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5- El barco de Durmstrang

Ni pensar que acabo de sobrevivir tres semanas con los Malfoy, a Draco decidí no odiarlo porque después de todo me salvo de morir cayendo de las escaleras.

Resulta que se me ocurrió la grandiosa idea de lanzarme de las escaleras apoyada de un escudo dorado. Si Draco no hubiera llegado probablemente en este momento no tuviera dedos.

Y ahora por fin ¡iré a Durmstrang! Me levante muy temprano, apenas unos finos rayos de sol se asomaban por mi ventana y yo ya estaba despierta.

—¿Lista para ir al mejor colegio del mundo?— me pregunta Viktor.

—Desde que nací— le respondo tomando a Botas. Se la pasa dormido todo el día, ayer ni siquiera se molesto en venir a comer.

No puedo creer que después de tantos años al fin vaya a ir a Dusmtrang. Después de todos estos años, siempre tendré presente que antes prefería ir a Hogwarts y ahora retiro lo dicho por millones.

Cuando entras en segundo año en Dusmtrang, te entregan un translador que puede ser un objeto distinto. El de Viktor es una copa plateado, y se preguntaran ¿Para qué el translador? Pues te lo dan para que llegues al lago Posgul, jamás he ido allá pero cuenta la leyenda que los muggles sólo lo ven como un lago contaminado y radioactivo por lo que no se acercan.

A la cuenta de tres, los cuatro tocamos el translador. Esto es algo parecido a los polvos flu, te revuelve de una manera horrible el estómago. El desayuno se me saldrá si no aterrizo pronto, un momento ¿Esa es mi casa? ¡Por los calzones de Merlín! ¡Estoy volando!

Con el corazón a punto de salirse de mi pecho, sujeto con fuerzas a Botas que reniega y también esta asustado, pobre Botas también debe de temerle a las alturas. Cierro los ojos con la esperanza de que pronto toquemos tierra.

Y lo hacemos, puedo sentir el desayuno en la garganta. Trato de respirar del aire gratis que vuela alrededor de mi, es imposible un horrible olor a perfume muggle inunda mi nariz y sin mas suelto a Botas y corro al árbol mas cercano que encuentro.

Vomito, vomito sin pena. Adiós desayuno, la garganta me arde pero por lo menos ya no me siento mareada, inhalo con rapidez y recargo la mano derecha en el árbol que resulto ser un sauce. Lo siento árbol, era necesario. 

—Debería buscarte otro medio por el cual llegar Miyla— me dice mi mamá intentando aguantar la risa, me extiende un pañuelo para que me limpie la boca. Viktor tiene a Botas que a juzgar por su aspecto supongo que también vomito.

Papá toma mis cosas y nos encaminamos al enorme lago, niños desde once hasta dieciocho años (a los cuales no se si llamarlos niños) les diré jóvenes.

Con la mirada intento buscar a alguna niña pero no hay ninguna, algunos niños murmuran entre ellos con la mirada fija en mi. Otros se ríen de que vomité.

¡Genial! Aún no entró y ya me dirán la vomitona. Como sea no tengo idea de como es que iremos a Dusmtrang.

Entre los que murmuran esta el chico pálido que bailo con Daily toda la noche en mi fiesta. Me ve y no tarda en carcajearse.

—¿Como iremos a Durmstrang?— le pregunto a papá, en su juventud el fue a Durmstrang y fue uno de los mejores jugadores de Quidditch durante su estancia allá. Dudo demasiado que yo pueda jugar, le tengo demasiado temor a la altura.

—Pronto llegará un barco, el los llevará a Dusmtrang— explica mirando al lago. Mamá apoya su delicada mano en mi hombro derecho y mi papá en mi hombro izquierdo.

—¿Por qué me envían a Durmstrang? Pudieron haberme enviado a Hogwarts o a Beauxbatons.

—A veces el por qué no importa, solo importa la intención con lo que se hace, siempre que sea buena puedes estar segura— no comprendo sus palabras, ¿a que se refiere cuando dice que siempre que la intención sea buena puedes estar segura? ¿Quiere decir que sus intenciones son malas?

—Pero ¿y si no les agrado?— será algo raro tener amigos y ni una sola amiga con la cual puedo platicar de mis emociones. Mi única amiga que he tenido es Daily, mi mejor amiga Daily. Aunque me debe una por hacerme pasar las vacaciones en casa de los Malfoy, sigue siendo mi mejor amiga y ahora no la veré pues ella irá a Hogwarts, como deseo que mi carta hubiera llegado.

La carta de Hogwarts, no la de Dusmtrang.

