19. DOMINGO
No siempre pude ver monstruos. El primero apareció hace casi dos años. Se comió a mi tío y lo reemplazó sin que nadie se diera cuenta.
Lo vi por una puerta entreabierta cuando fui a visitar a mis primos. El monstruo atacaba a alguien con un látigo. O con un cinturón. O con algo así, no sé. Salí corriendo tan rápido como pude y no logré ver bien lo que pasaba.
Pero no era mi tío, de eso estoy segura. Él no haría algo tan horrible.
Desde esa tarde veo monstruos en todos lados. Ellos saben que los reconozco, por eso me atacan.
Y, ahora que la tía también ha descubierto al impostor, ella tampoco estará a salvo hasta que alguien lo atrape.
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