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1- Él no tuvo hijos

La morena caminaba rápidamente por la calle, su respiración se estaba volviendo erratica y le estaba empezando a notar un dolor debajo de las costillas. Después de su violación no había vuelto a ser la misma, se había vuelto muy asustadiza y procuraba pasar el menor tiempo posible en la calle. Por ello aceleró el paso, debía llegar a su casa a tiempo para preparar la comida de su niña que ya no era tan niña. Hoy volvía de Ilvermorny después de cursar su quinto año y quería prepararle su plato favorito, macarrones con tomate y filete con patatas. Al llegar al piso en el que vivían puso el horno a calentar y empezó a preparar la mesa, iba a cocer los macarrones en la olla que hervía en el fuego cuando un ruido en el salón le llamo la atención.

Ella estaba sola en la casa y sabía que no era Riley ya que de haberlo sido habría gritado algo como "ya estoy en casa querida". Un escalofrío le recorrió el cuerpo y se le erizaron los pelos de la nuca, de alguna manera intuía que tenía que ver con la muerte de su madre. Cogió su varita de la encimera y fue al salón dispuesta a aceptar lo que fuese, allí vio a un ser enmascarado y vestido completamente de negro. Sabía que había visto antes a esa criatura pero no conseguía recordar donde, quedándose absorta en la figura no consiguió darse cuenta de que esta alzaba la varita. Luego de un destello verde todo fue oscuridad para Lily Black.

La pelinegra cogió los polvos flu que la maestra de encantamientos le ofrecía con una mirada hostil y gritó "Al piso de las Black". En el transcurso del viaje pensó como contarle a su madre que le habían sugerido amablemente que no volviese para el año próximo, en otras palabras, no la habían vuelto a aceptar. Al parecer, no soportaban sus bromas, faltas de respeto hacía los compañeros y profesores y el colmo fue que la pillasen colocada en los baños mientras follaba con otro alumno. A eso se le sumaba que Sean McGrath había comentado que no le gustaba la influencia que Riley tenía en sus hijos, pero que iba a hacer ella si Emma era su mejor amiga y Jack su amigo con derecho a roce, al ser el señor McGrath un hombre tan influyente como era, nadie tenia más remedio que hacerle caso.

Al llegar a su hogar y salir de la chimenea vio como un extraño ser oscuro le lanzaba a su madre la maldición imperdonable mas terrible de todas, el avada kedavra. El ser la miró fijamente durante unos segundos que se le hicieron eternos a Riley ya que aquellos ojos eran mas negros que el carbón, por fin, desapareció en una nube de humo rojizo.

La joven rápidamente corrió hacia su madre sollozando y con miedo, le intentó captar pulso en vano, la sujetó fuertemente para aparecerse en San Mungo ya que aquel era el mejor hospital del mundo mágico, una vez allí se acercaron sanadores y medimagas para ayudar a esa chica de ojos verdes que traía consigo un cadáver en brazos, intentaron ayudar, pero no había nada que hacer, Lily estaba muerta.

Hacía tres horas que tenían a Riley esperando, nadie la atendía y ella no sabía que hacer. La gente no lograba entender que ya no le quedaba nada, que lo único que había tenido en el mundo era a su madre y que alguien la había matado, pero al menos podrían buscar al culpable y no tenerla esperando para entrar en la oficina de el Jefe de Aurores.

Riley se culpaba a si misma, estaba convencida de que si no se hubiese quedado hablando con Elize sobre la marihuana de los duendes probablemente habría llegado a tiempo de salvar a su madre, pero no, ella como siempre había sido una hija egoísta y solo había pensado en ella, por su culpa su madre estaba muerta y ahora ella no tenía a donde ir. Ni colegio ni madre.

— ¿Riley Black está aquí?—. Una señora de unos cuarenta años miraba alrededor de la sala atónita, pensaba que la familia Black se había extinguido, probablemente todos los que escuchasen su nombre pensarían que era una mentirosa. Pero la pelinegra no podía hacer nada, no se podía prohibir a las personas pensar.

Con paso firme, Riley se colocó frente a la mujer que, sin dirigirle la palabra la llevó a el despacho del Jefe de Aurores, llamó a la puerta, se escuchó un "adelante" desde dentro y la señora dejó pasar a la chica.

— Buenas tardes, soy Harry Potter, me han dicho que se apellida Black, ¿es cierto?—. Ese era el famoso Harry Potter, aquel que era conocido por la fe que tenía en las personas, pero a ella parecía no creerla.

— Así es, me llamo Riley Black y soy hija de Lily Black, si no me cree señor Potter puede darme veratiserum y verá como no le estoy mintiendo.—

— Me gustaría creerla señorita, pero no figura en el árbol de los Black y no tenemos registro de su nacimiento ni del de su madre, ¿como puede explicar eso?—