—Por mi no hay ningún inconveniente en que tus amigos sean niños— dice mamá y mi papá no parece muy feliz.

No puedo creer lo que tengo enfrente, un barco gigantesco de madera. Con unas cuantas luces, unas enormes velas con el escudo de Durmstrang por todos lados.

En las velas están las banderas, esas hermosas banderas que tan solo con verlas y me da orgullo saber que pronto perteneceré  a Dusmtrang.

Del barco sale un profesor con aspecto de que le hace falta un baño desde hace mucho tiempo, con una larga barba roja. Papá me da un empujón para que me acerque, quito a Botas de los brazos de Viktor y ronronea. Se nota que me extrañaba.

Todos los de primer curso nos acercamos al barco y hacemos un círculo alrededor del profesor que no se baña.

—Esto que tienen aqui atrás— supongo que hace referencia al barco— Es su medio de transporte a la escuela Durmstrang de magia y hechicería. Soy el profesor Suman y seré su maestro de historia de la magia.

No soporte compartir aula con el profesor Suman, espero que sea imaginación mía pero creo que tiene moscas alrededor de el.

—Ahora, una fila ¡rápido!— caminando como una persona civilizada me dirigí a formarme a la fila, pero los salvajes de mis compañeros empezaron a empujarse.

  También intente empujar para ganar mi lugar pero es literalmente ¡imposible! Y no es porque me de miedo entrar en esa manada de búfalos hambrientos solo me evito problemas y me formo al final de la fila.

La siguiente orden es tomar nuestras pertenecías y entrar al barco, con la mano me despido de mis papás. Viktor como ya esta en cuarto año entró primero al barco.

Ahora nos dan un pedazo de pergamino viejo con un número, el profesor Suman me ve extrañado y con curiosidad. Con una mirada que incómoda.

—Así que no eran rumores de que una niña vendría a Durmstrang— dice con cierta burla en voz demasiado alta como para que mis futuros compañeros escuchen con claridad.

—Pues no lo eran— le contesto acariciando a Botas.

—Bien, primero no hay tratos especiales— se da la vuelta y sigue repartiendo pergaminos, el mío dice 10. Eso significa que me toca la habitación 10.

Son tres días de viaje, queda un poco lejos de Bulgaria. Solo espero que no me toque compartir habitación con uno de estos niños. O por lo menos no con los que me vieron vomitar.

Adentro esta todo muy tétrico, muy poca iluminación causada por las antorchas y da un ambiente sofocante. Según tengo entendido el lago Posgul da directo al océano que atravesaremos para llegar a nuestro destino.

Como es la habitación diez supongo que debe quedar en el primer piso, si porque según Viktor y papá me han contado que en los pisos superiores se hospedan los de mayores. Entonces Viktor esta en el piso cuatro.

—¡Karlos! ¡Tervis!— esos dos jamás me dijeron que eran prefectos. Ya se con que molestarlos.

—Ajá, primer año niña Krum— dice Tervis sin despegar la vista de que los de primero no hagan desorden.

—Bueno si. Oigan jamás me dijeron que eran prefectos— les digo con mirada pícara.

—Oh Tervis, estamos en peligro— yo me río de lo que acaba de decir Karlos.

—Así que diganme ¿Donde queda la habitación diez?

—Mira, caminas todo derecho y la última habitación a lado izquierdo es la diez— me explica Karlos.

—Dentro de dos horas es la comida que queda en el último piso al aire libre. Oh y debes llevar tu uniforme— me avisa Tervis y me encamino a la habitación diez.

Botas se ha quedado dormido. ¡Vaya privacidad y seguridad! Tan solo con girar la perilla y estoy adentro, adentro esta mas desordenado que la habitación de mi casa.

Hay tres hamacas un poco rotas de color crema. Ah y una hermosa cama con colchas y almohadas, coloco con delicadeza a Botas en la cama. Con que no hay tratos especiales en Durmstrang ¿eh profesor Suman?

Pongo mis cosas debajo de la cama, y me dejo caer sobre ¿Tablas? ¿La cama esta hecha de tablas?. O tal vez sea un colchón duro.

Ah no fue el impacto, espero.

Al cabo de un rato entra un niño que tropieza al entrar, se nota que es ágil por la forma en evita caerse. Puedo ver que su cabello es castaño oscuro y nos ojos iguales a su cabello, tiene unas pocas pecas alrededor de su cara.

—¿Entonces no es solo un rumor?

—No, no lo es. Soy Miyla Krum— le extiendo una mano y el la acepta con gusto.

—Soy Daniel Grimp

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