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Capítulo 16.

Me deslicé por la pared hasta quedar sentada sobre el suelo. Me sentía débil. Sabía que él iba a ser mi punto débil, la única persona que podía acabar conmigo, que podía hacerme fuerte en un segundo y quitarme ese poder en otro. Agacho la cabeza hasta esconderla entre mis brazos y piernas. Mis lágrimas recorren mis mejillas lentamente. Me siento dolida y no entiendo el por qué. No somos nada. Pero duele. Pasan varios minutos y no noto movimiento al otro lado de la puerta. Espero que aún no esté ahí.
Y es entonces cuando escucho un fuerte suspiro.

-- Déjame hablar contigo. Sólo quiero que me escuches... - escucho otro suspiro. -- Por favor, abre la puerta.

Me seco las lágrimas y me levanto despacio, manteniendo el equilibrio perfecto para los tacones que llevaba puestos. Poso mi mano en el pomo de la puerta y la abro.
Me encuentro con su mirada de nuevo, pero esta vez mantengo mi postura algo tensa, preparada para responder.

-- ¿Podemos hablar dentro?

-- ¿Qué tienes que decirme? - me cruzo de brazos.

-- Vanessa...

Apreto mis labios y seguidamente le invito a pasar. Cierro.
Se dirige hacia el salón con paso lento esperándome, pero sin mi permiso toma asiento en el sofá sosteniendo aún las flores.
Camino hacia él sin llegar a sentarme.

-- Habla y después vete.

-- Vale... - se humedece los labios antes de dejar salir sus palabras por la boca. -- Mi comportamiento no ha sido el adecuado, lo sé... Y vengo a pedirte disculpas no sólo por ello si no por lo que has podido escuchar de Leticia.

-- Con que se llama Leticia...

-- Si. Ella te ha podido decir cualquier cosa. Pero... yo vengo a contarte la verdad.

-- ¿Está embarazada? - pregunto con tal de ir al grano y esto se acabe cuanto antes.

-- ¿Qué? - mi pregunta le ha pillado por sorpresa, o tal vez se esté haciendo el tonto y quiera hacerme creer otra cosa. -- ¿Qué dices?

-- Que si está embarazada de ti.

-- ¡No! ¿Eso te dijo?

Asiento en silencio.
Evan niega con la cabeza suavemente a la vez que se levanta del sofá, dejando las flores en la mesita. Seguidamente se acerca a mi, pero yo me alejo. Quiero mantener distancias.

-- En secundaria tuvimos una relación sin compromiso. Sólo tuvimos sexo. Nada más.

-- Pues eso no es lo que dice ella... - mi voz suena algo más suave. Quiero creerle.

-- Te puedo asegurar que el único contacto que he tenido con ella ha sido ese. - traga saliva. -- Y hace poco tuvimos otro contacto.

Me quedo en silencio, agachando la cabeza. Quiero comprender, debo comprender que no somos nada y él puede hacer lo que quiera con su vida y yo con la mía.

-- De acuerdo. Ya está, vete... - me giro caminando hacia mi habitación.

-- ¿Me perdonas?

-- ¿Qué quieres que te perdone, Evan? No somos nada. Cierra la puerta cuando salgas.

Cierro la puerta cuando estoy en la habitación. Quiero relajarme y aclarar las cosas en mi cabeza, colocarlo todo. Desconectar nuevamente y conectar con gente nueva, como hace unas horas.
Escucho la puerta de entrada. Se ha ido.    

           _______________________

Era Martes por la mañana cuando me desperté algo aturdida. Llevo días incomunicada con Evan, sin ir a su casa a trabajar. No me apetecía verle, quería tiempo para mi. Lory me ofreció su ayuda si me veía en apuros y la necesitaba, de momento ella se encargaría de su sobrino Ken. Me gustaba la idea de estar unos días de vacaciones para desconectar de todo lo ocurrido. A los cinco minutos escucho el timbre del apartamento, así que me dirijo hacia la puerta, observando a Chelsey, quien estaba durmiendo entre los brazos de Nel.
Abro y ahí está Johan.

-- Buenos días. - esboza una dulce sonrisa y yo se la devuelvo a la vez que me pongo mi propio índice en mis labios para indicarle que hable bajito. -- Oh...

-- Están cansados... - susurro.

-- Hmm, eso parece. - desvía varias veces su mirada antes de hablar. -- Esto... ¿quieres hacer un viaje conmigo?

Esto me pilla de sorpresa y abro mucho los ojos algo sorprendida. ¿A dónde iremos? Levanto los hombros suavemente y le cojo de la mano, invitándole a pasar. Le dirijo hacia mi habitación en la cual estamos solos.

-- ¿Qué me pongo? ¿Dónde vamos, hm?

-- No te pongas tacones, te lo recomiendo. - me advierte con una sonrisa a la misma vez que se sienta cómodamente en mi cama.

-- Está bien. Veré que tengo por aquí, no tardo.

