Minucia
-Si yo jugase un género de terror, voy a sentirme más solo, y llorare...por otro lado. Todos los demás géneros son aburridos si no hay con quién jugar.
Por ese momento Aristide se acordaba de lo bueno que era tener una musa de su lado. Que le servía de arcángel, y le guardaba de malas notas. Aunque acaso sería interesado de su parte ¿Por eso se habría ido? Podría ser que sus creencias fuesen débiles, porque solo creía en la que veía y al momento no veía nada.
-Supongo, que si necesitara verme. Vendría.- Pero todavía no recordaba si había signos de vida joven, aparte de esa fotografía y ese perfume junto a la cómoda.
Volteo de nuevo a la estantería, hallando por encima: muñecos, peluches, figurillas proviniente de la fantasía. Hijas de la Nintendo y de alguna breve aventura en la Xbox...y recordaba..."Yo empecé a jugar videojuegos por él, de otro modo lo detestaría" Una vez que fue a recogerla, eso la oyó decir ¿A quién? "Soy terrible" Había dicho ella una vez. No lo era, era solo como una lamparita borracha en el mapa de batalla y de cuando sucedía que derrotaba algun boss tranquila y sonriente. Cuando moría sin remedio ante una abeja mutada y aventaba los controles en tremendo susto, ante la vista de un zombie pixelado.
Mas el todavía creía compartían tantas cosas en común. Pero de ella, no sabía.
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