Desde que es pequeña, al soplar las velas, ha cerrado los ojos con fuerza para pedir el mismo deseo: ser feliz.

Siempre le ha parecido que la felicidad es la cosa más difícil de alcanzar, un concepto subjetivo que depende tanto de uno mismo como de las circunstancias de su alrededor pero, que al final, es un sentimiento temporal, efímero, cambia, evapora por lo que es lo más preciado que tenemos.

Si ahora ella pudiera hablar con esa versión de sí misma le diría que sí han sido felices. No siempre, a veces ha habido momentos confusos, turbulencias, tormentas y tornados que lo han puesto todo patas arriba y lo han inundado todo a su paso. Pero que, al final del día, siempre han acabado con una sensación acogedora en el corazón.

Le encantaría poder sentarse con esa niña de hace 10 años y creo que lo primero que le diría sería un lo siento. Porque es una palabra que ella dice a menudo porque siente que si no nadie la va a querer, que necesita encajar y romperse, tolerar cualquier cosa, a cualquier precio. Y no es verdad. Lo siente porque nunca debió de ser su mayor pesadilla, de ahogarle con sus miedos, incertidumbres y deseos, de haber querido a todos antes que a ella, de haber restado importancia a sus sentimientos, por no escuchar lo que necesitaba, por anhelar ser alguien que no es, por tratar de encajar en un mundo donde las piezas del puzzle cambian cada día y no siempre se acoplan a ti.

Le cogería las manos y sé que ella le miraría con orgullo, porque siempre quiso crecer, ser mayor, encontrarse a sí misma entre la gente. No sé si frunciría el ceño al pensar que esta no es la versión de ella misma que ha deseado, pero en el fondo, ella sabe que son fuertes, porque siempre se ha considerado débil por llorar, romperse y sufrir, pero en realidad, ha sido tan valiente de enfrentarme a sus miedos, de seguir, de querer, de ser buena persona, humilde, generosa y émpatica en un mundo donde esas cualidades no importan.

Empezar una nueva etapa asusta porque, lo que nadie te cuenta de crecer es que tiene demasiados contras: el vértigo de tomar decisiones vitales, verte en medio de un caos y ser la única persona capaz de encontrar la salida, crecer implica enfrentarse a los prejuicios, a preguntas incómodas, aprender a aceptar una realidad distinta de los cuentos de hadas. Crecer implica decisiones, responsabilidades, obligaciones y oportunidades. Fallar, caer y levantarse. Pero sobretodo implica empezar a construir desde cero. Implica muchas cosas pero también una, una que se quedo para siempre: implica tener la oportunidad de ser feliz.