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3- Niños entre la muerte y la pena

Eh vuelto ewe

$por ustedes baby, ok no... 

Subiré este cap pero no lo corregire porque estoy algo apurada, así que lamento si hay horrores hortograficos y cosas que no se entienden... prometo que los arreglare cuando el tiempo me lo permita u.u

~Comienza~

--Esa es su cara ¿no?-- se estaba divirtiendo del sufrir de alguien más por primera vez en su vida.

--Asi es... su cara es la misma que trato de matar a mi hija-- más de uno quiso borrar las palabras que había dicho.

--Papá-- la joven futura madre llamó al hombre con cierta preocupación --¿Qué hiciste...?-- no queria pensar en ello, pero sabía que era su culpa.

--Hace un largo tiempo conocí a Akihito, nos volvimos amantes con el tiempo... él era especial-- suspiró al recordar al joven. Era hermoso y único a su parecer.

Jamas nadie lo superaría.

Tenía una belleza única que hacía suspirar a más de uno, on su cabello rubio como el oro y ojos azules similares al cielo. Su rostro joven y desafiante. Siempre con la energía para desafiar a todos sin parar.

--Lo amabas-- se burló, una vez mas, el peli negro con una sonrisa. Recordó momentáneamente su pasado y lo odio un poco mas.

--¡Imposible!-- exclamó la mujer mayor con disgusto, como iba aquello era cada vez mas extraño.

--Aunque lo niegues, tanto yo como Adrián somos capaces de oler sus emociones y sentimientos-- acotó con la misma calma que tanto le caracterizaba.

--Akihito era especial-- continuó sin afirmar o negar nada más --estucimos juntos cuatro años, pero luego me dieron un contrato-- una mirada repulsiva y llena de odio cayó sobre su ex esposa --casarme con Hitomi para expandir mi empresa-- miro el ñiostro de su hija, estaba en blanco.

--¿Lo cambiaste por dinero?-- escupió empezando a enojarse. No quería cree aquello.

--Hizo más que eso-- acotó Sebastián con divercion en su voz. Él podía saber todos sus pecados con sólo verlo.

--Padre-- regaño el joven para que se callara.

--No podía dejarlo ir, por eso tuve que deshacerme de él-- bajo la mirada para evitar ver las expresiones que su hija estaba haciendo, ello no es como él --Lo vendi a un prostíbulo para no ir a buscarlo de nuevo-- el silencio se presentó una vez más, estaba cansado con sólo revelar la verdad sobre su verdadero amor --años más tarde me arrepentí, fui a buscarlo... moví cielo y tierra pero él... ya no estaba-- recordó a su durar y bello amante.

Ahora como nunca quiso tenerlo en realidad. Atado o muerto, en una situación que jamás lo volvería a tener.

Le dolía saberse responsable de ello, ahora sabría la verdad que se negaba a aceptar. Al fin logró romper el espíritu joven que a todos desafiaba. Lo suficiente para no dejar ni el deseo de luchar por su vida.

--Ya lo tenía el demonio-- interrumpió Adrián con calma antes que su padre --solo uno de ellos podría esconderlo para no ser allado... ¿20 años siendo devorado?-- no le gusto pensa en ello, pero era lo más probable.

--A estas altura debe quedar sólo un cascarón que recuerda una y otra vez su sufrir-- se dio la vuelta para salir del lugar --no está lejos, es sencillo sentirlo... si no les molesta me dirigirse a la biblioteca para encontrar su hubicacion-- todos lo miraron desconcertados.

--¿Vas a ayudarnos?-- el joven mestizo lo miro con sorpresa. No podía evitar pensar a su progenie como un maldito bastardo sin alma.

Suspiro al abrir las puertas. Miro en su dirección con ambas manos en cada pasaporte para cerrarlas una vez fuera --tu fuerza es insuficiente para enfrentarlo, ni siquiera entrenaste con el fin de protegerte... morirás-- sus gordos de enfrentaron al del chico --eres lo único que queda de tu madre, dejarte morir me es inaceptable-- su mirada era fría.

El chico resoplo en una risa molesta -- No puedo creer en tus intenciones... eres un farsante para mi-- tan sólo recibió una sonrisa falsa a su parecer.

--Igual a tu madre-- fue lo último que dijo antes de marcharse.

Gruño ante lo dicho, pero decidió ignorarlo al notar el estado de su esposa. Estaba furiosa.