Me dirijo hacia mi armario y lo abro pensativa en buscar algo sencillo, entonces tomo una camiseta blanca y un peto vaquero. Después me agacho para coger las convers y me encamino hacia el cuarto de baño. Me deslizo en la ropa, me peino el cabello ondulado y de seguido me doy un toque de maquillaje en el rostro.

-- Lista. - digo con una sonrisa al salir del baño. -- ¿Dónde iremos?

-- A dar una vuelta... - se levanta acercándose ami. -- Así hablamos. Tengo ganas de conocerte más.

-- Ah, bien... - suelto una pequeña risa tímida.

No sé exactamente donde me lleva, pero nos encontramos en la autovía y acelera el coche suavemente para coger la velocidad recomendada. El coche es un auténtico lujo, cómodo y espacioso de siete plazas. Baja las ventanas con los botones que tiene a su disposición, dejando que el aire entrara por ellas y chocara con nuestros rostros. Es agradable.

-- Vanessa, ¿cómo llevas tu relación? - me pregunta inesperadamente.

-- ¿Eh? bueno, ya sabes que ese tema se me hace algo pesado.

-- ¿Te molesta?

-- Es... incómodo recordar.

-- Hablaste con él, ¿no? ¿Cómo fue? - me mira unos segundos para volver a tener la atención en la carretera.

-- Difícil.

Mantiene el silencio unos segundos hasta que suelta un suspiro y posa su mano mas cercana a mi pierna, dándome una pequeña caricia. Seguidamente, retira la mano al volante.

-- Voy a poner música para relajarnos.

Johan aparca el auto desde el cual se pueden ver vistas increíbles de la ciudad y sus montañas. Salgo despacio del coche esperándole mientras que observo todo con detalle.

-- Hay que caminar un poco por ahí. - dice señalando  una especie de bosque.

Asiento sonriente mirándole. Me pongo a su lado y le sigo con cuidado de no hacerme daño con alguna planta o encontrarme con algún bicho venenoso entre la vegetación. Johan me tiende su mano cuando el camino es algo más resbaladizo y yo se la cojo con fuerza, entrelazando los dedos con los suyos. Me siento más protegida ahora que voy agarrada de él. Tras caminar unos minutos, se detiene justo en frente de mi. Hay plantas enormes alrededor y apenas se ve la luz solar.

-- ¿Qué ocurre? - pregunto confusa.

Sin respuesta alguna, retira las plantas dando paso a la luz y a unas vistas maravillosas de una cascada enorme. En el lugar hace una buena temperatura que nuestros cuerpos lo agradecen en días de calor. Miro a Johan con una sonrisa, aún no me ha soltado de la mano.

-- ¡Me dan ganas de bañarme! ¿Por qué no me has dicho nada para traerme el bañador? - río mirando el agua clara.

-- Todavía no nos vamos a bañar.

Me muerdo el labio suavemente observando los ojos negros de Johan. Estoy deseosa de meterme al agua, sería agradable un chapuzón ahora mismo después de haber caminado hasta aquí. Sonrío impaciente mirándole.

-- Hay una parte más abajo... - susurra tirando de mi mano.

Cruzamos por las rocas  con cuidado hasta llegar al otro extremo. Caminamos unos cuantos pasos hacia abajo hasta que logro ver una pequeña laguna. El lugar es precioso y es agradable escuchar el sonido de la cascada a unos cuantos metros de nosotros. En este pequeño lugar no hay nadie, así que me dirijo a la orilla y me descalzo. Esta fría pero lo agradezco.

-- ¿Te gusta este sitio para relajarte? - pregunta con una sonrisa.

-- Si, Johan. Oh... ¡Gracias!

-- Pensé que lo ibas a necesitar.

Sonrío agradecida por su sorpresa. Es buena persona y atento con los demás. Últimamente he compartido cosas con él y siempre me ha dado consejos que me han servido para estar mejor y no pensar tanto en Evan. Evan no es mío, no tengo por qué estar así con él. Me giro observando el agua, por lo que mis ganas de divertirme y refrescarme aumentan. Sin pensarlo más, me quito la ropa hasta quedar desnuda. Noté que tenía mi propia intimidad a la hora de hacerlo, ya que Johan se dio la vuelta. Cuando el agua me tapaba los pechos le llamé.

-- ¿Te has metido desnuda? - pregunta asombrado acercándose a la orilla.

Asiento pícara y seguidamente me giro para no mirar. Al cabo de unos segundos noto como el agua se mueve. Está detrás de mi, y supongo que también desnudo.

-- Me impresiona... - susurra suave.

Me giro de nuevo para mirarle fijamente a los ojos. Una sonrisa tímida aparece junto con un calor en mis mejillas. Creo que me estoy poniendo roja ante esta situación. Estoy fijandome en la sonrisa que me dedica, y nerviosa cuando acerca su mano a mi mejilla. Trago saliva manteniendo la respiración, desviando la mirada a otro punto.