— No puedo, eso fue obra de mi abuela, Ariana Black, ella era la esposa del difunto Sirius Black, le voy a decir lo que se, pero ha de saber que no es demasiado.— Se removió incómoda en su asiento, su vida y la del hombre que tenía enfrente estaban ligadas, había oído hablar de James y Lily Potter desde que tenía memoria, su abuela le contaba historias de Hogwarts para que se durmiera.— Basándome en las historias que me contaba mi abuela, después de que matasen a Lily y a James Potter y culparan injustamente a mi abuelo por la muerte de trece muggles, Ariana se llevó a mi madre a Estados Unidos, ahí mi madre estudió en Ilvermorny, a los veinte años sufrió una violación de la que yo salí, antes de empezar yo los estudios en el mismo colegio que mi madre Ariana murió por causas aún no conocidas y nosotras perdimos toda ayuda económica ya que no estábamos reconocidas como Black. Bueno, hoy volví a casa después de un año en el colegio y ví a un hombre con una máscara negra y vestido de negro al lado de el cadáver de mi madre, hice que nos trasladáramos a San Mungo y ahora estoy aquí, no hay nada mas que contar señor Potter, bueno, al menos, yo no sé nada más.—

Harry alzó una ceja, no sabiendo que pensar de la joven que tenía frente a él.— Bien, investigaré sobre lo que me ha contado, si es cierto, se verá obligada a vivir con algún pariente lejano, creo que los únicos que estarían en posición de quedarse con usted serían los Malfoy, pero habría que hablarlo con ellos. Por el contrario si es mentira irá a una familia de acogida y bueno, veremos quien es.—

— ¿Y que voy a hacer hasta que lo investigue?—Riley no quería quedarse sola ahora que no tenía a nadie, estaba asustada, el ser oscuro podría volver a por ella.

— Hoy va a venir a mi casa y para su seguridad se quedará allí hasta que descubramos la verdad, y si de verdad es la nieta de Sirius se irá con los Malfoy.—

— De acuerdo, pero señor Potter, no es necesario que me hable de usted, soy una niña—.

— Lo se, pero en estos momentos es ust... Es decir, eres tanto sospechosa como testigo de un asesinato.—

—¿Cómo que sospechosa? ¿Creen que he podido ser yo quien ha matado a mi madre? Le pido por favor que requisen mi varita y revisen los hechizos que he lanzado, por mi palabra se que no tienen por qué creerme así que por favor, miren las pruebas.— Riley se ordenó el pelo nerviosa mientras trataba de evitar que se le escaparan lágrimas de los ojos.

Harry asintió y con un suspiro cogió la varita de la chica, aún le quedaban horas en el Ministerio. Dirigió una medio sonrisa a Riley.

—Aún nos quedan unas horas, siéntate y descansa, le pediré a alguien que te traiga comida. Sé que lo que menos te preocupa ahora es comer pero necesitarás fuerzas para lo que se te viene encima.—

Riley asintió y decidió hacer una última pregunta. —¿Puedo coger un pergamino y una pluma? Soy de esas personas que entiende mejor las cosas tras escribirlas.—
Harry salió del despacho tras haberle concedido a la Black su petición, lo último que vio antes de salir fue a la chica empezar a escribir con ansia.

"Creo que a pesar de que hoy a sido el peor día de mi vida no querría cambiar los acontecimientos, han ocurrido y si hay algo que he aprendido de mi madre y mi abuela es que todo aquello que ocurre es por una razón. Ahora bien, me cago en esa razón..."

En una casa de Godric's Hollow a Ginny Potter le había llegado la carta urgente de su marido, en ella le decía que iba a ir a cenar una chica de la edad de James que por el momento no tenía donde quedarse, también decía que se lo explicaría mejor cuando volviese del trabajo. Con los nervios crispados por no comprender la situación, se encontraba preparando la comida mientras oía a los niños discutir por el mando de la televisión.

— ¡Chicos venid a la cocina ahora mismo!— Eso habría bastado si no hubiese visto que solo venían James y Albus— ¡Lily, tu también!—La pequeña que empezaba el año próximo su segundo año en Hogwarts entró corriendo a la cocina.

— ¿Si mami?— la pequeña pelirroja miraba a su madre con cara de yo jamás he roto un plato mientras que sus hermanos le dirigían miradas de asco.

— Hoy va a venir una chica a cenar, tiene que ver con el trabajo de vuestro padre así que espero que os comportéis y que seáis educados, ahora, James pica las verduras, Albus haz la mayonesa y Lilu tu pon la mesa sin gastar ninguna broma si no quieres estar castigada sin ir a ver a tus primos todo el verano.—

Los jóvenes Potter empezaron las tareas que les había encomendado su madre sabiendo que de no hacerle caso se iba a enfadar, sus tíos siempre se lo decían "No saquéis su furia pelirroja".

Los niños estaban terminando de hacer lo que su madre les había dicho cuando escucharon a su padre en el recibidor, Albus y Lily fueron corriendo, pero James al enterarse de que la chica tenía su edad no quería parecer ansioso por ver quien era, sin embargo, sabiendo que se la encontraría en cuanto se sentasen a la mesa fue al recibidor para ver a una chica de pelo negro y de ojos verdes al lado de Harry.

— Riley, ella es Lily, el año que viene empieza su segundo año en Hogwarts, el es Albus, va a pasar a su quinto año y el otro es James, tiene tu edad y entra en sexto curso. Luego está Ginny, mi esposa.—

— Señora Potter, es un placer, soy Riley Black.— dijo la chica extendiendo su mano.

— Es imposible.— Los ojos de Ginny se abrieron como platos y lágrimas amenazaban con salir de sus ojos celestes.— Él no pudo tener hijos, estuvo toda su vida en Azkaban.—

"Nunca sabes donde empieza y acaba tu vida."

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