--¿Shiori?-- la vio poner una mano en su vientre y la otra abrió la misma puerta abriendola con demasiada búsquedad. Sin más se había ido --¡Shiori!-- llamo con preocupacion. Fue detrás de ella.

Asami vio la figura de su hija sin la intension de detenerla, ningún sentido tenía ahora. El desastre había sido hecho hace ya muchos años. De nada servía disculparse.

--¡¿Puedes creerlo?!-- la joven llegó a su cuarto completamente furiosa --¡desecho al amor de su vida como basura!-- grito desde la seguridad de esas cuatro paredes --¡Es un maldito...!-- fue detenida cuando Adrián lo tomo con cariño entre sus brasos.

--Calmate ya, no es bueno ni para ti ni para el bebe-- La sintio acurrucarse y aferrarse a su ropa mientras temblaba por la ira --entiendo tu pesar, lo sabes... pero ahora eso es lo menos importante-- tomo su rostro con cariño acariciando con ternura.

--Lo se-- ahora se sentía culpable por lo que había dicho --ahora comprendo...-- murmuró la joven con desgano. Se apartó para poder sentarse en la cama en busca de apoyo --cuando era una niña fingiamos ser una familia "feliz"... hasta papá-- recordó esos momentos de su vida.

Donde la más inocente sabía que todo era una mentira, los amantes no eran una novedad y el maltrato lo típico. Observo con ojos grandes y brillosos, aún esperanzados como su vida era insignificante para aquellos que le habían dado la vida. Al menos jamás le faltaba nada, aún con frialdad su padre trato de ser bueno con ella.

--¿A qué te refieres?-- cuestionó con interés.

--Se divorciaron cuando tenía 10 años, él desapareció un tiempo... lo estaba buscando... pero jamás lo encontró y fue cuando cambio-- con una mano acarició su, apenas, abultado vientre --trato de expiar sus pecados-- la sonrisa decoro sus labios --fue bueno conmigo-- era la verdad.

Adrián se sentó a su lado recortando su cabeza en el hombro ajeno --se como es... cuando conocí a mi madre no era más que una sombra de lo que era... sólo dolor y tristeza-- el sentimiento fue cada vez más fuerte en su pecho --solo podía culpar a mi padre por ello-- Ciel no era así, supuso.

--Adrián...-- murmuró ella con pesar.

--Ver... su funeral supe que no era el único que sufría... mi padre tambien-- negó con la cabeza --aun no puedo perdonarlo-- miro el rostro lamentable de su esposa.

--Lo se, cariño-- giro sobre su cintura para poder abrazarlo --estaremos bien-- ella estaba decidido a ser fuerte.

Tomaron de sus manos como si se prometieran una verdad absoluta fuera las dichas.

Sebastián se encontraba en la biblioteca de la mansión, tratando de encontrar a quien tanto problemas estaba dando en tan poco tiempo. Sabía la zona donde se movia, siempre cerca de su presa. Sería más sencillo si no estuviera limitado por la seguridad de su hijo. Llevo una mano al rostro con frustracion.

Una sonrisa burlona decoro sus labios --¿Puedo ayudarla en algo, Okuma-san?-- No le sorprendía que le siguiera hasta allí. Podía leer la codicia, la lujuria, todo en un alma corrupta y asquerosa.

La hembra era tan patética como muchas otras que su cruzaron en su caminos con las misma razones mundanas e insípidas.

--Puede llamarme Hitomi, Sebastián-san-- su tono era coqueto y llevaba una vestimenta reveladora que sólo resaltaba más sus atributos.

Ante cualquier ojo sería sencillo utilizar su cuerpo a su favor. Grandes y firmes pechos, caderas angostas, piernas largas, cabello largo como oro, piel tersa igual a muñeca... pese a su edad mantenía una figura perfecta.

Su sonrisa creció

--Entonces... ¿en qué puedo ayudarla, Hitomi-san?-- inclino la cabeza a un lado con un gesto condescendiente de "amabilidad".

--Se que hay mucho en que puedes ayudarme-- camino sensual hasta donde se encontraba, colocando una mano en su pecho --eres realmente interesante-- su sonrisa creció al ver que llamaba su atención.

Era un demonio, le costó asimilado. Un ser que podría darle lo que ella quisiera si movía las cuerdas correctas. Darle placeres sexuales a cambio de poder era insignificante a su parecer.

