creo —dijo ella— últimamente veo las cosas de una forma distinta —suspiró— me han pasado tantas cosas raras que como no podría.

—¿Cosas raras? —inquirió Sarah— ¿Cómo cuáles?

—Bueno, hay un chico —dijo tímidamente— él...

El timbre la interrumpió e inmediatamente nos dirigimos a la sala de reuniones donde nos esperaban dos horas de tutorías con el señor Gómez. Cuando salimos teníamos la cabeza llena de inútiles consejos de vida, de la graduación, del alcohol, drogas y sexo. Nos dolía tanto la cabeza que no pensamos en otra cosa que hacer el vago y comer, por suerte era la última clase del día.

—Vamos al centro comercial— sugirió Sarah —quiero comer hamburguesa.

—Ayer comimos hamburguesas —respondí— además no puedo, como está por terminar el año escolar Joshy casi no tiene clases y mi madre me pidió que regresara temprano a casa para cuidarlo.

—¿y qué pasa con tu hermana, ella no puede?

—Kyara tiene club de ajedrez.

—Tu hermana es... mira ahí va.

Las tres regresamos a ver el pasillo que señalaba Sarah. Kyara pasaba por ahí en compañía de Mahoni, una extraña chica dark, fanática del ocultismo y las cosas paranormales o eso decían los rumores. Unos chicos que estaban en el pasillo comenzaron a lanzar insultos a Mahoni, incluso uno le hecho agua en la cara en forma de cruz.

—¡Bruja! —gritó— ¡Que alguien llame a un exorcista! —se partieron de risa.

Kyara les lanzó una mirada asesina y se limpió la cara también salpicada de agua.

—Vamos, Maho —dijo Kyara molesta tomando de la mano a la chica— se nos puede a pegar lo imbécil— ambas pasaron a nuestro lado sin mirarnos.

—Tu hermana y esa chica no pegan— dijo Sarah— ¿Cómo es que son amigas?

Tenía razón, Mahoni era una sombra alta, raquítica y paliducha, vestía siempre de negro, incluso los labios. En cambio, mi hermana era baja, delgada y simple, vestía de manera muy sosa (aunque yo no era nadie para decir eso con mis raras poleras y jeans rotos), sus prendas favoritas eran las faldas a media pantorrilla y grandes suéteres en colores terrosos como marrón y mostaza, además su cabello castaño siempre estaba atado en una coleta baja que no le favorecía y en conjunto la hacían parecer una aburrida secretaria de mediana edad.

—Kyara es algo compasiva —respondí— me dijo que le deba lástima ver a Mahoni todo el tiempo sola, dice que es una chica interesante. La defiende mucho.

—Pues a mí no me late mucho esa chica Mahoni —dijo Amanda recelosa —es bastante oscura.

Sarah se carcajeó.

—Tú llamando oscura a alguien, eso hay que verlo.

Amanda la miró entre cerrando los ojos y soltó una carcajada.

—Eres una chica mala, Sarah Lin Hubert —le dio un codazo —¿entonces qué hacemos chicas? ¿Cada una a su casa?

—¿Qué les perece ir a mi casa? comemos algo, vemos una pelí y cuido a Joshy. Todos felices.

—A tu casa me parece bien —dijo Amanda— puedo terminar de leer mi libro se historia universal.

—Oh, vamos nena —intervino Sarah— estamos por graduarnos, casi no hay clases ¿y tú todavía lees? —movió la cabeza con desaprobación— claro, ¿quién si no tú? Decido, vamos a la casa de Di.

Fuimos a mi casa en el auto de Sarah y mientras cantábamos Shape of you pasamos frente a la casa de la señora Flemming. Me quedé a mitad de la estrofa "I'm in love with you body..." cuando grité:

—¡Detén el auto! —Sarah frenó bruscamente y todas nos hicimos hacia delante por el repentino alto.

—¿Qué pasa, atropellé a alguien? —dijo ella asustada.

—Allí, en la venta, la sombra— ellas siguieron la dirección de mi dedo.

