Capitulo 9
La primavera llegó con sus colores vibrantes y el aire fresco, llenando el jardín de la casa de Mateo con el canto de los pájaros y el aroma de las flores. Rocco, ahora un miembro más de la familia, disfrutaba de los largos paseos por el parque, explorando nuevos olores y conociendo a otros perros.
Un día, durante uno de sus paseos, Rocco conoció a Luna, una perrita de su misma edad, de pelaje blanco y ojos brillantes. Luna, al igual que Rocco, había sido rescatada de la calle y ahora vivía en una casa cercana. Inmediatamente, entre ellos surgió una conexión especial, una comprensión tácita que trascendía las palabras.
Juntos jugaron durante horas, corriendo por el parque, persiguiendo palomas y compartiendo sus experiencias. Rocco le contó a Luna sobre su vida en las calles, sobre el hambre, el frío y la soledad. Luna, a su vez, le habló de su pasado, de su lucha por sobrevivir y de la alegría de haber encontrado un hogar.
La amistad entre Rocco y Luna se fortaleció con el paso del tiempo, convirtiéndose en una compañía invaluable para ambos. Se visitaban con frecuencia, jugando en el jardín o compartiendo momentos de tranquilidad en la sombra de los árboles. Rocco, que había pasado tanto tiempo solo, descubrió la alegría de la compañía, la satisfacción de tener un amigo incondicional.
La amistad con Luna también ayudó a Rocco a superar sus últimos vestigios de miedo y desconfianza. Luna, con su energía y su alegría, le recordaba constantemente la belleza de la vida y la importancia de disfrutar cada momento. Juntos, exploraban el mundo, descubriendo nuevos lugares y nuevas aventuras.
Una tarde, mientras jugaban en el parque, Rocco y Luna vieron a un grupo de niños pequeños jugando con una pelota. Sin pensarlo dos veces, Rocco y Luna se unieron al juego, corriendo y saltando con alegría. Era una escena conmovedora, una imagen de amistad, de alegría y de un nuevo comienzo.
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