--Es bueno saberlo-- la vio moverse inquieta --hare lo que está bella dama necesite-- tomo su mentón con casi ternura --seria todo un placer para mi-- ella no comprendía que era una hormiga a su lado. La veía como un bicho más de un molesto nido de cucarachas.

--Te necesito-- se estiró para alcanzar sus labios, un beso y todo lo demas caería en sus manos como un juego de niños.

Puso su mano en medio para que no pudiera tocarlo --es una lastima, esa orden no puedo cumplirla-- las palabras la desconcertaron.

--¿Qué?-- ahora estaba ofendida --¿de qué hablas?-- por su tono alterado era obvio que no le había gustado.

Era momento de ser cruel.

--Una simple mujer no puede satisfacerme, ni Yo...-- lo obligó a mirarlo al rostro, palidecio visiblemente --no estoy dispuesto a darte placer-- la apartó con asco.

--Pero...-- estaba nerviosa. No había salido como ella lo esperaba --soy muy buena en la cama, puedo darte todo lo que deseas como mujer-- su sonrisa titubeo una segunda vez.

Soltó una risa sofocada por su mano -- una simple mundana como tu jamás podría ser suficiente-- le divertía su patética actitud de rastrera --una puta insípida, tan sólo eres una mujersuela vulgar que poco o nada serviria-- se encogió de hombros.

--¡Soy mejor que cualquier otra!-- estaba fuera de si, no permitiría que ningún hombre la desapareciera por en sima de su figura --¡Incluso más que la zorra que te dio ese hijo!-- esa pobre y patética humana no sabía en lo que se metia.

La mano enguantada la sujeto del cuello levantándome del suelo y cortando cualquier vía de aire. Allí Hitomi sintio el verdadero miedo al castigo del demonio.

--Tu insignificante presencia es sólo una espina en el camino-- la acercó a un más para que viera sus ojos brillar --si vuelves a mencionar a mi pareja, la madre de mi hijo, con esa sucia boca no quedará nada de ti para coger luego-- la mujer temblaba y gemia en terror.

--Lo... lo entiendo...-- quería correr. Huir lo más lejos posible de su presencia.

La dejo caer al suelo, con una tos  ruidosa y el cuerpo temblando. Sin miramiento se levantó y salió corriendo de la biblioteca, no quería morir.

--Paterico-- volvió a mirar el mapa sin ningún interés en lo que ocurrió con anterioridad --Asami-san, ya tengo lo que necesito-- sin voltearse al presidente intruso que ni su presencia había anunciado, le dijo aquello con cierto alivio.

--Entonces saldremos lo antes posible-- sólo la confirmación de lo importante era necesario.

--Sera difícil decirle la verdad...-- una sonrisa cruel floreció una vez más. Le gustaba no ser el único que sufría en aquel mundo.

Adrián despidió a su joven esposa en la entrada de la mansión donde esperaba que estuviera a salvo. Sebastián y Asami observaban con calma desde el auto que los llevaria a donde se encontraba.

--El plan será entrar-- comenzó el menor con calma --el demonio nos esperara, pero más que esa no tendrá otra seguridad-- al menos eso era un alivio a su parecer.

--Solo nosotros tres-- mascullo el Asami con aire cansado.

Las miradas cayeron en éste, la mirada vacía y la postura rígida le hacían entender que estaba cansado de recordar el pasado.

Sebastián sonrió --Asami-san...-- él no tenía miedo a ese hombre --puedo enfrentar al demonio mientras se abren paso a donde Takaba-san se encuentra-- la mirada dorada se centro en su rostro de manera oscura.

--Padre...-- le advirtió de manera severa a lo que se atreviera a decir a su suegro.

--¿Cómo lo liberaremos?-- cuestionó el mayor antes de que el joven volviera a intervenir. Sabía que había algo que le ocultaban. Seguramente por su seguridad.

Adrián bajo la mirada en señal de lamento. Podía sentir su desesperación y su amor aún latente por el amante que alguna vez gozó. No tenía el valor para decirlo en vos alta.

Pero Michaelis lo disfrutaba, todo su opuesto. Satisfecho de no ser el único consumido por la oscuridad de su propio corazon --al alcanzar a Takaba-san deberán matarlo-- su mirada rojiza lo decía todo.

Sólo él tendría el deber y responsabilidad de ser quien ejecutará al amor de su vida. Quería salvarlo, pero al parecer nadie había llegado a tiempo...

Continuará...

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