—¿Que sombra? yo no... ¡oh! santa mierda que caga Shawn mendez, sí hay una sombra.

—¿Qué? —dijo Amanda sorprendida desde el asiento del copiloto, empujando a Sarah— yo no veo nada... ¡Caracoles, ahí está!

Las tres nos miramos de manera cómplice y de inmediato pegamos nuestras caras al vidrio del auto. Estuvimos así casi 10 minutos pero la sombra no se movió. Sarah resopló exasperada.

—Estas segura que no es algún mueble o algo.

—Está mañana se movió— me justifiqué.

—Sólo hay una forma de averiguarlo — dijo Amanda saliendo del auto y cruzando la acera. Sarah y yo la seguimos.

Mi corazón latía aprisa mientras avanzábamos, por fin iba a saber quién era el maldito que me seguía y porqué.

¡Ding Dong! —toqué el timbre —Ding Dong.

—Déjame hacerlo a mí— me apartó Sarah y en menos de 10 segundos el timbre sonó más de veinte veces.

—Espera— interrumpió Amanda— alguien viene.

Pegamos la oreja a la puerta, y sí, alguien se acercaba, venía de la parte de arriba porque las viejas escaleras de madera crujían bajo el peso. Mi corazón se aceleró.

—Creo que no estoy lista —tragué saliva— hay que irnos.

—No seas tonta —Sarah me sujeto del brazo —quiero ver si es guapo.

Las tres estábamos expectantes.

La puerta se abrió y quedamos estupefactas.

—Un momento Warrior777— dijo un chico obeso a alguien por el auricular de videojuegos, nos miró con el ceño fruncido— ¿qué quieren? No tú no, hay unas chicas en la puerta... Sí, te lo dije.

Nosotras lo miramos con la boca abierta. Era un chico de unos 20 años, gordo y con acné, se parecía al gordo de los cómics de los Simpson pero con lentes.

—¿Qué quieren? —repitió de mala gana mientras nos recorría con la mirada. De repente su actitud cambió, sumió la panza y sonrió —¿Qué se les ofrece, lindas señoritas?

—Mi amiga quiere saber por qué la espías —dijo bruscamente Sarah. La quería matar.

El chico me clavó la mirada pero después la volvió a Sarah.

—Yo no la espió, nunca la había visto, además es fea.

—Escucha bien nerd de cuarta— gruñó Amanda y en un movimiento rápido puso su brazo sobre el cuello del chico, arrinconándolo en la pared.

Por sí no lo había mencionado, Amanda sabía Karate, Muai Tai y quien sabe cuántos artes marciales más; su padre había sido boxeador profesional y su madre entrenadora olímpica de Tae Kwan do.

—Sabemos muy bien que la has estado siguiendo, te vimos esta mañana y ayer en el centro comercial ¡No mientas! —el chico temblaba de pies a cabeza y su rubicunda cara se había puesto pálida.

—No... no miento— su voz tembló— nunca la había visto antes, lo juró. Vine de vacaciones a la casa de mi tía y no he hecho otra cosa más que jugar Minecraft desde que llegue hace 3 días.

—Más te vele decir la verdad —amenazó Amanda— sabemos dónde vives y si descubrimos que mientes te pasarán cosas muy feas amigo— lo soltó— y otra cosa más, no vuelvas a llamar a ninguna mujer fea otra vez —le lanzó un puño que quedó a pocos centímetros de su cara, el chico lanzó un grito agudo y corrió escales arriba asustado.

Las tres nos partimos de risa.

—Bueno eso fue lo último de tu acosador —dijo Sarah— no creo que te vuelva a molestar.

—No lo sé, no se parecía mucho.

—¿A quién? ¿Al de tu imaginación?

No contesté.

Cuando llegamos a mi casa, escuchamos a Joshy riendo, se me hizo raro ya que él nunca veía la televisión. Metí la llave en la cerradura, pero antes de que girará, la puerta se abrió desde adentro. Un enorme hombre desconocido abrió la puerta.

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