-- Estas vergonzosa eh...

-- Bueno, es que es difícil no estarlo cuando estoy desnuda frente a ti.

-- No te preocupes, no se te ve nada. - ríe soltando una carcajada y seguidamente me salpica agua en el rostro.

-- ¡Oye! ¡No hagas eso! - grito riendo.

Me estoy divirtiendo, olvidándome de todo y disfrutando del momento, que aunque es algo vergonzoso, me acostumbro y me acomodo. Johan sabe respetar y me impresiona que sepa controlar sus intenciones ante una chica desnuda y en el agua.
Cierro los ojos para centrarme en el sonido de la cascada, en el sonido de las aves, en la brisa. Oh... ¡Nunca hubiera estado mejor! Estoy feliz de haber salido de mi ciudad, de empezar a conocer otros lugares y este se ha convertido en mi favorito por ahora.

-- Johan, ¿en qué trabajas? - pregunto moviendo los brazos por encima del agua suavemente.

-- En una empresa de productos alimenticios.

-- Oh... yo soy niñera desde hace tres años.

-- ¿Y te gustan los niños?

-- Sí, unos más que otros. Hay que saber controlarlos...

-- ¿Alguna vez has tratado con algún niño malo?

-- Sí. Una vez trabajé para una familia que tenían un hijo que era casi de mi misma edad, yo en ese momento tenía dieciséis y el catorce, casi quince. Ese chico era muy egoísta y quería llamar la atención de todo el mundo. Rompía los platos, desordenaba todo aposta para que yo lo recogiese, pero yo no le hacía caso y eso le molestaba. De hecho, me estrenaba como niñera bastante joven.

-- ¿Y estudiabas?

-- Oh, por supuesto. Cuando acabé el curso fui a trabajar a otra casa, y de esa casa acabé en manos de Ken... - mi rostro es incapaz de ocultar la tristeza que me invade por dentro en estos momentos al recordarlo.

-- Boba... - susurra despacio y de repente me veo envuelta en sus brazos. Apoyo la cabeza en su pecho con los ojos cerrados. -- Sabes que puedes contar conmigo...

-- Es un amor no correspondido, Johan...

-- Si así lo piensas, deja de rayarte. Conoce a otra gente y ya encontrarás a alguien mejor... - retira mi rostro de su pecho con lo que puedo verle a los ojos. -- O, habla con él.

           _______________________

Siento que tengo fuerzas en este instante para conocer a otra gente y olvidarme por completo de Evan, quedar como amigos, como jefe y empleada nada más. Pero ahora es cuando más recuerdo nuestros momentos eróticos, nuestros momentos de risa, incluso los celos que he llegado a tener por esa tal Marie con la que hable por medio de su teléfono. Sonrío como una tonta. ¿Cómo puedo estar enamorada de un tipo que no me ha llamado en todo este tiempo? Ah, ya, claro. No seré tan importante para él como dice, o tal vez, está haciendo lo que le pedí.

-- No tienes por qué estar así... - me susurro a mí misma envuelta en una sábana mientras me miro en el espejo.

Suspiro agachando la cabeza. Tengo la necesidad de llorar por ello. Me siento vacía y es ahora cuando quiero que Evan esté conmigo, pero pienso que es imposible, yo rompí lo mínimo que había entre nosotros cuando le dije que se fuese de mi casa. Me alegré en un primer instante cuando no me acosaba a mensajes ni a llamadas, pero ahora echo de menos su atención. No tengo por que estar así. Tengo que detener estos pensamientos.

-- Que puta rayada... - me digo a mí misma frente al espejo, lanzando el primer objeto que toma mi mano a éste.

Camino hacia la habitación y empiezo a vestirme, necesito salir un poco, a solas. Cojo lo primero que pillo; unos vaqueros y una camiseta blanca.
Escucho la voz de Chelsey según va subiendo las escaleras. Juguetea con las llaves  hasta que me ve.

-- ¿Te vas?

-- Así es... -- me abrocho las agujetas de las zapatillas y busco mis auriculares.

-- ¿A estas horas? Es tarde, Vannie. ¿Dónde vas?

-- Necesito despejarme, cuidate.

Chelsey me agarra de la muñeca justo antes de salir de la habitación. Su mirada se clava en la mía. Intenta averiguar exactamente que es lo que me pasa.

-- ¿Puedo ir contigo? Deja que te acompañe.

-- No. Necesito estar sola, gracias.

Me dirijo hacia la salida y noto la brisa en mi rostro. A penas hay gente a estas horas de la madrugada, ni gente borracha, ni gente drogada, ni grupos de amigos, parejas, nada. Las calles están completamente oscuras, excepto por las farolas. Saco mis auriculares del bolsillo trasero e inmediatamente  los introduzco en mis oídos. La canción suena y empiezo a caminar a paso lento por las calles de la ciudad. Necesito pensar y sólo puedo hacerlo así, sola, con música y relajada.

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